miércoles, 28 de marzo de 2018

#hemeroteca #iglesia | La virgen de Garabandal se aparece en el cine

Imagen: El País / Conchita, Mari Loli, Mari Cruz y Jacinta, las 'visionarias' de Garabandal
La virgen de Garabandal se aparece en el cine.
Un grupo religioso mantiene en la cartelera el ‘milagro’ ocurrido en 1961 en Cantabria y pide ayuda para “llevar la bendición” al mundo.
Juan G. Bedoya | El País, 2018-03-28
https://elpais.com/cultura/2018/03/27/actualidad/1522145696_681474.html

En ‘Los jueves, milagro’, la película de Luis García Berlanga, de 1957, las fuerzas vivas de un pequeño pueblo español deciden seguir el ejemplo de Fátima y Lourdes para progresar gracias a las apariciones de la Virgen. Se inventan un milagro. Será los jueves. Cuatro años después, el 18 de junio de 1961 era domingo en todo el mundo cristiano, pero sobre todo en San Sebastián de Garabandal, un pequeño pueblo perdido en las montañas cabuérnigas de Cantabria. Ese día, por la tarde, cuatro niñas, Conchita, Mari Loli, Mari Cruz y Jacinta, se alejan de las casas para coger unas manzanas en la huerta del maestro. Son hijas de agricultores y ganaderos. Gente pobre en un poblado pobre. También ellas pastorean cabras o vacas cuando vuelven de la escuela. Aquella tarde de domingo va a cambiar su vida para siempre, también la de Garabandal. Cuando regresan con las manzanas en la mano, arriba del camino que llaman La Calleja, suena un trueno. En el cielo no hay nubes. ¿Remordimiento por la fruta robada? No era eso. Conchita, la mayor, cae de rodillas. No se mueve. Las otras quieren echar a correr, pero caen también junto a Conchita. Se les ha aparecido un ángel, dijeron más tarde.

Era el Arcángel San Miguel, precisaban. Dijeron que no les habló. Ellas nada le dijeron. Cuando vuelven en sí, confundidas y temerosas, corren a refugiarse detrás de la Iglesia. Lloran. Lo cuentan. Días más tarde, será a la Virgen a quien dicen ver. Trae a un niño en brazos, viene acompañada de dos ángeles y hace una profecía amenazante, como “último aviso porque, dice la aparecida, “muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición, y con ellos llevan a muchas más almas”.

Desde la creencia en esas apariciones marianas, un grupo de entusiastas ha hecho en apenas 27 días de rodaje una película con ánimo militante y con protagonistas aficionados pero solventes. Se acaba de estrenar con el título ‘Garabandal. Solo Dios lo sabe’ y es digna de ver para creyentes y devotos de la Virgen, pero también para quienes quieran conocer cómo se produjeron los hechos en aquella España nacionalcatólica, ensotanada y sombría. Desde esa perspectiva, la película es un documento sobresaliente.

Uno de los convencidos del origen sobrenatural de Garabandal es el exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, experto en apariciones marianas como señala la web oficial de la película. El exministro se pronunció en términos elogiosos hacia ella. La misma web pide ayuda para promocionar el filme: “Tenemos muy claro que ‘Garabandal, solo Dios lo sabe’ no es un proyecto económico [...] Nuestras decisiones no se toman en función de obtener un beneficio económico, sino con el único deseo de llegar a cada rincón del planeta donde Nuestra Madre del Cielo quiera decirles a sus hijos que les ama y que desea su salvación. Por eso hemos abierto una nueva campaña de donativos [...] Si pueden ayudarnos a llevar la bendición de Nuestra Madre a los confines del mundo, lo agradeceremos de todo corazón”.

Llevan ya unos 25.000 espectadores y va estrenándose por toda España. Para tener una referencia con que comparar el impacto, la empresa promotora, Mater Spei A. I. E, ha subrayado en un comunicado de prensa esta curiosidad, según sus datos: “En 2017 se exhibieron 257 películas españolas, de las que solo 45 superaron los 20.000 espectadores, y en 2016 se exhibieron 243 películas, y de ellas solo 43 superaron los 20.000 espectadores”. Belén Garde, Teresa Carrasco, Miriam Rodríguez y Blanca Cogolludo interpretan a las cuatro niñas de las apariciones.

El relato es fiel a los hechos (así los llamó la prensa de la época). Desde aquel domingo de 1961, el vecindario entra en ebullición, situación que dura los cuatro años en los que se dan las supuestas apariciones. La entonces provincia de Santander se conmociona. Llegan visitantes de todo el mundo. El obispo no sabe qué hacer. El sargento de la Guardia Civil que ejerce de comandante de puesto en Puentenansa, cabecera de la comarca, se alarma. “Si ahora suben a Garabandal doscientas personas y hay lío, ¿qué pasará cuando sean seis mil, o veinte mil?”.

Un psiquiatra de película
Qué hacer cuando todo el mundo católico empieza a hablar de que en Garabandal se está apareciendo la Virgen y hay unas niñas que levitan, hablan al cielo con palabras que nadie conoce, ni ellas mismas, caen de rodillas sobre las rocas sin hacerse daño o caminan en éxtasis hacia delante y hacia detrás por las callejuelas o campo a través, con la cabeza totalmente alzada, sus ojos fijos en lo alto, sin caer ni tropezar. Eso se veía. Eso creían ver.

Al pueblo llega un psiquiatra de armas tomar, para analizar a las videntes y ver si respondían al dolor, si estaban realmente en éxtasis. Era un personaje también de película. Se llamaba doctor Luis Morales, descreído, famoso ahora por haber tratado como interna, casi una prisionera, a Leonora Carrington, la escritora y pintora británica, huida en 1942 desde París a México, donde se nacionalizó, espantada de los nazis. Su paso por las manos de Morales, ingresada a la fuerza por el padre, lo contó en sus memorias, con detalle. Se titulan ‘Memorias de abajo’. Elena Poniatowska cuenta su vida en ‘Leonora’. Aquel sanatorio en Santander es hoy un enorme espacio verde, con el nombre de Parque del doctor Morales.

San Sebastián de Garabandal está desde entonces en el mapa del catolicismo romano. Cada día llegan peregrinos al pueblo, sobre todo de Estados Unidos, donde se casó y vive Conchita, la vidente más mediática. Y llueve el dinero. Entre los donantes y creyentes destacaron muy pronto la exitosa escritora Mercedes Salisachs, cuñada de José Antonio Samaranch, que arrastra a otros ricos burgueses catalanes; los galleteros Fontaneda, y alguno de los Domech, de Jerez. Entre todos construyeron una coqueta capilla en el lugar de las apariciones y una cruz luminosa traída de Portugal.

Profecías y niñas pobres
Pero Garabandal han ido cayendo en el olvido pese a creerse que el cardenal Ratzinger, más tarde papa Benedicto XVI, estuvo convencido de la veracidad de los milagros cuando era nada menos que prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Pese a todo, el Vaticano congeló el caso. “No consta”, han dicho con la boca pequeña.

Al margen del respeto que merecen quienes creen en apariciones y milagros, con la devoción a una Virgen nueva siempre llegan negocios y masas. Como las supuestas apariciones de Garabandal hay veinte mil en todo el mundo, de las que solo doce están ‘reconocidas’ por el Vaticano. Las protagonistas son niñas pobres e ignorantes, como en Fátima. En Garabandal son pastoras de doce y once años que estudian en una escuela unitaria destartalada. Y siempre hay profecías, la mayoría de las veces sombrías, amenazantes. En Garabandal, las niñas recogieron dos: la primera, en 1961; la segunda, el 18 de junio de 1965.

En Lourdes, las apariciones dieron paso a la proclamación del dogma de la inmaculada concepción. En Fátima, los pastorcillos recibieron tres secretos, uno de ellos pronosticando un atentado mortal al Papa. Lo padeció Juan Pablo II. No falleció. En Garabandal, según Conchita, la Virgen trajo primero este mensaje: “Hay que hacer muchos sacrificios, mucha penitencia, visitar al Santísimo, pero antes tenemos que ser muy buenos. Y si no lo hacemos nos vendrá un castigo. Ya se está llenando la copa y si no cambiamos nos vendrá un castigo muy grande”.

El obispo de Santander lo calificó de importante. No tuvo la misma actitud ante el segundo mensaje, cuatro años más tarde, que recibió Conchita, según Conchita. La Virgen llegaba con un ultimátum. “Como no se ha cumplido y no se ha dado mucho a conocer mi mensaje del 18 de octubre de 1961, os diré que este es el último. Antes, la copa se estaba llenando, ahora, está rebosando. Muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición, y con ellos llevan a muchas más almas. A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia. Debéis evitar la ira del buen Dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos. Si le pedís perdón con alma sincera, Él os perdonará. Yo, vuestra Madre, por intercesión del Ángel San Miguel, os quiero decir que os enmendéis. ¡Ya estáis en los últimos avisos! Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación. Pedidnos sinceramente y nosotros os lo daremos. Debéis sacrificaros más. Pensad en la Pasión de Jesús”.

Todo eso se decía en vísperas del Concilio Vaticano II, del que Conchita no tenía ni idea. Juan XXIII lo iba a desautorizar, quizás intencionadamente, en su discurso de apertura, denunciando a quienes son profetas de catástrofes y ven al mundo con ojos amenazantes. Un año más tarde, su sucesor, Pablo VI, recibía a Conchita en el Vaticano y le daba la bendición: "Es necesario dar a conocer esos mensajes. Conchita, yo te bendigo, y conmigo te bendice toda la Iglesia", proclamó. Para entonces, el cardenal Ottaviani, el inquisidor que precedió a Ratzinger, había llamado a la vidente a Roma y ordenado una investigación a fondo, enviando un delegado a Garabandal. Nunca se supo el resultado, salvo que Roma acabó archivando el caso con un famoso “No consta”. Algunos creen que hay motivos para resucitarlo ahora, con sus mensajes amenazantes y sombríos.

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