Imagen: El Mundo / Jóhanna Sigurdardottir |
Jóhanna Sigurdardottir, primera ministra de Islandia (2009-2013) y activista por los derechos LGTB. Sigurdadottir recibió el premio live en honor a Alan Turing en el ARN Culture and Business Pride de Arona (Tenerife).
Javier Cid | El Mundo, 2017-10-16
http://www.elmundo.es/papel/historias/2017/10/16/59db5705e2704ed7458b462c.html
«Me he dedicado 35 años a la política. El período más memorable, pero también el más difícil, fue el que ejercí de primera ministra. Mi gobierno llegó al poder en 2009, cuando tres bancos islandeses habían colapsado y el país, literalmente, se enfrentaba a la bancarrota».
«Aun así, conseguimos salvar la economía islandesa. Al mismo tiempo, protegimos el Estado del Bienestar. Puedo decir, con orgullo, que al final de mi mandato conseguimos reducir las cifras de desempleo a la mitad y los islandeses disfrutaban de más igualdad que la mayoría de europeos».
«El día en el que se aprobó en mi país el matrimonio gay, nos casamos mi esposa y yo. Aquel 27 de junio de 2010 fue inolvidable, pero también fue una jornada de trabajo como cualquier otra. Cambió mi estado civil, sí, pero no dejé de ser primera ministra ni siquiera ese día».
«Durante 15 años nuestra relación fue secreta. Casarnos, al fin, fue un sentimiento liberador. Pero no tuvimos tiempo de celebrar una fiesta, porque yo estaba ocupadísima. ¡Incluso nos olvidamos de comprar una botella de champán! Eso sí, lo hicimos después».
«Las celebraciones del Orgullo Gay son necesarias. Aunque los derechos del colectivo LGTB están presentes en muchas sociedades, todavía hay lugares donde este colectivo teme por su vida. Un dato: en el mundo hay 80 países con leyes anti-gay».
«No comparto la creencia de que las lesbianas tienen más dificultades que los gays. Los prejuicios que sufren unos y otros son muy similares, así que esta controversia no ayuda en nuestra lucha».
«Los sentimientos del colectivo LGTB son idénticos a los de los heterosexuales. Lo único que queremos es hacernos oír, con la esperanza de ayudar a otros homosexuales que todavía están luchando por sus derechos humanos y legales».
«No hay mejor activismo que educar a la gente contra la ignorancia. Y eso se puede hacer desde muchos frentes; desde el despacho de un primer ministro, desde una escuela, desde un hogar... Sólo hay algo que desacredita el activismo: el uso de la violencia».
«Tras la política, lo que quiero es recuperar el tiempo perdido. Disfrutar de la familia como no lo he hecho antes, estar con mis ocho nietos (desde el más pequeño, de un año, al mayor, de 20). También estoy trabajando en mi autobiografía, que será publicada a finales de año, y en un documental sobre mi vida».
«Aun así, conseguimos salvar la economía islandesa. Al mismo tiempo, protegimos el Estado del Bienestar. Puedo decir, con orgullo, que al final de mi mandato conseguimos reducir las cifras de desempleo a la mitad y los islandeses disfrutaban de más igualdad que la mayoría de europeos».
«El día en el que se aprobó en mi país el matrimonio gay, nos casamos mi esposa y yo. Aquel 27 de junio de 2010 fue inolvidable, pero también fue una jornada de trabajo como cualquier otra. Cambió mi estado civil, sí, pero no dejé de ser primera ministra ni siquiera ese día».
«Durante 15 años nuestra relación fue secreta. Casarnos, al fin, fue un sentimiento liberador. Pero no tuvimos tiempo de celebrar una fiesta, porque yo estaba ocupadísima. ¡Incluso nos olvidamos de comprar una botella de champán! Eso sí, lo hicimos después».
«Las celebraciones del Orgullo Gay son necesarias. Aunque los derechos del colectivo LGTB están presentes en muchas sociedades, todavía hay lugares donde este colectivo teme por su vida. Un dato: en el mundo hay 80 países con leyes anti-gay».
«No comparto la creencia de que las lesbianas tienen más dificultades que los gays. Los prejuicios que sufren unos y otros son muy similares, así que esta controversia no ayuda en nuestra lucha».
«Los sentimientos del colectivo LGTB son idénticos a los de los heterosexuales. Lo único que queremos es hacernos oír, con la esperanza de ayudar a otros homosexuales que todavía están luchando por sus derechos humanos y legales».
«No hay mejor activismo que educar a la gente contra la ignorancia. Y eso se puede hacer desde muchos frentes; desde el despacho de un primer ministro, desde una escuela, desde un hogar... Sólo hay algo que desacredita el activismo: el uso de la violencia».
«Tras la política, lo que quiero es recuperar el tiempo perdido. Disfrutar de la familia como no lo he hecho antes, estar con mis ocho nietos (desde el más pequeño, de un año, al mayor, de 20). También estoy trabajando en mi autobiografía, que será publicada a finales de año, y en un documental sobre mi vida».
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