Imagen: iSabadell / Lidia Falcón |
Antonio Santamaria | iSabadell, 2018-11-01
https://www.isabadell.cat/persones/a-fons/lidia-falcon-al-movimiento-feminista-le-falta-ambicion-politica/
Nacida en Madrid en 1935, es licenciada en Derecho, Arte Dramático y Periodismo y doctora en Filosofía. Fue militante del PSUC y sufrió persecución y torturas durante el franquismo. En 1976 creó el Colectivo Feminista de Barcelona, la revista Vindicación feminista y la editorial Ediciones de feminismo. En 1977 fundó la Organización Feminista Revolucionaria, a partir de la cual se constituyó el Partido Feminista de España en 1979.
Falcón ha publicado numerosas obras de teatro, narrativa y ensayo. La entrevisto el lunes pasado en la sede de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) donde presentó el libro ‘Las mujeres de la II República’, del que es la coordinadora.
P. ¿De dónde procede su vocación por la intervención en la vida pública, desde el feminismo a la política? ¿Influyó el ambiente familiar con unos padres comprometidos políticamente?
R. Mis padres eran comunistas. Cuando me preguntan ‘¿cuándo se hizo feminista?’ respondo, yo nazco en una familia de comunistas, mi abuela era anarquista. Todas las mujeres de mi familia, la guerra acabó con los hombres, eran feministas. Puedo decir que no tengo mucho mérito. Lo único es que siempre me he mantenido leal y fiel a lo que me enseñaron. Después nos encontramos en la terrible posguerra y en las condiciones en que las mujeres vivían entonces. Eso creo que las jóvenes no lo saben o no saben lo suficiente.
P. Usted ha venido a presentar el libro ‘Mujeres de la II República’ del cual es coordinadora ¿Qué podemos aprender de la lucha de las mujeres en ese periodo?
R. Es imprescindible que hombres y mujeres no olviden su propia historia, los sacrificios, la heroicidad que supusieron para las generaciones anteriores avanzar hasta donde estamos.
Ahora hay una tendencia, potenciada y organizada por la derecha, para que tengamos una amnesia general, como lo que está pasando con la búsqueda de nuestros asesinados en todas las cunetas de España. Es imprescindible que lo recordemos, que lo exijamos. Por un lado, hay un deber de gratitud; por el otro, hemos de aprender de lo que ellos lograron y sufrieron.
P. Usted ha sido observadora, pero también actora de las transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales de la España contemporánea. Ahora desde distintos ámbitos de la izquierda se impugna el ‘régimen del 78’. ¿Cuál es su valoración de la Transición democrática?
R. Mi valoración es negativa, pero ya la hice entonces, no ahora. No soy una conversa en ningún campo, aunque habré aprendido, tendré más experiencia, podré opinar con más matices de los hechos políticos. En aquel momento, nosotros, y al decir nosotros hablo de una facción del PSUC, pues he vivido en Catalunya la mayor parte de mi vida y militaba en el PSUC, veíamos clarísimamente varias cuestiones. Primero, nos opusimos al eurocomunismo, considerando que, en realidad, era un giro a la socialdemocracia. Un nuevo discurso que venía de Italia, con [Enrico] Berlinguer, y la discusión estaba allí. Naturalmente ganaron las tendencias que plantearon la ruptura con la Unión Soviética, con el leninismo y se llega a la ruptura terrible de 1981 cuando el PSUC se parte por la mitad.
Mientras tanto, los grandes poderes económicos, o ¿ya no creemos en la lucha de clases?, estaban organizando la Transición, la Constitución, nos iban a imponer la monarquía. Esta fue la primera dejación, trágica. No sé si debemos extraer lecciones de la historia de Portugal. En Portugal son más listos que nosotros, bastante más. Deberíamos llevar autobuses allí para que nos den cursos y nos expliquen. Allí el Partido Comunista no cedió. Álvaro Cunhal era un convencido marxista-leninista.
Cuando una se aparta del camino, mira lo que acaba de pasar en Brasil. Todavía no lo he podido digerir, no he podido comer [La entrevista se realiza el lunes, justo cuando se conoce la victoria del ultra Bolsonaro en las presidenciales brasileñas]. ¿Cuándo llega el fascismo? Cuando la izquierda vacila y hay sectores de la izquierda que pierden sus principios, cuando empieza esa transformación liberal. Ya no somos leninistas, cuando muchos no sabían qué era ser leninista. Después dejamos de ser republicanos, ¿por qué republicanos? El dilema no está entre monarquía y república, está entre democracia y dictadura. Así se nos dio un rey, una estirpe borbónica, una casa real como la que tenemos. ¿Qué más nos da que se abracen con los de Arabia Saudí y les vendamos bombas? ¿Tenemos democracia, no? ¿Analizamos la democracia que tenemos? ¿En las instituciones, en el poder judicial, en las corrupciones de los partidos políticos, en los ayuntamientos, en las diputaciones? ¿Eso es democracia? ¿Tenemos democracia porque participa realmente todo el pueblo, sindicatos, asociaciones, movimiento feminista? Esto hay preguntárselo. 40 años después, poner en cuestión aquello que se hizo parece un oportunismo. Yo lo puse en cuestión entonces.
Hay que destacar que el movimiento feminista fue el más firme, el más radical, el que no chaqueteó ni pactó, porque no nos hacían caso. En los años heroicos, nosotras planteamos un manifiesto en las ‘Jornades Catalanes de la Dona’ de mayo de 1966 cuyas conclusiones –es verdad que hemos conseguido algunas cosas como el divorcio o el aborto- eran el catecismo mínimo para que las mujeres tuvieran el calificativo de ciudadanas, no cedimos en nada. Si hubiéramos cedido, estaríamos como en Irlanda que hace dos días aprobaron una ley del aborto que ya veremos.
Que la izquierda fue débil o no tuvo bastante valor o que nos equivocamos, a ver si se hace una autocrítica, un análisis ponderado y profundo, pero eso es así. Suelo poner un ejemplo pequeñito pero absolutamente definitorio: las leyes laborales del franquismo protegían más a los obreros que las leyes de hoy. En el capitalismo liberal todo está permitido. Todo se vende, todo se compra, todo es una mercancía, el que sea listo que salga adelante y el que no que se pudra.
P. Usted fue torturada por ‘Billy el niño’ ¿Qué opina sobre la polémica generada al respecto? ¿Qué habría de hacerse con personaje como éste y otros comprometidos con la represión del franquismo?
R. Eso es consecuencia del mismo régimen. Todo viene de aquí. La prueba está en la ley de amnistía de 1977, que fue una vergüenza. En eso he mantenido una gran polémica con quienes fueron camaradas como Nicolás Sartorius y otros que defienden que la amnistía fue para los presos políticos. Eso no es verdad y además están los datos. La gente no conoce las fechas ni las situaciones concretas, el primer indulto que dicta el rey, recién coronado, el 25 de noviembre de 1975, hace que salgamos todos los que teníamos delitos de opinión, de asociación, de organización. Yo entonces no estaba en prisión, sino en libertad provisional. Después viene el segundo indulto en 1976 que va a los delitos de terrorismo que no tengan cuestiones de sangre, otro montón de los encausados por ETA, GRAPO, etc. también salen en libertad. Y en 1977, ¿para quién se dicta la amnistía? Uno de los artículos de ley dice que serán condonados todos los delitos cometidos por funcionarios del Estado, entre los que está la policía ¿Eso para quién iba, para los presos políticos, éramos nosotros funcionarios del Estado? Esto es el pacto final. Aquí no se perseguirá a los franquistas, ni a los altos, ni a los bajos, ni a los policías, ni a los torturadores, ni a los políticos, ni a los gobernadores.
P. Usted fue fundadora del Partido Feminista integrado en Izquierda Unida ¿Cómo valora la relación entre ambas organizaciones?
R. Es una relación satisfactoria puesto que seguimos, si fuera insatisfactoria nos iríamos. Como miembro del Partido Feminista soy fundadora en 1986 de Izquierda Unida. Nos alejó de aquella coalición, como tema capital, el machismo que se mantenía en las estructuras de la organización, en su ideología, en su programa… aquello no podía salir bien. Cuando pedimos nuevamente el ingreso, como coalición de partidos, en 2015, después de nuestro segundo congreso, analizamos los planteamientos que la coalición defendía. Nuestro contrato, que está firmado públicamente, establece la independencia del Partido Feminista. Naturalmente no vamos a presentarnos a las elecciones en contra de nuestra formación, pues sería una deslealtad inaceptable. Ahora, se aceptaron todos los principios feministas. Estamos muy satisfechas que sea la única formación de izquierdas que es republicana, antiOTAN, que no está por la legalización de la prostitución y de los vientres de alquiler. Por tanto, pienso que estamos allí en una alianza productiva y eficaz y podemos realizar actos por toda España difundiendo un ideario común. Con quien no estoy tan contenta es con la alianza con Podemos, pero esa es otra historia.
P. ¿Por qué? ¿Qué es lo que no le gusta?
R. No me gusta, como a tantos camaradas y una facción importante de IU, es su falta de firmeza ideológica. Yo tengo todavía un lenguaje antiguo que es muy representativo. Creo en las categorías marxianas que son definitorias. Podemos es una formación de aluvión. Se abren las puertas y que entre todo el mundo que esté descontento con lo que hay. Claro, descontentos estamos todos, excepto cuatro oligarcas satisfechos; pero hace falta más. Las carencias se ven todos los días. En la última entrevista que le hicieron a Pablo Iglesias en ‘La Sexta’ no fue capaz de pronunciarse por la abolición de la prostitución: “el movimiento feminista decidirá” o sea que como dirigente político no tiene criterio. Y la República para otro siglo, porque es prematuro me lo dijo Monedero personalmente. No sé si será verdad lo que dice la dirección, que es una alianza estratégica, que esto es imprescindible; no lo sé. Me parece que las expectativas que tenemos no son tan gloriosas como en el pasado y que tienen descontentas a una buena parte de la militancia. Eso lo he comprobado personalmente.
P. ¿Qué opina de las cuotas femeninas en las listas electorales o en las corporaciones empresariales?
R. La cuota es imprescindible. No hubiéramos avanzado nada en la corresponsabilidad y en los puestos de dirección si no hubiésemos impuesto las cuotas. Los aparatos de dirección de lo quieras están contentísimos con ser masculinos. Hay una cuestión casi de psicología enseñada de la educación masculina. Los hombres se encuentran muy bien entre ellos. Los clubs deportivos, las cúpulas de las empresas, la Universidad, los partidos políticos… allí se encuentran, pueden enfadarse, pueden matarse, pero están entre iguales. El respeto mutuo está ahí. Aparecen las mujeres y son unos seres muy extraños.
O ponemos cuotas y les obligamos a los señores a dejar los asientos o nunca tendremos puestos de dirección en las empresas, ni estaremos en las listas electorales. Esto lo hemos comprobado desde Suecia a España, no es ningún invento de aquí.
P. En diversos artículos se ha mostrado muy crítica con el independentismo catalán ¿Cuáles son sus argumentos?
R. Estoy en absoluto desacuerdo en dividir a los pueblos. Los pueblos no se dividen, no se separan, se unen contra el enemigo común que es el capital. Dígame usted quien representa al movimiento independentista, ¿el señor Pujol y su familia? ¿El señor Mas? ¿Las oligarquías catalanas que han gobernado esta región desde hace 500 años y que podemos seguir a través de las genealogías de sus apellidos? Que no le cuenten a uno películas. Además, fíjese, hace siete u ocho años yo estaba en un programa de televisión cuando ya empezaba este drama, entonces se hablaba de que ‘España nos roba’. Ese era el mantra. Recuerdo que a unas representantes de Convergència y Esquerra les dije: ¿Y quién es España para ustedes? ¿Los campesinos murcianos, los obreros de Castilla-La Mancha? ¿Quiénes son? ¿Qué es España? España es una abstracción, es un mapa en un papel. Y, claro, no supieron contestarme.
Se trataba de excitar -como lo han hecho- los peores sentimientos humanos, las diferencias, los enfrentamientos. Como aquello quedó feo y en España se enteraron de eso del ‘España nos roba’, como si los campesinos andaluces se esforzasen en robar a los burgueses catalanes, entonces cambiaron. Ahora el discurso es otro. Es un discurso identitario. Somos diferentes porque somos catalanes. Porque el señor Junqueras también salió diciendo que su ADN era diferente. Soy hija de internacionalistas, mi padre era peruano. O nos unimos los pueblos, los trabajadores y las mujeres o el capital siempre va a ganar. De Marx es la famosa frase de que el nacionalismo es un invento de la burguesía para dividir a la clase obrera. La izquierda no puede unirse nunca a esta demanda, tiene que denunciarla. Y aquí la veo un poco vacilante.
P. En el movimiento feminista se plantea recurrentemente el debate de la relación entre género y clase social. Algunos sectores sostienen que las mujeres son una clase social ¿Cuál es su posición al respecto?
R. Para empezar el género es un constructo teórico salido de las universidades, las primeras las norteamericanas, que no tiene ninguna base económica ni social. Es una manera de despolitizar el feminismo. Ya no somos mujeres siquiera, ahora somos género. En mi opinión la mujer es una clase social, evidentemente. Está situada en el escalón más bajo de la producción económica…
P. Perdone que la interrumpa ¿la señora Botín y sus trabajadoras pertenecen a la misma clase social?
R. Mire, le voy a dar los datos mundiales. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) nos explicó que, mientras las dos terceras partes de las horas de trabajo del mundo las hacen las mujeres, perciben el diez por ciento de los salarios y poseen el uno por ciento de los bienes ¿A mí qué me importa la señora Botín? ¿Qué me importa Isabel Preysler? ¿Qué me importa la reina de Inglaterra? Tenemos 3.500 millones de mujeres explotadas, asesinadas, violadas, abusadas y que además reproducimos a toda la especie, porque sin nosotras no existe la humanidad. Estas mujeres cobran el diez por ciento de los salarios del mundo y el reparto de la riqueza es el 18 por ciento para las mujeres y el 82 por ciento para los hombres. Además hacemos todo el trabajo doméstico. Aquí no cabe ninguna duda aplicando el análisis marxista más ortodoxo. Engels en ‘El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado’, lo intuye cuando dice que, en la familia, el hombre es el burgués y la mujer el proletario, pero también en la fábrica, en la oficina, en el campo. En España las diferencias salariales llegan al 30 por ciento, según los sectores productivos. ¿Y eso no es una clase, eso no es una explotación de clase?
P. ¿Cómo han incidido en el movimiento feminista las corrientes LGTB?
R. Nosotras hemos defendido a todas las personas del sexo que sean, perseguidas, explotadas, oprimidas... esa es una de nuestras bases. El movimiento homosexual ha conseguido los avances que sean, también gracias al movimiento feminista y espero que eso lo reconozcan, algunos lo han hecho. Ahora, dividirnos en trocitos, las lesbianas por un lado, los gais por otro, los bisexuales por otro, las ‘trans' por otro... sólo beneficia al poder. La división entre nosotras y nosotros sólo beneficia al poder. Lamento que un sector de hombres no se haya unido todavía al movimiento feminista, porque es lo que hay que hacer. Somos los explotados del mundo, si no nos unimos cómo vamos a vencer al poder. Ahora las trans andan diciendo que nosotras somos transfóbicas; ellas son transfóbicos del feminismo. Nunca les he visto en una manifestación contra la violencia contra las mujeres, cuando asesinan a mujeres que pasa cada semana. No los veo cuando matan a los niños o violan a las mujeres. Sólo hablan de ellos, del que hay de lo mío. Naturalmente todos tenemos alguna reclamación personal que hacer, pero el movimiento feminista es mucho más que eso, es una transformación social.
P. Recientemente ha mantenido una dura polémica con la corriente transfeminista que, apoyada en la teoría Queer, propugna la abolición del sexo como una construcción cultural ¿Cuál es su punto de vista?
R. Eso es una tontería. Apoyados por los poderes se pueden defender las mayores tonterías y convertirlas en una tesis doctoral. Además, una parte –no todos que conste- están a favor de la prostitución y cosas por el estilo. Tiene el apoyo del ‘lobby’ prostituidor, las mafias de la prostitución son fortísimas, tienen un caudal de dinero enorme y están haciendo esa campaña ¿Qué eso de que no hay sexo? ¿Acaso no se nace con los atributos genitales y sexuales para la reproducción? Como son unos ignorantes, no saben que las especies nacen para vivir y reproducirse y así nos ha fabricado la naturaleza. Que luego a partir del ser social, del constructo político e ideológico que podamos hacer, vayamos avanzando y no seamos solamente animales que comemos, eso una tarea de siglos, de elaboración. Pero no se puede dudar que encima del planeta hay machos y hembras. Si alguien no lo quiera cumplir, que no lo haga, naturalmente. Además, en España la mitad de las mujeres no quieren tener hijos porque sitúan en primer lugar su profesión y su vida, pues vale; pero que no nos dividan. Eso sólo va a servir para que los avances que podríamos tener se detengan.
P. En el feminismo se desarrollan intensos debates sobre cuestiones como la prohibición o regulación de la prostitución o de los vientres de alquiler, ¿cuál es su opinión al respecto?
R. Respecto a la prostitución el movimiento feminista en su totalidad es abolicionista, quienes sean regulacionistas no son feministas. Simplemente, es una cuestión de dignidad humana. Además, tanto hablar de igualdad de los sexos, cuando un sexo puede disponer del cuerpo del otro, cuando los hombres pueden disponer de él para su satisfacción personal, porque las mujeres han nacido para eso, por lo visto, ¿dónde puede estar la igualdad?
¿Qué significa eso? Es mantener los esquemas patriarcales ancestrales con mujeres para que vayan los hombres a desahogarse. ¿De qué manera se pueden defender los derechos de las mujeres permitiendo que tengan que soportar veinte o treinta relaciones sexuales cada día? ¿Se lo puede imaginar alguien?
Por lo tanto, el único avance, el único futuro es abolir la prostitución; aparte que ya lo han hecho algunos países como Suecia, Finlandia o Dinamarca, Francia va por ese camino. El movimiento feminista en su totalidad es abolicionista, quienes se han metido en medio diciendo que son feministas y quieren la regulación son los buzos que tenemos dentro, los caballos de Troya con el apoyo de la mafia prostituidora. La prostitución es el negocio más importante del mundo, después del tráfico de armas. Si yo tuviera esos protectores tendría muchos recursos para hacer la campaña.
P. ¿Y sobre los vientres de alquiler?
R. Eso es una infamia. En el capitalismo todo se compra y se vende. Se venden los seres humanos, la capacidad reproductiva de las mujeres ¿Eso se puede consentir? ¿Se puede considerar a las mujeres vacas que las inseminas, fabricas al niño y el niño es una mercancía? Reducido a esto, que son los principios por los que hay que luchar, ha habido discusiones estúpidas sobre la prostitución, si ganan más o ganan menos. Mire, yo parto de unos principios. Los comunistas y las feministas hemos perdido mucho dinero, muchas posibilidades por defender nuestros principios ¿Qué es esto de decir que la barriga de esta mujer puede valer tanto o puede valer cuánto? ¿Es un ser humano o es un animal con el que traficamos?
P. Últimamente se observa un relanzamiento del feminismo a escala internacional. Desde el movimiento ‘Me too’ en Estados Unidos, a las movilizaciones del pasado 8 de marzo en España, a las campañas contra las agresiones a las mujeres en la India o Marruecos ¿A qué cree que responde este fenómeno?
R. Responde a 219 años de lucha. Por situarnos en los tiempos modernos, nosotras, hablando concretamente del caso de España, llevamos 40 años ininterrumpidos de lucha feminista. El movimiento feminista es el más fuerte de los movimientos sociales del momento. El movimiento sindical está muy debilitado, al movimiento estudiantil ni se le ve, ni se le espera, el movimiento vecinal tiene unos brotes de tanto en tanto. Nosotros hemos luchado durante casi medio siglo y somos el colectivo que tenemos más víctimas. Se imagina que asesinaran a 60 taxistas este año, 70 jueces, 70 policías... ¿Qué pasaría? Nosotras sumamos las víctimas continuamente, sufrimos la más grave explotación laboral y económica. No hemos cejado en esta lucha. Quiero recordar, para que no parezca que todo el éxito es de las estadounidenses del ‘Me too’, que el 8 de marzo de 2017 ya tuvimos unas grandes movilizaciones, pero que el 7 de noviembre [de 2015] hubo la gran marcha contra la violencia que se celebró en Madrid con medio millón de personas en la calle que vinieron de toda España. Ese es un trabajo incesante, cotidiano, cualquier militante lo sabe, que no tiene éxito y publicidad cada día, pero que fructifica, que recoge la cosecha al cabo del tiempo.
Siguiendo la misma tradición, como le he dicho antes en la Transición, somos las más radicales, porque nosotras queremos transformar el mundo. El movimiento social se mueve en un momento dado por un parque en Gamonal o por una reivindicación concreta, por un ambulatorio aquí en Sabadell. El movimiento feminista se mueve por transformar la realidad, por ver cómo tenemos relaciones amorosas, sexuales, con los hijos, por ver qué haremos de la familia o de la comuna o de las relaciones humanas. Este es un planteamiento muchísimo más amplio, con mucho más futuro. El movimiento feminista en todas partes es el más fuerte.
P. ¿Cuáles habrían de ser los objetivos a medio y largo plazo del movimiento feminista en España?
R. A cortísimo plazo, mañana, hemos de acabar con la violencia contra la mujer. Se tiene que acabar eso de matarnos, de violarnos y de acosarnos sexualmente, de matar niños. Eso no puede seguir. A medio plazo, inmediato, tendríamos que participar en las campañas electorales y tener un programa político; eso es imprescindible. Porque si el feminismo no gobierna, pues quien tiene el poder es quien firma el Boletín Oficial de Estado, siempre estaremos en la calle con una pancarta. Ese no puede ser el destino de quien representa a la mitad de la población del país. Este no es un pequeño colectivo, no es la lucha de un barrio, es para construir un país donde hombres y mujeres se traten con respeto, con cariño, con simpatía, con igualdad, donde construyamos un país para todos, para que nuestros hijos y descendientes tengan una relación de igualdad y fraternidad. Pero para eso tenemos que tener poder. El poder de la calle es bueno, está bien, es imprescindible, pero al final quien legisla es quien legisla, gobierna quien gobierna, quien dicta sentencias es quien las dicta, y así tenemos las sentencias que tenemos. El movimiento feminista tiene que participar en política, por eso fundé el Partido Feminista. Al movimiento feminista le falta en este momento y le ha faltado en estos años pasados, la ambición política de llegar al poder, al gobierno.
Falcón ha publicado numerosas obras de teatro, narrativa y ensayo. La entrevisto el lunes pasado en la sede de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) donde presentó el libro ‘Las mujeres de la II República’, del que es la coordinadora.
P. ¿De dónde procede su vocación por la intervención en la vida pública, desde el feminismo a la política? ¿Influyó el ambiente familiar con unos padres comprometidos políticamente?
R. Mis padres eran comunistas. Cuando me preguntan ‘¿cuándo se hizo feminista?’ respondo, yo nazco en una familia de comunistas, mi abuela era anarquista. Todas las mujeres de mi familia, la guerra acabó con los hombres, eran feministas. Puedo decir que no tengo mucho mérito. Lo único es que siempre me he mantenido leal y fiel a lo que me enseñaron. Después nos encontramos en la terrible posguerra y en las condiciones en que las mujeres vivían entonces. Eso creo que las jóvenes no lo saben o no saben lo suficiente.
P. Usted ha venido a presentar el libro ‘Mujeres de la II República’ del cual es coordinadora ¿Qué podemos aprender de la lucha de las mujeres en ese periodo?
R. Es imprescindible que hombres y mujeres no olviden su propia historia, los sacrificios, la heroicidad que supusieron para las generaciones anteriores avanzar hasta donde estamos.
Ahora hay una tendencia, potenciada y organizada por la derecha, para que tengamos una amnesia general, como lo que está pasando con la búsqueda de nuestros asesinados en todas las cunetas de España. Es imprescindible que lo recordemos, que lo exijamos. Por un lado, hay un deber de gratitud; por el otro, hemos de aprender de lo que ellos lograron y sufrieron.
P. Usted ha sido observadora, pero también actora de las transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales de la España contemporánea. Ahora desde distintos ámbitos de la izquierda se impugna el ‘régimen del 78’. ¿Cuál es su valoración de la Transición democrática?
R. Mi valoración es negativa, pero ya la hice entonces, no ahora. No soy una conversa en ningún campo, aunque habré aprendido, tendré más experiencia, podré opinar con más matices de los hechos políticos. En aquel momento, nosotros, y al decir nosotros hablo de una facción del PSUC, pues he vivido en Catalunya la mayor parte de mi vida y militaba en el PSUC, veíamos clarísimamente varias cuestiones. Primero, nos opusimos al eurocomunismo, considerando que, en realidad, era un giro a la socialdemocracia. Un nuevo discurso que venía de Italia, con [Enrico] Berlinguer, y la discusión estaba allí. Naturalmente ganaron las tendencias que plantearon la ruptura con la Unión Soviética, con el leninismo y se llega a la ruptura terrible de 1981 cuando el PSUC se parte por la mitad.
Mientras tanto, los grandes poderes económicos, o ¿ya no creemos en la lucha de clases?, estaban organizando la Transición, la Constitución, nos iban a imponer la monarquía. Esta fue la primera dejación, trágica. No sé si debemos extraer lecciones de la historia de Portugal. En Portugal son más listos que nosotros, bastante más. Deberíamos llevar autobuses allí para que nos den cursos y nos expliquen. Allí el Partido Comunista no cedió. Álvaro Cunhal era un convencido marxista-leninista.
Cuando una se aparta del camino, mira lo que acaba de pasar en Brasil. Todavía no lo he podido digerir, no he podido comer [La entrevista se realiza el lunes, justo cuando se conoce la victoria del ultra Bolsonaro en las presidenciales brasileñas]. ¿Cuándo llega el fascismo? Cuando la izquierda vacila y hay sectores de la izquierda que pierden sus principios, cuando empieza esa transformación liberal. Ya no somos leninistas, cuando muchos no sabían qué era ser leninista. Después dejamos de ser republicanos, ¿por qué republicanos? El dilema no está entre monarquía y república, está entre democracia y dictadura. Así se nos dio un rey, una estirpe borbónica, una casa real como la que tenemos. ¿Qué más nos da que se abracen con los de Arabia Saudí y les vendamos bombas? ¿Tenemos democracia, no? ¿Analizamos la democracia que tenemos? ¿En las instituciones, en el poder judicial, en las corrupciones de los partidos políticos, en los ayuntamientos, en las diputaciones? ¿Eso es democracia? ¿Tenemos democracia porque participa realmente todo el pueblo, sindicatos, asociaciones, movimiento feminista? Esto hay preguntárselo. 40 años después, poner en cuestión aquello que se hizo parece un oportunismo. Yo lo puse en cuestión entonces.
Hay que destacar que el movimiento feminista fue el más firme, el más radical, el que no chaqueteó ni pactó, porque no nos hacían caso. En los años heroicos, nosotras planteamos un manifiesto en las ‘Jornades Catalanes de la Dona’ de mayo de 1966 cuyas conclusiones –es verdad que hemos conseguido algunas cosas como el divorcio o el aborto- eran el catecismo mínimo para que las mujeres tuvieran el calificativo de ciudadanas, no cedimos en nada. Si hubiéramos cedido, estaríamos como en Irlanda que hace dos días aprobaron una ley del aborto que ya veremos.
Que la izquierda fue débil o no tuvo bastante valor o que nos equivocamos, a ver si se hace una autocrítica, un análisis ponderado y profundo, pero eso es así. Suelo poner un ejemplo pequeñito pero absolutamente definitorio: las leyes laborales del franquismo protegían más a los obreros que las leyes de hoy. En el capitalismo liberal todo está permitido. Todo se vende, todo se compra, todo es una mercancía, el que sea listo que salga adelante y el que no que se pudra.
P. Usted fue torturada por ‘Billy el niño’ ¿Qué opina sobre la polémica generada al respecto? ¿Qué habría de hacerse con personaje como éste y otros comprometidos con la represión del franquismo?
R. Eso es consecuencia del mismo régimen. Todo viene de aquí. La prueba está en la ley de amnistía de 1977, que fue una vergüenza. En eso he mantenido una gran polémica con quienes fueron camaradas como Nicolás Sartorius y otros que defienden que la amnistía fue para los presos políticos. Eso no es verdad y además están los datos. La gente no conoce las fechas ni las situaciones concretas, el primer indulto que dicta el rey, recién coronado, el 25 de noviembre de 1975, hace que salgamos todos los que teníamos delitos de opinión, de asociación, de organización. Yo entonces no estaba en prisión, sino en libertad provisional. Después viene el segundo indulto en 1976 que va a los delitos de terrorismo que no tengan cuestiones de sangre, otro montón de los encausados por ETA, GRAPO, etc. también salen en libertad. Y en 1977, ¿para quién se dicta la amnistía? Uno de los artículos de ley dice que serán condonados todos los delitos cometidos por funcionarios del Estado, entre los que está la policía ¿Eso para quién iba, para los presos políticos, éramos nosotros funcionarios del Estado? Esto es el pacto final. Aquí no se perseguirá a los franquistas, ni a los altos, ni a los bajos, ni a los policías, ni a los torturadores, ni a los políticos, ni a los gobernadores.
P. Usted fue fundadora del Partido Feminista integrado en Izquierda Unida ¿Cómo valora la relación entre ambas organizaciones?
R. Es una relación satisfactoria puesto que seguimos, si fuera insatisfactoria nos iríamos. Como miembro del Partido Feminista soy fundadora en 1986 de Izquierda Unida. Nos alejó de aquella coalición, como tema capital, el machismo que se mantenía en las estructuras de la organización, en su ideología, en su programa… aquello no podía salir bien. Cuando pedimos nuevamente el ingreso, como coalición de partidos, en 2015, después de nuestro segundo congreso, analizamos los planteamientos que la coalición defendía. Nuestro contrato, que está firmado públicamente, establece la independencia del Partido Feminista. Naturalmente no vamos a presentarnos a las elecciones en contra de nuestra formación, pues sería una deslealtad inaceptable. Ahora, se aceptaron todos los principios feministas. Estamos muy satisfechas que sea la única formación de izquierdas que es republicana, antiOTAN, que no está por la legalización de la prostitución y de los vientres de alquiler. Por tanto, pienso que estamos allí en una alianza productiva y eficaz y podemos realizar actos por toda España difundiendo un ideario común. Con quien no estoy tan contenta es con la alianza con Podemos, pero esa es otra historia.
P. ¿Por qué? ¿Qué es lo que no le gusta?
R. No me gusta, como a tantos camaradas y una facción importante de IU, es su falta de firmeza ideológica. Yo tengo todavía un lenguaje antiguo que es muy representativo. Creo en las categorías marxianas que son definitorias. Podemos es una formación de aluvión. Se abren las puertas y que entre todo el mundo que esté descontento con lo que hay. Claro, descontentos estamos todos, excepto cuatro oligarcas satisfechos; pero hace falta más. Las carencias se ven todos los días. En la última entrevista que le hicieron a Pablo Iglesias en ‘La Sexta’ no fue capaz de pronunciarse por la abolición de la prostitución: “el movimiento feminista decidirá” o sea que como dirigente político no tiene criterio. Y la República para otro siglo, porque es prematuro me lo dijo Monedero personalmente. No sé si será verdad lo que dice la dirección, que es una alianza estratégica, que esto es imprescindible; no lo sé. Me parece que las expectativas que tenemos no son tan gloriosas como en el pasado y que tienen descontentas a una buena parte de la militancia. Eso lo he comprobado personalmente.
P. ¿Qué opina de las cuotas femeninas en las listas electorales o en las corporaciones empresariales?
R. La cuota es imprescindible. No hubiéramos avanzado nada en la corresponsabilidad y en los puestos de dirección si no hubiésemos impuesto las cuotas. Los aparatos de dirección de lo quieras están contentísimos con ser masculinos. Hay una cuestión casi de psicología enseñada de la educación masculina. Los hombres se encuentran muy bien entre ellos. Los clubs deportivos, las cúpulas de las empresas, la Universidad, los partidos políticos… allí se encuentran, pueden enfadarse, pueden matarse, pero están entre iguales. El respeto mutuo está ahí. Aparecen las mujeres y son unos seres muy extraños.
O ponemos cuotas y les obligamos a los señores a dejar los asientos o nunca tendremos puestos de dirección en las empresas, ni estaremos en las listas electorales. Esto lo hemos comprobado desde Suecia a España, no es ningún invento de aquí.
P. En diversos artículos se ha mostrado muy crítica con el independentismo catalán ¿Cuáles son sus argumentos?
R. Estoy en absoluto desacuerdo en dividir a los pueblos. Los pueblos no se dividen, no se separan, se unen contra el enemigo común que es el capital. Dígame usted quien representa al movimiento independentista, ¿el señor Pujol y su familia? ¿El señor Mas? ¿Las oligarquías catalanas que han gobernado esta región desde hace 500 años y que podemos seguir a través de las genealogías de sus apellidos? Que no le cuenten a uno películas. Además, fíjese, hace siete u ocho años yo estaba en un programa de televisión cuando ya empezaba este drama, entonces se hablaba de que ‘España nos roba’. Ese era el mantra. Recuerdo que a unas representantes de Convergència y Esquerra les dije: ¿Y quién es España para ustedes? ¿Los campesinos murcianos, los obreros de Castilla-La Mancha? ¿Quiénes son? ¿Qué es España? España es una abstracción, es un mapa en un papel. Y, claro, no supieron contestarme.
Se trataba de excitar -como lo han hecho- los peores sentimientos humanos, las diferencias, los enfrentamientos. Como aquello quedó feo y en España se enteraron de eso del ‘España nos roba’, como si los campesinos andaluces se esforzasen en robar a los burgueses catalanes, entonces cambiaron. Ahora el discurso es otro. Es un discurso identitario. Somos diferentes porque somos catalanes. Porque el señor Junqueras también salió diciendo que su ADN era diferente. Soy hija de internacionalistas, mi padre era peruano. O nos unimos los pueblos, los trabajadores y las mujeres o el capital siempre va a ganar. De Marx es la famosa frase de que el nacionalismo es un invento de la burguesía para dividir a la clase obrera. La izquierda no puede unirse nunca a esta demanda, tiene que denunciarla. Y aquí la veo un poco vacilante.
P. En el movimiento feminista se plantea recurrentemente el debate de la relación entre género y clase social. Algunos sectores sostienen que las mujeres son una clase social ¿Cuál es su posición al respecto?
R. Para empezar el género es un constructo teórico salido de las universidades, las primeras las norteamericanas, que no tiene ninguna base económica ni social. Es una manera de despolitizar el feminismo. Ya no somos mujeres siquiera, ahora somos género. En mi opinión la mujer es una clase social, evidentemente. Está situada en el escalón más bajo de la producción económica…
P. Perdone que la interrumpa ¿la señora Botín y sus trabajadoras pertenecen a la misma clase social?
R. Mire, le voy a dar los datos mundiales. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) nos explicó que, mientras las dos terceras partes de las horas de trabajo del mundo las hacen las mujeres, perciben el diez por ciento de los salarios y poseen el uno por ciento de los bienes ¿A mí qué me importa la señora Botín? ¿Qué me importa Isabel Preysler? ¿Qué me importa la reina de Inglaterra? Tenemos 3.500 millones de mujeres explotadas, asesinadas, violadas, abusadas y que además reproducimos a toda la especie, porque sin nosotras no existe la humanidad. Estas mujeres cobran el diez por ciento de los salarios del mundo y el reparto de la riqueza es el 18 por ciento para las mujeres y el 82 por ciento para los hombres. Además hacemos todo el trabajo doméstico. Aquí no cabe ninguna duda aplicando el análisis marxista más ortodoxo. Engels en ‘El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado’, lo intuye cuando dice que, en la familia, el hombre es el burgués y la mujer el proletario, pero también en la fábrica, en la oficina, en el campo. En España las diferencias salariales llegan al 30 por ciento, según los sectores productivos. ¿Y eso no es una clase, eso no es una explotación de clase?
P. ¿Cómo han incidido en el movimiento feminista las corrientes LGTB?
R. Nosotras hemos defendido a todas las personas del sexo que sean, perseguidas, explotadas, oprimidas... esa es una de nuestras bases. El movimiento homosexual ha conseguido los avances que sean, también gracias al movimiento feminista y espero que eso lo reconozcan, algunos lo han hecho. Ahora, dividirnos en trocitos, las lesbianas por un lado, los gais por otro, los bisexuales por otro, las ‘trans' por otro... sólo beneficia al poder. La división entre nosotras y nosotros sólo beneficia al poder. Lamento que un sector de hombres no se haya unido todavía al movimiento feminista, porque es lo que hay que hacer. Somos los explotados del mundo, si no nos unimos cómo vamos a vencer al poder. Ahora las trans andan diciendo que nosotras somos transfóbicas; ellas son transfóbicos del feminismo. Nunca les he visto en una manifestación contra la violencia contra las mujeres, cuando asesinan a mujeres que pasa cada semana. No los veo cuando matan a los niños o violan a las mujeres. Sólo hablan de ellos, del que hay de lo mío. Naturalmente todos tenemos alguna reclamación personal que hacer, pero el movimiento feminista es mucho más que eso, es una transformación social.
P. Recientemente ha mantenido una dura polémica con la corriente transfeminista que, apoyada en la teoría Queer, propugna la abolición del sexo como una construcción cultural ¿Cuál es su punto de vista?
R. Eso es una tontería. Apoyados por los poderes se pueden defender las mayores tonterías y convertirlas en una tesis doctoral. Además, una parte –no todos que conste- están a favor de la prostitución y cosas por el estilo. Tiene el apoyo del ‘lobby’ prostituidor, las mafias de la prostitución son fortísimas, tienen un caudal de dinero enorme y están haciendo esa campaña ¿Qué eso de que no hay sexo? ¿Acaso no se nace con los atributos genitales y sexuales para la reproducción? Como son unos ignorantes, no saben que las especies nacen para vivir y reproducirse y así nos ha fabricado la naturaleza. Que luego a partir del ser social, del constructo político e ideológico que podamos hacer, vayamos avanzando y no seamos solamente animales que comemos, eso una tarea de siglos, de elaboración. Pero no se puede dudar que encima del planeta hay machos y hembras. Si alguien no lo quiera cumplir, que no lo haga, naturalmente. Además, en España la mitad de las mujeres no quieren tener hijos porque sitúan en primer lugar su profesión y su vida, pues vale; pero que no nos dividan. Eso sólo va a servir para que los avances que podríamos tener se detengan.
P. En el feminismo se desarrollan intensos debates sobre cuestiones como la prohibición o regulación de la prostitución o de los vientres de alquiler, ¿cuál es su opinión al respecto?
R. Respecto a la prostitución el movimiento feminista en su totalidad es abolicionista, quienes sean regulacionistas no son feministas. Simplemente, es una cuestión de dignidad humana. Además, tanto hablar de igualdad de los sexos, cuando un sexo puede disponer del cuerpo del otro, cuando los hombres pueden disponer de él para su satisfacción personal, porque las mujeres han nacido para eso, por lo visto, ¿dónde puede estar la igualdad?
¿Qué significa eso? Es mantener los esquemas patriarcales ancestrales con mujeres para que vayan los hombres a desahogarse. ¿De qué manera se pueden defender los derechos de las mujeres permitiendo que tengan que soportar veinte o treinta relaciones sexuales cada día? ¿Se lo puede imaginar alguien?
Por lo tanto, el único avance, el único futuro es abolir la prostitución; aparte que ya lo han hecho algunos países como Suecia, Finlandia o Dinamarca, Francia va por ese camino. El movimiento feminista en su totalidad es abolicionista, quienes se han metido en medio diciendo que son feministas y quieren la regulación son los buzos que tenemos dentro, los caballos de Troya con el apoyo de la mafia prostituidora. La prostitución es el negocio más importante del mundo, después del tráfico de armas. Si yo tuviera esos protectores tendría muchos recursos para hacer la campaña.
P. ¿Y sobre los vientres de alquiler?
R. Eso es una infamia. En el capitalismo todo se compra y se vende. Se venden los seres humanos, la capacidad reproductiva de las mujeres ¿Eso se puede consentir? ¿Se puede considerar a las mujeres vacas que las inseminas, fabricas al niño y el niño es una mercancía? Reducido a esto, que son los principios por los que hay que luchar, ha habido discusiones estúpidas sobre la prostitución, si ganan más o ganan menos. Mire, yo parto de unos principios. Los comunistas y las feministas hemos perdido mucho dinero, muchas posibilidades por defender nuestros principios ¿Qué es esto de decir que la barriga de esta mujer puede valer tanto o puede valer cuánto? ¿Es un ser humano o es un animal con el que traficamos?
P. Últimamente se observa un relanzamiento del feminismo a escala internacional. Desde el movimiento ‘Me too’ en Estados Unidos, a las movilizaciones del pasado 8 de marzo en España, a las campañas contra las agresiones a las mujeres en la India o Marruecos ¿A qué cree que responde este fenómeno?
R. Responde a 219 años de lucha. Por situarnos en los tiempos modernos, nosotras, hablando concretamente del caso de España, llevamos 40 años ininterrumpidos de lucha feminista. El movimiento feminista es el más fuerte de los movimientos sociales del momento. El movimiento sindical está muy debilitado, al movimiento estudiantil ni se le ve, ni se le espera, el movimiento vecinal tiene unos brotes de tanto en tanto. Nosotros hemos luchado durante casi medio siglo y somos el colectivo que tenemos más víctimas. Se imagina que asesinaran a 60 taxistas este año, 70 jueces, 70 policías... ¿Qué pasaría? Nosotras sumamos las víctimas continuamente, sufrimos la más grave explotación laboral y económica. No hemos cejado en esta lucha. Quiero recordar, para que no parezca que todo el éxito es de las estadounidenses del ‘Me too’, que el 8 de marzo de 2017 ya tuvimos unas grandes movilizaciones, pero que el 7 de noviembre [de 2015] hubo la gran marcha contra la violencia que se celebró en Madrid con medio millón de personas en la calle que vinieron de toda España. Ese es un trabajo incesante, cotidiano, cualquier militante lo sabe, que no tiene éxito y publicidad cada día, pero que fructifica, que recoge la cosecha al cabo del tiempo.
Siguiendo la misma tradición, como le he dicho antes en la Transición, somos las más radicales, porque nosotras queremos transformar el mundo. El movimiento social se mueve en un momento dado por un parque en Gamonal o por una reivindicación concreta, por un ambulatorio aquí en Sabadell. El movimiento feminista se mueve por transformar la realidad, por ver cómo tenemos relaciones amorosas, sexuales, con los hijos, por ver qué haremos de la familia o de la comuna o de las relaciones humanas. Este es un planteamiento muchísimo más amplio, con mucho más futuro. El movimiento feminista en todas partes es el más fuerte.
P. ¿Cuáles habrían de ser los objetivos a medio y largo plazo del movimiento feminista en España?
R. A cortísimo plazo, mañana, hemos de acabar con la violencia contra la mujer. Se tiene que acabar eso de matarnos, de violarnos y de acosarnos sexualmente, de matar niños. Eso no puede seguir. A medio plazo, inmediato, tendríamos que participar en las campañas electorales y tener un programa político; eso es imprescindible. Porque si el feminismo no gobierna, pues quien tiene el poder es quien firma el Boletín Oficial de Estado, siempre estaremos en la calle con una pancarta. Ese no puede ser el destino de quien representa a la mitad de la población del país. Este no es un pequeño colectivo, no es la lucha de un barrio, es para construir un país donde hombres y mujeres se traten con respeto, con cariño, con simpatía, con igualdad, donde construyamos un país para todos, para que nuestros hijos y descendientes tengan una relación de igualdad y fraternidad. Pero para eso tenemos que tener poder. El poder de la calle es bueno, está bien, es imprescindible, pero al final quien legisla es quien legisla, gobierna quien gobierna, quien dicta sentencias es quien las dicta, y así tenemos las sentencias que tenemos. El movimiento feminista tiene que participar en política, por eso fundé el Partido Feminista. Al movimiento feminista le falta en este momento y le ha faltado en estos años pasados, la ambición política de llegar al poder, al gobierno.
- Las jóvenes creen que la igualdad de derechos es lo normal, el voto, el divorcio, el aborto, el matrimonio homosexual, la ley de igualdad… aunque hay muchísimos dramas como la violencia. Llegar hasta aquí ha costado 219 años de luchas de las mujeres que algunos hombres apoyaron, no lo suficiente, por supuesto. Eso es imprescindible recordarlo, catalogarlo, explicarlo. Hay que hacer una pedagogía a las generaciones jóvenes para que aprecien a sus antepasadas, que lo merecen, para que aprendan de lo que ellas sufrieron, lucharon y consiguieron y con ese bagaje hacer una estrategia para el futuro. Además, quien no tiene pasado no tiene identidad. No tiene presente y no tiene futuro.
- Las transformaciones que se hicieron eran para salir de la cutrez, de la basura de la dictadura, pero era meternos absolutamente en el sistema capitalista. Se trataba de garantizar que no nos moveríamos y que procurarían evitarlo con la monarquía, porque otros sistemas capitalistas tienen república; que la Iglesia seguiría manteniendo si no su poder moral e ideológico, porque ya casi nadie cree en ella, sí su poder económico; que entraríamos en el Mercado Común, en las condiciones que lo hicimos, y por supuesto en la OTAN. Y eso es el régimen del 78 y que nadie lo disimule porque así es.
- Aún con esta historia pasada, la ONU ha dicho que los delitos de lesa humanidad no se pueden amnistiar. Argentina eliminó la ley de punto final y se han seguido montones de procesos contra torturadores y políticos, como en Chile y Portugal. España es una excepción. Es el país que tiene más desaparecidos después de Camboya ¿Esto es soportable? ¿Esto es defendible?
- ¿No estaban en la cocina hace dos días? Y ahora resulta que se sientan al lado, te llevan la contraria, protestan y encima están enfadadas siempre porque nunca están contentas con nada... ¿Qué incordio, no? Sobre todo las cúpulas empresariales que terminan sus pactos en los burdeles... ¿Eso cómo lo vas a hacer cuando están las mujeres allá? Además, las reuniones interminables, con las copas y no sé qué y a las doce de la noche aún no han vuelto a casa; pero ellas tienen que volver a las siete porque el niño vuelve del colegio, hay que hacer la cena... todo esto es un desorden, el antiguo orden era mucho más normal.
- Las relaciones sexuales han de ser libres, voluntarias y gratuitas. Satisfacer a las dos personas sin pago ninguno y sin explotación ninguna. En este momento, tenemos en España medio millón de mujeres traficadas de África, de América que pasan por todos los puticlubs de las carreteras de nuestro país. Están encerradas en las casas de masaje y en los burdeles para satisfacción de unos tipos que, por lo visto, no pueden tener satisfacción con una mujer en igualdad de condiciones, en un país donde hemos acabado con los prejuicios y trabas que teníamos durante la dictadura.
NOTA DE IGLU: No deja de ser curioso que la señora Lidia Falcón utilice (al parecer de forma habitaul y sin cuestionárselo) el plural del masculino como genérico ('nosotros', 'todos'...). En su particular universo tampoco parece que considere a las lesbianas como mjeres, sino trocitos de otro 'nosotros'. Las mujeres bisexuales tampoco le conciernen, parece. Del tema 'trans' es mejor ni hablar, que 'nos lo ve' (así, en masculino transfóbico), que 'sólo hablan de ellos'; en fin, que la trastornan bastante. Ahora bien, que afirme, con rotundidad, que en este momento en España hay 'medio millón de mujeres traficadas' es un auténtico despropósito: algunas estimaciones hablan de que serían unas cien mil mujeres las que podrían dedicarse al trabajo sexual. Y, lo de siempre, si le consta tal trata de mujeres (o personas) debería dedicarse a instruir, una tras otra, las correspondientes denuncias.
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