Imagen: El País / 25N, Madrid, 2015-11-25 |
Pablo Padilla · Aquí no hay playa | Público, 2015-11-27
http://blogs.publico.es/aqui-no-hay-playa/2015/11/27/y-despues-del-25n-que-pasa-en-las-instituciones/
Un año más se ha celebrado el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y en nuestro país lo hemos hecho con la resaca de la histórica marcha estatal que inundó las calles de miles de personas diciendo que no toleramos #NiUnaMenos. Por desgracia, también hemos llegado a esta señalada fecha con un cómputo de asesinatos machistas, incluso en la semana posterior a la manifestación del 7 de noviembre, insoportable para un país que se dice democrático.
Hemos visto a numerosos cargos y representantes públicos, de diferente color político, sumarse a la causa y hacerse fotos, protagonizar campañas, asistir a actos institucionales y realizar declaraciones sobre la gravedad de las violencias machistas. Hasta ahí, nada extraordinario. Lo interesante y realmente importante es lo que decimos, hacemos y aprobamos más allá de las fechas señaladas, cuando las cámaras no nos enfocan. ¿Es positivo para el imaginario colectivo ver en la portada de un periódico de tirada nacional a mujeres que ocupan puestos relevantes en formaciones políticas solidarizándose con las víctimas? Sí. Pero seamos sinceros, es insuficiente y en algunos casos resulta insultante.
Que Andrea Levy (PP) haga publicidad del 016 -número de atención a las víctimas de violencia machista- cuando el Gobierno de Mariano Rajoy externalizó el servicio y se lo concedió a una empresa que precariza las condiciones laborales y despide a mujeres embarazadas, parece una broma de mal gusto. Tampoco está exento de cierta ironía ver en dicha portada a Inés Arrimadas (Ciudadanos), cuyo partido tiene fuertes reticencias a hablar de “violencia machista” y prefiere la expresión “violencia doméstica” que enmascara y falsea la realidad. Aunque hay que reconocer que después de las últimas declaraciones del lider de la formación naranja en el acto sobre ¿igualdad?, es de agradecer que no sea el mismo Albert el que aparezca en la portada.
Más allá de las cuestiones simbólicas, que no son irrelevantes, si ponemos el foco en las políticas llevadas a cabo, nos damos cuenta de que para algunos el combate y la prevención de las violencias machistas es central en sus líneas programáticas y acción institucional mientras para otros es un simple cliché forzado por el avance social de los últimos años en esta materia.
Así vimos a Laura Pérez, concejala de Feminismos, Ciclo de Vida y LGTBI del Ayuntamiento de Barcelona, anunciar un incremento del 27% (1.1 millón de euros) en el presupuesto para atender y prevenir las violencias machistas, así como avanzar en la recogida de datos de violencia machista por distrito. O a Rita Maestre, portavoz del Ayuntamiento de Madrid, explicar en qué consistía la recién creada Comisión de Evaluación de Impacto de Género en el Presupuesto municipal.
Pero no sólo se logran avances allá donde las fuerzas del cambio han conseguido el gobierno. Desde la oposición también se puede hacer una formidable labor sobre esta materia. Así lo demuestra Ganemos Córdoba que ha solicitado la puesta en marcha de un plan municipal contra la violencia hacia las mujeres que recoja información sistemáticamente y cuente con los recursos necesarios o Ganar Móstoles, que ha propuesto al equipo de Gobierno la realización del proyecto “No sólo duelen los golpes” de Pamela Palenciano, en los centros de educación secundaria del municipio.
También es reseñable la Proposición No Legislativa que propuso Podemos en todos los parlamentos autonómicos. Esta proposición abogaba por garantizar una vivienda a las víctimas de violencia machista sin necesidad de orden de alejamiento del agresor, el cumplimiento de los tratados internacionales y la evaluación de la políticas públicas en esta materia. En Madrid se aprobó la proposición pese a los votos en contra del Partido Popular. Lo que no impidió que, días después, Cristina Cifuentes aprobara la medida de la garantía habitacional sin mencionar la autoría de la propuesta y la negativa que mostró su grupo en sede parlamentaria.
Ahora, las fuerzas políticas tienen sobre la mesa la propuesta de “pacto de país” que lanzó hace unos días Podemos referente a blindar el presupuesto, mantener las competencias de los ayuntamientos y las medidas de garantía habitacional y cumplimiento de tratados internacionales que se propusieron a nivel autonómico. ¿Mostrarán un verdadero compromiso con la erradicación y prevención o seguirán mirando a otro lado o haciendo partidismo con este problema tan grave?
Sabiendo que la violencia machista es un fenómeno complejo que hay que abordar de manera multidisciplinar y desde todos los ámbitos, nadie puede afirmar que tiene la solución para arreglarlo ipso facto. Sin embargo, la orientación de las instituciones y la innovación en las campañas (que ha demostrado Juventud SIN Futuro) para enfrentarse a esta lacra pueden marcar la diferencia.
Hemos visto a numerosos cargos y representantes públicos, de diferente color político, sumarse a la causa y hacerse fotos, protagonizar campañas, asistir a actos institucionales y realizar declaraciones sobre la gravedad de las violencias machistas. Hasta ahí, nada extraordinario. Lo interesante y realmente importante es lo que decimos, hacemos y aprobamos más allá de las fechas señaladas, cuando las cámaras no nos enfocan. ¿Es positivo para el imaginario colectivo ver en la portada de un periódico de tirada nacional a mujeres que ocupan puestos relevantes en formaciones políticas solidarizándose con las víctimas? Sí. Pero seamos sinceros, es insuficiente y en algunos casos resulta insultante.
Que Andrea Levy (PP) haga publicidad del 016 -número de atención a las víctimas de violencia machista- cuando el Gobierno de Mariano Rajoy externalizó el servicio y se lo concedió a una empresa que precariza las condiciones laborales y despide a mujeres embarazadas, parece una broma de mal gusto. Tampoco está exento de cierta ironía ver en dicha portada a Inés Arrimadas (Ciudadanos), cuyo partido tiene fuertes reticencias a hablar de “violencia machista” y prefiere la expresión “violencia doméstica” que enmascara y falsea la realidad. Aunque hay que reconocer que después de las últimas declaraciones del lider de la formación naranja en el acto sobre ¿igualdad?, es de agradecer que no sea el mismo Albert el que aparezca en la portada.
Más allá de las cuestiones simbólicas, que no son irrelevantes, si ponemos el foco en las políticas llevadas a cabo, nos damos cuenta de que para algunos el combate y la prevención de las violencias machistas es central en sus líneas programáticas y acción institucional mientras para otros es un simple cliché forzado por el avance social de los últimos años en esta materia.
Así vimos a Laura Pérez, concejala de Feminismos, Ciclo de Vida y LGTBI del Ayuntamiento de Barcelona, anunciar un incremento del 27% (1.1 millón de euros) en el presupuesto para atender y prevenir las violencias machistas, así como avanzar en la recogida de datos de violencia machista por distrito. O a Rita Maestre, portavoz del Ayuntamiento de Madrid, explicar en qué consistía la recién creada Comisión de Evaluación de Impacto de Género en el Presupuesto municipal.
Pero no sólo se logran avances allá donde las fuerzas del cambio han conseguido el gobierno. Desde la oposición también se puede hacer una formidable labor sobre esta materia. Así lo demuestra Ganemos Córdoba que ha solicitado la puesta en marcha de un plan municipal contra la violencia hacia las mujeres que recoja información sistemáticamente y cuente con los recursos necesarios o Ganar Móstoles, que ha propuesto al equipo de Gobierno la realización del proyecto “No sólo duelen los golpes” de Pamela Palenciano, en los centros de educación secundaria del municipio.
También es reseñable la Proposición No Legislativa que propuso Podemos en todos los parlamentos autonómicos. Esta proposición abogaba por garantizar una vivienda a las víctimas de violencia machista sin necesidad de orden de alejamiento del agresor, el cumplimiento de los tratados internacionales y la evaluación de la políticas públicas en esta materia. En Madrid se aprobó la proposición pese a los votos en contra del Partido Popular. Lo que no impidió que, días después, Cristina Cifuentes aprobara la medida de la garantía habitacional sin mencionar la autoría de la propuesta y la negativa que mostró su grupo en sede parlamentaria.
Ahora, las fuerzas políticas tienen sobre la mesa la propuesta de “pacto de país” que lanzó hace unos días Podemos referente a blindar el presupuesto, mantener las competencias de los ayuntamientos y las medidas de garantía habitacional y cumplimiento de tratados internacionales que se propusieron a nivel autonómico. ¿Mostrarán un verdadero compromiso con la erradicación y prevención o seguirán mirando a otro lado o haciendo partidismo con este problema tan grave?
Sabiendo que la violencia machista es un fenómeno complejo que hay que abordar de manera multidisciplinar y desde todos los ámbitos, nadie puede afirmar que tiene la solución para arreglarlo ipso facto. Sin embargo, la orientación de las instituciones y la innovación en las campañas (que ha demostrado Juventud SIN Futuro) para enfrentarse a esta lacra pueden marcar la diferencia.
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