José Guerrero tiene 19 años y ha sufrido el acoso homofóbico de las aulas. Ahora da charlas en los institutos a adolescentes sobre diversidad afectiva. "Es sorprendente la incultura y los prejuicios que todavía siguen existiendo".
A. Larrañeta | 20 Minutos, 2015-10-19
http://www.20minutos.es/noticia/2582925/0/testimonio/acoso-homofobia/jose-guerrero/
Paseaba por su pueblo, en compañía de su madre y de su hermano pequeño, y le gritaban"¡Maricón!". Sus compañeros de clase tenían un grupo de whatsapp y el único excluido era él. "Por supuesto que he tenido problemas en el instituto por homofobia", dice José Guerrero, 19 años, quién ahora es voluntario del proyecto Red Educación, con el que la federación de gays y lesbianas trabaja el respeto a la diversidad afectivo sexual en los centros educativos.
"Claro que he tenido problemas. He tenido hasta peleas. Una vez casi me expulsaron porque le hice sangre en un labio a un chico que me insultó llamándome maricón", reconoce.
Guerrero se acuerda, sobre todo, de cuando estudiaba 3º de la ESO, cuando con quince años se autodescubrió como gay. "Ese año yo era el rarito de la clase, porque no hacía los típicos comentarios sobre las chicas. Y no tenía los mecanismos para saber cómo afrontarlo".
En su instituto de Archena (Murcia) no había entonces ningún programa donde voluntarios adultos dieran charlas sobre diversidad sexual. Falta le hubiera hecho. Como falta siguen haciendo, dice, en cualquier parte de España, como ha podido comprobar en los dos años que lleva recorriendo institutos.
"Lo que más me llama la atención es la incultura e ignorancia que hay en la juventud. Ellos creen que están informados, pero hasta que estás delante no se dan cuenta de que no diferencian entre travesti y transexual", asegura.
Las sesiones del proyecto Red Educación son de dos clases, según la edad de los alumnos. Para los más jóvenes, lo que se ofrece es un taller básico de visibilidad y concepto FLGTB. Con dinámicas de grupo, se enseña a reconocer el aislamiento que sufre el diferente en un grupo. La sesión más avanzada, pensada para bachillerato, exige un proceso más reflexivo en los alumnos, quienes despiertan en ese tiempo a sus numerosos prejuicios.
"En dos horas yo no puedo romperles los esquemas que llevan 16 años adquiriendo, pero sí les doy una llave que abre una puerta a un nuevo conocimiento. Ellos son los primeros que se dan cuenta de que estaban erróneamente informados y de que tienen más prejuicios de los que se creen".
Si se pregunta a Guerrero si le gustaría que le llamaran de su antiguo instituto de Archena para invitarle a dar uno de sus talleres, él no lo duda: "Sí. Me gustaría volver algún día a mi instituto. Sería como decir, fíjate mira lo mal que salí de aquí y cómo he logrado empoderarme hasta poder volver sin que me importe lo que se diga de mí".
"Claro que he tenido problemas. He tenido hasta peleas. Una vez casi me expulsaron porque le hice sangre en un labio a un chico que me insultó llamándome maricón", reconoce.
Guerrero se acuerda, sobre todo, de cuando estudiaba 3º de la ESO, cuando con quince años se autodescubrió como gay. "Ese año yo era el rarito de la clase, porque no hacía los típicos comentarios sobre las chicas. Y no tenía los mecanismos para saber cómo afrontarlo".
En su instituto de Archena (Murcia) no había entonces ningún programa donde voluntarios adultos dieran charlas sobre diversidad sexual. Falta le hubiera hecho. Como falta siguen haciendo, dice, en cualquier parte de España, como ha podido comprobar en los dos años que lleva recorriendo institutos.
"Lo que más me llama la atención es la incultura e ignorancia que hay en la juventud. Ellos creen que están informados, pero hasta que estás delante no se dan cuenta de que no diferencian entre travesti y transexual", asegura.
Las sesiones del proyecto Red Educación son de dos clases, según la edad de los alumnos. Para los más jóvenes, lo que se ofrece es un taller básico de visibilidad y concepto FLGTB. Con dinámicas de grupo, se enseña a reconocer el aislamiento que sufre el diferente en un grupo. La sesión más avanzada, pensada para bachillerato, exige un proceso más reflexivo en los alumnos, quienes despiertan en ese tiempo a sus numerosos prejuicios.
"En dos horas yo no puedo romperles los esquemas que llevan 16 años adquiriendo, pero sí les doy una llave que abre una puerta a un nuevo conocimiento. Ellos son los primeros que se dan cuenta de que estaban erróneamente informados y de que tienen más prejuicios de los que se creen".
Si se pregunta a Guerrero si le gustaría que le llamaran de su antiguo instituto de Archena para invitarle a dar uno de sus talleres, él no lo duda: "Sí. Me gustaría volver algún día a mi instituto. Sería como decir, fíjate mira lo mal que salí de aquí y cómo he logrado empoderarme hasta poder volver sin que me importe lo que se diga de mí".
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