jueves, 15 de octubre de 2015

#hemeroteca #saharaoccidental #mujeres | Periodismo, desidia y arena

Imagen: Pikara Magazine
Periodismo, desidia y arena.
Los medios de comunicación de la población saharaui mantienen viva la mecha de un conflicto que ya dura 40 años mientras las periodistas buscan su hueco. El telediario de la RASD TV se emite a diario desde Rabuni.
Andrea Momoitio | Pikara Magazine, 2015-10-15
http://www.pikaramagazine.com/2015/10/periodismo-desidia-y-arena/

En el Sahara el calor pesa; el sol no quema, pero lo destroza todo; la calle es un espacio inhabitable. La arena se esconde en los lugares más insólitos: atraviesa puertas y ventanas; se instala en los coches, en la ropa, en la piel de los animales. Parece imposible vivir allí, entre dunas y piedras, pero el ser humano es capaz de aguantar situaciones extraordinarias. ¿Un ejemplo? El abandono de un pueblo, el saharaui, ante las inclemencias de un clima que la naturaleza sólo pensó que soportarían cucarachas y escarabajos.

Las construcciones, de arena, han ido tomando protagonismo en un paisaje en el que antes sólo había jaimas. A pesar de 40 años de conflicto, las maletas siempre están preparadas para volver a casa. Muchas familias, divididas por la huida de miles de saharauis cuando Marruecos les robó su tierra, aún no se han encontrado. Un programa de la MINURSO, la misión de Naciones Unidas que debería garantizar el cumplimiento de los Derechos Humanos del Sahara Occidental, permite algunos reencuentros. Lleva prácticamente dos años sin funcionar correctamente. Suelma Beiruk, vicepresidenta del Parlamento africano, estuvo 27 años sin poder ver a su familiares. Consiguió viajar a visitarles. Tuvieron 5 días para verse. Ninguno de sus cuatro hijos conoce a sus abuelos y ella no sabe cuándo podrá volver a ver a sus padres. Ya han consumido lo que es, de momento, su única opción.

Organizarse en la arena
Las distancias, en el desierto, son más relativas que en ningún otro lugar. De wilaya a wilaya, que es el nombre que dan a las zonas administrativas más grandes, la distancia más larga es de 147 kilómetros; dentro de cada wilaya hay dairas, y, dentro de las dairas, barrios.

Ante las distancias que separan al pueblo saharaui y por todo lo que se ha dilatado el conflicto en el tiempo, los medios de comunicación tienen un valor especial para la población. La radio, la televisión y los medios escritos de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) mantienen viva la identidad saharaui. La radio juega un papel muy importante. Cuentan con una Radio Nacional y emisoras regionales en cada wilaya. La señal alcanza Andalucía y el Levante español, pero su objetivo principal es llegar a los Territorios Ocupados. Mohamed Fadel, director de radioteledifusión del Frente Polisario, asegura que el Gobierno marroquí provoca interferencias en sus señales para evitar las comunicaciones. Ahora, para evitarlo, emiten los programas de radio por la televisión por satélite.

En esta área del Polisario casi no trabajan mujeres: “Los puestos están muy lejos de los núcleos urbanos”, se justifica. Por eso, la mayoría de las trabajadoras de la radio emiten desde las emisoras de las dairas, que están más cerca de sus casas. En Rabuni, la principal zona administrativa de los campamentos de refugiadas y refugiados, donde se encuentra la sede de la Radio Nacional, sólo 6 de los 20 trabajadores son mujeres. Emiten en directo de 08:00 a 14:00 y de 19:00 a 02:00. Las mujeres que trabajan en los programas de la noche graban sus intervenciones a lo largo del día.

-No me gustan que estén aquí por la noche – asegura el director en funciones de la radio.
-¿Corren peligro por hacerlo?
-Peligro, no; pero no me gusta.

Guarderías y coches

En la televisión más de lo mismo: 11 mujeres y 61 hombres. El proyecto de RASDTV empezó a fraguarse en 2005, pero no emitieron hasta mayo de 2010, cuando TV3 les donó sus viejos equipos. La parrilla la componen programas culturales y sociales; debates y entrevistas; crónicas sobre los viajes de los y las representantes del Polisario, e información sobre la situación de quienes sobreviven en las zonas ocupadas. “Somos la televisión del pueblo saharaui esté dónde esté”, dice su director, Mohamed Salem.

-¿Alguno de los programas están pensados para las mujeres?
-Sí. Tenemos uno. El título traducido sería algo así como 'Para la mujer'.
-¿Y de qué trata?
-Se emite cada 15 días y tiene dos formatos distintos. Por un lado, hacemos reportajes sobre mujeres saharauis que han logrado acceder a puestos de poder. Grabamos su día a día; hablamos con ellas de las dificultades que tiene para conciliar vida laboral y personal; de las trabas que han encontrado por el camino.
-¿Tienen muchas trabas?
-El Frente Polisario respeta la igualdad y abre las puertas a las mujeres. En el programa hablamos también del papel de las mujeres en diferentes ámbitos: invitamos a 3 ó 4 mujeres de cada área y debatimos con ellas.
-Fuera de este programa, ¿las mujeres están representadas en el resto de la parrilla?
-Es obligatorio que, como mínimo, haya una mujer en cada debate; pero no siempre lo conseguimos.
-¿Por qué?
-Eso pregúntaselo a las mujeres.

Ellas dicen que el programa al que hace alusión el director hace años que no se emite. Según comentan en conversaciones más informales, necesitarían que las instalaciones del Ministerio de Información, donde están los estudios de la televisión y la radio, estuvieran adaptadas a sus necesidades o que, al menos, pudieran tener a sus disposición medios de transporte para volver a casa. “Gastamos la mayor parte de nuestros incentivos [así llaman a los sueldos] en pagarnos el transporte”, cuentan. Por eso, su presencia es mucho mayor en las radios regionales. Hay una por cada daira y allí, sí, ellas son mayoría. Los puestos son de menor responsabilidad.

-¿Qué más echáis de menos?
Un grupo de 10 mujeres debate entre ellas.
-Nunca nos envían a nosotras a cubrir las noticias internacionales – responde una.

Los saharauis repiten continuamente que las mujeres cuentan con un papel imprescindible en la organización social de la sociedad. Ellas hacen y deshacen en sus casas, dicen; pero su participación política sigue siendo minoritaria. Nado nuevo tampoco en el desierto.

Medios al servicio de la causa
Los medios de comunicación de la RASD son un aparato político. No son neutrales, ni pretenden serlo. El conflicto político lo abarca todo; el Frente Polisario es el único interlocutor válido. Nadie parece cuestionar las decisiones de su Estado porque todos y todas van a una: recuperar su tierra. Al servicio del Polisario están también los y las trabajadoras del Área de Orientación, que se dedica a analizar tanto la información que suministran los medios de comunicación saharauis como la que aportan otros medios de comunicación internacionales. Recopilan la información, que llevan guardando en el archivo oficial del Frente Polisario desde 1975. “Tenemos, incluso, ejemplares de EGIN”, asegura su responsable.

La agencia de prensa, Sahara Press Service, es la que mantiene relaciones directas con el Frente Polisario; son la fuente más fiable y de sus informaciones beben tanto los y las periodistas de la radio como de la televisión. Sin embargo, no cuentan con medios suficientes para realizar su trabajo. “El trabajo es casi voluntario; son muchas horas y lejos de casa”, cuenta su director, Saleh Nafe. Ese es el motivo, dice, por el que sólo 2 de los 20 trabajadores son mujeres. Necesitan mesas y ordenadores para trabajar. De momento, suministran información en 5 idiomas, sentados en viejas mesas de pupitre.

La situación en el resto de las instalaciones del Ministerio de Información del Frente Polisario no son mucho mejores. La tecnología que necesitan para llevar a cabo su labor no está pensada para soportar la climatología del desierto. La electricidad, que generan a base de gasolina, es muy inestable y los aparatos se estropean con los picos eléctricos; el calor es insoportable y los sistemas de aire acondicionado fallan continuamente. Los y las periodistas de 'Sahara horra', el periódico oficial, llevan 16 años trabajando con el mismo ordenador. La falta de actualización de sus equipos dificulta el trabajo de la imprenta Argelia que imprime los 3000 ejemplares del semanario. Es gratuito y se reparte por todas las wilayas.

No hay cifras oficiales sobre la población saharaui. Tampoco se sabe cuántas personas han sido asesinadas hasta ahora. Argelia, al que llaman el país anfitrión, dice que en los campamentos de refugiados viven en torno a 168.000 personas; calculan que entre 250.000 y 300.000 sobreviven en los territorios ocupados por Marruecos; 700.000 personas están entre la diáspora y las zonas liberadas. Siendo conservadora con las cifras, hoy, 1.636.000 saharauis están sufriendo las consecuencias de la falta de diligencia del Estado español en el proceso de descolonización del Sahara Occidental.

El país es un proyecto soñado, que ahora se articula en dos grandes espacios: los territorios que Argelia les cedió en 1975 y las zonas ocupadas. Los campamentos de refugiados y refugiadas ocupan cientos de kilómetros cuadrados. Parece imposible perderse, pero, sobre todo, resulta increíble que se encuentren.

No tienen nada que perder y pueden, de la noche a la mañana, perderlo todo. Las nuevas generaciones hablan de tomar las armas por volver a una casa que no conocen; las y los viejos de lugar mueren, poco a poco, sin volver a ver a sus familias; los órganos de decisión sigue pegándose contra los muros de la indiferencia, el abandono; contra el muro de 2.720 kilómetros que levantó Marruecos para que no puedan pisar su tierra. En una tienda de artesanía, con 50 grados fuera, un hombre se lamenta. Hace 40 años que no se baña en el mar. Él, que era nadador.

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