Imagen: Noticias de Gipuzkoa / La Casa de las Labores, Donostia |
Gipuzkoa se une a un día histórico de reivindicación feminista en el que las mujeres están llamadas a “parar el mundo” y buscan presionar a los políticos para que pasen de las palabras a los hechos.
Iraitz Astarloa | Noticias de Gipuzkoa, 2018-03-08
http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2018/03/08/sociedad/las-mujeres-hemos-sido-conformistas
Estudiantes y pensionistas. Asalariadas y paradas. Empresarias y amas de casa. De derechas y de izquierdas. Todas las mujeres están llamadas hoy a secundar una movilización feminista sin parangón, que va mucho más allá de una simple huelga. Se trata de un golpe sobre la mesa. Un punto de inflexión. Un antes y después en la lucha por una igualdad que la gran mayoría de la sociedad acepta como justa, pero que no termina de hacerse realidad. De hecho, la igualdad de derechos y oportunidades entre ambos sexos no está ni cerca de ser real. Los datos hablan por sí mismos. La lacra de la violencia de género ha dejado 920 mujeres asesinadas desde el año 2003, 49 de ellas solo en el último año. El ámbito laboral tampoco pinta bien. Las vascas cobramos de media 7.680 euros anuales menos que los hombres. El 76,3% de las jornadas parciales están ocupadas por mujeres y casi tres de cada diez trabajadoras tienen un contrato temporal. Además, en enero, tres de cada cuatro personas paradas eran mujeres.
La igualdad no es real en ninguno de los ámbitos de la vida, aunque también es cierto que en algunos aspectos la reducción de las distancias entre hombres y mujeres es muy significativa. En ocho años, por ejemplo, la cifra de mujeres que admite asumir todas o la mayoría de las tareas del hogar ha caído considerablemente, pasando del 48% en 2008 al 22% en 2016. Además, nueve de cada diez hombres y mujeres menores de 30 años ven con gravedad obligar a su pareja a tener relaciones sexuales, prohibirle salir de casa o proferirle distintos tipos de amenazas.
Aunque conceptos como empoderamiento han irrumpido con fuerza en el vocabulario de muchos, queda de manifiesto que no es suficiente. “Estamos hartas de tanta palabrería y tan poca acción. Nosotras paramos”, reza el manifiesto feminista sobre el que se sustenta la histórica jornada de hoy, que va a ser secundada por cientos de miles de mujeres de más de 120 países y que invita al “desborde”.
Y es que parece que tras años aguantando todo tipo de situaciones injustas, las mujeres, de todas las edades y condiciones, han dicho basta. “Nuestras reivindicaciones van más allá del empleo, porque queremos replantear el propio concepto de trabajo y apostar por un paro de cuidados y de consumo que cuestione el actual modelo neoliberal depredador, racista y colonial”, se recoge en el texto, que prosigue: “Queremos reconfigurar el escenario de las mujeres en las calles, las casas, en sus lugares de trabajo y en el espacio íntimo. Una lucha que atraviesa lo laboral, lo político, lo vital y lo económico. Esta no es una huelga únicamente defensiva: ¡salimos con propuestas políticas para cambiarlo todo!”.
Apoyo a la reivindicación
El llamamiento es universal y buena muestra de ello es que el paro no entiende de edades. Tampoco se circunscribe únicamente a la huelga, sino que, durante toda la jornada, y en todos los municipios de Gipuzkoa, se producirán decenas de actividades que visibilizarán la importancia que tiene la mujer en la sociedad.
Al margen de los paros laborales que a título personal lleve a cabo cada trabajadora, los principales llamamientos tendrán lugar a las 12.00 horas y a las 20.00 horas, primero con una concentración y posteriormente con una multitudinaria manifestación que tendrá su epicentro en la capital, aunque tendrá réplicas en muchas localidades del territorio.
Conchi Aldalur no quiere quedarse al margen de la movilización. Mujer, procedente de una familia con muchas mujeres y madre de ocho hijos de las cuales seis son chicas, Aldalur apoya cualquier tipo de iniciativa feminista. “Todas las mujeres tenemos que dar un apoyo total a la movilización. Tenemos que apoyar cualquier acción que vaya en favor de reivindicar los derechos de la mujer”, afirma esta comerciante de Donostia, que regenta la histórica Casa de las labores en el centro de la capital guipuzcoana.
Su establecimiento es uno de los ejemplos de que la presencia de los hombres en determinados ámbitos y actividades -en este caso la costura- de la vida es prácticamente inexistente. “Aquí siempre hemos sido todo mujeres. Las trabajadoras y las clientas. Bueno, una vez tuvimos un secretario, pero solo eso”, bromea Aldalur, que supervisa a un grupo de mujeres que semanalmente se reúne para hacer punto en la trastienda de su establecimiento y, donde además de afanarse con las agujas, queda tiempo para una tertulia sobre la igualdad.
“Hombre, si echamos la mirada atrás, claro que hemos mejorado. Han cambiado muchas cosas, afortunadamente, pero todavía queda mucho por hacer”, coinciden las mujeres. Aldalur se suma al debate. “Algunas hemos tenido mucha suerte. Yo no me puedo quejar. He tenido una vida buena. Me casé, tengo ocho hijos y he sido muy feliz. Pero también es verdad que las mujeres hemos fallado, porque hemos sido tremendamente conformistas”, reflexiona. Por eso ve con optimismo a las nuevas generaciones. “Las mujeres de hoy tienen otro ímpetu. Yo tengo seis hijas que son unas luchadoras terribles y yo me uno porque hay muchísimas mujeres que no han tenido suerte”, asegura, aunque también lamenta: “También ves a algunas mujeres jóvenes que, aunque no están de acuerdo con muchas de las cosas que pasan en esta sociedad, repiten los mismos errores que las mujeres de mi generación”. Por ello, exclama: “Yo siempre les digo que tienen que protestar por todo, porque es la única forma de conseguir algo”.
Pero Aldalur no tiene palabras solo para las mujeres, también lanza un mensaje a los hombres. “Muchos dicen que son feministas, que están a favor de la igualdad, pero parece que siempre tienen un pero que sacar. Espero que se den cuenta de que si nosotras paramos se para el mundo”, afirma tajante.
El peso de los estereotipos
Si algo tiene de especial la celebración de hoy es que nace con la vocación de unir a todas las mujeres, vengan de donde vengan. “Todas, en toda nuestra diversidad, tenemos nuestro lugar en este día. Tu aportación es necesaria”, insisten una y otra vez desde los colectivos feministas.
Y es que, a quien no pueda llevar a cabo un paro en su trabajo se le invita a que cuelgue delantales o cualquier otro elemento en los balcones, a ponerse brazaletes morados o a colaborar en la difusión de las movilizaciones.
Pero esta unión debe trascender de un día determinado y unas acciones concretas, ya que, además de las piedras en el camino que las mujeres se encuentran cada día, también deben hacer frente a juicios y valoraciones de otras mujeres.
Buen ejemplo de esta situación es la jugadora del Orkli Ordizia Lide Erbina, que además de hacerse un hueco en el a veces tan poco valorado deporte femenino, debe hacerlo en uno tan masculinizado como es el rugby. “Hay gente que todavía tiene ideas equivocadas. Las mujeres que jugamos al rugby tenemos una vida normal, nos cuidamos. Algunos piensan que si juegas al rugby no te maquillas, no vistes bien, no vas de compras... Hay muchos estereotipos. Esperemos que con el tiempo se vayan borrando”, afirma esta campeona de Europa. “Espero que la gente vea que no hay ningún deporte que sea solo de chicos o de chicas. Que no hay nada que nos condicione”, añade.
Para hacer frente a esta situación, Erbina apuesta por visibilizar con mayor naturalidad el deporte femenino. “Aunque está creciendo mucho, el deporte femenino está todavía muy por debajo del masculino”, lamenta. Y expone: “Hay que visualizar más deportes como el rugby para que las chicas lo vean y se animen a probar. ¡Algunos padres tienen miedo porque piensan que su hija va a lesionarse! Esa mentalidad hay que cambiarla y eso se hace visualizándolo más”, subraya.
Más allá del 8 de marzo
Este apoyo en la visibilización del deporte femenino es solo uno de los pasos a dar para reducir la desigualdad entre hombres y mujeres. Pero no basta con impulsarlo un solo día al año.
Así lo subraya la Directora del Proyecto Cultural de Tabakalera, Ane Rodríguez, quien insiste: “Es importante que todas estas reivindicaciones no las olvidemos mañana -por hoy-, porque hay que seguir trabajando”. “Y lo tenemos que hacer todos juntos. Esto no va de bandos. Podemos trabajar por una sociedad mejor y más plural y tenemos que hacerlo juntos”, añade.
Rodríguez reconoce que la jornada de hoy tiene un componente simbólico “muy fuerte”, pero espera que trascienda de esto. “Van a estar presentes partidos de todos los colores. Lo que pasa es que luego hay que ser consecuente con lo que se está diciendo. Hay que tomar muchas decisiones a nivel institucional y político no solo para reducir la desigualdad salarial o de oportunidades, sino para que cambie la actitud que existe sobre la mujer”, afirma. “Con celebraciones como esta, en la que se ha conseguido crear una conciencia especial, tenemos que conseguir que la voz de las mujeres esté en determinados puestos”, concluye.
Un reto nada sencillo pero que hoy será coreado a los cuatro vientos en cada una de las plazas de Gipuzkoa.
La igualdad no es real en ninguno de los ámbitos de la vida, aunque también es cierto que en algunos aspectos la reducción de las distancias entre hombres y mujeres es muy significativa. En ocho años, por ejemplo, la cifra de mujeres que admite asumir todas o la mayoría de las tareas del hogar ha caído considerablemente, pasando del 48% en 2008 al 22% en 2016. Además, nueve de cada diez hombres y mujeres menores de 30 años ven con gravedad obligar a su pareja a tener relaciones sexuales, prohibirle salir de casa o proferirle distintos tipos de amenazas.
Aunque conceptos como empoderamiento han irrumpido con fuerza en el vocabulario de muchos, queda de manifiesto que no es suficiente. “Estamos hartas de tanta palabrería y tan poca acción. Nosotras paramos”, reza el manifiesto feminista sobre el que se sustenta la histórica jornada de hoy, que va a ser secundada por cientos de miles de mujeres de más de 120 países y que invita al “desborde”.
Y es que parece que tras años aguantando todo tipo de situaciones injustas, las mujeres, de todas las edades y condiciones, han dicho basta. “Nuestras reivindicaciones van más allá del empleo, porque queremos replantear el propio concepto de trabajo y apostar por un paro de cuidados y de consumo que cuestione el actual modelo neoliberal depredador, racista y colonial”, se recoge en el texto, que prosigue: “Queremos reconfigurar el escenario de las mujeres en las calles, las casas, en sus lugares de trabajo y en el espacio íntimo. Una lucha que atraviesa lo laboral, lo político, lo vital y lo económico. Esta no es una huelga únicamente defensiva: ¡salimos con propuestas políticas para cambiarlo todo!”.
Apoyo a la reivindicación
El llamamiento es universal y buena muestra de ello es que el paro no entiende de edades. Tampoco se circunscribe únicamente a la huelga, sino que, durante toda la jornada, y en todos los municipios de Gipuzkoa, se producirán decenas de actividades que visibilizarán la importancia que tiene la mujer en la sociedad.
Al margen de los paros laborales que a título personal lleve a cabo cada trabajadora, los principales llamamientos tendrán lugar a las 12.00 horas y a las 20.00 horas, primero con una concentración y posteriormente con una multitudinaria manifestación que tendrá su epicentro en la capital, aunque tendrá réplicas en muchas localidades del territorio.
Conchi Aldalur no quiere quedarse al margen de la movilización. Mujer, procedente de una familia con muchas mujeres y madre de ocho hijos de las cuales seis son chicas, Aldalur apoya cualquier tipo de iniciativa feminista. “Todas las mujeres tenemos que dar un apoyo total a la movilización. Tenemos que apoyar cualquier acción que vaya en favor de reivindicar los derechos de la mujer”, afirma esta comerciante de Donostia, que regenta la histórica Casa de las labores en el centro de la capital guipuzcoana.
Su establecimiento es uno de los ejemplos de que la presencia de los hombres en determinados ámbitos y actividades -en este caso la costura- de la vida es prácticamente inexistente. “Aquí siempre hemos sido todo mujeres. Las trabajadoras y las clientas. Bueno, una vez tuvimos un secretario, pero solo eso”, bromea Aldalur, que supervisa a un grupo de mujeres que semanalmente se reúne para hacer punto en la trastienda de su establecimiento y, donde además de afanarse con las agujas, queda tiempo para una tertulia sobre la igualdad.
“Hombre, si echamos la mirada atrás, claro que hemos mejorado. Han cambiado muchas cosas, afortunadamente, pero todavía queda mucho por hacer”, coinciden las mujeres. Aldalur se suma al debate. “Algunas hemos tenido mucha suerte. Yo no me puedo quejar. He tenido una vida buena. Me casé, tengo ocho hijos y he sido muy feliz. Pero también es verdad que las mujeres hemos fallado, porque hemos sido tremendamente conformistas”, reflexiona. Por eso ve con optimismo a las nuevas generaciones. “Las mujeres de hoy tienen otro ímpetu. Yo tengo seis hijas que son unas luchadoras terribles y yo me uno porque hay muchísimas mujeres que no han tenido suerte”, asegura, aunque también lamenta: “También ves a algunas mujeres jóvenes que, aunque no están de acuerdo con muchas de las cosas que pasan en esta sociedad, repiten los mismos errores que las mujeres de mi generación”. Por ello, exclama: “Yo siempre les digo que tienen que protestar por todo, porque es la única forma de conseguir algo”.
Pero Aldalur no tiene palabras solo para las mujeres, también lanza un mensaje a los hombres. “Muchos dicen que son feministas, que están a favor de la igualdad, pero parece que siempre tienen un pero que sacar. Espero que se den cuenta de que si nosotras paramos se para el mundo”, afirma tajante.
El peso de los estereotipos
Si algo tiene de especial la celebración de hoy es que nace con la vocación de unir a todas las mujeres, vengan de donde vengan. “Todas, en toda nuestra diversidad, tenemos nuestro lugar en este día. Tu aportación es necesaria”, insisten una y otra vez desde los colectivos feministas.
Y es que, a quien no pueda llevar a cabo un paro en su trabajo se le invita a que cuelgue delantales o cualquier otro elemento en los balcones, a ponerse brazaletes morados o a colaborar en la difusión de las movilizaciones.
Pero esta unión debe trascender de un día determinado y unas acciones concretas, ya que, además de las piedras en el camino que las mujeres se encuentran cada día, también deben hacer frente a juicios y valoraciones de otras mujeres.
Buen ejemplo de esta situación es la jugadora del Orkli Ordizia Lide Erbina, que además de hacerse un hueco en el a veces tan poco valorado deporte femenino, debe hacerlo en uno tan masculinizado como es el rugby. “Hay gente que todavía tiene ideas equivocadas. Las mujeres que jugamos al rugby tenemos una vida normal, nos cuidamos. Algunos piensan que si juegas al rugby no te maquillas, no vistes bien, no vas de compras... Hay muchos estereotipos. Esperemos que con el tiempo se vayan borrando”, afirma esta campeona de Europa. “Espero que la gente vea que no hay ningún deporte que sea solo de chicos o de chicas. Que no hay nada que nos condicione”, añade.
Para hacer frente a esta situación, Erbina apuesta por visibilizar con mayor naturalidad el deporte femenino. “Aunque está creciendo mucho, el deporte femenino está todavía muy por debajo del masculino”, lamenta. Y expone: “Hay que visualizar más deportes como el rugby para que las chicas lo vean y se animen a probar. ¡Algunos padres tienen miedo porque piensan que su hija va a lesionarse! Esa mentalidad hay que cambiarla y eso se hace visualizándolo más”, subraya.
Más allá del 8 de marzo
Este apoyo en la visibilización del deporte femenino es solo uno de los pasos a dar para reducir la desigualdad entre hombres y mujeres. Pero no basta con impulsarlo un solo día al año.
Así lo subraya la Directora del Proyecto Cultural de Tabakalera, Ane Rodríguez, quien insiste: “Es importante que todas estas reivindicaciones no las olvidemos mañana -por hoy-, porque hay que seguir trabajando”. “Y lo tenemos que hacer todos juntos. Esto no va de bandos. Podemos trabajar por una sociedad mejor y más plural y tenemos que hacerlo juntos”, añade.
Rodríguez reconoce que la jornada de hoy tiene un componente simbólico “muy fuerte”, pero espera que trascienda de esto. “Van a estar presentes partidos de todos los colores. Lo que pasa es que luego hay que ser consecuente con lo que se está diciendo. Hay que tomar muchas decisiones a nivel institucional y político no solo para reducir la desigualdad salarial o de oportunidades, sino para que cambie la actitud que existe sobre la mujer”, afirma. “Con celebraciones como esta, en la que se ha conseguido crear una conciencia especial, tenemos que conseguir que la voz de las mujeres esté en determinados puestos”, concluye.
Un reto nada sencillo pero que hoy será coreado a los cuatro vientos en cada una de las plazas de Gipuzkoa.
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