lunes, 5 de febrero de 2018

#hemeroteca #machismo #testimonios | Najat El Hachmi: "El machismo en el Rif forma parte del sistema y la cotidianidad"

Imagen: El Periódico / Najat El Hachmi
Najat El Hachmi: "El machismo en el Rif forma parte del sistema y la cotidianidad".
La escritora da voz en 'Mare de llet i mel' a las mujeres que como su madre formaron parte de la primera generación de inmigrantes marroquís que llegaron a Catalunya hace 30 años.
Anna Abella | El Periódico, 2018-02-05
http://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20180205/entrevista-najat-el-hachmi-mare-llet-mel-6591873

"Son mujeres que no son dueñas de sus vidas ni de sí mismas. Que viven a la espera de que otros decidan por ellas. Que de muy pequeñas, ya con 5 años, llevan a sus hermanos a la espalda y hacen trabajos muy duros en el campo. Y están a merced del destino que les ha tocado, que significa un matrimonio concertado con hombres que apenas conocen". Su vida es un bucle que consiste en trabajar, embarazarse y criar hijos. Así denuncia Najat El Hachmi (Beni Sidel, 1979) la represiva existencia de las mujeres nacidas en el Rif marroquí, su lugar de origen, que sufren un “machismo que forma parte del sistema y la cotidianidad”. Tras ‘L’últim patriarca’ (Premi Ramon Llull 2008) y ‘La filla extranjera’ (Premi Sant Joan 2015), donde abordó las figuras del padre y la hija, cierra ahora un tríptico muy personal con ‘Mare de llet i mel’ (Edicions 62 / en castellano, en Destino), donde da voz a las mujeres de la generación de su madre, que formó parte la primera ola de inmigrantes que llegaron a Catalunya hace 30 años.

El Hachmi, que ahora vive en Barcelona y logró huir de aquel destino, tenía ocho años cuando llegó a Vic con su madre, que en la novela inspira el personaje de Fatima, de quien se remonta a su infancia y juventud en el Rif a la vez que da cuenta de su “soledad” y de la “dureza y coraje” que demostró al seguir los pasos del marido emigrado, ya adulta, casada y con una hija pequeña, hacia un país desconocido, sin conocer la lengua ni a nadie, ni saber leer y escribir.

“La novela me ha ayudado a recuperar mi origen. Ha sido liberador entender que el machismo es universal, que en cada lugar se muestra de forma diferente y que no lo he vivido solo por venir del Rif –señala durante la entrevista la escritora y columnista de El Periódico-. En el Rif todo el sistema vulnera los derechos de las mujeres. Desde niñas se les enseña cuál es su papel y la vida cotidiana construye un tejido de prohibiciones que generan malestar consigo mismas y su sexualidad: te enseñan que como mujer, tu cuerpo es conflictivo y tiene una carga negativa. Lo desconoces todo porque no osas ni tocarlo”.

Culpa ante la agresión sexual
Y ello intensifica otro sentimiento: “La culpa. Si eres agredida es por haberte mostrado de una determinada forma o haber mirado a los ojos a los hombres, que entonces creen que ya te pueden acosar. Crees que la defensa ante posibles agresiones sexuales es taparte, encerrarte en casa, no fiarte nunca de los hombres porque todos son iguales en todas partes y buscarán lo mismo en ti...”.

“Las mujeres son extranjeras desde que nacen”, continúa El Hachmi. Porque en casa del padre “no tienen una habitación propia”, la comparten con hermanas. Y cuando se casan su habitación es la del marido en casa de la familia de este, donde viven además los hermanos de él, las cuñadas, los suegros... “Allí, su vida depende del trato que reciba por parte de todos ellos, a menudo lleno de envidias. Por ello, las que inmigraron a España hallaron por primera vez un lugar que era suyo, que se hicieron suyo, por eso echaron raíces aquí y no quieren volver a su país”.

Para la autora, el sistema machista ayuda a la impunidad. “Una mujer que denuncia injusticias es automáticamente juzgada, calificada de problemática y culpabilizada. Para poner en duda el sistema es fundamental la educación, cultura y que la sociedad tome conciencia”. Aunque a veces, advierte, “la educación, vehiculada por adoctrinamientos religiosos, se ha usado como herramienta para perpetuar los esquemas de discriminación”.

“La conciencia global de feminismo” que se respira ahora la ha ayudado a entender que el machismo no es solo un problema suyo. Comprende que las mujeres como su madre (que aún no sabe que ha escrito la novela basándose en ella) “no pudieran cambiar su realidad porque no podían acceder a la escolarización ni a un trabajo remunerado”. Pero alerta de que ella misma, “tras años de creer en el mito de que aquí el machismo estaba superado porque había igualdad de derechos ves que la igualdad social no se ha logrado”.

Da cuenta también El Hachmi de cómo muchas mujeres veían en los 70 cómo sus maridos emigrados sufrían “el mal de la desmemoria” y se olvidaban de que tenían esposa e hijos en sus pueblos de origen, tardando años en regresar. “Y entonces aquellas mujeres hicieron algo revolucionario: reivindicaron ir con ellos y muchas lo hicieron”, como ocurrió con su madre, con la que se siente “en deuda porque, a pesar de haber huido de ese mundo, gracias a su sufrimiento y sacrificio”, ella tiene la vida que tiene.

Los moros de Franco, de mayoría rifeña
En estas mujeres del Rif reconoce El Hachmi sus orígenes. “Como escritora nací entre las historias que ellas explicaban oralmente y que oí hasta los ocho años”. Se plantea hoy recuperar esos relatos antes de que se olviden porque ahora ya no los cuentan: “solo ven horribles telenovelas turcas dobladas al árabe...”.

En otras historias, las del Rif, -una zona olvidada y castigada históricamente por Hasán II, padre del actual rey, Mohamed VI- también se propone investigar, sobre todo después de saber recientemente que los “moros de Franco”, con las que este aterrorizaba a la población durante la guerra civil, “eran mayoritariamente rifeños”, de la zona de donde viene. “La mayoría fueron con Franco por un saco de harina porque había un hambre tremenda”. Y en la guerra del Rif, añade, “se usaron armas químicas contra el pueblo por resistirse a la invasión colonial”. Pero eso será otra historia.

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