Imagen: Noticias de Gipuzkoa / Ana Txurruka |
Iraitz Astarloa | Noticias de Gipuzkoa, 2018-03-10
http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2018/03/10/sociedad/quienes-nos-gobiernan-tienen-que-dar-una-respuesta-a-lo-vivido-el-jueves
En la Casa de las Mujeres de Donostia todavía no han tenido tiempo de asumir la magnitud de lo ocurrido el 8-M, pero advierten de que es el momento de pasar a la acción.
- ¿Cómo han amanecido tras la histórica jornada reivindicativa del jueves?
- Hicimos huelga, pero trabajo no nos faltó. Fue un día muy intenso. Desde la mañana preparamos acciones y hasta la noche no acabamos. Estamos muy cansadas, pero muy contentas.
- ¿Les ha dado tiempo a hacer una valoración de todo lo que ocurrió?
- Todavía no lo hemos digerido. Creo que como ha superado las expectativas que teníamos necesitamos digerirlo para hacer una valoración más pausada y más calmada. Pero podemos decir que estamos muy contentas y haciendo unas valoraciones muy positivas de todo lo ocurrido.
- ¿Se han cubierto las expectativas que se habían generado?
- Desde luego se han superado todas las expectativas. Estamos emocionadas por ello y por haberlo vivido. Estar ahí tantas mujeres diversas, distintas, unidas en una lucha común es un subidón.
- ¿Qué sentimientos les ha dejado la movilización del jueves?
- Sentimos responsabilidad, pero también es cierto que la tenemos desde siempre. Las mujeres que estamos en el activismo siempre la hemos tenido. Pero también pasaría la pelota de la responsabilidad a otros lugares. Lo que planteábamos no era solo una huelga a la defensiva para denunciar las discriminaciones, que también, pero sobre todo propositiva. Queremos cambiar las cosas y tenemos sobre la mesa propuestas de cambio. Quienes gobiernan, quienes puedan hacer esos cambios, tienen que dar una respuesta a lo vivido el jueves. Creo que los gobiernos tienen que responder a lo que vieron, porque muchas mujeres hemos mostrado un malestar muy potente y tienen que dar respuesta a lo que han visto, a lo que les estamos pidiendo.
- ¿Esperaban una movilización tan histórica o les ha pillado por sorpresa?
- Sabíamos que iba a ser un 8 de marzo especial, mucho más mayoritario que otros, pero también es verdad que no nos esperábamos tanto. Nosotras mismas estamos emocionadas, desbordadas, incluso desde el trabajo de organización hubo momentos en que no podíamos dar cabida a todo lo que había que organizar. Afortunadamente, tuvimos muchos apoyos puntuales de un montón de mujeres que estaban participando y eso pudo posibilitar todas las acciones que se vivieron.
- ¿Cómo han sido estas semanas previas de preparación?
- Ha habido mucho trabajo de cocina, de hormiguita que decimos nosotras, detrás. Esto no ha surgido de un día para otro, es el resultado de un movimiento feminista que lleva muchos años trabajando y eso se percibe claramente. Pero además, concretamente, llevamos ya mucho tiempo organizando la huelga feminista. Hace dos años ya empezó a fraguarse la idea de la huelga. El año pasado no salió adelante y este año por fin sí. Han sido dos años cocinando la huelga.
- ¿Cuándo comenzaron a darse cuenta de que este 8 de marzo se estaba gestando una movilización sin parangón?
- Yo, y habló por mí, era un poco inconsciente, la verdad. Sabía que con la huelga iba a ser algo diferente, porque era un llamamiento internacional, todas a una, y eso tiene mucha fuerza. Desde finales del año pasado empezamos a ver que se estaban haciendo muchas asambleas, muchas reuniones en casi todos los pueblos de Gipuzkoa, no solo centralizado en Donostia, y eso nos parecía muy importante. Arrasate, Tolosa, Ordizia, Zarautz... Todas las comarcas de Gipuzkoa se han movido un montón. Ahí empezamos a ver que esto ya no solo era una ‘manifa’ al uso, sino que iba a haber muchas movilizaciones en todos los pueblos. Desde el pasado otoño ya se empezó a hablar de una huelga feminista en toda Euskal Herria y ya en los pueblos se empezaron a mover.
- La de ayer fue una jornada histórica, pero no ha pasado tanto tiempo desde que en Gipuzkoa el 8 de marzo se celebraba de una forma casi anecdótica y con movilizaciones muy minoritarias.
- Creo que la perspectiva desde dentro y desde fuera es distinta. El 8 de marzo ya está bastante consolidado. Todas las asociaciones de mujeres y colectivos feministas organizan actividades y acciones en torno a este día, pero para mí la clave no es tanto en la cantidad, sino en la dispersión. Antes cada colectivo y cada asociación hacía sus cosas y cada una con su lema o la reivindicación que decidía. Esta vez hemos conseguido un objetivo en común y eso nos ha unido mucho.
- ¿Qué ha cambiado para que, de un año a otro, miles y miles de mujeres se sumen a esta reivindicación en la calle? ¿Qué razones han llevado a tantas a echarse a la calle?
-Aquí hay muchos elementos. Por una parte, la larga trayectoria feminista de trabajo de hormiguita durante años y años, de reivindicaciones, de denuncia de la discriminación. Por otro lado, a las jóvenes les ha pasado que les hemos vendido que hay una igualdad legal y formal, pero están viendo que esa igualdad legal no supone una igualdad real. Es lo que nosotras hablamos del espejismo de la igualdad. Las chavalas se han dado cuenta de que es un espejismo y han salido a la calle. Además, en este último año hemos tenido casos muy graves de agresiones sexuales, asesinatos de mujeres... Eso nos hace salir a la calle porque la violencia machista es ya insostenible.
- Han conseguido sacar a la calle a adolescentes, estudiantes, trabajadoras, amas de casa, pensionistas... Creo que hoy en día solo el fútbol tiene ese poder de convocatoria.
- (Risas). Por eso mismo planteábamos no una huelga al uso, sino una huelga con cuatro líneas distintas. Huelga en el empleo, que es la forma tradicional. Pero también una huelga de cuidados, porque tenemos una problemática con el reparto del trabajo doméstico y de cuidados que hay que poner sobre la mesa. Además, la huelga de las alumnas y la de consumo, como forma de responder al capitalismo más feroz. Creo que ahí todas nos hemos visto reflejadas, cada una en su realidad y en su diversidad, pero que a todas nos afecta. Ahí es donde hemos conseguido este éxito.
- Especialmente destacable es la presencia de mujeres jóvenes, de estudiantes, de adolescentes, en la jornada de ayer. ¿Es un motivo especial para la esperanza?
- A mí me hace tanta ilusión ver a una mujer de 80 como a una chavala de 13. Pero lo que me emociona es que estemos juntas. Pero es verdad que las jóvenes están respondiendo a su realidad. Nosotras hemos tenido otro contexto y ellas están respondiendo al suyo. Están diciendo que están hartas de aguantar la violencia, de ser la generación más formada y tener el mayor porcentaje de paro y precariedad y eso es lo interesante. Están denunciándolo y van a seguir haciéndolo.
- Con ellas, ¿sienten garantizado el relevo generacional?
- Por supuesto. Ayer lo vimos clarísimo. El feminismo no es algo de los 70, no es de cuatro mujeres de mayo del 68, sino que está en todos lados, en gente muy joven que está denunciando sus discriminaciones.
- Muchos hombres también se sumaron a la causa.
- Es interesante que participaran en algunas acciones, que vieran que ayer no era su día y que no tenían que tomar el protagonismo, pero que podían apoyar la huelga haciendo trabajos de cuidados, generando cajas de resistencia, ayudando a las compañeras que habían hecho huelga, haciendo la huelga de consumo... Es importante que nosotras tengamos el protagonismo, pero que ellos aporten desde diferentes lugares.
- ¿En qué va a suponer esta jornada un punto de inflexión en la realidad de las mujeres, un antes y un después?
- Creo que esta movilización interpela directamente a quienes nos gobiernan y específicamente a los hombres. Necesitamos que los hombres tomen en cuenta sus privilegios y cambien esos comportamientos. Pero nos interpela a toda la sociedad, porque este sistema lo tenemos que cambiar entre todos y todas. Ese es el punto de inflexión. Esto acaba de empezar.
- ¿Qué responsabilidad tienen ahora quienes nos gobiernan? Porque queda claro que las buenas intenciones ya no bastan: urge pasar a la acción.
- Efectivamente. Es lo que nos ha pasado. Tenemos una igualdad legal, formal. Todos los 8 de marzo y todos los 25 de noviembre (día contra la violencia de género) tenemos que oír todo tipo de declaraciones con palabras bonitas, todo el mundo está en contra de la violencia machista, todo el mundo está a favor de la igualdad, pero lo que estamos pidiendo son hechos. Queremos cambios reales. Queremos dejar de ser asesinadas, de ser violadas y eso tiene que llevar a cambios concretos del día a día.
- ¿Cómo se consigue eso?
- Necesitamos que esto no se quede en un día, que no se institucionalice el 8 de marzo, sino que vamos a seguir trabajando día a día, gotita a gotita. Vamos a aprovechar toda esta fuerza para que las mujeres sigamos organizadas, para convocar acciones, denunciar, estar en la calle y exigir a las instituciones su responsabilidad.
- ¿Existe cierto temor a que se deshinche el globo de la unidad que se reflejó el jueves?
- Entendemos que esto suele pasar, es cíclico. Pero nosotras estamos subiendo. Todavía no es el momento de que baje y seguiremos manteniendo esas tendencia.
- ¿Cómo han amanecido tras la histórica jornada reivindicativa del jueves?
- Hicimos huelga, pero trabajo no nos faltó. Fue un día muy intenso. Desde la mañana preparamos acciones y hasta la noche no acabamos. Estamos muy cansadas, pero muy contentas.
- ¿Les ha dado tiempo a hacer una valoración de todo lo que ocurrió?
- Todavía no lo hemos digerido. Creo que como ha superado las expectativas que teníamos necesitamos digerirlo para hacer una valoración más pausada y más calmada. Pero podemos decir que estamos muy contentas y haciendo unas valoraciones muy positivas de todo lo ocurrido.
- ¿Se han cubierto las expectativas que se habían generado?
- Desde luego se han superado todas las expectativas. Estamos emocionadas por ello y por haberlo vivido. Estar ahí tantas mujeres diversas, distintas, unidas en una lucha común es un subidón.
- ¿Qué sentimientos les ha dejado la movilización del jueves?
- Sentimos responsabilidad, pero también es cierto que la tenemos desde siempre. Las mujeres que estamos en el activismo siempre la hemos tenido. Pero también pasaría la pelota de la responsabilidad a otros lugares. Lo que planteábamos no era solo una huelga a la defensiva para denunciar las discriminaciones, que también, pero sobre todo propositiva. Queremos cambiar las cosas y tenemos sobre la mesa propuestas de cambio. Quienes gobiernan, quienes puedan hacer esos cambios, tienen que dar una respuesta a lo vivido el jueves. Creo que los gobiernos tienen que responder a lo que vieron, porque muchas mujeres hemos mostrado un malestar muy potente y tienen que dar respuesta a lo que han visto, a lo que les estamos pidiendo.
- ¿Esperaban una movilización tan histórica o les ha pillado por sorpresa?
- Sabíamos que iba a ser un 8 de marzo especial, mucho más mayoritario que otros, pero también es verdad que no nos esperábamos tanto. Nosotras mismas estamos emocionadas, desbordadas, incluso desde el trabajo de organización hubo momentos en que no podíamos dar cabida a todo lo que había que organizar. Afortunadamente, tuvimos muchos apoyos puntuales de un montón de mujeres que estaban participando y eso pudo posibilitar todas las acciones que se vivieron.
- ¿Cómo han sido estas semanas previas de preparación?
- Ha habido mucho trabajo de cocina, de hormiguita que decimos nosotras, detrás. Esto no ha surgido de un día para otro, es el resultado de un movimiento feminista que lleva muchos años trabajando y eso se percibe claramente. Pero además, concretamente, llevamos ya mucho tiempo organizando la huelga feminista. Hace dos años ya empezó a fraguarse la idea de la huelga. El año pasado no salió adelante y este año por fin sí. Han sido dos años cocinando la huelga.
- ¿Cuándo comenzaron a darse cuenta de que este 8 de marzo se estaba gestando una movilización sin parangón?
- Yo, y habló por mí, era un poco inconsciente, la verdad. Sabía que con la huelga iba a ser algo diferente, porque era un llamamiento internacional, todas a una, y eso tiene mucha fuerza. Desde finales del año pasado empezamos a ver que se estaban haciendo muchas asambleas, muchas reuniones en casi todos los pueblos de Gipuzkoa, no solo centralizado en Donostia, y eso nos parecía muy importante. Arrasate, Tolosa, Ordizia, Zarautz... Todas las comarcas de Gipuzkoa se han movido un montón. Ahí empezamos a ver que esto ya no solo era una ‘manifa’ al uso, sino que iba a haber muchas movilizaciones en todos los pueblos. Desde el pasado otoño ya se empezó a hablar de una huelga feminista en toda Euskal Herria y ya en los pueblos se empezaron a mover.
- La de ayer fue una jornada histórica, pero no ha pasado tanto tiempo desde que en Gipuzkoa el 8 de marzo se celebraba de una forma casi anecdótica y con movilizaciones muy minoritarias.
- Creo que la perspectiva desde dentro y desde fuera es distinta. El 8 de marzo ya está bastante consolidado. Todas las asociaciones de mujeres y colectivos feministas organizan actividades y acciones en torno a este día, pero para mí la clave no es tanto en la cantidad, sino en la dispersión. Antes cada colectivo y cada asociación hacía sus cosas y cada una con su lema o la reivindicación que decidía. Esta vez hemos conseguido un objetivo en común y eso nos ha unido mucho.
- ¿Qué ha cambiado para que, de un año a otro, miles y miles de mujeres se sumen a esta reivindicación en la calle? ¿Qué razones han llevado a tantas a echarse a la calle?
-Aquí hay muchos elementos. Por una parte, la larga trayectoria feminista de trabajo de hormiguita durante años y años, de reivindicaciones, de denuncia de la discriminación. Por otro lado, a las jóvenes les ha pasado que les hemos vendido que hay una igualdad legal y formal, pero están viendo que esa igualdad legal no supone una igualdad real. Es lo que nosotras hablamos del espejismo de la igualdad. Las chavalas se han dado cuenta de que es un espejismo y han salido a la calle. Además, en este último año hemos tenido casos muy graves de agresiones sexuales, asesinatos de mujeres... Eso nos hace salir a la calle porque la violencia machista es ya insostenible.
- Han conseguido sacar a la calle a adolescentes, estudiantes, trabajadoras, amas de casa, pensionistas... Creo que hoy en día solo el fútbol tiene ese poder de convocatoria.
- (Risas). Por eso mismo planteábamos no una huelga al uso, sino una huelga con cuatro líneas distintas. Huelga en el empleo, que es la forma tradicional. Pero también una huelga de cuidados, porque tenemos una problemática con el reparto del trabajo doméstico y de cuidados que hay que poner sobre la mesa. Además, la huelga de las alumnas y la de consumo, como forma de responder al capitalismo más feroz. Creo que ahí todas nos hemos visto reflejadas, cada una en su realidad y en su diversidad, pero que a todas nos afecta. Ahí es donde hemos conseguido este éxito.
- Especialmente destacable es la presencia de mujeres jóvenes, de estudiantes, de adolescentes, en la jornada de ayer. ¿Es un motivo especial para la esperanza?
- A mí me hace tanta ilusión ver a una mujer de 80 como a una chavala de 13. Pero lo que me emociona es que estemos juntas. Pero es verdad que las jóvenes están respondiendo a su realidad. Nosotras hemos tenido otro contexto y ellas están respondiendo al suyo. Están diciendo que están hartas de aguantar la violencia, de ser la generación más formada y tener el mayor porcentaje de paro y precariedad y eso es lo interesante. Están denunciándolo y van a seguir haciéndolo.
- Con ellas, ¿sienten garantizado el relevo generacional?
- Por supuesto. Ayer lo vimos clarísimo. El feminismo no es algo de los 70, no es de cuatro mujeres de mayo del 68, sino que está en todos lados, en gente muy joven que está denunciando sus discriminaciones.
- Muchos hombres también se sumaron a la causa.
- Es interesante que participaran en algunas acciones, que vieran que ayer no era su día y que no tenían que tomar el protagonismo, pero que podían apoyar la huelga haciendo trabajos de cuidados, generando cajas de resistencia, ayudando a las compañeras que habían hecho huelga, haciendo la huelga de consumo... Es importante que nosotras tengamos el protagonismo, pero que ellos aporten desde diferentes lugares.
- ¿En qué va a suponer esta jornada un punto de inflexión en la realidad de las mujeres, un antes y un después?
- Creo que esta movilización interpela directamente a quienes nos gobiernan y específicamente a los hombres. Necesitamos que los hombres tomen en cuenta sus privilegios y cambien esos comportamientos. Pero nos interpela a toda la sociedad, porque este sistema lo tenemos que cambiar entre todos y todas. Ese es el punto de inflexión. Esto acaba de empezar.
- ¿Qué responsabilidad tienen ahora quienes nos gobiernan? Porque queda claro que las buenas intenciones ya no bastan: urge pasar a la acción.
- Efectivamente. Es lo que nos ha pasado. Tenemos una igualdad legal, formal. Todos los 8 de marzo y todos los 25 de noviembre (día contra la violencia de género) tenemos que oír todo tipo de declaraciones con palabras bonitas, todo el mundo está en contra de la violencia machista, todo el mundo está a favor de la igualdad, pero lo que estamos pidiendo son hechos. Queremos cambios reales. Queremos dejar de ser asesinadas, de ser violadas y eso tiene que llevar a cambios concretos del día a día.
- ¿Cómo se consigue eso?
- Necesitamos que esto no se quede en un día, que no se institucionalice el 8 de marzo, sino que vamos a seguir trabajando día a día, gotita a gotita. Vamos a aprovechar toda esta fuerza para que las mujeres sigamos organizadas, para convocar acciones, denunciar, estar en la calle y exigir a las instituciones su responsabilidad.
- ¿Existe cierto temor a que se deshinche el globo de la unidad que se reflejó el jueves?
- Entendemos que esto suele pasar, es cíclico. Pero nosotras estamos subiendo. Todavía no es el momento de que baje y seguiremos manteniendo esas tendencia.
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