Imagen: Diagonal / Simona Pampallona |
Fefa Vila | Diagonal, 2015-07-03
https://www.diagonalperiodico.net/cuerpo/27128-contra-heterosexismo-global-y-sus-aberraciones.html
Como activista del movimiento queer-feminista he asistido en las tres últimas décadas a transformaciones sociales, de más o menos calado, para sujetos LGTTBI, y he sido testigo directa de la redefinición de sus estrategias y objetivos políticos. También he compartido cierto desánimo al observar la irrupción de un amplio proceso de desmovilización e institucionalización de un movimiento que, en la medida que se ampliaba en número, articulaba su identidad y reconocimiento en los ritos, hábitos y relaciones consumistas propios del capitalismo global.
En esta deriva, considero que el movimiento LGTTBI, lejos de redefinir la agenda política española, está integrando su existencia en la homologación de derechos dentro del actual marco heteropatriarcal, que define la familia, la propiedad, el derecho al propio cuerpo y la política sexual como norma y matriz.
Ello estaría impidiendo desplazamientos hacia otro modelo de existencia o producción social que en algún momento abanderamos y creíamos posible en el Estado español.
En esta coyuntura, la izquierda de base marxista no pocas veces ha tratado al movimiento LGTTBI como una extravagancia o muestra de particularidades injustificadas que han fragmentado su estrategia.
Así, mientras el capitalismo nos integra en su deseo para incrementar plusvalías, la izquierda nos empuja a renunciar a una agenda política propia que pueda alterar la vida en sus prácticas, significados y construcciones, en campos como las leyes, la medicina, la ciencia y sus tecnologías, las políticas de inmigración y naturalización del género, las políticas sociales y de empleo, o el reconocimiento de otros modelos familiares. Lejos de ello, los sujetos sociales LGTTBI se institucionalizan como aberrantes, anómalos o demasiado particulares.
El momento político actual debería armonizar un proceso de integración y sinergias que incluya las luchas por la sexualidad en toda su complejidad y potencialidad a la hora de ampliar la libertad y la felicidad de la ciudadanía.
En esta deriva, considero que el movimiento LGTTBI, lejos de redefinir la agenda política española, está integrando su existencia en la homologación de derechos dentro del actual marco heteropatriarcal, que define la familia, la propiedad, el derecho al propio cuerpo y la política sexual como norma y matriz.
Ello estaría impidiendo desplazamientos hacia otro modelo de existencia o producción social que en algún momento abanderamos y creíamos posible en el Estado español.
En esta coyuntura, la izquierda de base marxista no pocas veces ha tratado al movimiento LGTTBI como una extravagancia o muestra de particularidades injustificadas que han fragmentado su estrategia.
Así, mientras el capitalismo nos integra en su deseo para incrementar plusvalías, la izquierda nos empuja a renunciar a una agenda política propia que pueda alterar la vida en sus prácticas, significados y construcciones, en campos como las leyes, la medicina, la ciencia y sus tecnologías, las políticas de inmigración y naturalización del género, las políticas sociales y de empleo, o el reconocimiento de otros modelos familiares. Lejos de ello, los sujetos sociales LGTTBI se institucionalizan como aberrantes, anómalos o demasiado particulares.
El momento político actual debería armonizar un proceso de integración y sinergias que incluya las luchas por la sexualidad en toda su complejidad y potencialidad a la hora de ampliar la libertad y la felicidad de la ciudadanía.
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