Imagen: Deia / Las chicas y, al fondo, las profesoras del Instituto Txorierri de este reportaje |
Siete adolescentes de entre 13 y 17 años y dos profesoras, todas ellas del Instituto Txorierri de Derio, se reúnen para hablar de igualdad y estereotipos de género en las aulas en torno al Día Internacional de la Mujer.
Marta Martínez | Deia, 2018-03-07
http://www.deia.com/2018/03/07/sociedad/hablan-las-estudiantes-ren-los-temas-que-hemos-estudiado-no-hay-una-sola-mujerr
A la pregunta '¿Creéis que vivimos en una sociedad igualitaria?', la respuesta de siete adolescentes de entre 13 y 17 años es un no rotundo e inmediato. Todas ellas estudian en el Instituto Txorierri, de Derio, y se juntaron para hablar de igualdad. Presión por el físico, roles de género, control en las relaciones, falta de referentes femeninos... Todas ellas perciben la desigualdad en su día a día en forma de estereotipos, los mismos de ayer, pero actualizados para el mundo de hoy.
En su último informe, 'Panorama de la Educación 2016', la OCDE pone cifras a la brecha de género en las titulaciones universitarias: mientras que en Ingeniería, Producción Industrial o Construcción, las mujeres representan el 24% del alumnado, y en Tecnologías de la Información y la Comunicación, el 12%, las mujeres están sobrerrepresentadas en titulaciones relacionadas con la educación (79%) o la salud y el bienestar (72%).
Nagore y Silvia, las mayores del grupo, han decidido estudiar Trabajo y Educación Social. “Siempre me ha gustado ayudar, el ámbito social”, explica la segunda. Naiara, de 14 años, quiere dedicarse a la gastronomía. Izaro, de 15, aspira a ser reportera. El resto todavía no lo tiene claro. Pero, a la pregunta ¿Ciencias o Letras?, Olazti, de 13 años, y Edurne, de 15, no lo dudan: “¡Letras!”. Elisa, de 13 años, es la nota discordante.
“Muchas chicas me han dicho que quieren hacer trabajo social, tema de cuidados, parece que seguimos en lo mismo. Lo curioso es que ningún chico me ha dicho que quiere estudiar eso”, apunta Maitena, jefa de estudios en el Instituto Txorierri y profesora de euskera.
Basta con insistir en el tema para que empiecen a hacerse preguntas. “Es verdad que en mi clase, la mayoría de los chicos quieren estudiar Ciencias. ¿Por qué es eso?”, se cuestiona Edurne.
“Cuando mi amama estuvo en una residencia, quienes la cuidaban eran todas chicas”, analiza Edurne. Olazti tiene la respuesta: “Se ven más chicas en esos trabajos porque, supuestamente, las chicas saben cuidar y se llevan mejor con los niños. Como son madres...”, apunta irónica.
Las siete alumnas del Instituto Txorierri echan en falta más referentes femeninos en el currículum escolar. “Yo tengo ahora examen de Historia y en los temas que hemos dado hasta ahora no hay una sola mujer”, se queja Elisa. “A mí me gustaría ver en clase la historia de las sufragistas”, se emociona Izaro. En su tesis doctoral, Las mujeres que nos faltan. Análisis de la ausencia de las mujeres en los manuales escolares, presentada en la Universidad de Valencia, Ana López Navajas analizó la presencia de mujeres en los libros de texto. Su conclusión: había un 7,6% de presencia femenina en los manuales.
Roles de género
En la actualidad, el instituto celebra competiciones de fútbol y pimpón entre clases. Los grupos son mixtos, pero muchas de las alumnas decidieron no competir. “Este año las chicas no se han apuntado porque los chicos no cuentan contigo, no te pasan el balón y, encima, al mínimo fallo, te chillan”. explica Naiara. Izaro, Edurne, Elisa y Olazti lo ratifican. “El año pasado me apunté y es que, literalmente, solo jugaban los chicos”, critica Elisa. No se trata de algo puntual, en el día a día, en el patio, pasa lo mismo: los chicos ocupan el espacio central jugando a fútbol. “Alguna vez puede haber una chica o dos jugando, pero no es lo normal”, apunta Olazti.
“El problema es que los chicos asumen que jugamos mal y como quieren ganar siempre, solo se pasan el balón entre los buenos. A ver, que estamos en el patio, ni que estuvieran compitiendo para entrar en la Liga”, opina Edurne. “Yo creo que los equipos de fútbol deberían ser mixtos, que se tengan en cuenta tus habilidades, no si eres chica o chico”, añade, visiblemente molesta. Y si los chicos ocupan el espacio con el fútbol, ¿qué hacen las chicas? “Sentarme y hablar, esa es mi vida”, asegura, sarcástica, Elisa.
Las profesoras perciben cómo, generalmente, los chicos suelen ocupar el espacio físico, visual y auditivo tanto en el patio como entre clases. “En el aula ellos hablan más, más alto y antes que ellas. Hay algunas clases en las que el protagonismo es absolutamente de los chicos”, comenta Itsaslore, profesora de Filosofía y Valores Éticos del centro.
La presión por el físico
No hay dudas, el físico juega un papel destacado en sus vidas. Se sienten examinadas y esto limita su toma de decisiones. “Ves que una persona famosa siempre va a ser guapa, las blogueras o instagramers son todas guapas. Y tú quieres ser así. Piensas: Para ser esto tengo que ser guapa”, sostiene Edurne. “Además, visten superbien, teta, culo, todo bien”, añade Olazti. Sus referentes son María Yers, Paula Gonu y Dulceida, todas ellas instagramers que se ajustan al patrón. Sin embargo, reconocen que les gustaría ver otros modelos de mujer.
“Desintoxicarse de esa imagen que nos han ido transmitiendo desde muy pequeñas es difícil. Yo, personalmente, sé que todavía me queda mucho camino por recorrer, pero al menos sé identificarlo”, asegura Nagore.
¿Dejáis de hacer cosas por miedo? El sí es rotundo. “Ayer me depilé y me dolió muchísimo. No me gusta. Pero, imagínate, sales sin depilar a la calle, así, con los sobacos sin depilar, se van a meter contigo el resto de tu vida en el instituto”, bromea Elisa.
Edurne pone otro ejemplo de cómo influye el qué dirán. “Un chico lo deja con la novia y esa misma tarde, frente al instituto, se lía con otra. La respuesta es: ¡Hala, ya se ha buscado otra novia! Una chica lo deja con un chico y esa misma tarde se pone a hablar en el patio con su mejor amigo y la respuesta es: ¡Uy, le ha dejado por ese, qué guarra!”, lamenta.
Otro tópico muy vigente aún: la competitividad entre chicas. “Hay mucha, sobre todo por el físico”, aseguran. “Los chicos se meten con tu físico y te insultan y luego las chicas utilizamos esos mismos insultos entre nosotras”, se queja Elisa. “Los chicos se separan en dos grupos, los que juegan a fútbol y los que no. Las chicas estamos divididas en un montón de minigrupos”, explica.
Educación en igualdad
Cada curso de la ESO recibe en estos momentos unas sesiones de Igualdad de cuatro horas al año. Lo habitual es optar por servicios externos al centro. “A veces nos encontramos sin herramientas suficientes y agradecemos cuando vienen agentes externos a darnos una formación tanto a nosotras como al alumnado. Además, cuando viene una persona de fuera, los chavales y chavalas también lo agradecen, porque se sienten, de alguna manera, más libres”, analiza Itsaslore.
“Creo que falta mucha formación y también falta en el currículum mucha materia en este sentido. Incluso la misma perspectiva desde la que se hace el currículum. En algunas asignaturas se olvida completamente a la mujer”, lamenta la profesora. “Y luego, dependiendo del tipo de asignatura que impartas y el interés que tengas, puedes trabajar estos temas en tu clase. En euskera puedes hablar de lo que quieras. Por ejemplo, ahora estamos trabajando el texto argumentativo, y el libro de texto que utilizamos tiene todos los textos sobre igualdad”, explica, por su parte, Maitena.
Es habitual que Itsaslore aborde estos temas en clase. Imparte Valores Éticos una vez a la semana a quince grupos. “Mi idea es que se hagan preguntas para que sean críticos ante los estímulos que están recibiendo constantemente”, explica. También reciben cursos sobre diversidad sexual y de género. Son temas que les interesan, y mucho.
“Yo creo que nos llegan tarde, porque desde pequeños nos dicen que hay dos tipos de personas, chicos y chicas, y eso no es así. Hace dos semanas vinieron a darnos una charla sobre diversidad y, al principio, algunos estaban muy perdidos”, asegura Naiara.
Roles de pareja
Itsaslore verbaliza su inquietud. “Me preocupa que no sean conscientes de que te miren el móvil es una forma de violencia, que no entiendan que el hecho de que su pareja esté siempre con ella no es una forma de proteger, sino de controlar”, explica. Las siete adolescentes reconocen que han visto situaciones de control en su entorno. “Algunos piensan que los celos son una cosa superbonita”, lamenta Silvia. “Yo tengo 17 años y he visto dos casos en mi entorno. Desde el principio de la relación se veían cosas, celos que podían parecer un poco excesivos, pero pensabas: Ya se le pasará. Otro día le decía que no anduviera con determinada persona, y al final se fue haciendo más grave. Yo también estaba ahí y lo veía, y ahora me siento mal”, reconoce Nagore.
Otra coincidencia, tanto alumnas como profesoras perciben que, a la hora de abordar la igualdad o la lucha feminista en clase, los chicos se sienten atacados. “Piensan que les estás echando la culpa y se ponen a la defensiva”, lamentan.
En su último informe, 'Panorama de la Educación 2016', la OCDE pone cifras a la brecha de género en las titulaciones universitarias: mientras que en Ingeniería, Producción Industrial o Construcción, las mujeres representan el 24% del alumnado, y en Tecnologías de la Información y la Comunicación, el 12%, las mujeres están sobrerrepresentadas en titulaciones relacionadas con la educación (79%) o la salud y el bienestar (72%).
Nagore y Silvia, las mayores del grupo, han decidido estudiar Trabajo y Educación Social. “Siempre me ha gustado ayudar, el ámbito social”, explica la segunda. Naiara, de 14 años, quiere dedicarse a la gastronomía. Izaro, de 15, aspira a ser reportera. El resto todavía no lo tiene claro. Pero, a la pregunta ¿Ciencias o Letras?, Olazti, de 13 años, y Edurne, de 15, no lo dudan: “¡Letras!”. Elisa, de 13 años, es la nota discordante.
“Muchas chicas me han dicho que quieren hacer trabajo social, tema de cuidados, parece que seguimos en lo mismo. Lo curioso es que ningún chico me ha dicho que quiere estudiar eso”, apunta Maitena, jefa de estudios en el Instituto Txorierri y profesora de euskera.
Basta con insistir en el tema para que empiecen a hacerse preguntas. “Es verdad que en mi clase, la mayoría de los chicos quieren estudiar Ciencias. ¿Por qué es eso?”, se cuestiona Edurne.
“Cuando mi amama estuvo en una residencia, quienes la cuidaban eran todas chicas”, analiza Edurne. Olazti tiene la respuesta: “Se ven más chicas en esos trabajos porque, supuestamente, las chicas saben cuidar y se llevan mejor con los niños. Como son madres...”, apunta irónica.
Las siete alumnas del Instituto Txorierri echan en falta más referentes femeninos en el currículum escolar. “Yo tengo ahora examen de Historia y en los temas que hemos dado hasta ahora no hay una sola mujer”, se queja Elisa. “A mí me gustaría ver en clase la historia de las sufragistas”, se emociona Izaro. En su tesis doctoral, Las mujeres que nos faltan. Análisis de la ausencia de las mujeres en los manuales escolares, presentada en la Universidad de Valencia, Ana López Navajas analizó la presencia de mujeres en los libros de texto. Su conclusión: había un 7,6% de presencia femenina en los manuales.
Roles de género
En la actualidad, el instituto celebra competiciones de fútbol y pimpón entre clases. Los grupos son mixtos, pero muchas de las alumnas decidieron no competir. “Este año las chicas no se han apuntado porque los chicos no cuentan contigo, no te pasan el balón y, encima, al mínimo fallo, te chillan”. explica Naiara. Izaro, Edurne, Elisa y Olazti lo ratifican. “El año pasado me apunté y es que, literalmente, solo jugaban los chicos”, critica Elisa. No se trata de algo puntual, en el día a día, en el patio, pasa lo mismo: los chicos ocupan el espacio central jugando a fútbol. “Alguna vez puede haber una chica o dos jugando, pero no es lo normal”, apunta Olazti.
“El problema es que los chicos asumen que jugamos mal y como quieren ganar siempre, solo se pasan el balón entre los buenos. A ver, que estamos en el patio, ni que estuvieran compitiendo para entrar en la Liga”, opina Edurne. “Yo creo que los equipos de fútbol deberían ser mixtos, que se tengan en cuenta tus habilidades, no si eres chica o chico”, añade, visiblemente molesta. Y si los chicos ocupan el espacio con el fútbol, ¿qué hacen las chicas? “Sentarme y hablar, esa es mi vida”, asegura, sarcástica, Elisa.
Las profesoras perciben cómo, generalmente, los chicos suelen ocupar el espacio físico, visual y auditivo tanto en el patio como entre clases. “En el aula ellos hablan más, más alto y antes que ellas. Hay algunas clases en las que el protagonismo es absolutamente de los chicos”, comenta Itsaslore, profesora de Filosofía y Valores Éticos del centro.
La presión por el físico
No hay dudas, el físico juega un papel destacado en sus vidas. Se sienten examinadas y esto limita su toma de decisiones. “Ves que una persona famosa siempre va a ser guapa, las blogueras o instagramers son todas guapas. Y tú quieres ser así. Piensas: Para ser esto tengo que ser guapa”, sostiene Edurne. “Además, visten superbien, teta, culo, todo bien”, añade Olazti. Sus referentes son María Yers, Paula Gonu y Dulceida, todas ellas instagramers que se ajustan al patrón. Sin embargo, reconocen que les gustaría ver otros modelos de mujer.
“Desintoxicarse de esa imagen que nos han ido transmitiendo desde muy pequeñas es difícil. Yo, personalmente, sé que todavía me queda mucho camino por recorrer, pero al menos sé identificarlo”, asegura Nagore.
¿Dejáis de hacer cosas por miedo? El sí es rotundo. “Ayer me depilé y me dolió muchísimo. No me gusta. Pero, imagínate, sales sin depilar a la calle, así, con los sobacos sin depilar, se van a meter contigo el resto de tu vida en el instituto”, bromea Elisa.
Edurne pone otro ejemplo de cómo influye el qué dirán. “Un chico lo deja con la novia y esa misma tarde, frente al instituto, se lía con otra. La respuesta es: ¡Hala, ya se ha buscado otra novia! Una chica lo deja con un chico y esa misma tarde se pone a hablar en el patio con su mejor amigo y la respuesta es: ¡Uy, le ha dejado por ese, qué guarra!”, lamenta.
Otro tópico muy vigente aún: la competitividad entre chicas. “Hay mucha, sobre todo por el físico”, aseguran. “Los chicos se meten con tu físico y te insultan y luego las chicas utilizamos esos mismos insultos entre nosotras”, se queja Elisa. “Los chicos se separan en dos grupos, los que juegan a fútbol y los que no. Las chicas estamos divididas en un montón de minigrupos”, explica.
Educación en igualdad
Cada curso de la ESO recibe en estos momentos unas sesiones de Igualdad de cuatro horas al año. Lo habitual es optar por servicios externos al centro. “A veces nos encontramos sin herramientas suficientes y agradecemos cuando vienen agentes externos a darnos una formación tanto a nosotras como al alumnado. Además, cuando viene una persona de fuera, los chavales y chavalas también lo agradecen, porque se sienten, de alguna manera, más libres”, analiza Itsaslore.
“Creo que falta mucha formación y también falta en el currículum mucha materia en este sentido. Incluso la misma perspectiva desde la que se hace el currículum. En algunas asignaturas se olvida completamente a la mujer”, lamenta la profesora. “Y luego, dependiendo del tipo de asignatura que impartas y el interés que tengas, puedes trabajar estos temas en tu clase. En euskera puedes hablar de lo que quieras. Por ejemplo, ahora estamos trabajando el texto argumentativo, y el libro de texto que utilizamos tiene todos los textos sobre igualdad”, explica, por su parte, Maitena.
Es habitual que Itsaslore aborde estos temas en clase. Imparte Valores Éticos una vez a la semana a quince grupos. “Mi idea es que se hagan preguntas para que sean críticos ante los estímulos que están recibiendo constantemente”, explica. También reciben cursos sobre diversidad sexual y de género. Son temas que les interesan, y mucho.
“Yo creo que nos llegan tarde, porque desde pequeños nos dicen que hay dos tipos de personas, chicos y chicas, y eso no es así. Hace dos semanas vinieron a darnos una charla sobre diversidad y, al principio, algunos estaban muy perdidos”, asegura Naiara.
Roles de pareja
Itsaslore verbaliza su inquietud. “Me preocupa que no sean conscientes de que te miren el móvil es una forma de violencia, que no entiendan que el hecho de que su pareja esté siempre con ella no es una forma de proteger, sino de controlar”, explica. Las siete adolescentes reconocen que han visto situaciones de control en su entorno. “Algunos piensan que los celos son una cosa superbonita”, lamenta Silvia. “Yo tengo 17 años y he visto dos casos en mi entorno. Desde el principio de la relación se veían cosas, celos que podían parecer un poco excesivos, pero pensabas: Ya se le pasará. Otro día le decía que no anduviera con determinada persona, y al final se fue haciendo más grave. Yo también estaba ahí y lo veía, y ahora me siento mal”, reconoce Nagore.
Otra coincidencia, tanto alumnas como profesoras perciben que, a la hora de abordar la igualdad o la lucha feminista en clase, los chicos se sienten atacados. “Piensan que les estás echando la culpa y se ponen a la defensiva”, lamentan.
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