Imagen: El Salto / Virginie Despentes |
La escritora francesa Virginie Despentes publica la última parte de su trilogía, 'Vernon Subutex', y reedita 'Teoría King Kong', una obra vigente sobre la violación como arma política.
Patricia Reguero | El Salto, 2018-03-22
https://www.elsaltodiario.com/literatura/entrevista%20virginie-despentes--hombres-podrian-pensar-disfrutan-trabajo-invisible-violadores-maltratadores
Una no quiere que Virginie Despentes (Nancy, 1969) le hable de derrota. Pero lo hace: “Tengo muy poco entusiasmo, como autora creo que ser sincera tiene su importancia”. Presenta la tercera parte de la trilogía ‘Vernon Subutex’ y reedita ‘Teoría King Kong’ (ambos en Literatura Random House), el ensayo que en 2006 ayudó a poner el foco en el sistema político que sustenta las agresiones sexuales, algo que Despentes sigue haciendo: “La violación es una forma de mantenernos en un estado de alerta cotidiana, y pienso que sí es una estrategia terrorista para mantener un orden preciso”, explica. Es contundente aunque habla bajito, responde con paciencia y, no, no deja sitio al optimismo.
P. Es fácil identificarte con el protagonista de tu trilogía, con Vernon. Sé que has explicado ya varias veces por qué recurriste a un personaje masculino. Pero, ¿no te da rabia tener que utilizar la autoridad de un personaje masculino siendo un referente feminista?
R. No, lo veo como un derecho esencial como autora. Si quiero utilizar un vínculo con un hombre tengo todo el derecho, siendo mujer feminista, de entrar en la piel de un hombre. Y también es una manera de pensar que no estamos tan alejados los unos de los otros. Una novela no es un ensayo, no intento demostrar algo, intento ver lo que pasa en Francia desde un punto de vista y en este momento.
Lo que me ha jodido un poco es la sensación que he tenido de que hay mucha diferencia en la percepción de los lectores, y de la crítica en general, cuando tratas un personaje masculino. Quizás me equivoque, pero hay una ternura increíble hacia los hombres que no siento cuando utilizo personajes femeninos. He escrito ocho novelas con personajes femeninos y, en general, han encontrado público, no tengo queja de la percepción de mis novelas.
Pero siempre he tenido la sensación de que mis personajes estaban supervigilados: qué han hecho, por qué les pasan cosas malas... Cuando es un hombre, la sensación es que las preguntas no se hacen de la misma manera, hay una empatía mucho más alta. Esto me hace preguntarme por qué nos falta esta empatía y ternura con las mujeres.
P. ¿Se empatiza con un personaje masculino y se pone distancia con uno femenino?
P. Es fácil identificarte con el protagonista de tu trilogía, con Vernon. Sé que has explicado ya varias veces por qué recurriste a un personaje masculino. Pero, ¿no te da rabia tener que utilizar la autoridad de un personaje masculino siendo un referente feminista?
R. No, lo veo como un derecho esencial como autora. Si quiero utilizar un vínculo con un hombre tengo todo el derecho, siendo mujer feminista, de entrar en la piel de un hombre. Y también es una manera de pensar que no estamos tan alejados los unos de los otros. Una novela no es un ensayo, no intento demostrar algo, intento ver lo que pasa en Francia desde un punto de vista y en este momento.
Lo que me ha jodido un poco es la sensación que he tenido de que hay mucha diferencia en la percepción de los lectores, y de la crítica en general, cuando tratas un personaje masculino. Quizás me equivoque, pero hay una ternura increíble hacia los hombres que no siento cuando utilizo personajes femeninos. He escrito ocho novelas con personajes femeninos y, en general, han encontrado público, no tengo queja de la percepción de mis novelas.
Pero siempre he tenido la sensación de que mis personajes estaban supervigilados: qué han hecho, por qué les pasan cosas malas... Cuando es un hombre, la sensación es que las preguntas no se hacen de la misma manera, hay una empatía mucho más alta. Esto me hace preguntarme por qué nos falta esta empatía y ternura con las mujeres.
P. ¿Se empatiza con un personaje masculino y se pone distancia con uno femenino?
R. Se pone bajo vigilancia. Con un personaje femenino se preguntan por qué no se comporta bien aquí, por qué tiene sexo allá, por qué no ha tenido hijos. Sobre Vernon Subutex, el personaje, en los tres libros nunca nadie me ha preguntado por qué tenía sexo con todas. Él se acuesta con cualquiera y eso no es problema para nadie, y no es un problema que no haya tenido hijos... Esto me ha interesado y también me ha jodido un poco, porque podemos crear personajes femeninos atípicos pero en la recepción... hay que cambiar algo en el fondo para que despertáramos esta ternura. Esto lo observo un montón con mis amigos trans, que hacen esta reflexión: al ser percibidos como hombres, todo el mundo les tiene más cariño. Esta ausencia de cariño a lo femenino me da pena, más que otra cosa.
P. En un momento de la novela, aparecen los atentados y se hacen omnipresentes. Esta presencia, ¿estaba en tus planes cuando empezaste la trilogía o tiene que ver con los atentados contra ‘Charlie Hebdo’, que coincidieron con la publicación de la primera parte?
R. Ambos. Los atentados han sido tan espectaculares y han cambiado tantas cosas en Francia que no puedo imaginar que yo me haya quedado fuera, me ha impactado. Pero la idea de la violencia a través de los atentados estaba desde el principio, desde que la empecé sabía cómo iba a acabar la novela. Y tras el 13 de noviembre, no me parecía tan buena idea este desarrollo, pero he seguido con él, porque antes de los atentados de enero, de ‘Charlie Hebdo’, vivimos un momento de mucha violencia, con un montón de atentados en EE UU o en Europa del norte. Hace unos años que sabemos que estamos en una situación en el que este tipo de violencia puede producirse.
P. ¿Hay una grieta de esperanza en la música? ¿La salvación puede venir de unos acordes de Motörhead o de Bowie?
R. La salvación, tal como la esperamos, no. Pero puede ser un terreno de experimentaciones alternativas. Eso es lo que he vivido yo. Los movimientos musicales fueron los movimientos más interesantes y alternativos de gente experimentando una manera de vivir juntos y de hacer las cosas de otra manera. Es la única esperanza que yo he tenido de una vida fuera del mainstream. Después de haber estado en la música he entrado en cosas mucho más clásicas. La música ha sido y sigue siendo un espacio donde pueden inventarse alternativas.
P. Decía “salvación” porque tu personaje es una especie de mesías… ¿necesitamos creer en algo?
R. Es un poco distinto. La sensación que tengo es que la gente a mi alrededor busca vidas espirituales que no sean religiosas. En la novela tienen un pequeño espacio donde lo van a pasar bien, pero va a acabarse rápidamente y al final es una derrota brutal. Por eso, cuando dices “salvación”... esto son unas fiestas, no más, pero porque es lo máximo que he podido imaginar de bueno en este mundo. La verdad es que tengo muy poco entusiasmo, si te soy sincera no encuentro muchos motivos para el optimismo. Entonces, sí es como una ventana de algo diferente, que se acabará rápidamente por culpa suya. Lo peor es que no se matan desde fuera, sino desde dentro. Esto es lo que te da más amargura, porque ni siquiera necesitamos enemigos para destruirlo todo.
P. Acabas de decir “derrota”. Preguntada sobre “la revolución”, has dicho: “Intento ser sincera, no veo ninguna posibilidad”. Esto es desolador. ¿No es además desmovilizador y deja mucho espacio de acción a los ‘trumps’ y a los ‘macrons’?
R. Totalmente, pero soy sincera. Puedo mentir, puedo fingir un entusiasmo político, pero tengo muy poco. Como autora pienso que ser sincera tiene su importancia, y antes de buscar qué tipo de mensaje quiero enviar, tengo que pensar cómo me siento yo. Y, sinceramente, me siento superpesimista. Pero tengo mi edad, no creo que si tienes veinte años estés en el mismo sitio. He visto un montón de cosas y no me han hecho subir el entusiasmo, y necesitas entusiasmo para hacer política.
P. ¿El feminismo no te hace ser un poquito optimista?
R. El feminismo es uno de los pocos temas, junto a los movimientos gais y la visibilización negra y lo que ocurre alrededor del poscolonialismo, donde tengo la sensación de que no estamos en una situación de derrota total. Pero me interesa dentro de un cuadro en el que no conseguimos arrancar y que no permite muchas cosas positivas.
Tengo la sensación de que el totalitarismo del ultracapitalismo, tal y como lo conocemos, es tan potente en este momento que gente como yo no sabemos cómo vamos a salir de este marco. El feminismo es muy interesante y me parece una lucha que merece la pena, pero dentro de un marco que no nos permite hacer cosas. Y de momento, soy sincera, no veo luz.
No pienso que no vayan a llegar otras cosas, pero de momento no vendrán de mí. Quizá en cinco años esté en otro sitio, pero creo que parte de la gente estamos en shock por la velocidad con la que las cosas han cambiado y no lo han hecho en el sentido esperado. Estoy en ese momento tras un ataque que estás como fascinada y no ves qué estrategias se pueden desarrollar ante la fuerza de lo demás.
P. Cuando una te lee va buscando, o más bien temiendo, el momento en que se produzca una violación. Al final ocurre y es destructiva, incluso al nivel de los atentados. ¿Es la violación una forma de terrorismo contra las mujeres?
R. Para mí, de manera superclara, sí. Es una forma de mantenernos en un estado de alerta cotidiana, es una forma de decirnos que cada día tiene su peligro posible. Sí, porque cada día sabes que no estás segura. De la misma manera, es una forma de decir a los hombres: “Este mundo os pertenece, en este mundo podéis andar, salir de noche, os pueden pasar cosas, pero los violadores sois vosotros y las presas somos nostoras”.
Pienso que sí es una estrategia terrorista para mantener un orden preciso. Con el miedo al terrorismo es muy difícil pensar y actuar correctamente. Los hombres quizás puedan empezar a pensar que disfrutan todos del trabajo invisible de los violadores o de los maltratadores. Obviamente no son todos violadores, pero todos disfrutan de lo que despliega la cultura de la violación tal y como la conocemos.
P. Cito de tu novela: “Hasta en la Nuit Debout las chicas tienen buenas razones para quejarse. Cuentan que, si pasan la noche en la plaza, los tíos borrachos se dedican a joderlas, les tocan el culo, incluso las agreden físicamente”. Te hago la pregunta que se hace uno de los personajes: “¿Cómo es posible que nunca oigamos hablar de ejércitos de chicas destripando a tíos a navajazos, aunque sea solo para equilibrar la cosa?”.
R. Es una pregunta. La paciencia que hemos tenido, la ausencia de respuesta violenta... es una pregunta, y me la hago. No sé si el género femenino es tan inteligente que rechaza la violencia cruda o si es que nos hemos tragado la idea de que es lo que merecemos y lo aceptamos con resignación.
Lo que sí sé es que el movimiento feminista en los 70 en Francia no fue tomado en serio por los intelectuales de izquierdas, el feminismo era una lucha poco importante. Decían: hagamos primero las cosas importantes y luego ya veremos. Y pienso que si no se ha tomado en serio en Francia el feminismo es porque no hemos matado a nadie: el feminismo no ha provocado una sola víctima.
Eso es nuestra fuerza, la prueba de que el mundo puede cambiar de verdad con el feminismo, pero fue también nuestra debilidad en el sentido de que, para ser tomado en serio en los 70 y 80, era mejor tener sangre, víctimas y torturas en la cárcel. Me parece una fuerza y me parece una prueba de inteligencia táctica, pero a la vez es difícil plantearse que nunca hemos matado a nadie.
P. Quizá conozcas el caso de La Manada, que aquí ha abierto varios debates, por ejemplo en torno a lo que se espera de una víctima de violación...
R. Sí, lo conozco.
P. Algunos de los debates que han surgido al hilo de este caso, ya los trataba 'Teoría King Kong' de manera muy lúcida hace 12 años. ¿Sigue vigente?
R. Espero que sí, yo no puedo decirlo. En el caso de La Manada, el hecho de que se haya planteado aceptar las fotos de la chica como prueba me parece que va en el sentido del libro de que, cuando sobrevives a una violación, eres siempre culpable porque no te has resistido mientras te violaban y, segundo, y esto es casi peor, has sobrevivido. Y, obviamente, sobrevivimos. Porque la violación es supercomún, y claro que sobrevivimos.
Pero a la vez pienso que en 12 años las cosas han cambiado mucho. Primero, porque, en el caso de La Manada, la mujer se plantea denunciarlo, lo que no pienso que hubiera pasado en los 80 ya que la violación era algo que no denunciábamos. Y, además, hubo manifestaciones enormes... y esto no creo que hubiera sido posible hace 15 años, cuando la violación era un tema que no existía, que tenías la sensación de que solo te pasaba a ti, que era algo raro y extraordinario. De ese cuento hemos salido.
De la misma manera tengo la sensación de, en estos diez últimos años, haber oído a un montón de mujeres que han salido a decir “me ha pasado a mí también”. Últimamente con el caso Weinstein, pero también antes. En estos diez últimos años hay tantos artículos interesantes en internet alrededor de la violación, de pensamiento sobre la violación... esto ha cambiado realmente.
P. En algún sentido ‘Teoría King Kong’ causó cierto efecto #MeToo, ya que te escribieron muchas mujeres contando su experiencia. Pero, además, ahora el #MeToo lo hace público...
R. Sí, pero, como decía, esto ha empezado antes. Mi sensación es que ha empezado a cambiar con internet, porque con internet, por primera vez, no teníamos que pedir permiso a los chavales que tenían la prensa o la televisión. Con internet, la palabra es más directa y nadie te puede impedir hablar.
Por ejemplo, en Francia, antes del #MeToo hubo un movimiento de denuncia del acoso callejero. Y entonces tienes 20 o 25 chicas que cuentan la misma historia aunque haya quien no la quiera oír. Esto en internet ha permitido una explosión del pensamiento feminista de manera totalmente nueva. No imagino a una adolescente hoy en día que se sienta tan aislada como me sentí yo. Pero, al mismo tiempo, veo una ausencia en estos discursos de la figura de la heterosexual calentona. Esta figura de la chica que folla mucho es la ausente del discurso feminista.
Hay otras ausencias de cosas que no me interesan. Por ejemplo, creo que ya es hora de hacer entrar la maternidad en la crítica feminista. O la feminidad, que, tal como la pensamos, sigue siendo la feminidad de la iglesia. Hay trabajos como el de María Llopis sobre la maternidad, pero es esencial que haya más porque un montón de chicas a mi alrededor han tenido hijos y tenemos que pensar en algún momento en eso. Yo no lo haré porque no me interesa, pero creo que es parte de las cosas que me gustaría ver en internet.
P. Estás hablando de internet como una herramienta que puede utilizarse, pero en la novela la lectura que se hace es que la tecnología es una herramienta del enemigo...
R. Ambos. Para mí, internet ha sido superfuerte para permitir una explosión de los discursos feministas, pero también creo que internet ha sido muy utilizado para vigilar los cuerpos femeninos, por ejemplo, en las escuelas.
El ‘slut shaming’ con internet permite una brutalidad contra algunas chicas y comportamientos que no existían antes, también contra las feministas. A veces hay reacciones brutales de grupo contra feministas, como la chica que había hecho el estudio sobre videojuegos... la respuesta fue brutal [la comunicadora Anita Sarkeesian fue víctima de una campaña de acoso por un proyecto de crítica feminista de videojuegos].
Pero yendo a ‘Vernon Subutex’, la percepción que tienen sobre los teléfonos es que, obviamente, si mañana nos plantearnos hacer algo realmente alternativo, no podemos utilizar los teléfonos. En ese sentido sí es una herramienta inédita del enemigo, de vigilancia, está claro.
P. ¿Has sufrido a esos trols machistas de los que hablas?
R. Cuando navego en internet no leo nada sobre mí. A veces aparezco como una estrella en las redes de la extrema derecha, pero nunca leo nada de ellos. No veo por qué lo aguantaría, no me interesa.
P. Cuando hay una acción, como #MeToo, aparece una reacción, como el manifiesto de las intelectuales francesas, que has dicho que expresa “la rabia de los ricos”. ¿Por qué?
P. Cuando hay una acción, como #MeToo, aparece una reacción, como el manifiesto de las intelectuales francesas, que has dicho que expresa “la rabia de los ricos”. ¿Por qué?
R. Es lo que pienso yo, es una manera de leerlas. No quiero desacreditar totalmente la palabra de estas mujeres, pero a mí el efecto que me ha causado, como francesa que conoce a un montón de las firmantes, es que me parece la expresión de cuando los ricos te dicen “no podemos más con estas pobres víctimas; nuestros maridos, padres, hermanos, hijos tienen todo el derecho a ejercer todo el poder que quieran, también a través del cuerpo de las mujeres”. Pero supongo que esta rabia es trasladable a todos los pobres.
Yo lo que leo en el artículo es: “No podemos más, nosotras las ricas somos tan maravillosas y tenemos que andar escuchando las quejas de la chica de la limpieza”. Lo leo de esta manera, entiendo que intentan decir otras cosas, pero me parece que era un momento totalmente mal elegido para sacarlo. Y en Francia odio un montón esta rabia de los ricos: no podemos más, no podemos disfrutar bien...
P. ¿No encuentras cierto punto de conexión en su crítica al puritanismo?
Yo lo que leo en el artículo es: “No podemos más, nosotras las ricas somos tan maravillosas y tenemos que andar escuchando las quejas de la chica de la limpieza”. Lo leo de esta manera, entiendo que intentan decir otras cosas, pero me parece que era un momento totalmente mal elegido para sacarlo. Y en Francia odio un montón esta rabia de los ricos: no podemos más, no podemos disfrutar bien...
P. ¿No encuentras cierto punto de conexión en su crítica al puritanismo?
R. Criticar el puritanismo me parece bien, pero no veo la relación con el #MeToo. ¿Te acuerdas del 31 de diciembre en Colonia, cuando un grupo de inmigrantes tocó a varias mujeres? Imagínate que publican el manifiesto a la mañana siguiente: “Queremos chupar a los migrantes porque nos gustan tanto los hombres, y nos gusta el sexo”. Pero no fue en ese momento, sino que fue en defensa de los suyos.
Voy a museos, voy al cine, leo ensayos, y nunca veo más discursos o referencias al sexo fuera de la pornografía más pobre y barata y brutal de internet. Pienso que en las décadas de los 80 y 90 nos planteamos un montón la orientación de la sexualidad, y esto se acabó totalmente.
Sí, es un subidón del puritanismo, pero no pienso que las feministas seamos responsables de que, por ejemplo, Facebook no te permita enseñar una teta. No, Facebook no ha escuchado a las feministas sino a la iglesia. Cuando prohibieron ‘Fóllame’ no era por una queja de las feministas sino de la extrema derecha. En el formato ebook no pueden escribir el título entero de mi primer libro y no es por las feministas sino por la iglesia. La diferencia con la carta de Catherine es que no veo el problema con las chicas que hablan: no las veo como víctimas sino que tengo la sensación de que, por primera vez, dijeron basta.
P. El comienzo de ‘Teoría King Kong’ —“escribo desde la fealdad”— es un ejercicio de sinceridad. ¿No falta para completar el marco añadir que también escribes desde cierto privilegio?
R. Escribo totalmente desde el privilegio, y en una editorial enorme en Francia. Pero no me lo planteé en ‘Teoría King Kong’ porque el principio era una respuesta a una situación que se repetía en los 80 y 90, porque cada vez que decía “soy feminista” la respuesta era “porque eres fea y mal follada”, o gorda, o vieja... Por eso empiezo diciendo eso.
Obviamente la violación como chica negra añade un montón de cosas, pero efectivamente yo no puedo hablar desde un punto de vista que no es mío. Quizá sí es una novela pueda imaginarlo, pero en un ensayo no puedo hablar por las chicas que no soy, y que muy bien pueden hablar por sí mismas.
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