Imagen: Pikara / Alexis Tsipras |
Muchas feministas participan en Syriza y no son pocas las que ayer celebraron su contundente victoria. Pero la escasa atención mostrada por la coalición de izquierda hacia la agenda de derechos de las mujeres y las personas LGTBI en campaña hace prever que la movilización feminista será imprescindible para lograr cambios en temas como la violencia de género o la ley de parejas de hecho.
Hibai Arbide Aza | Pikara, 2015-01-26
http://www.pikaramagazine.com/2015/01/que-pueden-esperar-los-feminismos-del-gobierno-de-syriza/
Alexis Tsipras sube al escenario para celebrar la victoria electoral. En las primeras filas de la multitud que le espera ondean decenas de banderas moradas. Un poco más atrás, bandera>s rojas, verdes, arcoíris y banderas de infinidad de partidos de la izquierda europea. Viendo la posición privilegiada del violeta se podría creer que la Coalición de Izquierda Radical (SYRIZA) reserva un lugar destacado a las reivindicaciones feministas. Por desgracia, no es así.
De hecho, tal y como destacaba el editorial de la publicación feminista To mov hay temas de los que no se ha oído hablar en la campaña electoral: la desigualdad salarial, la violencia machista, el trabajo doméstico no remunerado. Ni siquiera hemos oído promesas de cambio sobre estos temas.
Hace unos días, este artículo resaltaba que en sus spots electorales los candidatos de los partidos conservadores griegos sólo se dirigen a chicos. Afirmaba que al parecer, las griegas no merecen que los políticos les expliquen nada. No era del todo preciso. Roge, un asturiano residente en Grecia, hacía una interesante observación: hay un partido que en su anuncio electoral sí se dirigió específicamente a las jóvenes… Con un resultado igual o más machista que los anteriores.
To Potami -17 escaños conseguidos- no han tenido otra ocurrencia que sexualizar a las nuevas votantes y referirse a la cita electoral como “la primera vez” reproduciendo todos y cada uno de los tópicos que el heteropatriarcado pretende imponer a la pérdida de la virginidad femenina: la primera vez es memorable, él (no puede ser ella, claro, es Él) debe ser un hombre de fiar, sus intenciones deben ser honestas, que no se aproveche de ti, te debe demostrar seguridad, debe respetarte, etcétera.
“En Grecia, las cuestiones de género y el feminismo están relegados, incluso dentro de los partidos de izquierda y los movimientos sociales” asegura Roge. A mí siempre me resulta un poco incómodo cuando alguien dice desde Madrid, Barcelona o Bilbao algo tipo “en Grecia queda mucho por avanzar en temas de género”. No porque no sea cierto, sino porque pudiera dar la sensación de que en el Estado español hay motivos para presumir. Pero Roge lo dice desde Thessaloniki y tiene razón: en Grecia siempre hay temas a los que se les da mayor importancia.
“Las principales víctimas de la crisis somos las mujeres”, dice tajante Vasilakaki, una profesora de adultos ateniense. “Los índices de pobreza son mayores en las mujeres que en los hombres, igual que el paro. Los recortes sociales implican un aumento de los trabajos de cuidados que recae en nosotras. Hay muchos suicidios de mujeres… Por si fuera poco, la crisis está teniendo efectos colaterales de los que nadie habla. Muchos hombres en paro no son capaces de asumir su situación. Están educados para ser los que traen la comida a casa; la falta de ingresos les provoca frustración y eso se traduce en un aumento de la violencia de género”. Desde 1986, la interrupción voluntaria del embarazo es libre durante las primeras 12 semanas y la cubre la seguridad social. El problema es que, con la crisis, millones de personas se han quedado sin cobertura sanitaria, lo que ha ocasionado un repunte de abortos inseguros.
Bolota, también ateniense, militante de Syriza y participante desde hace muchos años en movimientos sociales, asiente y añade: “Las mujeres están teniendo que buscarse la vida y tomar las riendas de la casa. Lo hacen a través de las asociaciones de apoyo mutuo en sus barrios como Solidaridad Para Todos”. Solidarity 4 All es una red que coordina asambleas de barrio, clínicas sociales, comedores, bancos de alimentos, iniciativas para garantizar el acceso a la vivienda o los suministros básicos. Está formada mayoritariamente por mujeres y se extiende por toda Grecia, contando con más de 400 nodos.
Otro de los ejemplos de dignidad es la coordinadora de limpiadoras en lucha. Su movilización se ha convertido en un símbolo contra la austeridad, uno de los pocos que despierta simpatías unitarias desde la enorme movilización indignada vivida los años 2011 y 2012. Son parte de las 595 mujeres que limpiaban las oficinas del Ministerio de Hacienda, hasta que fueron despedidas en septiembre de 2013 por orden de la Troika y sustituidas por una subcontrata. 11.500 funcionarias fueron despedidas en total.
Evangelia Alexaki, una de sus portavoces, explica que llevan 266 días acampadas en la entrada del Ministerio. “La Troika ha llevado a Grecia a una crisis humanitaria. La situación es dramática, no hay margen para más recortes: hay hambre, millón y medio de desempleados, un alarmante paro juvenil, 7.500 suicidios de los que nadie habla… Es un problema de toda Europa, por lo que debemos responder juntas. Debemos intentar unirnos contra los programas de ajustes y crear una nueva Europa fraternal opuesta a la Europa de Merkel y los bancos”.
“Lo curioso es que en Grecia hay muchas mujeres que tienen prácticas feministas pero que, si les preguntas, te dicen que ellas no son feministas” dice Vasilakaki. “Son mujeres que practican la solidaridad mutua, que se rebelan consciente o inconscientemente contra los roles asignados, que están empoderadas pero que, lamentablemente, no se definen como feministas. Asocian la palabra feminismo a determinadas asociaciones de mujeres de clase alta que no hablan de estos temas”.
En realidad, en Grecia no existe sólo ese tipo de asociaciones de mujeres; también hay organizaciones, colectivos y grupos que conjugan la infinidad de matices de las diferentes corrientes feministas. Desde las más clásicas y mayoritarias hasta los feminismos autónomos más radicales. Hay varias publicaciones periódicas y programas de radio, tanto en Atenas como en otras ciudades. Expresiones como el feminismo queer o el transfeminismo son aún muy incipientes. Para hacernos una idea, en la manifestación convocada por la Coordinadora Trans de Atenas el pasado 25 de noviembre no éramos más de 200 personas -en una ciudad que roza los 7 millones de habitantes-.
Tsipiras y los derechos LGTB
El programa de Syriza es muy insuficiente en ese sentido. Aunque muchas feministas participan en Syriza y no son pocas las que ayer celebraron su victoria, en su propuesta de gobierno durante la campaña sólo han incidido en proponer igualdad salarial entre hombres y mujeres y en reformar la constitución para garantizar la separación Iglesia-Estado.
Una de las cuestiones más criticadas durante las últimas semanas de campaña fueron las declaraciones LGTBfóbicas de Tsipras, que calificó de “asunto científicamente controvertido” la adopción de niñas por parte de parejas de gays y lesbianas. Muchas voces tanto dentro como fuera de la formación de izquierdas recordaron que tales palabras son una opinión personal del candidato que atentan contra el sentido común y contra los estatutos del propio partido, que incluyen varias cláusulas para garantizar la “no discriminación de gays, lesbianas y transexuales”.
Bolota lo tiene claro: “Ganar las elecciones es difícil, pero a partir del 26 empieza lo realmente importante. No podemos creer que con estar en el gobierno ya está todo hecho. Tenemos que tener claro que para que cumplamos nuestro programa y para que, como queremos nosotras, vayamos más allá de él en cuestiones como la ley de parejas de hecho, la adopción, la prevención de la violencia de género, etc. la movilización será imprescindible”.
Debemos entender que Syriza es, ante todo, un instrumento para no pagar la deuda. Esto no significa que, como ha sido habitual tanto en la izquierda como en la derecha, las políticas de igualdad deban quedar relegadas a un segundo plano. Al contrario, significa por un lado que el impago es condición sine qua non para desarrollar cualquier política social y de igualdad. Y por otro, que Syriza no es un espacio exento de contradicciones y conflictos internos. Será, por eso mismo, un gobierno susceptible de ser presionado tanto desde dentro como desde fuera. Tras la victoria electoral, queda todo por ganar.
De hecho, tal y como destacaba el editorial de la publicación feminista To mov hay temas de los que no se ha oído hablar en la campaña electoral: la desigualdad salarial, la violencia machista, el trabajo doméstico no remunerado. Ni siquiera hemos oído promesas de cambio sobre estos temas.
Hace unos días, este artículo resaltaba que en sus spots electorales los candidatos de los partidos conservadores griegos sólo se dirigen a chicos. Afirmaba que al parecer, las griegas no merecen que los políticos les expliquen nada. No era del todo preciso. Roge, un asturiano residente en Grecia, hacía una interesante observación: hay un partido que en su anuncio electoral sí se dirigió específicamente a las jóvenes… Con un resultado igual o más machista que los anteriores.
To Potami -17 escaños conseguidos- no han tenido otra ocurrencia que sexualizar a las nuevas votantes y referirse a la cita electoral como “la primera vez” reproduciendo todos y cada uno de los tópicos que el heteropatriarcado pretende imponer a la pérdida de la virginidad femenina: la primera vez es memorable, él (no puede ser ella, claro, es Él) debe ser un hombre de fiar, sus intenciones deben ser honestas, que no se aproveche de ti, te debe demostrar seguridad, debe respetarte, etcétera.
“En Grecia, las cuestiones de género y el feminismo están relegados, incluso dentro de los partidos de izquierda y los movimientos sociales” asegura Roge. A mí siempre me resulta un poco incómodo cuando alguien dice desde Madrid, Barcelona o Bilbao algo tipo “en Grecia queda mucho por avanzar en temas de género”. No porque no sea cierto, sino porque pudiera dar la sensación de que en el Estado español hay motivos para presumir. Pero Roge lo dice desde Thessaloniki y tiene razón: en Grecia siempre hay temas a los que se les da mayor importancia.
“Las principales víctimas de la crisis somos las mujeres”, dice tajante Vasilakaki, una profesora de adultos ateniense. “Los índices de pobreza son mayores en las mujeres que en los hombres, igual que el paro. Los recortes sociales implican un aumento de los trabajos de cuidados que recae en nosotras. Hay muchos suicidios de mujeres… Por si fuera poco, la crisis está teniendo efectos colaterales de los que nadie habla. Muchos hombres en paro no son capaces de asumir su situación. Están educados para ser los que traen la comida a casa; la falta de ingresos les provoca frustración y eso se traduce en un aumento de la violencia de género”. Desde 1986, la interrupción voluntaria del embarazo es libre durante las primeras 12 semanas y la cubre la seguridad social. El problema es que, con la crisis, millones de personas se han quedado sin cobertura sanitaria, lo que ha ocasionado un repunte de abortos inseguros.
Bolota, también ateniense, militante de Syriza y participante desde hace muchos años en movimientos sociales, asiente y añade: “Las mujeres están teniendo que buscarse la vida y tomar las riendas de la casa. Lo hacen a través de las asociaciones de apoyo mutuo en sus barrios como Solidaridad Para Todos”. Solidarity 4 All es una red que coordina asambleas de barrio, clínicas sociales, comedores, bancos de alimentos, iniciativas para garantizar el acceso a la vivienda o los suministros básicos. Está formada mayoritariamente por mujeres y se extiende por toda Grecia, contando con más de 400 nodos.
Otro de los ejemplos de dignidad es la coordinadora de limpiadoras en lucha. Su movilización se ha convertido en un símbolo contra la austeridad, uno de los pocos que despierta simpatías unitarias desde la enorme movilización indignada vivida los años 2011 y 2012. Son parte de las 595 mujeres que limpiaban las oficinas del Ministerio de Hacienda, hasta que fueron despedidas en septiembre de 2013 por orden de la Troika y sustituidas por una subcontrata. 11.500 funcionarias fueron despedidas en total.
Evangelia Alexaki, una de sus portavoces, explica que llevan 266 días acampadas en la entrada del Ministerio. “La Troika ha llevado a Grecia a una crisis humanitaria. La situación es dramática, no hay margen para más recortes: hay hambre, millón y medio de desempleados, un alarmante paro juvenil, 7.500 suicidios de los que nadie habla… Es un problema de toda Europa, por lo que debemos responder juntas. Debemos intentar unirnos contra los programas de ajustes y crear una nueva Europa fraternal opuesta a la Europa de Merkel y los bancos”.
“Lo curioso es que en Grecia hay muchas mujeres que tienen prácticas feministas pero que, si les preguntas, te dicen que ellas no son feministas” dice Vasilakaki. “Son mujeres que practican la solidaridad mutua, que se rebelan consciente o inconscientemente contra los roles asignados, que están empoderadas pero que, lamentablemente, no se definen como feministas. Asocian la palabra feminismo a determinadas asociaciones de mujeres de clase alta que no hablan de estos temas”.
En realidad, en Grecia no existe sólo ese tipo de asociaciones de mujeres; también hay organizaciones, colectivos y grupos que conjugan la infinidad de matices de las diferentes corrientes feministas. Desde las más clásicas y mayoritarias hasta los feminismos autónomos más radicales. Hay varias publicaciones periódicas y programas de radio, tanto en Atenas como en otras ciudades. Expresiones como el feminismo queer o el transfeminismo son aún muy incipientes. Para hacernos una idea, en la manifestación convocada por la Coordinadora Trans de Atenas el pasado 25 de noviembre no éramos más de 200 personas -en una ciudad que roza los 7 millones de habitantes-.
Tsipiras y los derechos LGTB
El programa de Syriza es muy insuficiente en ese sentido. Aunque muchas feministas participan en Syriza y no son pocas las que ayer celebraron su victoria, en su propuesta de gobierno durante la campaña sólo han incidido en proponer igualdad salarial entre hombres y mujeres y en reformar la constitución para garantizar la separación Iglesia-Estado.
Una de las cuestiones más criticadas durante las últimas semanas de campaña fueron las declaraciones LGTBfóbicas de Tsipras, que calificó de “asunto científicamente controvertido” la adopción de niñas por parte de parejas de gays y lesbianas. Muchas voces tanto dentro como fuera de la formación de izquierdas recordaron que tales palabras son una opinión personal del candidato que atentan contra el sentido común y contra los estatutos del propio partido, que incluyen varias cláusulas para garantizar la “no discriminación de gays, lesbianas y transexuales”.
Bolota lo tiene claro: “Ganar las elecciones es difícil, pero a partir del 26 empieza lo realmente importante. No podemos creer que con estar en el gobierno ya está todo hecho. Tenemos que tener claro que para que cumplamos nuestro programa y para que, como queremos nosotras, vayamos más allá de él en cuestiones como la ley de parejas de hecho, la adopción, la prevención de la violencia de género, etc. la movilización será imprescindible”.
Debemos entender que Syriza es, ante todo, un instrumento para no pagar la deuda. Esto no significa que, como ha sido habitual tanto en la izquierda como en la derecha, las políticas de igualdad deban quedar relegadas a un segundo plano. Al contrario, significa por un lado que el impago es condición sine qua non para desarrollar cualquier política social y de igualdad. Y por otro, que Syriza no es un espacio exento de contradicciones y conflictos internos. Será, por eso mismo, un gobierno susceptible de ser presionado tanto desde dentro como desde fuera. Tras la victoria electoral, queda todo por ganar.
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