Imagen: El País / Amanda Figueras |
La periodista Amanda Figueras defiende en su nuevo libro, 'Por qué el islam', que esta religión traslada un mensaje de igualdad entre hombres y mujeres.
Miguel Ángel Medina | El País, 2018-03-12
https://elpais.com/elpais/2018/03/12/mujeres/1520868364_462914.html
En 2015 escribió un artículo explicando sus motivos para reconocerse como musulmana que levantó cierta polémica. Ahora publica ‘Por qué el Islam’ (Península), un libro que pretende explicar cómo es ser musulmana en España sin esquivar ningún tema, del machismo al patriarcado y del terrorismo a los pasajes más controvertidos del Corán. "Gracias a todas las mujeres fuertes y libres que me han inspirado", se lee en su dedicatoria.
Pregunta. ¿Por qué el islam?
Respuesta. Creo que, sobre todo, por lo que no se ve. Lo más importante del islam no son los velos ni las barbas, ni otros detalles superficiales, sino principios basados en la bondad, en el perdón, en la paz, en la tolerancia, en conocernos los unos a los otros y ser mejores personas. Es un camino de vida más sano y más justo tanto a nivel físico como a nivel espiritual. Los musulmanes aspiramos a la justicia social y creo que por eso me enamoró a mí el islam.
P. ¿Esta búsqueda de la justicia social se puede entender como una crítica al capitalismo neoliberal?
R. Sí, desde luego. Una de las cosas que a mí me atrajeron del islam es acercarme a una vida más espiritual, intentar dejar el materialismo aparte y vivir más de la experiencia y menos de la tenencia.
P. Insiste en que no es conversa, porque nunca fue cristiana. Pero, ¿cómo fue su llegada al islam?
R. Tras los terribles atentados del 11-M en Madrid, cuando trabajaba como periodista en El Mundo, empecé a leer sobre el islam. Estuve trabajando sobre las comunidades islámicas en España y cómo vivieron los meses posteriores y las posibles represalias. A partir de ahí empecé a conocer a musulmanes y musulmanas, y me di cuenta de que no sabía nada sobre el islam. Eso me estimuló a seguir en el proceso. No fue una cosa automática, fue un proceso con idas y venidas. Al final me reconocí como musulmana.
P. ¿Cómo fue el proceso de contárselo a su familia y amigos?
R. No hubo una conversación en la que se lo contara a mis padres, sino que fue más natural, y al final les dije que ya era musulmana. Su reacción primera fue de miedo, porque hay mucho desconocimiento.
P. ¿Y cuando decidió ponerse el velo?
R. No hubo tampoco una conversación especial. A día de hoy lo toman con mucha naturalidad. Al final, no tienen por qué compartirlo, pero respetan mi decisión, como debería ser respetada la decisión de cualquier mujer adulta y libre. En cuanto al trabajo, no sé cómo habrían reaccionado, porque decidí ponerme el velo tras dejar mi empleo en ‘El Mundo’. Reconozco que me daba cierto miedo pensar en ponérmelo cuando estaba en el periódico, porque creía que eso me podría perjudicar, que quizá me limitaría a la hora de mandarme a cubrir ciertos actos. No sé qué hubiera pasado, nunca lo podré saber, pero miro a mi alrededor y no veo mujeres con hiyab [velo islámico] en grandes medios de comunicación, por lo que sospecho que me hubiera podido traer alguna limitación.
P. ¿Influye llevar velo a la hora de encontrar un trabajo en España?
R. Sí. Lo dicen todas las mujeres que llevan velo. Es evidente que limita, igual que puede limitar un nombre extranjero. Somos una minoría y sufrimos islamofobia, que es una enfermedad creciente. Hay cosas intangibles o difíciles de medir. Cuando mando mi currículum con mi foto y no se lee no sé si es porque no les interesa o porque en la foto salgo con ‘hiyab’. En cualquier caso sigo buscando trabajo, pero es difícil.
P. Un capítulo de su libro está dedicado a las mujeres. ¿Cuál es para usted la diferencia entre feminismo y feminismo islámico, si la hay?
R. No creo que exista un feminismo ni un feminismo islámico, existen los feminismos. Estamos viviendo momentos muy interesantes de debate, de desarrollo de teorías, de hacer tendencia... No hay diferencias, los feminismos deberían todos luchar contra los enemigos comunes que tenemos: el patriarcado, el machismo, la discriminación, y para que haya una igualdad de derechos y de oportunidades. Me gustaría que las musulmanas fuéramos más tenidas en cuenta por parte del feminismo hegemónico y mayoritario en España, que nos tiene olvidadas. Para muchos y muchas es difícil que se pueda aspirar a pedir la igualdad desde un punto de vista religioso, pero sí que es posible. Necesitamos más sororidad y menos enfrentamiento, menos luchas por quién da a quién el carné de feminista.
P. En este sentido, se puede argumentar que nunca va a ser igual su visión como europea que la de una saudí o una egipcia.
R. Es evidente que mi posición es distinta a la de una mujer egipcia, pero también tenemos que ir a escucharlas a ellas. En cualquier caso, la sociedad es patriarcal de base también en España, como puso de manifiesto la huelga del 8 de marzo. Los feminismos islámicos dicen que no se puede obligar a las mujeres a vestirse de ninguna manera, eso debería estar prohibido, y es antiislámico. Abogo porque no se imponga ni se prohíba el uso de velo, para mí es lo mismo una cosa que la otra. El problema es legislar sobre la libertad de las mujeres. Desde nuestra perspectiva se le da un misticismo al tema del velo que se vive con más naturalidad en otros países. Y perdemos mucho tiempo en hablar de velos cuando deberíamos hablar de cosas más trascendentales.
P. ¿Por qué las musulmanas tienen tan poco protagonismo en los medios?
R. Es sin duda un problema de los medios y de a quién están llamando. Varias compañeras me cuentan que algún medio ha intentado buscar a una musulmana para un reportaje, pero si no lleva velo no les vale, es decir, necesitan que se corresponda con el estereotipo. Contra eso también hay que luchar. Las musulmanas somos muy diversas, hay con velo, sin velo, españolas, inmigrantes, blancas, negras... y todas tenemos cosas que decir. Los medios deberían hacer autocrítica, ¿trabajan para darnos voz o para reforzar los estereotipos? Se habla mucho de nosotras, pero sin nosotras.
P. Según Sirin Adlbi Sibai, “el feminismo islámico es una redundancia, el islam es igualitario”. ¿Usted qué opina?
R. Estoy totalmente de acuerdo. Siempre apelo al carácter inclusivo del lenguaje del Corán, tiene aleyas en las que habla de los creyentes y las creyentes, los ayunantes y las ayunantes... Utiliza un lenguaje inclusivo. Hoy Alá diría la portavoza. Y no solo es cuestión de palabras, sino también de conceptos: desde el origen de la creación del ser humano, se habla de que somos creados en igualdad el hombre y la mujer. Hacer leyes contra la igualdad es antislámico. Y a veces es difícil que se vea, porque en los países musulmanes también hay desigualdad e injusticia, pero una cosa es el islam y otra lo que hacen los musulmanes.
P. ¿Y cómo reacciona usted al terrorismo de corte islamista?
R. Para nosotros es muy doloroso que nuestro islam se relacione con algo terrible como la barbarie terrorista. No hace falta ponerle etiquetas al terrorismo. No sé qué es el terrorismo islámico ni el radicalismo islámico, para mí, un radical islámico sería una persona que va haciendo el bien a su paso, ayudando a los demás, no un terrorista, porque el islam no te lleva a ser violento, sino a todo lo contrario. Muhamad siempre optó por perdonar y eso es lo que nos pide a los musulmanes.
P. En su libro apuesta por una relectura de los pasajes más polémicos del Corán, como la sura [versículo] que habla de golpear a las mujeres o la que dice que los hombres son preeminentes a ellas.
R. Efectivamente, he leído a varias autoras —como Amina Wadud o Asma Barlas— que han profundizado en una lectura no patriarcal del Corán. Hay muchas traducciones de este libro que son machistas, y así lo denunciamos. La traducción del verbo ‘daraba’ como "pegadles" es contrario al mensaje del Corán, y además el profeta Muhamad, cuyo ejemplo aspiramos a imitar los musulmanes, nunca pegó a ninguna mujer, y además repitió muchas veces que hay que tratar bien a las mujeres. En mi opinión, la de ‘daraba’ es una mala traducción, pues sale muchas otras veces en el Corán y las demás veces no se traduce con este sentido. Desde el origen, los seres humanos son creados en igualdad, y esa igualdad es sagrada, viene de Alá. Hacer cualquier cosa en contra de la igualdad es antiislámico.
P. Pero esa interpretación también se hace en algunos países árabes.
R. No hay que ocultar que hay mucho machismo y mucho patriarcado en las comunidades musulmanas, sí, en España y en países árabes. Y hay muchos hombres que están muy cómodos encontrando en el Corán la supuesta justificación para maltratar a su mujer, pero en ninguna cabeza cabe que eso pueda estar justificado por el islam.
P. ¿Y qué me dice de la justificación de la poligamia solo para hombres?
R. La poligamia era un fenómeno preislámico que el islam, cuando llega, regula y le da un marco legal a las mujeres, que hasta ese momento no tenían ningún derecho ni protección. En el Corán se desincentiva esta práctica, no la promueve. En cualquier caso, no es una práctica común mayoritaria entre los musulmanes. Además, hay hombres y mujeres en relaciones polígamas que son felices, son maneras diferentes de vivir, igual que ahora hablamos de poliamor, esas relaciones totalmente abiertas. No creo que debamos juzgar una religión por una práctica que el islam desalienta y que no es algo común.
P. ¿Cree que el feminismo en España ha sido inclusivo con las mujeres musulmanas?
R. Uno de los problemas que tenemos es cómo se nos ve desde el feminismo hegemónico. Hay gente para quien es incompatible religión y feminismo, pero estamos en la lucha. En vez de centrarnos en nuestro enemigo común, el patriarcado y el machismo, nos entretenemos en este otro debate. Ya lo he apuntado, parece que hay una lucha por ver quién reparte los carnés de feminista. Hace falta más sororidad y menos hablar de velos. Necesitamos alianzas y luchar todas juntas. Por ejemplo, en el comunicado de la huelga del 8 de marzo no se nos ha citado (tampoco a otras minorías) y eso ha creado cierto malestar.
P. ¿Y cómo les afecta la islamofobia, el odio a lo musulmán?
R. Como musulmanas, además de contra el machismo, tenemos que luchar contra la islamofobia, y ahí encontramos poco respaldo. Cuando denunciamos que somos discriminadas, que no encontramos trabajo o nos despiden por llevar velo, que hay ataques violentos a musulmanas y una campaña brutal de acoso en las redes sociales, eso no genera tanto malestar como si pasa en Irán o Arabia Saudí. Si queréis ayudar a las mujeres musulmanas, escuchad lo que nos afecta hoy y aquí. En lugar de eso, se utilizan las injusticias que viven las musulmanas en algunos países para atacar al islam.
P. ¿Qué hace falta para que los musulmanes se expresen en sociedad?
R. Primero, que nos dejen hablar, que nos llamen. Y luego tenemos que hacer un trabajo por abrirnos, por enseñar las mezquitas, por ejemplo la mezquita de la M-30 hace jornadas de puertas abiertas una vez al mes. Hay asociaciones de jóvenes musulmanas que organizan actividades. La juventud musulmana en España se está moviendo y cada vez es más activa e intenta ser más visible. Las mezquitas se están abriendo. Es importante que se hable de nosotros como parte activa de la sociedad.
Pregunta. ¿Por qué el islam?
Respuesta. Creo que, sobre todo, por lo que no se ve. Lo más importante del islam no son los velos ni las barbas, ni otros detalles superficiales, sino principios basados en la bondad, en el perdón, en la paz, en la tolerancia, en conocernos los unos a los otros y ser mejores personas. Es un camino de vida más sano y más justo tanto a nivel físico como a nivel espiritual. Los musulmanes aspiramos a la justicia social y creo que por eso me enamoró a mí el islam.
P. ¿Esta búsqueda de la justicia social se puede entender como una crítica al capitalismo neoliberal?
R. Sí, desde luego. Una de las cosas que a mí me atrajeron del islam es acercarme a una vida más espiritual, intentar dejar el materialismo aparte y vivir más de la experiencia y menos de la tenencia.
P. Insiste en que no es conversa, porque nunca fue cristiana. Pero, ¿cómo fue su llegada al islam?
R. Tras los terribles atentados del 11-M en Madrid, cuando trabajaba como periodista en El Mundo, empecé a leer sobre el islam. Estuve trabajando sobre las comunidades islámicas en España y cómo vivieron los meses posteriores y las posibles represalias. A partir de ahí empecé a conocer a musulmanes y musulmanas, y me di cuenta de que no sabía nada sobre el islam. Eso me estimuló a seguir en el proceso. No fue una cosa automática, fue un proceso con idas y venidas. Al final me reconocí como musulmana.
P. ¿Cómo fue el proceso de contárselo a su familia y amigos?
R. No hubo una conversación en la que se lo contara a mis padres, sino que fue más natural, y al final les dije que ya era musulmana. Su reacción primera fue de miedo, porque hay mucho desconocimiento.
P. ¿Y cuando decidió ponerse el velo?
R. No hubo tampoco una conversación especial. A día de hoy lo toman con mucha naturalidad. Al final, no tienen por qué compartirlo, pero respetan mi decisión, como debería ser respetada la decisión de cualquier mujer adulta y libre. En cuanto al trabajo, no sé cómo habrían reaccionado, porque decidí ponerme el velo tras dejar mi empleo en ‘El Mundo’. Reconozco que me daba cierto miedo pensar en ponérmelo cuando estaba en el periódico, porque creía que eso me podría perjudicar, que quizá me limitaría a la hora de mandarme a cubrir ciertos actos. No sé qué hubiera pasado, nunca lo podré saber, pero miro a mi alrededor y no veo mujeres con hiyab [velo islámico] en grandes medios de comunicación, por lo que sospecho que me hubiera podido traer alguna limitación.
P. ¿Influye llevar velo a la hora de encontrar un trabajo en España?
R. Sí. Lo dicen todas las mujeres que llevan velo. Es evidente que limita, igual que puede limitar un nombre extranjero. Somos una minoría y sufrimos islamofobia, que es una enfermedad creciente. Hay cosas intangibles o difíciles de medir. Cuando mando mi currículum con mi foto y no se lee no sé si es porque no les interesa o porque en la foto salgo con ‘hiyab’. En cualquier caso sigo buscando trabajo, pero es difícil.
P. Un capítulo de su libro está dedicado a las mujeres. ¿Cuál es para usted la diferencia entre feminismo y feminismo islámico, si la hay?
R. No creo que exista un feminismo ni un feminismo islámico, existen los feminismos. Estamos viviendo momentos muy interesantes de debate, de desarrollo de teorías, de hacer tendencia... No hay diferencias, los feminismos deberían todos luchar contra los enemigos comunes que tenemos: el patriarcado, el machismo, la discriminación, y para que haya una igualdad de derechos y de oportunidades. Me gustaría que las musulmanas fuéramos más tenidas en cuenta por parte del feminismo hegemónico y mayoritario en España, que nos tiene olvidadas. Para muchos y muchas es difícil que se pueda aspirar a pedir la igualdad desde un punto de vista religioso, pero sí que es posible. Necesitamos más sororidad y menos enfrentamiento, menos luchas por quién da a quién el carné de feminista.
P. En este sentido, se puede argumentar que nunca va a ser igual su visión como europea que la de una saudí o una egipcia.
R. Es evidente que mi posición es distinta a la de una mujer egipcia, pero también tenemos que ir a escucharlas a ellas. En cualquier caso, la sociedad es patriarcal de base también en España, como puso de manifiesto la huelga del 8 de marzo. Los feminismos islámicos dicen que no se puede obligar a las mujeres a vestirse de ninguna manera, eso debería estar prohibido, y es antiislámico. Abogo porque no se imponga ni se prohíba el uso de velo, para mí es lo mismo una cosa que la otra. El problema es legislar sobre la libertad de las mujeres. Desde nuestra perspectiva se le da un misticismo al tema del velo que se vive con más naturalidad en otros países. Y perdemos mucho tiempo en hablar de velos cuando deberíamos hablar de cosas más trascendentales.
P. ¿Por qué las musulmanas tienen tan poco protagonismo en los medios?
R. Es sin duda un problema de los medios y de a quién están llamando. Varias compañeras me cuentan que algún medio ha intentado buscar a una musulmana para un reportaje, pero si no lleva velo no les vale, es decir, necesitan que se corresponda con el estereotipo. Contra eso también hay que luchar. Las musulmanas somos muy diversas, hay con velo, sin velo, españolas, inmigrantes, blancas, negras... y todas tenemos cosas que decir. Los medios deberían hacer autocrítica, ¿trabajan para darnos voz o para reforzar los estereotipos? Se habla mucho de nosotras, pero sin nosotras.
P. Según Sirin Adlbi Sibai, “el feminismo islámico es una redundancia, el islam es igualitario”. ¿Usted qué opina?
R. Estoy totalmente de acuerdo. Siempre apelo al carácter inclusivo del lenguaje del Corán, tiene aleyas en las que habla de los creyentes y las creyentes, los ayunantes y las ayunantes... Utiliza un lenguaje inclusivo. Hoy Alá diría la portavoza. Y no solo es cuestión de palabras, sino también de conceptos: desde el origen de la creación del ser humano, se habla de que somos creados en igualdad el hombre y la mujer. Hacer leyes contra la igualdad es antislámico. Y a veces es difícil que se vea, porque en los países musulmanes también hay desigualdad e injusticia, pero una cosa es el islam y otra lo que hacen los musulmanes.
P. ¿Y cómo reacciona usted al terrorismo de corte islamista?
R. Para nosotros es muy doloroso que nuestro islam se relacione con algo terrible como la barbarie terrorista. No hace falta ponerle etiquetas al terrorismo. No sé qué es el terrorismo islámico ni el radicalismo islámico, para mí, un radical islámico sería una persona que va haciendo el bien a su paso, ayudando a los demás, no un terrorista, porque el islam no te lleva a ser violento, sino a todo lo contrario. Muhamad siempre optó por perdonar y eso es lo que nos pide a los musulmanes.
P. En su libro apuesta por una relectura de los pasajes más polémicos del Corán, como la sura [versículo] que habla de golpear a las mujeres o la que dice que los hombres son preeminentes a ellas.
R. Efectivamente, he leído a varias autoras —como Amina Wadud o Asma Barlas— que han profundizado en una lectura no patriarcal del Corán. Hay muchas traducciones de este libro que son machistas, y así lo denunciamos. La traducción del verbo ‘daraba’ como "pegadles" es contrario al mensaje del Corán, y además el profeta Muhamad, cuyo ejemplo aspiramos a imitar los musulmanes, nunca pegó a ninguna mujer, y además repitió muchas veces que hay que tratar bien a las mujeres. En mi opinión, la de ‘daraba’ es una mala traducción, pues sale muchas otras veces en el Corán y las demás veces no se traduce con este sentido. Desde el origen, los seres humanos son creados en igualdad, y esa igualdad es sagrada, viene de Alá. Hacer cualquier cosa en contra de la igualdad es antiislámico.
P. Pero esa interpretación también se hace en algunos países árabes.
R. No hay que ocultar que hay mucho machismo y mucho patriarcado en las comunidades musulmanas, sí, en España y en países árabes. Y hay muchos hombres que están muy cómodos encontrando en el Corán la supuesta justificación para maltratar a su mujer, pero en ninguna cabeza cabe que eso pueda estar justificado por el islam.
P. ¿Y qué me dice de la justificación de la poligamia solo para hombres?
R. La poligamia era un fenómeno preislámico que el islam, cuando llega, regula y le da un marco legal a las mujeres, que hasta ese momento no tenían ningún derecho ni protección. En el Corán se desincentiva esta práctica, no la promueve. En cualquier caso, no es una práctica común mayoritaria entre los musulmanes. Además, hay hombres y mujeres en relaciones polígamas que son felices, son maneras diferentes de vivir, igual que ahora hablamos de poliamor, esas relaciones totalmente abiertas. No creo que debamos juzgar una religión por una práctica que el islam desalienta y que no es algo común.
P. ¿Cree que el feminismo en España ha sido inclusivo con las mujeres musulmanas?
R. Uno de los problemas que tenemos es cómo se nos ve desde el feminismo hegemónico. Hay gente para quien es incompatible religión y feminismo, pero estamos en la lucha. En vez de centrarnos en nuestro enemigo común, el patriarcado y el machismo, nos entretenemos en este otro debate. Ya lo he apuntado, parece que hay una lucha por ver quién reparte los carnés de feminista. Hace falta más sororidad y menos hablar de velos. Necesitamos alianzas y luchar todas juntas. Por ejemplo, en el comunicado de la huelga del 8 de marzo no se nos ha citado (tampoco a otras minorías) y eso ha creado cierto malestar.
P. ¿Y cómo les afecta la islamofobia, el odio a lo musulmán?
R. Como musulmanas, además de contra el machismo, tenemos que luchar contra la islamofobia, y ahí encontramos poco respaldo. Cuando denunciamos que somos discriminadas, que no encontramos trabajo o nos despiden por llevar velo, que hay ataques violentos a musulmanas y una campaña brutal de acoso en las redes sociales, eso no genera tanto malestar como si pasa en Irán o Arabia Saudí. Si queréis ayudar a las mujeres musulmanas, escuchad lo que nos afecta hoy y aquí. En lugar de eso, se utilizan las injusticias que viven las musulmanas en algunos países para atacar al islam.
P. ¿Qué hace falta para que los musulmanes se expresen en sociedad?
R. Primero, que nos dejen hablar, que nos llamen. Y luego tenemos que hacer un trabajo por abrirnos, por enseñar las mezquitas, por ejemplo la mezquita de la M-30 hace jornadas de puertas abiertas una vez al mes. Hay asociaciones de jóvenes musulmanas que organizan actividades. La juventud musulmana en España se está moviendo y cada vez es más activa e intenta ser más visible. Las mezquitas se están abriendo. Es importante que se hable de nosotros como parte activa de la sociedad.
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