Imagen: La Vanguardia / Redada policial en un local queer de Fitzroy Square, 1927 |
El célebre cronista de la capital londinense Peter Ackroyd realiza un acurado y colorido retrato de la población homosexual de la ciudad desde las termas romanas hasta nuestros días.
Antònia Justícia | La Vanguardia, 2018-08-15
https://www.lavanguardia.com/cultura/culturas/20180815/451258005122/londres-rarito-historia-gay.html
Bujarrón, gavilán pollero, bardajo, maricona, soplaflautas, meterrabos, mariposón, sodomita, afeminado, gay, reinona... Nunca un nombre ha dado tan jugoso juego ni tanto que hablar. Peter Ackroyd deja constancia de la mayoría de términos empleados a lo largo de la historia para denominar ese “amor que no se atreve a pronunciar su nombre”, pero se queda con rarito (‘queer’), “que en su día fue un término con el que se expresaba repugnancia y que se pronuncia hoy como estandarte de una diferencia”. Y con él va hilvanando una detallada y colorida historia gay de la ciudad de Londres a lo largo de más de dos mil años.
Peter Ackroyd (Londres, 1949) historiador, novelista y uno de los más célebres biógrafos del momento, tiene en su haber literario destacadas biografías como la monumental sobre Dickens (traducida por Edhasa en 2012) o las dedicadas a Shakespeare, Edgar Allan Poe, Tomás Moro o William Blake. En ‘Londres gay. Historia de la homosexualidad, de los romanos a nuestros días’– el título original no se ajusta al español, dado que el autor opta por su palabra predilecta, ‘Queer city’– Ackroyd aporta un sinfín de nombres y lugares, desde el Londinium romano hasta hoy, para configurar el universo de la ciudad desde un punto de vista queer. Un libro que ha cosechado críticas y elogios a partes iguales –la concatenación vertiginosa de datos que vierte, algunos hilarantes, otros desgarradores, es tan apreciada como reprobada, así como la presencia predominante de los hombres–, pero que sin duda constituye un mapa magnífico.
Así, Ackroyd se pasea por las termas y lupanares de una ciudad que se convierte en el fiel reflejo de la Roma clásica, donde abundan las prácticas sexuales entre el mismo sexo y donde se censura, pero no se condena. Rescata las voces de cronistas de la época como Ricardo de Devizes (finales del siglo XII), para retratar al personal que frecuentaba las barriadas de mala fama. Repasa los puntos de encuentro gay, con los mingitorios en un lugar destacado, y se sube a los escenarios de la edad de oro, cuando los actores ponían relleno a sus braguetas. La permisividad va y viene. La ley de Sodomía de 1533 durante el reinado de Enrique VIII es un hito. Las ejecuciones se imponen. Y así, hasta hoy.
La virtud de Londres gay es que está plagado de datos curiosos que amenizan la lectura, como la existencia de un burdel masculino en el Mulberry Garden, actual Buckingham Palace. Pero los más críticos reprochan a Ackroyd pasar de puntillas por el último medio siglo del movimiento, años convulsos de redadas, persecuciones, sida y lucha por el reconocimiento. Pese a haber perdido él mismo al amor de su vida a causa de la enfermedad. O quizá ese sea el motivo.
Peter Ackroyd (Londres, 1949) historiador, novelista y uno de los más célebres biógrafos del momento, tiene en su haber literario destacadas biografías como la monumental sobre Dickens (traducida por Edhasa en 2012) o las dedicadas a Shakespeare, Edgar Allan Poe, Tomás Moro o William Blake. En ‘Londres gay. Historia de la homosexualidad, de los romanos a nuestros días’– el título original no se ajusta al español, dado que el autor opta por su palabra predilecta, ‘Queer city’– Ackroyd aporta un sinfín de nombres y lugares, desde el Londinium romano hasta hoy, para configurar el universo de la ciudad desde un punto de vista queer. Un libro que ha cosechado críticas y elogios a partes iguales –la concatenación vertiginosa de datos que vierte, algunos hilarantes, otros desgarradores, es tan apreciada como reprobada, así como la presencia predominante de los hombres–, pero que sin duda constituye un mapa magnífico.
Así, Ackroyd se pasea por las termas y lupanares de una ciudad que se convierte en el fiel reflejo de la Roma clásica, donde abundan las prácticas sexuales entre el mismo sexo y donde se censura, pero no se condena. Rescata las voces de cronistas de la época como Ricardo de Devizes (finales del siglo XII), para retratar al personal que frecuentaba las barriadas de mala fama. Repasa los puntos de encuentro gay, con los mingitorios en un lugar destacado, y se sube a los escenarios de la edad de oro, cuando los actores ponían relleno a sus braguetas. La permisividad va y viene. La ley de Sodomía de 1533 durante el reinado de Enrique VIII es un hito. Las ejecuciones se imponen. Y así, hasta hoy.
La virtud de Londres gay es que está plagado de datos curiosos que amenizan la lectura, como la existencia de un burdel masculino en el Mulberry Garden, actual Buckingham Palace. Pero los más críticos reprochan a Ackroyd pasar de puntillas por el último medio siglo del movimiento, años convulsos de redadas, persecuciones, sida y lucha por el reconocimiento. Pese a haber perdido él mismo al amor de su vida a causa de la enfermedad. O quizá ese sea el motivo.
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