La Escuela de Empoderamiento finaliza una nueva y exitosa edición del taller de autodefensa feminista.
Elene Arandia | El Diario Vasco, 2015-11-07
http://www.diariovasco.com/tolosa-goierri/201511/07/maitena-monroy-experta-violencia-20151107011822-v.html
Con el mes de octubre ha finalizado una de las doce actividades programadas para el primer trimestre del curso de la Escuela de Empoderamiento. La experta en violencia de género y profesora Maitena Monroy es quien desde hace aproximadamente diez años dirige este espacio de autodefensa feminista en la casa de cultura, aplicable a la vida cotidiana y dirigida a especialmente a las mujeres a identificar las agresiones y analizar el origen y construcción de la violencia en todos sus aspectos, así como sus consecuencias.
-No es la primera vez que imparte este taller en Tolosa. ¿Qué valoración hace de todo este tiempo?
-Hace aproximadamente diez años que comencé a darlo. Cada año el área de igualdad sigue apostando por la autodefensa feminista como herramienta de empoderamiento para las mujeres de Tolosa. En todo este tiempo, quizás, el cambio más significativo es la capacidad para llegar a mujeres de muy distinto ámbito, edad, etc. Es decir, no hay tanta reticencia a acercarse a los espacios de empoderamiento y se perciben como espacios propios en los que poder compartir experiencias para ampliar nuestra capacidad de participación social.
-El perfil del público asistente ha sido muy variado. ¿Es habitual en sus talleres o prevalece otro tipo de público, quizás más juvenil?
-Sí, normalmente los cursos atraen a mujeres muy diversas. En los últimos años, el perfil está cambiando, antes se acercaban mujeres más jóvenes, aunque el rango de edad más habitual es el que va de los 30 a los 50 años.
-¿En qué consiste este taller?
-Tiene una parte teórica que supone aproximadamente el 70% en la que explicamos el origen de la violencia, el marco de relaciones de desigualdad y las múltiples expresiones de violencia que podemos sufrir las mujeres. No es posible entender la violencia sexista sin explicar el escenario de desigualdad. Después, desarrollamos una parte práctica, en la que resolvemos situaciones de violencia directa.
-¿Y qué conclusiones ha sacado?
-Ha sido un taller muy interesante por la diversidad de mujeres. Las conclusiones son difíciles de extrapolar poque cada curso es diferente en función de la asistencia, aunque, una de las constantes en los últimos años es la necesidad de seguir visibilizando el impacto de la desigualdad y de la violencia sobre la vida de las mujeres, sean del lugar que sean. Es decir, que volvemos a hablar de ello como una expresión de la necesidad de romper con el falso espejismo de la igualdad porque cada vez más mujeres se sienten estafadas en la puesta en práctica de sus derechos.
-Puede que el lector piense que es una clase práctica de defensa personal. ¿Por qué no incorporar algo de esta práctica?
-Claro, siempre la teoría debe contener un apartado en el que se pueda desarrollar una práctica. A pesar de todos los logros, las mujeres seguimos siendo agredidas, acosadas, violadas, asesinadas... Frente a esta realidad hay que dotarse de recursos personales y colectivos que permitan poder actuar en lo concreto.
-Menciona que es necesario recurrir al origen del problema.
-El problema, como decía antes es la desigualdad, el doble rasero con el que medimos las cosas que conlleva que sigamos pensando que hombres y mujeres somos desiguales en derechos. Cada época y contexto aplican nuevas estrategias para mantener 'las cosas como están'. Yo creo que en estas latitudes caló la idea de que la igualdad ya estaba alcanzada y nos hemos relajado mientras que la maquinaria sexista no lo ha hecho.
-¿Cómo se identifican las agresiones y se analiza el origen y construcción de la violencia?
-Como un instrumento del sistema para mantener a las mujeres sometidas y también como una expresión de la resistencia de los hombres machistas a la igualdad. Venimos de una sociedad que negaba los derechos más elementales a las mujeres y en pocas décadas hemos dado pasos de gigantes, podemos estudiar, votar, trabajar fuera de casa sin pedir permiso al marido, pero sigue habiendo una importante brecha para alcanzar la igualdad. Nuevamente, nos toca explicar que es un concepto político, no físico o biológico.
-«Una vez que empiezas a ver las posturas sexistas no dejas de verlas». ¿No es frustrante?
-No, todo lo contrario, es una esperanza, es el único camino para avanzar. Para poder modificar algo tenemos que ver qué es lo que queremos cambiar, no vaya a ser que por no ver continuemos teniendo prácticas sexistas sin darnos cuenta.
-Dice que la sociedad vive sujeta a automatismos sexistas, y que aunque intente cambiar sus hábitos están siempre latentes. ¿Es cuestión de tiempo?
-Claro, estoy convencida de que algún día conseguiremos que la justicia social y la igualdad sean nuestras normas de convivencia. Es una cuestión que no solo compete a la educación, trabajar a favor de la igualdad implica actuar en la escuela, en los medios de comunicación, en el parque, en el trabajo, en las instituciones... Todas las personas somos colaboradoras necesarias para mantener este sistema, y por tanto tenemos el poder para transformarlo, si queremos. Debe de ser una actuación social conjunta, transversal y en la que todas las personas, o al menos una gran mayoría, actuemos en la misma dirección.
-¿Cómo se debe gestionar este conflicto?
-Desde la negociación que tiene que tener como base el respeto hacia los demás y la igualdad. Los conflictos no son malos y además son inevitables, son una forma de aprender a relacionarnos viendo también a la otra persona y sus intereses. Lo que es insano es una mala gestión y por extensión, una resolución violenta o impositiva de los conflictos. Normalizando la desigualdad, comprando rosa o azul, sin interrogarnos porqué, pensando que es 'lo normal' y que no tiene repercusiones.
-«La mujer está educada en el terror sexual».
-Así es. En la amenaza de que algo nos puede pasar por ser mujeres, pero no nos dicen que podemos hacer frente a la violencia sexista, solo que tengamos cuidado como si dependiera de nosotras controlar la voluntad de los agresores. Estos mensajes responsabilizan a las mujeres de la violencia que puedan sufrir y no sirven para el autocuidado sino para el control a través del terror. No es posible actuar frente a lo indefinido, pero podemos actuar frente a las situaciones de violencia, que sí están bien definidas.
-No es la primera vez que imparte este taller en Tolosa. ¿Qué valoración hace de todo este tiempo?
-Hace aproximadamente diez años que comencé a darlo. Cada año el área de igualdad sigue apostando por la autodefensa feminista como herramienta de empoderamiento para las mujeres de Tolosa. En todo este tiempo, quizás, el cambio más significativo es la capacidad para llegar a mujeres de muy distinto ámbito, edad, etc. Es decir, no hay tanta reticencia a acercarse a los espacios de empoderamiento y se perciben como espacios propios en los que poder compartir experiencias para ampliar nuestra capacidad de participación social.
-El perfil del público asistente ha sido muy variado. ¿Es habitual en sus talleres o prevalece otro tipo de público, quizás más juvenil?
-Sí, normalmente los cursos atraen a mujeres muy diversas. En los últimos años, el perfil está cambiando, antes se acercaban mujeres más jóvenes, aunque el rango de edad más habitual es el que va de los 30 a los 50 años.
-¿En qué consiste este taller?
-Tiene una parte teórica que supone aproximadamente el 70% en la que explicamos el origen de la violencia, el marco de relaciones de desigualdad y las múltiples expresiones de violencia que podemos sufrir las mujeres. No es posible entender la violencia sexista sin explicar el escenario de desigualdad. Después, desarrollamos una parte práctica, en la que resolvemos situaciones de violencia directa.
-¿Y qué conclusiones ha sacado?
-Ha sido un taller muy interesante por la diversidad de mujeres. Las conclusiones son difíciles de extrapolar poque cada curso es diferente en función de la asistencia, aunque, una de las constantes en los últimos años es la necesidad de seguir visibilizando el impacto de la desigualdad y de la violencia sobre la vida de las mujeres, sean del lugar que sean. Es decir, que volvemos a hablar de ello como una expresión de la necesidad de romper con el falso espejismo de la igualdad porque cada vez más mujeres se sienten estafadas en la puesta en práctica de sus derechos.
-Puede que el lector piense que es una clase práctica de defensa personal. ¿Por qué no incorporar algo de esta práctica?
-Claro, siempre la teoría debe contener un apartado en el que se pueda desarrollar una práctica. A pesar de todos los logros, las mujeres seguimos siendo agredidas, acosadas, violadas, asesinadas... Frente a esta realidad hay que dotarse de recursos personales y colectivos que permitan poder actuar en lo concreto.
-Menciona que es necesario recurrir al origen del problema.
-El problema, como decía antes es la desigualdad, el doble rasero con el que medimos las cosas que conlleva que sigamos pensando que hombres y mujeres somos desiguales en derechos. Cada época y contexto aplican nuevas estrategias para mantener 'las cosas como están'. Yo creo que en estas latitudes caló la idea de que la igualdad ya estaba alcanzada y nos hemos relajado mientras que la maquinaria sexista no lo ha hecho.
-¿Cómo se identifican las agresiones y se analiza el origen y construcción de la violencia?
-Como un instrumento del sistema para mantener a las mujeres sometidas y también como una expresión de la resistencia de los hombres machistas a la igualdad. Venimos de una sociedad que negaba los derechos más elementales a las mujeres y en pocas décadas hemos dado pasos de gigantes, podemos estudiar, votar, trabajar fuera de casa sin pedir permiso al marido, pero sigue habiendo una importante brecha para alcanzar la igualdad. Nuevamente, nos toca explicar que es un concepto político, no físico o biológico.
-«Una vez que empiezas a ver las posturas sexistas no dejas de verlas». ¿No es frustrante?
-No, todo lo contrario, es una esperanza, es el único camino para avanzar. Para poder modificar algo tenemos que ver qué es lo que queremos cambiar, no vaya a ser que por no ver continuemos teniendo prácticas sexistas sin darnos cuenta.
-Dice que la sociedad vive sujeta a automatismos sexistas, y que aunque intente cambiar sus hábitos están siempre latentes. ¿Es cuestión de tiempo?
-Claro, estoy convencida de que algún día conseguiremos que la justicia social y la igualdad sean nuestras normas de convivencia. Es una cuestión que no solo compete a la educación, trabajar a favor de la igualdad implica actuar en la escuela, en los medios de comunicación, en el parque, en el trabajo, en las instituciones... Todas las personas somos colaboradoras necesarias para mantener este sistema, y por tanto tenemos el poder para transformarlo, si queremos. Debe de ser una actuación social conjunta, transversal y en la que todas las personas, o al menos una gran mayoría, actuemos en la misma dirección.
-¿Cómo se debe gestionar este conflicto?
-Desde la negociación que tiene que tener como base el respeto hacia los demás y la igualdad. Los conflictos no son malos y además son inevitables, son una forma de aprender a relacionarnos viendo también a la otra persona y sus intereses. Lo que es insano es una mala gestión y por extensión, una resolución violenta o impositiva de los conflictos. Normalizando la desigualdad, comprando rosa o azul, sin interrogarnos porqué, pensando que es 'lo normal' y que no tiene repercusiones.
-«La mujer está educada en el terror sexual».
-Así es. En la amenaza de que algo nos puede pasar por ser mujeres, pero no nos dicen que podemos hacer frente a la violencia sexista, solo que tengamos cuidado como si dependiera de nosotras controlar la voluntad de los agresores. Estos mensajes responsabilizan a las mujeres de la violencia que puedan sufrir y no sirven para el autocuidado sino para el control a través del terror. No es posible actuar frente a lo indefinido, pero podemos actuar frente a las situaciones de violencia, que sí están bien definidas.
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