Imagen: El Periódico / Walter Siti |
El escritor italiano publica por primera vez en castellano con 'El contagio'.
Elena Hevia | El Periódico, 2017-10-24
http://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20171024/walter-siti-novela-el-contagio-6376198
El primer interrogante que se plantea ante un escritor como el italiano Walter Siti (Módena, 1947) - que ha ganado el Premio Strega y es considerado en su país como un pequeño clásico contemporáneo- es por qué no ha sido traducido aquí hasta el momento. La oportunidad llega con 'El contagio' (Entreambos), una novela que retrata con crudeza los suburbios romanos que tanto amó Pasolini. Y no es casual que Siti haya sido editor de la obra completa del autor de 'Una vida violenta'.
Siti, respetado crítico literario, se dio a conocer como novelista cuando a partir de 1994 empezó a publicar una trilogía de autoficción marcada por la visceralidad y una descarnada descripción de su homosexualidad, que seguía su integración de chico sociópata fascinado por los culturistas que acaba aceptando su imagen en el mundo. ¿Aquél era o no era Walter Siti? "El Walter Siti de mis novelas hace cosas que yo jamás me hubiera atrevido -explica esta soleada mañana de otoño en Barcelona, con locuacidad italiana, un jersey con todos los colores del arco iris y una bonhomía irónica-. Eso provocó que al final no supiera quién era yo. Quedé devorado por el personaje". Porque el personaje, con el que el autor defendía que sexo y consumismo eran la misma cosa, acabó siendo un acicate para las audiencias en la RAI -y de paso para las ventas del escritor- hasta que este, hastiado, prefirió declinar las invitaciones a los programas de la tele.
Rue del Percebe
La respuesta a ese colapso personal fue precisamente 'El contagio' publicada originalmente en el 2008, una novela coral que encierra a una serie de personajes en los diferentes pisos de un inmueble de la periferia de Roma (a la manera de 'La vida instrucciones de uso' de Perec o '13, rue del Percebe') en el que el personaje de Walter Siti, aquí más desdibujado, es un testigo de la vida de los demás y de cómo los primeros inquilinos, los travestis, los yonquis, las prostitutas, los pequeños delincuentes, los miserables, se han visto sustituidos por los migrantes extracomunitarios.
La novela empezó como un reportaje dominical que un diario encargó al autor, pero Siti asegura que se aburrió en la investigación y tomó el camino de la ficción, de enamorarse de los personajes. "Me interesaba ese realismo, casi hiperrealista, que muestra, en este caso los suburbios, desde un ángulo insólito. En este caso, el mecanismo de corrupción que une los barrios altos y bajos de Roma porque hay mucha complicidad entre las fuerzas del orden y la mala vida". Su forma de exponerlo es directa y vibrante, insoportable para estómagos delicados, una especie de Dostoievski puesto al día, marcado por la querencia por lo popular, que es la misma que impulsó a Pasolini. Y respecto a las distintas especialidades sexuales que se dan cita en la trama, el traductor, Carlos Vitale, asegura que tuvo que investigar mucho en el plano lingüístico porque no sabía qué nombre darle a aquello en castellano.
Laboratorios de la nueva sociedad
Cuenta Siti que su obsesión amorosa por los suburbios contiene también un afán sociológico: "Los barrios burgueses cada vez se parecen más a los barrios periféricos. Durante años la burguesía se sacrificó para adquirir patrimonio que legar a sus hijos. Pero eso ya es historia. Hoy todo se quiere rápidamente y la publicidad te obliga a ello. Nadie te impulsa a ahorrar. Así que he contemplado y retratado los suburbios como un laboratorio para una realidad social más amplia. Además, allí los hombres y las mujeres tenían menos reticencias a la hora de sincerarse y al cabo de 10 minutos era fácil que te contaran su vida con una ingenuidad que un burgués jamás se permitiría".
Admite Siti que pese a la controvertida dureza de su novelas, el Premio Strega a la novela 'Resistere non serve a niente', le dio una cierta pátina de respetabilidad. “Pero lo he estropeado con mi último libro, 'Brucciare tutto', que apareció el año pasado”. No importa que Siti asegure que él no se identifica con el sacerdote pedófilo que lo protagoniza, toda Italia ha leído la novela en clave condescendiente con el abuso y no se lo han perdonado. Son los riesgos de ir a contracorriente.
Siti, respetado crítico literario, se dio a conocer como novelista cuando a partir de 1994 empezó a publicar una trilogía de autoficción marcada por la visceralidad y una descarnada descripción de su homosexualidad, que seguía su integración de chico sociópata fascinado por los culturistas que acaba aceptando su imagen en el mundo. ¿Aquél era o no era Walter Siti? "El Walter Siti de mis novelas hace cosas que yo jamás me hubiera atrevido -explica esta soleada mañana de otoño en Barcelona, con locuacidad italiana, un jersey con todos los colores del arco iris y una bonhomía irónica-. Eso provocó que al final no supiera quién era yo. Quedé devorado por el personaje". Porque el personaje, con el que el autor defendía que sexo y consumismo eran la misma cosa, acabó siendo un acicate para las audiencias en la RAI -y de paso para las ventas del escritor- hasta que este, hastiado, prefirió declinar las invitaciones a los programas de la tele.
Rue del Percebe
La respuesta a ese colapso personal fue precisamente 'El contagio' publicada originalmente en el 2008, una novela coral que encierra a una serie de personajes en los diferentes pisos de un inmueble de la periferia de Roma (a la manera de 'La vida instrucciones de uso' de Perec o '13, rue del Percebe') en el que el personaje de Walter Siti, aquí más desdibujado, es un testigo de la vida de los demás y de cómo los primeros inquilinos, los travestis, los yonquis, las prostitutas, los pequeños delincuentes, los miserables, se han visto sustituidos por los migrantes extracomunitarios.
La novela empezó como un reportaje dominical que un diario encargó al autor, pero Siti asegura que se aburrió en la investigación y tomó el camino de la ficción, de enamorarse de los personajes. "Me interesaba ese realismo, casi hiperrealista, que muestra, en este caso los suburbios, desde un ángulo insólito. En este caso, el mecanismo de corrupción que une los barrios altos y bajos de Roma porque hay mucha complicidad entre las fuerzas del orden y la mala vida". Su forma de exponerlo es directa y vibrante, insoportable para estómagos delicados, una especie de Dostoievski puesto al día, marcado por la querencia por lo popular, que es la misma que impulsó a Pasolini. Y respecto a las distintas especialidades sexuales que se dan cita en la trama, el traductor, Carlos Vitale, asegura que tuvo que investigar mucho en el plano lingüístico porque no sabía qué nombre darle a aquello en castellano.
Laboratorios de la nueva sociedad
Cuenta Siti que su obsesión amorosa por los suburbios contiene también un afán sociológico: "Los barrios burgueses cada vez se parecen más a los barrios periféricos. Durante años la burguesía se sacrificó para adquirir patrimonio que legar a sus hijos. Pero eso ya es historia. Hoy todo se quiere rápidamente y la publicidad te obliga a ello. Nadie te impulsa a ahorrar. Así que he contemplado y retratado los suburbios como un laboratorio para una realidad social más amplia. Además, allí los hombres y las mujeres tenían menos reticencias a la hora de sincerarse y al cabo de 10 minutos era fácil que te contaran su vida con una ingenuidad que un burgués jamás se permitiría".
Admite Siti que pese a la controvertida dureza de su novelas, el Premio Strega a la novela 'Resistere non serve a niente', le dio una cierta pátina de respetabilidad. “Pero lo he estropeado con mi último libro, 'Brucciare tutto', que apareció el año pasado”. No importa que Siti asegure que él no se identifica con el sacerdote pedófilo que lo protagoniza, toda Italia ha leído la novela en clave condescendiente con el abuso y no se lo han perdonado. Son los riesgos de ir a contracorriente.
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