Imagen: ctxt / La juventud del 'pañuelazo verde' va a cambiar Argentina |
La histórica movilización de las mujeres garantiza que la interrupción voluntaria del embarazo será un tema central de cara a las elecciones del 2019.
Irene Valiente | ctxt, 2018-08-15
http://ctxt.es/es/20180815/Politica/21210/aborto-ley-Argentina-feminismo-Irene-Valiente-Campelo.htm
Melisa se quedó embarazada a los 20 años; la infección que le causó la percha con la que se realizó un aborto acabó con su vida. La madre de Bárbara interrumpió su embarazo en dos ocasiones; una de ellas, lo hizo con misoprostol y perejil: casi no sale del hospital. A los 17 años, Regi pudo hacerlo en una clínica, acompañada de sus padres: cree que lograrlo en condiciones seguras es un “privilegio de clase”.
Sus historias son solo algunas de las que salieron a la luz en las últimas semanas, en su boca o en la de una mujer de su entorno. Todas ellas pudieron romper un tabú que permanecía anclado en Argentina, arropadas por un movimiento feminista que ya es imparable. Todas, en lugar de bajar los brazos, han tomado impulso tras el “no” del Senado al proyecto de interrupción voluntaria del embarazo y lucen orgullosas sus pañuelos verdes para seguir pidiendo aborto legal, seguro y gratuito. Todas insisten en que quieren decidir sobre sus propios cuerpos y dejar de estar condenadas a la clandestinidad. Todas lo repiten con convicción: será ley.
“En el Senado no dieron los números, pero, en la calle y en el mundo, sobraron”, asevera a CTXT Marta Alanis, una de las referentes de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. La organización lleva 13 años impulsando un proyecto de ley que establece que todo embarazo pueda interrumpirse hasta la semana 14, y que se inspira en normativas como la española. El objetivo es lograr que Argentina deje de estar anclada en un Código Penal de 1921 y que solo lo permite en caso de violación o peligro para la vida de la persona gestante. Por primera vez, la iniciativa tuvo estado parlamentario el pasado marzo y, tres meses después, fue aprobada por Diputados. Pero el pasado 8 de agosto se chocó con el “no” de 38 senadores, frente al voto a favor de 31 y 2 abstenciones.
A sus 69 años, hace 25 que Alanis lucha por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Lo hace mientras cuestiona la estructura patriarcal de una Iglesia con gran peso en Argentina, desde la organización “Católicas por el Derecho a Decidir”. Por eso no puede concebir que la Cámara Alta no estuviera a la altura de la calle. “Es muy antidemocrático votar en contra de una ley que tiene un clamor popular tan fuerte. Son los representantes del pueblo, no son los dueños de legislar en base a su conciencia o a sus creencias o a lo que su pueblo de origen piensa o a lo que le dice la virgen en secreto en la oreja”, critica.
Pese a ello, sabe que la “derrota” fue de los legisladores, porque, en las calles que rodean la sede del Parlamento en Buenos Aires, hubo una “victoria impensable años atrás” gracias a que un millón y medio de personas aguantaron bajo el frío, la lluvia y el viento hasta las tres de la madrugada, cuando tuvo lugar la votación. Con el grito “ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven”, esa masiva y festiva concentración se repitió en distintos puntos del país y ciudades de todo el mundo, lo que demuestra que, pese a este traspiés, ya no hay vuelta atrás.
Una de las claves es que esas mujeres que, como Alanis, llevan años luchando por este derecho y ya dieron un paso de gigante al impulsar el “Ni Una Menos” en 2015 han comenzado a pasarle el testigo a una juventud con gran capacidad de movilización. En el país suramericano se habla de la “revolución de las hijas”. “Las protagonistas principales fueron las jóvenes, que surgen en este intercambio profundo entre las generaciones y que ya se sienten parte de la historia. Son el futuro y, para ellas y desde ellas, saldrá la presión para los cambios”, asegura Alanis. Cambios que no solo se reducen a lograr el “sí” al aborto legal, sino a acabar con el “machismo reinante” en la sociedad, las escuelas, los hogares y la política argentina. Cambios que se logran en el día a día y no solo a través de una norma.
Con este panorama, a la Campaña le toca ahora recuperar fuerzas para reacomodarse y adaptarse a un movimiento que solo entre marzo y agosto ha crecido de forma tan rápida e intensa que ha desbordado los límites de esta alianza de organizaciones. En las próximas semanas, celebrarán un encuentro nacional en el que analizarán la coyuntura actual y tratarán de modificar la lógica con la que trabajaban hasta ahora para poder articular mejor todos los vínculos que han creado con otros movimientos en este tiempo. De ese diálogo sacarán un plan y nuevas estrategias para poner aún con más fuerza –si cabe– el aborto legal en el centro de la agenda política y social del país.
Una parte de la ciudadanía ha despertado gracias a que el debate en ambas Cámaras ha hecho que se les cayera la careta a los legisladores más conservadores. “Mucha gente los vio por primera vez mostrando claramente lo ignorantes que son. Eso es un llamado a la participación política de la juventud”, señala Alanis.
Sin embargo, sí hubo senadores y senadoras que lograron amplificar la voz de los miles de mujeres que se agolparon a las puertas del Congreso ese 8 de agosto. Uno de ellos fue el también cineasta Fernando “Pino” Solanas. Tuvo que esperar 14 horas de sesión para intervenir y, hacia la medianoche, brindó uno de los discursos más emotivos del debate parlamentario. Al recordarlo, cuenta a CTXT que “fue épico, impresionante y la verdad es que era difícil contener la emoción. La calle estaba llena de adolescentes, fue increíble”.
Para él, esa “extraordinaria movilización” es la consecuencia de muchos años de lucha de un colectivo de mujeres que ya ha hecho historia. “Este es un cambio cultural y que no les quepa duda: no lo va a parar nadie”. Por eso cree que fue un “error monumental” del Senado mantenerse fiel a una estructura patriarcal que deja a la mujer “descartada, inferiorizada, infantilizada”. En aquella sesión, no se debatía aborto sí o no; se debatía si se permitía comenzar a articular una política de salud pública para que las mujeres que lo necesiten puedan abortar de manera legal, segura y gratuita. Pero la Cámara Alta tampoco tuvo en cuenta que, en un país con un 32% de pobreza –según un informe de la Universidad Católica Argentina–, las mujeres de bajos recursos están muriendo o sufriendo graves secuelas por interrumpir su embarazo en la clandestinidad. “Es una monstruosidad”, dice Solanas.
Lo es también si se tiene en cuenta que, según datos recientes del Ministerio de Salud, en Argentina se realizan 354.627 abortos por año y legalizarlo no sólo haría que dejaran de fallecer mujeres o se redujeran al mínimo las complicaciones por este procedimiento, sino que, además, supondría un ahorro del 84% para las arcas públicas.
La pelea parlamentaria
Una de las esperanzas del feminismo local reside en que, en 2019, se celebran elecciones presidenciales y provinciales, y, además, se renueva algo más de la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado, de corte más conservador. Esto puede ayudar a sustituir a algún que otro senador “dinosaurio”, como se refieren a ellos, y, de hecho, desde el 8 de agosto el movimiento por el aborto legal llama a no votar a quienes rechazaron la despenalización.
Ya existe la certeza de que la interrupción voluntaria del embarazo va a ser uno de los temas centrales de la campaña electoral. Además, Alanis apunta que hay un sector liberal de la política argentina que está tomando fuerza y que puede ayudar a incidir algo más. Aunque dice no querer anticiparse, repite el mensaje que no ha parado de escucharse desde la histórica manifestación de hace una semana: “en una de estas sale. Si no es en 2019, será en 2020: pero vamos a tener ley”.
Solanas también lo sabe y, además, recuerda que la mayoría de votantes de Argentina tiene menos de 40 años y son ellas y ellos a quienes les toca decidir el próximo año, y lo harán, seguro, con el aborto en mente.
Pase lo que pase, el cineasta pide no deshumanizar esta movilización que, para él, está directamente ligada al amor. “Así como existe el derecho a la salud, existe también el derecho a ser feliz y el derecho al placer. El establishment lo que quiere es instalar el deber de sufrir. Y nosotros militamos por el deber de gozar de la vida”.
Sus historias son solo algunas de las que salieron a la luz en las últimas semanas, en su boca o en la de una mujer de su entorno. Todas ellas pudieron romper un tabú que permanecía anclado en Argentina, arropadas por un movimiento feminista que ya es imparable. Todas, en lugar de bajar los brazos, han tomado impulso tras el “no” del Senado al proyecto de interrupción voluntaria del embarazo y lucen orgullosas sus pañuelos verdes para seguir pidiendo aborto legal, seguro y gratuito. Todas insisten en que quieren decidir sobre sus propios cuerpos y dejar de estar condenadas a la clandestinidad. Todas lo repiten con convicción: será ley.
“En el Senado no dieron los números, pero, en la calle y en el mundo, sobraron”, asevera a CTXT Marta Alanis, una de las referentes de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. La organización lleva 13 años impulsando un proyecto de ley que establece que todo embarazo pueda interrumpirse hasta la semana 14, y que se inspira en normativas como la española. El objetivo es lograr que Argentina deje de estar anclada en un Código Penal de 1921 y que solo lo permite en caso de violación o peligro para la vida de la persona gestante. Por primera vez, la iniciativa tuvo estado parlamentario el pasado marzo y, tres meses después, fue aprobada por Diputados. Pero el pasado 8 de agosto se chocó con el “no” de 38 senadores, frente al voto a favor de 31 y 2 abstenciones.
A sus 69 años, hace 25 que Alanis lucha por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Lo hace mientras cuestiona la estructura patriarcal de una Iglesia con gran peso en Argentina, desde la organización “Católicas por el Derecho a Decidir”. Por eso no puede concebir que la Cámara Alta no estuviera a la altura de la calle. “Es muy antidemocrático votar en contra de una ley que tiene un clamor popular tan fuerte. Son los representantes del pueblo, no son los dueños de legislar en base a su conciencia o a sus creencias o a lo que su pueblo de origen piensa o a lo que le dice la virgen en secreto en la oreja”, critica.
Pese a ello, sabe que la “derrota” fue de los legisladores, porque, en las calles que rodean la sede del Parlamento en Buenos Aires, hubo una “victoria impensable años atrás” gracias a que un millón y medio de personas aguantaron bajo el frío, la lluvia y el viento hasta las tres de la madrugada, cuando tuvo lugar la votación. Con el grito “ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven”, esa masiva y festiva concentración se repitió en distintos puntos del país y ciudades de todo el mundo, lo que demuestra que, pese a este traspiés, ya no hay vuelta atrás.
Una de las claves es que esas mujeres que, como Alanis, llevan años luchando por este derecho y ya dieron un paso de gigante al impulsar el “Ni Una Menos” en 2015 han comenzado a pasarle el testigo a una juventud con gran capacidad de movilización. En el país suramericano se habla de la “revolución de las hijas”. “Las protagonistas principales fueron las jóvenes, que surgen en este intercambio profundo entre las generaciones y que ya se sienten parte de la historia. Son el futuro y, para ellas y desde ellas, saldrá la presión para los cambios”, asegura Alanis. Cambios que no solo se reducen a lograr el “sí” al aborto legal, sino a acabar con el “machismo reinante” en la sociedad, las escuelas, los hogares y la política argentina. Cambios que se logran en el día a día y no solo a través de una norma.
Con este panorama, a la Campaña le toca ahora recuperar fuerzas para reacomodarse y adaptarse a un movimiento que solo entre marzo y agosto ha crecido de forma tan rápida e intensa que ha desbordado los límites de esta alianza de organizaciones. En las próximas semanas, celebrarán un encuentro nacional en el que analizarán la coyuntura actual y tratarán de modificar la lógica con la que trabajaban hasta ahora para poder articular mejor todos los vínculos que han creado con otros movimientos en este tiempo. De ese diálogo sacarán un plan y nuevas estrategias para poner aún con más fuerza –si cabe– el aborto legal en el centro de la agenda política y social del país.
Una parte de la ciudadanía ha despertado gracias a que el debate en ambas Cámaras ha hecho que se les cayera la careta a los legisladores más conservadores. “Mucha gente los vio por primera vez mostrando claramente lo ignorantes que son. Eso es un llamado a la participación política de la juventud”, señala Alanis.
Sin embargo, sí hubo senadores y senadoras que lograron amplificar la voz de los miles de mujeres que se agolparon a las puertas del Congreso ese 8 de agosto. Uno de ellos fue el también cineasta Fernando “Pino” Solanas. Tuvo que esperar 14 horas de sesión para intervenir y, hacia la medianoche, brindó uno de los discursos más emotivos del debate parlamentario. Al recordarlo, cuenta a CTXT que “fue épico, impresionante y la verdad es que era difícil contener la emoción. La calle estaba llena de adolescentes, fue increíble”.
Para él, esa “extraordinaria movilización” es la consecuencia de muchos años de lucha de un colectivo de mujeres que ya ha hecho historia. “Este es un cambio cultural y que no les quepa duda: no lo va a parar nadie”. Por eso cree que fue un “error monumental” del Senado mantenerse fiel a una estructura patriarcal que deja a la mujer “descartada, inferiorizada, infantilizada”. En aquella sesión, no se debatía aborto sí o no; se debatía si se permitía comenzar a articular una política de salud pública para que las mujeres que lo necesiten puedan abortar de manera legal, segura y gratuita. Pero la Cámara Alta tampoco tuvo en cuenta que, en un país con un 32% de pobreza –según un informe de la Universidad Católica Argentina–, las mujeres de bajos recursos están muriendo o sufriendo graves secuelas por interrumpir su embarazo en la clandestinidad. “Es una monstruosidad”, dice Solanas.
Lo es también si se tiene en cuenta que, según datos recientes del Ministerio de Salud, en Argentina se realizan 354.627 abortos por año y legalizarlo no sólo haría que dejaran de fallecer mujeres o se redujeran al mínimo las complicaciones por este procedimiento, sino que, además, supondría un ahorro del 84% para las arcas públicas.
La pelea parlamentaria
Una de las esperanzas del feminismo local reside en que, en 2019, se celebran elecciones presidenciales y provinciales, y, además, se renueva algo más de la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado, de corte más conservador. Esto puede ayudar a sustituir a algún que otro senador “dinosaurio”, como se refieren a ellos, y, de hecho, desde el 8 de agosto el movimiento por el aborto legal llama a no votar a quienes rechazaron la despenalización.
Ya existe la certeza de que la interrupción voluntaria del embarazo va a ser uno de los temas centrales de la campaña electoral. Además, Alanis apunta que hay un sector liberal de la política argentina que está tomando fuerza y que puede ayudar a incidir algo más. Aunque dice no querer anticiparse, repite el mensaje que no ha parado de escucharse desde la histórica manifestación de hace una semana: “en una de estas sale. Si no es en 2019, será en 2020: pero vamos a tener ley”.
Solanas también lo sabe y, además, recuerda que la mayoría de votantes de Argentina tiene menos de 40 años y son ellas y ellos a quienes les toca decidir el próximo año, y lo harán, seguro, con el aborto en mente.
Pase lo que pase, el cineasta pide no deshumanizar esta movilización que, para él, está directamente ligada al amor. “Así como existe el derecho a la salud, existe también el derecho a ser feliz y el derecho al placer. El establishment lo que quiere es instalar el deber de sufrir. Y nosotros militamos por el deber de gozar de la vida”.
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