Imagen: Emakunde / Isazkun Landaida y Virgina Imaz |
La cuentacuentos, actriz y payasa Virginia Imaz, ganadora del Premio Emakunde a la Igualdad, reivindica el simbolismo de historias como ‘La Bella Durmiente’.
Olatz Hernández | El Correo, 2017-12-01
Actriz, payasa, cuentacuentos, guionista y directora de escena... Virginia Imaz recibió ayer el Premio Emakunde a la Igualdad 2017 por su conciencia feminista y trabajo «siempre en favor de la igualdad». En treinta años de experiencia, esta profesional natural de San Sebastián siempre ha tenido una mirada inclusiva: «Más que lo que decimos, los importante es desde dónde lo decimos». Este es un gran reconocimiento para ella y para su profesión. «Espero que sirva como escaparate para las mujeres que estamos en la escena», aseguró la galardonada a este periódico.
La directora de Emakunde, Izaskun Landaida, explicó que el reconocimiento es extensible a todos los que demuestran que «la cultura es un potente elemento transformador de la sociedad». El jurado destacó que Imaz es una mujer «pionera e innovadora, que ha combatido etiquetas, ha contribuido a la dignificación del oficio de payasa y es un referente para otras mujeres del ámbito cultural».
A Virginia Imaz, la pasión por la narración oral le vino de su abuela, que solía contarle todo tipo de historias. «Todos los cuentos tienen un sesgo, ya sea de género, ideología o religión, muy unido al contexto histórico en el que se hicieron. A medida que pasa el tiempo se van actualizando», explica. Los cuentacuentos mantienen vivas esas narraciones y las transmiten a las próximas generaciones.
Es una gran amante de las historias tradicionales, que muchas veces son tachadas de sexistas. «Son producciones simbólicas que han durado siglos y que además tienen muchas capas. El problema está cuando se hace una lectura simplista». En ‘La Bella Durmiente’, por ejemplo, se plasma el ciclo de la tierra, que «duerme» durante el invierno y «despierta» en primavera. [También el beso puede ser el despertar a la sexualidad.] «Luego está la versión de Disney que ha creado unos estereotipos terribles», reconoce.
El humor como herramienta
En sus representaciones como clown, utiliza el humor para acercarse al público. «Intento reírme de mí y desde ahí conseguir una empatía». El mensaje suele ir implícito, en forma de juego, nunca como mitin. El jurado de Emakunde ha destacado también esa maestría de Imaz para usar el humor «como espejo social que devuelve lo que ve sin complacencia, pero también sin maldad».
La premiada es también profesora de Educación Permanente de personas adultas, y fundadora y directora artística de la compañía Oihulari Klown. Reivindica las artes escénicas como una forma de educar: «Los cuentos dan la posibilidad de hacer un viaje y de no salir de allí como habías entrado. Se trata de cambiar la mirada», asegura.
En la actualidad, con los dispositivos móviles e internet, los cuentacuentos tienen más difícil mantener la atención de los niños. «Todo empezó con la televisión», asegura. El Premio Emakunde supone para ella un reconocimiento a una «opción de vida, que tiene sus costes» y una ayuda económica de 14.400 euros que «viene muy bien» al grupo de teatro del cual es fundadora.
La directora de Emakunde, Izaskun Landaida, explicó que el reconocimiento es extensible a todos los que demuestran que «la cultura es un potente elemento transformador de la sociedad». El jurado destacó que Imaz es una mujer «pionera e innovadora, que ha combatido etiquetas, ha contribuido a la dignificación del oficio de payasa y es un referente para otras mujeres del ámbito cultural».
A Virginia Imaz, la pasión por la narración oral le vino de su abuela, que solía contarle todo tipo de historias. «Todos los cuentos tienen un sesgo, ya sea de género, ideología o religión, muy unido al contexto histórico en el que se hicieron. A medida que pasa el tiempo se van actualizando», explica. Los cuentacuentos mantienen vivas esas narraciones y las transmiten a las próximas generaciones.
Es una gran amante de las historias tradicionales, que muchas veces son tachadas de sexistas. «Son producciones simbólicas que han durado siglos y que además tienen muchas capas. El problema está cuando se hace una lectura simplista». En ‘La Bella Durmiente’, por ejemplo, se plasma el ciclo de la tierra, que «duerme» durante el invierno y «despierta» en primavera. [También el beso puede ser el despertar a la sexualidad.] «Luego está la versión de Disney que ha creado unos estereotipos terribles», reconoce.
El humor como herramienta
En sus representaciones como clown, utiliza el humor para acercarse al público. «Intento reírme de mí y desde ahí conseguir una empatía». El mensaje suele ir implícito, en forma de juego, nunca como mitin. El jurado de Emakunde ha destacado también esa maestría de Imaz para usar el humor «como espejo social que devuelve lo que ve sin complacencia, pero también sin maldad».
La premiada es también profesora de Educación Permanente de personas adultas, y fundadora y directora artística de la compañía Oihulari Klown. Reivindica las artes escénicas como una forma de educar: «Los cuentos dan la posibilidad de hacer un viaje y de no salir de allí como habías entrado. Se trata de cambiar la mirada», asegura.
En la actualidad, con los dispositivos móviles e internet, los cuentacuentos tienen más difícil mantener la atención de los niños. «Todo empezó con la televisión», asegura. El Premio Emakunde supone para ella un reconocimiento a una «opción de vida, que tiene sus costes» y una ayuda económica de 14.400 euros que «viene muy bien» al grupo de teatro del cual es fundadora.
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