La libertad sexual según Lola Flores.
Asesinan a un travesti en plena Transición. Un travesti que, como muchos, se gana la vida imitando a La Faraona. La Seca Espai Brossa estrena 'Siempre a la verita tuya', una carta de amor a Lola.
Silvia Cruz Lapeña | El Mundo, 2018-03-01
https://www.elmundo.es/cataluna/2018/03/01/5a97eea822601ddf7e8b4675.html
Asesinan a un travesti en plena Transición. Un travesti que, como muchos, se gana la vida imitando a La Faraona. La Seca Espai Brossa estrena 'Siempre a la verita tuya', una carta de amor a Lola.
Silvia Cruz Lapeña | El Mundo, 2018-03-01
https://www.elmundo.es/cataluna/2018/03/01/5a97eea822601ddf7e8b4675.html
«No es una biografía de Lola, sino una carta de amor a su arte», insiste Manuel Veiga, actor y dramaturgo fascinado por La Faraona desde que la viera actuar en Montjuïc en los 70. El 8 de marzo la pondrá a hablar en La Seca Espai Brossa, donde estrena ‘Siempre a la verita tuya’, obra en la que narra el asesinato de una ‘zarzamora’. «Así se llamaba a los travestis que vivían de imitar a Lola Flores durante la Transición. Es ficción, pero al escribirla tenía en mente el caso de Sonia Rescalvo, el transexual al que mataron en el Parc de la Ciutadella en 1991 porque nos recuerda la intransigencia que sigue habiendo con estas personas». El monólogo principal lo pone en boca del padre, un palmero admirador de Lola, un hombre machista que no acepta a su hijo. «Quise que fuera el padre porque creo que las madres, aunque fuera en privado, eran más comprensivas».
Con esta obra, Veiga completa una trilogía de personajes que tienen en común haber salido de la nada y haberlo conseguido todo. «Los otros fueron Carmen Amaya y Paco Candel, que tampoco aparecían interpretados directamente. ¡Imagina imitar a Lola!», dice y explica que el día que encontró una foto de La Faraona abrazada a un señor vestido y maquillado como ella, supo que había encontrado el modo de representarla. «Alguien que se borra su cara, se pinta la de su ídolo y toma su voz era el vehículo perfecto para darle vida».
Flores fue un icono para homosexuales y travestis. «Juan Gallo, por ejemplo, se hacía llamar La Otra Lola y según la aludida era el que mejor la imitaba», explica Veiga, que cuenta que la cantante regalaba vestidos a los que mejor la captaban. Sobre su querencia por el mundo gay, es mítica su respuesta a la pregunta que le hace Lauren Postigo sobre cómo le gustaría que la enterraran: «En Madrid, en el teatro de mis éxitos, el Calderón. Que me pusieran allí muchos días para que los mariquitas, que me quieren mucho, pudieran despedirse de mí». Lo dice en la misma época que Veiga sitúa su obra, en la Transición, momento en el que el travestismo, como el destape, se empieza a mostrar con naturalidad.
«Ella fue libre y moderna en todo, por eso incorporo a la obra muchas frases suyas», explica Veiga, que descubrió a Lola por Joan Manuel Serrat, de quien se considera fan. «Leí una entrevista en ‘Interviu’ donde hablaba mucho de ella y me animé a ir a un concierto. Sólo puedo decir que quedé en shock». A partir de ahí, creció su interés por la rumba, por Gato Pérez, el Pescaílla... Y de ahí, al flamenco de Camarón de la Isla para meterse en honduras como las que cantaban las hermanas Bernarda y Fernanda de Utrera, dos tótems del flamenco más ortodoxo.
A Lola la conoció en 1992 en el Bingo Billares de Barcelona cuando él preparaba su obra sobre Amaya. Tenía 28 años y temía molestarla, pero la reacción de la artista fue extraordinaria: «Le encantó que alguien tan joven se interesara por su amiga Carmen y me regaló una de esas frases poderosas que ella decía como si se le cayeran de la boca: 'Cuando la Amaya bailaba sudaba oscuro, color sangre, como los Cristos antiguos'».
Veiga ha tardado en cerrar su trilogía porque actúa en otros proyectos: ‘Vilafranca’ de Jordi Casanovas o Agost de Sergi Belbel son dos de los últimos. Y hoy también firma la dramaturgia de ‘Viaje al centro de la tierra’, espectáculo de danza que está en el TNC hasta el 11 de marzo. Pero él tiene querencia por la Barcelona de los años 50 y 60. «En ‘Siempre a la verita tuya’ hablo de El Charco de la Pava de la calle Escudellers, el tablao donde empezó el Pescaílla, del barrio de Gràcia... Pero también salen Sevilla o Madrid, porque allí tenía Lola el Caripén, donde actuaban las Grecas cuando las fichó CBS». En su nueva obra introduce palabras en caló y explica que la pasión por la gitanería le brotó viendo Los Tarantos aunque un descubrimiento reciente le ha hecho cambiar de opinión. «Hace poco supe que tengo un bisabuelo gitano. Ya decía yo que tanto interés por lo caló tenía que venirme de algún lado», dice riendo.
Con esta obra, Veiga completa una trilogía de personajes que tienen en común haber salido de la nada y haberlo conseguido todo. «Los otros fueron Carmen Amaya y Paco Candel, que tampoco aparecían interpretados directamente. ¡Imagina imitar a Lola!», dice y explica que el día que encontró una foto de La Faraona abrazada a un señor vestido y maquillado como ella, supo que había encontrado el modo de representarla. «Alguien que se borra su cara, se pinta la de su ídolo y toma su voz era el vehículo perfecto para darle vida».
Flores fue un icono para homosexuales y travestis. «Juan Gallo, por ejemplo, se hacía llamar La Otra Lola y según la aludida era el que mejor la imitaba», explica Veiga, que cuenta que la cantante regalaba vestidos a los que mejor la captaban. Sobre su querencia por el mundo gay, es mítica su respuesta a la pregunta que le hace Lauren Postigo sobre cómo le gustaría que la enterraran: «En Madrid, en el teatro de mis éxitos, el Calderón. Que me pusieran allí muchos días para que los mariquitas, que me quieren mucho, pudieran despedirse de mí». Lo dice en la misma época que Veiga sitúa su obra, en la Transición, momento en el que el travestismo, como el destape, se empieza a mostrar con naturalidad.
«Ella fue libre y moderna en todo, por eso incorporo a la obra muchas frases suyas», explica Veiga, que descubrió a Lola por Joan Manuel Serrat, de quien se considera fan. «Leí una entrevista en ‘Interviu’ donde hablaba mucho de ella y me animé a ir a un concierto. Sólo puedo decir que quedé en shock». A partir de ahí, creció su interés por la rumba, por Gato Pérez, el Pescaílla... Y de ahí, al flamenco de Camarón de la Isla para meterse en honduras como las que cantaban las hermanas Bernarda y Fernanda de Utrera, dos tótems del flamenco más ortodoxo.
A Lola la conoció en 1992 en el Bingo Billares de Barcelona cuando él preparaba su obra sobre Amaya. Tenía 28 años y temía molestarla, pero la reacción de la artista fue extraordinaria: «Le encantó que alguien tan joven se interesara por su amiga Carmen y me regaló una de esas frases poderosas que ella decía como si se le cayeran de la boca: 'Cuando la Amaya bailaba sudaba oscuro, color sangre, como los Cristos antiguos'».
Veiga ha tardado en cerrar su trilogía porque actúa en otros proyectos: ‘Vilafranca’ de Jordi Casanovas o Agost de Sergi Belbel son dos de los últimos. Y hoy también firma la dramaturgia de ‘Viaje al centro de la tierra’, espectáculo de danza que está en el TNC hasta el 11 de marzo. Pero él tiene querencia por la Barcelona de los años 50 y 60. «En ‘Siempre a la verita tuya’ hablo de El Charco de la Pava de la calle Escudellers, el tablao donde empezó el Pescaílla, del barrio de Gràcia... Pero también salen Sevilla o Madrid, porque allí tenía Lola el Caripén, donde actuaban las Grecas cuando las fichó CBS». En su nueva obra introduce palabras en caló y explica que la pasión por la gitanería le brotó viendo Los Tarantos aunque un descubrimiento reciente le ha hecho cambiar de opinión. «Hace poco supe que tengo un bisabuelo gitano. Ya decía yo que tanto interés por lo caló tenía que venirme de algún lado», dice riendo.
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