Imagen: El País / José Enrique Abuín Gey |
Hijo de un marinero retirado, pasó dos años en la cárcel por tráfico de drogas y fue denunciado por violación por su cuñada hace 12 años.
El País, 2017-12-31
https://politica.elpais.com/politica/2017/12/31/actualidad/1514721161_056352.html
José Enrique Abuín Gey, conocido como El Chicle, de 41 años, nació y se crió en el municipio coruñés de Rianxo, donde sigue viviendo y donde, según su confesión, mató a Diana Quer y arrojó su cadáver a un aljibe. A su familia se la conoce por el apodo de Os Lanchós. El padre es marinero retirado y la madre trabajó en una fábrica de conservas. Ambos viven y tienen otras tres hijas. Casado y padre de una hija de ocho años, el historial policial del hombre, de 1,80 y amante del running, constan media docena de antecedentes, el más grave una violación a su cuñada.
En su día fue investigado por la Guardia Civil en el marco del caso Diana Quer, como tantos otros delincuentes de los bajos fondos de la comarca gallega de O Barbanza. El autor confeso del crimen, que se describe en una red social como “estudiado en la vida y en el trabajo diario”, fue denunciado por la hermana de su mujer en 2005, que lo acusó de haberla violado. Sin embargo, la víctima no colaboró en la investigación, no ratificó la acusación y fue absuelto. En 2007 fue detenido como miembro del clan de Os Fanchos, una tupida red de narcotraficantes erradicada entre A Pobra do Caramiñal y Vilagarcía de Arousa, según fuentes de la investigación. Fueron detenidas 12 personas e incautados 20 kilos de cocaína.
Tras este arresto, el principal sospechoso por la desaparición de Diana Quer estuvo dos años entre rejas, un historial que él no ocultaba entre sus conocidos. Allí aprendió el oficio de carpintero de barco que, tras abandonar la cárcel, le permitió trabajar en un astillero de Rianxo. En la actualidad, seguía trapicheando según los investigadores, aunque también trabajaba de forma intermitente en una conservera de mejillones.
Abuín Gey, que compartía fotos en sus redes sociales participando en competiciones deportivas, vive en el lugar de Outeiro de la parroquia de Taragoña, en Rianxo, el lugar donde se perdió el rastro del móvil de Diana Quer aquella madrugada del 22 de agosto de 2016. Es también la zona en la que un mariscador encontró el iPhone de la joven meses después de su desaparición, sumergido en la ría. Y también, el lugar donde se ha encontrado el cadáver.
El cuerpo estaba en un pozo de una nave industrial abandonada en la parroquia de Asados, en el mismo municipio de Rianxo, a cinco kilómetros del lugar donde se le perdió la pista al móvil de la chica y de Outeiro. El Chicle conocía bien la nave, en desuso desde hace cinco o seis años tras haber albergado una fábrica de gaseosas primero y una tienda de muebles después, ya que la casa de sus padres está a apenas unos metros.
Cuando se perdió el rastro de la joven, Abuín Gey trabajaba en una empresa de congelados junto a su mujer, Rosario Rodríguez, quien ha sido su pareja durante unos 15 años y que en un primero momento encubrió a su pareja. Ambos se conocieron siendo ella una adolescente y quienes los han tratado aseguran que El Chicle "la tiene dominada". Sin embargo, ayer por la tarde cambió su versión sobre lo sucedido la noche de la desaparición de Diana y pasó de sostener que estuvo con su marido a reconocer que este se marchó de casa solo. Tras quedarse sin coartada, confesó el crimen y condujo a los agentes al pozo.
El Chicle siempre estuvo en el punto de mira de los agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO). Respondía al patrón de búsqueda inicial: personas de la comarca con antecedentes por agresiones sexuales y drogas. Pero fue el posicionamiento de un móvil, hasta ahora desvinculado del sospechoso, lo que hizo que comenzaran a encajar las piezas. La vinculación con el detenido de ese teléfono, hasta entonces sin usuario conocido, sirvió para señalar “ya con pruebas contundentes” a El Chicle en el sitio y en la hora en la que dijo que no estaba.
En su día fue investigado por la Guardia Civil en el marco del caso Diana Quer, como tantos otros delincuentes de los bajos fondos de la comarca gallega de O Barbanza. El autor confeso del crimen, que se describe en una red social como “estudiado en la vida y en el trabajo diario”, fue denunciado por la hermana de su mujer en 2005, que lo acusó de haberla violado. Sin embargo, la víctima no colaboró en la investigación, no ratificó la acusación y fue absuelto. En 2007 fue detenido como miembro del clan de Os Fanchos, una tupida red de narcotraficantes erradicada entre A Pobra do Caramiñal y Vilagarcía de Arousa, según fuentes de la investigación. Fueron detenidas 12 personas e incautados 20 kilos de cocaína.
Tras este arresto, el principal sospechoso por la desaparición de Diana Quer estuvo dos años entre rejas, un historial que él no ocultaba entre sus conocidos. Allí aprendió el oficio de carpintero de barco que, tras abandonar la cárcel, le permitió trabajar en un astillero de Rianxo. En la actualidad, seguía trapicheando según los investigadores, aunque también trabajaba de forma intermitente en una conservera de mejillones.
Abuín Gey, que compartía fotos en sus redes sociales participando en competiciones deportivas, vive en el lugar de Outeiro de la parroquia de Taragoña, en Rianxo, el lugar donde se perdió el rastro del móvil de Diana Quer aquella madrugada del 22 de agosto de 2016. Es también la zona en la que un mariscador encontró el iPhone de la joven meses después de su desaparición, sumergido en la ría. Y también, el lugar donde se ha encontrado el cadáver.
El cuerpo estaba en un pozo de una nave industrial abandonada en la parroquia de Asados, en el mismo municipio de Rianxo, a cinco kilómetros del lugar donde se le perdió la pista al móvil de la chica y de Outeiro. El Chicle conocía bien la nave, en desuso desde hace cinco o seis años tras haber albergado una fábrica de gaseosas primero y una tienda de muebles después, ya que la casa de sus padres está a apenas unos metros.
Cuando se perdió el rastro de la joven, Abuín Gey trabajaba en una empresa de congelados junto a su mujer, Rosario Rodríguez, quien ha sido su pareja durante unos 15 años y que en un primero momento encubrió a su pareja. Ambos se conocieron siendo ella una adolescente y quienes los han tratado aseguran que El Chicle "la tiene dominada". Sin embargo, ayer por la tarde cambió su versión sobre lo sucedido la noche de la desaparición de Diana y pasó de sostener que estuvo con su marido a reconocer que este se marchó de casa solo. Tras quedarse sin coartada, confesó el crimen y condujo a los agentes al pozo.
El Chicle siempre estuvo en el punto de mira de los agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO). Respondía al patrón de búsqueda inicial: personas de la comarca con antecedentes por agresiones sexuales y drogas. Pero fue el posicionamiento de un móvil, hasta ahora desvinculado del sospechoso, lo que hizo que comenzaran a encajar las piezas. La vinculación con el detenido de ese teléfono, hasta entonces sin usuario conocido, sirvió para señalar “ya con pruebas contundentes” a El Chicle en el sitio y en la hora en la que dijo que no estaba.
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