lunes, 23 de octubre de 2017

#hemeroteca #transexualidad | Belén Camarasa. Técnica de la Fundació Surt: "Dejas de ser hombre y se esfuman tus privilegios"

Imagen: El Periódico / Belén Camarasa
Belén Camarasa. Técnica de la Fundació Surt: "Dejas de ser hombre y se esfuman tus privilegios".
A los 44 años, hace ocho, hizo el tránsito de hombre a mujer trans. Sí, mujer trans. "Es importante no escondernos. Reivindicarlos y visibilizarnos como somos", insiste
Helena López | El Periódico, 2017-10-23
http://www.elperiodico.com/es/sociedad/20171023/belen-camarasa-dejas-de-ser-hombre-y-se-esfuman-tus-privilegios-6361466

Hombre. Heterosexual. 40 años. Casado. Con dos hijos. Un buen trabajo en el departamento de recursos humanos de una buena empresa barcelonesa. Cumplía con todos los requisitos para ser tratado -y así lo era- como un ciudadano de primera en una sociedad conservadora y patriarcal como aún hoy es la sociedad barcelonesa.

Esa era la realidad de Belén antes de ser Belén. Había solo un problema en principio insalvable hasta que se armó de valor y decidió que no lo fuera: ella se sentía Belén. "Con el tránsito te das cuenta de cómo todos los derechos que hasta entonces tenías por el simple hecho de haber nacido hombre, que hasta este momento ni te cuestionabas, desaparecen", señala Belén Camarasa, desde hace cuatro años técnica de inserción laboral de la Fundació Surt.

Entre el momento en el que decidió ser lo que quería ser, mujer, en el 2009, y el momento en el que entró a trabajar en esta organización feminista, Belén vivió en sus zapatos, esos de tacón que ahora viste con orgullo, el sufrimiento por el que pasan todas las mujeres 'trans' a las que ahora ayuda y sirve de referente.

"No me gusta nada eso del cuerpo equivocado"
Al hacer el tránsito se le derrumbó todo. "En el trabajo, no es que me echaran, pero me invitaron a dejarlo", puntualiza. Con todas las puertas cerradas pese a su experiencia ejerció la prostitución como única salida hasta que en el 2011 hizo un circuito de empoderamiento para prostitutas en la Fundació Surt, donde, tras darse cuento de su currículo y habilidades, acabó ganándose un puesto de trabajo, donde sigue. "En el tercer sector resulta algo más fácil. El trabajo que nos toca hacer ahora entre todas es allí afuera", reflexiona. "No se trata de pasar desapercibidas; la normalización llegará cuando sea algo normal ver a una mujer 'trans' en cualquier puesto de trabajo", subraya. "No me gusta nada eso del cuerpo equivocado. Yo soy mujer por decisión. No por ningún error. El éxito es visibilizar esa realidad- prosigue-, sacarla de los márgenes".

"Al principio es difícil salir de casa. Aún más salir a buscar trabajo y exponerte al rechazo", expone Belén. Cuando, además, eres madre, se suma ese 'no lo estás haciendo bien'.

Ese tema es uno de los que se trabaja en el pionero proyecto Carolines, que trabaja "para facilitar salidas laborales estables en el mercado formal a aquellas mujeres que lo decidan, pero también para fortalecer las competencias en el marco del trabajo sexual para mejorar la capacidad de negociación y la autoestima profesional", como apunta la concejala de Feminismos, Laura Pérez.


Imagen: El Periódico / Leyre Tarrasón
"Tengo miedo de ser rechazada en público".
La joven trans relata la falta de cariño familiar y sus tóxicas relaciones afectivas.
Teresa Pérez | El Periódico, 2017-10-23
http://www.elperiodico.com/es/sociedad/20171023/leyre-nadie-me-ha-ensenado-afecto-6368436

Todas las humillaciones que existen las ha sufrido Marcos, Irene y Leyre, los tres nombres que ha tenido una misma persona en distintas etapas de su vida. Leyre Tarrasón (Pineda de Mar, 1994), que aterrizó en el mundo como Marcos, conoce el lujo y los bajos fondos, los privilegios como hombre y el desprecio como transexual, la violencia machista y la marginación laboral. En su antebrazo asoma un tatuaje: 'Naciste para ser real, no perfecta'. Ese es su sueño y en eso está. "Quiero que los que me han hecho daño sepan que he salido adelante", puntualiza.

De que su cuerpo no coincidía con lo que sentía su cerebro se percató pronto."Un día mi hermana no quería ponerse un vestido y yo dije: "Me lo pongo yo y me sentí feliz". Y a veces lloraba en un rincón, y su madre le preguntaba: ‘¿Qué te pasa Marcos?’. La respuesta llegó a los 13 años y lo cuenta así: "Mi madre me vio pintándome las uñas de los pies y no sé cómo le solté que me sentía diferente. Me gustan los chicos, pero no soy gay".

Uñas pintadas
Su vida es una novela, bueno una trilogía. A Marcos y a su hermana los adoptó una familia boyante que se separó y los pequeños ingresaron en un centro de menores. Entonces ya le picaba el gusanillo de conocer a sus padres biológicos, también separados. Dicho y hecho, se fue a vivir con su madre. "Era esquizofrénica y me tiró mi ropa femenina", recuerda. "'Yo te puse de nombre Marcos'", le chilló. Buscó auxilio en su padre, pero le recordó que no debía cuidar de ella porque llevaba los apellidos de su familia adoptiva.

Entre una cosa y otra "la vida se me hacía muy grande", afirma. Durmió un año en cajeros. "Hice una amiga y para protegernos cada día dormía una y la otra vigilaba", cuenta. Dejó la calle y volvió con su madre biológica. "Necesitamos dinero como sea", fue lo primero que le dijo. Lo segundo fue poner un anuncio ofreciendo los servicios sexuales de la hija.

Leyre no ha conocido el afecto y ha tenido relaciones tóxicas. Tuvo una inapropiada y la reparó con otra peor. De su expareja huyó despavorida. "Me agredía. Estaba frustrado por querer a alguien que sus amigos insultaban", dice. Ahora cobra una percepción por violencia machista. Leyre ha tenido difícil hasta la elección de su nombre: "Escogí Irene, pero oí una canción que decía' Irene tiene pene' y lo cambié".

Ahora estudia y recupera sueños desperdigados. Su voz cambió hace seis meses "me la han dejado rara, pero así se queda". Está en otra guerra, en la del tránsito. Volverá a ir a la playa, hace cinco años que no la pisa: "Me avergüenza enseñar mi cuerpo. Tengo miedo de ser rechazada en público”. Un miedo que le hace parapetarse tras el bolso. "Mis amigas me riñen porque lo llevo delante para taparme", concluye.


Imagen: El Periódico / Sabrina Sánchez
Transexuales condenadas a la calle.
El colectivo tiene vetados numerosos trabajos y muchas se ven abocadas a la prostitución. Son marginadas en empleos de atención al público porque se visibiliza su fisonomía.
Teresa Pérez | El Periódico, 2017-10-23
http://www.elperiodico.com/es/sociedad/20171023/acorralados-transexuales-laboral-6367261

El mundo laboral es una ratonera para las transexuales: empleos vetados, rechazo para puestos de atención al público o entrevistas laborales donde se les pregunta más por su sexo que por su formación. "Puedes ser 'trans', pero que no se note", apunta Txus Pedrosa, coordinadora de programas de la Fundació Surt, una organización feminista de acción social. Tanto Pedrosa como Belén Camarasa, responsable de inserción de la entidad, añaden: "La exclusión laboral es una de las violencias más opresivas y menos visibles". Las escasas cifras que hay sobre el empleo en el colectivo revelan que el paro "está disparado".

Las trabas les abocan, a menudo, a aceptar puestos en la economía sumergida o directamente a la prostitución. El rechazo, la vulneración de derechos laborales y la falta de oportunidades son las quejas que repite el colectivo cuando acude a la Fundación Surt. "Aquí les damos recursos y herramientas para acceder a un empleo", explica Pedrosa.

Currículos
Una de estas herramientas consiste en enseñarles a redactar un currículo y asesorarles sobre cómo acudir a una entrevista laboral. A algunas les aconsejan "presentarse como hombre para evitar problemas–relata Pedrosa-, es un error. Lo mejor es resaltar la transexualidad como un valor que aportan a la empresa".

Pero "este valor" en la práctica es una utopía. Algunas aspirantes cuentan que en las entrevistas "si el sexo que figura en el carnet de identidad no concuerda con el aspecto físico, la charla desvaría y se centra en el sexo de la candidata", denuncian. "No dicen que no nos dan el empleo por ser 'trans', pero ya no nos llaman. Las colocaciones son ínfimas”, reconoce Camarasa. Por eso, en Surt les dan apoyo para romper el techo de cristal laboral.

Hay trabajos en los que no solo les ponen trabas, "directamente les vetan al exigir no tener enfermedades mentales", afirma Pedrosa. Desde 1980, pese a la oposición del colectivo, la transexualidad se cataloga como enfermedad mental, ya que para cambiarse de sexo en el DNI (no siempre es necesario estar operada) hay que presentar un diagnóstico de disforia de género, un trastorno de identidad sexual.

Mossos d'Esquadra
Este diagnóstico les impide acceder a bomberos, fuerzas de seguridad o a empleos con menores y se exige: "poseer la capacidad física y psíquica necesaria para ejercer las funciones propias de las plazas a cubrir". Uno de estos casos lo vivió una mosso d’Esquadra. Entró como hombre por eso no tuvo ningún impedimento.

Camarasa afirma que "las empresas no son agentes aliados y mantienen con sus prácticas la transfobia". Las firmas argumentan que son los clientes los que rechazan a las trans en puestos de atención al público. "Hay que visibilizarlas y cuando en una tienda la dependienta sea transexual, la gente lo normalizará", concluye.

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