Tiene 23 años y no es como cualquier mujer.
Daniel Rojas | Contrapunto, 2015-11-30
http://contrapunto.com/noticia/ricardo-no-es-ni-el-ni-ella-es-un-des-generado-50064/
Para las personas trans, el entendimiento y respeto a su identidad de género es una de las principales dificultades en su lucha por ser reconocidos en la sociedad. A continuación, esta historia es contada por un varón que se siente mujer.
La Miss Venezuela 1972, María Antonieta Cámpoli, lo dejó al descubierto delante de toda su familia. En el sentido metafórico de la expresión: lo sacó casi a la fuerza del clóset cuando él apenas tenía 12 años.
“Él es gay”, afirmó la exmiss reina de belleza, dejando al niño pasmado y con la sensación de que su intimidad había sido violentada.
“Ella es amiga de mi abuela. Un día estábamos hablando y, de repente, se me quedó viendo, yo estaba escribiendo en una servilleta, vio mi letra que siempre ha sido muy larga y muy femenina y dijo eso: ‘Él es gay”, recuerda Ricardo Zerpa, que hoy tiene 23 años.
Ese día marcó el resto de los siguientes, porque mientras para sus familiares lo dicho por Cámpoli no era gran sorpresa, para él era una media verdad que, paulatinamente, descubriría.
Sí, le gustan los hombres, pero no era gay y no lo es ahora: Ricardo es una mujer y es transgénero.
“No se nace mujer, se llega a serlo”
Fue en 2009, ya llegado a Caracas, cuando este barinés de crianza hizo una segunda salida del clóset, ante sus amistades, y se asumió como mujer trans.
“Al principio, yo no lo veía como algo normal, sino que esto está mal, yo me tengo que vestir así, seguir un patrón de comportamiento social, hablar de tal manera. Después, empecé a reconocerme y afirmarme como mujer, eso fue en el 2009, hace seis años. Sabía que era una mujer”, dice el joven.
Pero, no es una mujer como cualquier otra, sino una con un cuerpo de hombre.
Mientras habla, “Ricky”, como es conocido por sus amistades, permite a quien lo entrevista que lo llame de acuerdo al género que mejor le parezca, ya sea como hombre o como mujer. Eso, al menos, por los momentos.
¿Cómo prefieres que la gente se refiera a ti, como ‘él’ o ‘ella’?, es la pregunta que sale a flote entrada la conversación, desde su casa.
“No me molesta que me digan ‘él’ o ‘ella’. Me autonombro, de acuerdo con mi estado de ánimo, como mujer u hombre. A veces me levanto y me quiero poner unos tacones y otro día me da ladilla y me pregunto ¿por qué soy así?, ¿por qué no puedo ser como todos los demás?, y otros días me digo ¿por qué no puedo ser aceptado?, ¿por qué no podemos aceptar que estamos todos en el mismo mundo y ya?”, contesta, mientras, con las piernas cruzadas, aspira uno a uno una serie de cigarrillos.
¿Qué es la identidad de género?
Ricky pertenece al grupo de personas que en el mundo se consideran como trans, es decir quienes tienen un conflicto entre su sexo biológico y como se perciben físicamente, lo cual los lleva a realizar modificaciones parciales o completas de sus características sexuales externas que no se corresponden con el género con el que se sienten identificadas.
En este caso, el entrevistado en cuestión nació como un varón, pero se siente mujer, aunque eso de sentirse etiquetado tampoco le agrada.
“Yo quiero ser arbitrario y salirme del género masculino y femenino. Me gustaría crear una nueva etiqueta. O, ¿por qué no puedo ser Ricardo y ya?. De todas formas, yo soy fiel a la frase de Simone de Beauvoir: ‘No naces mujer, llegas a serlo’”, sentencia.
Esa frase, utilizada como bandera del feminismo mundial, hace referencia a que ser mujer es una construcción social que asigna a las hembras una serie de modos de comportamientos que las convierte en “mujeres”. Según esta lógica, ser mujer implica ser madre, ama de casa, entre otros roles atribuidos a ellas.
“Soy un des-generado”
Ricky se ubica entre ese grupo de personas que desafía el sistema que solo admite dos formas de ser y estar en el mundo: hombres y mujeres. Él quiere ser una persona libre de etiquetas y vivir sin ataduras.
“La mayoría de las personas trans quieren hacerse la transición sexual porque creen que así es como pueden llegar a verse ante la sociedad como una mujer. Es como decir que yo me tengo que ver como la sociedad quiere que yo me vea”, explica, enciende otro cigarrillo, y acentúa la mirada realzada con un delineado azul.
Bajo esta decisión personal, el joven mantiene una imagen andrógina, en la que no disimula sus maneras femeninas combinadas con un cuerpo estilizado de hombre y ademanes, culturalmente, asociados a la mujer.
“No sé en qué género encajo. Yo me digo el des-generado, pero sé que no soy un hombre. Soy una persona a la que le gustan los hombres. Si a ti te dejan elegir tú vas a saber que eres, pero lo tienes que descubrir por ti mismo”, asevera.
El golpe literal
El tema del transgenerismo no es el único asunto del que debe ocuparse Ricky. Él es negro y vive en una zona del este de Caracas donde vive en calidad de alquilado desde hace más de 5 años. Asegura sentirse discriminado por cuestiones de raza y género.
“Soy trans, soy negro y por aquí, por donde vivo, es probable que piensen que soy un negro malandro y marico. Hay mucha discriminación por acá”, dice.
Además de eso, a Ricky la discriminación le ha golpeado, literalmente.
“Una vez en Altamira un hombre desconocido me dio un golpe en el estómago y me dijo ¿qué, maricón, te vas a poner a pelear conmigo?. Alguien me dice ‘maricón’ y me molesta. No discuto, pero me molesta el insulto”, recuerda y deja ver un brillo de indignación que se asoma en sus ojos y en su verbo siempre filoso dispuesto a defender a ultranza su vida, su verdad.
Aunado a ello, en Venezuela las personas trans no cuentan con un marco jurídico que las proteja contra la discriminación, que sancione los crímenes de odio por transfobia y que les permita, como sí sucede en Argentina –entre otros países- el cambio legal de su género y su nombre en los documentos de identificación.
Un cuerpo sin senos y con vagina
Ese vacío legal de Venezuela les impide el acceso a terapias hormonales o a readecuaciones de sexo desde los centros públicos de salud de manera gratuita, como garantizan otros países.
Todo lo anterior es importante porque la comunidad trans recurre a las cirugías de readecuación de sexo para acoplar su identidad de género con el cuerpo.
Para las hombres que se identifican como mujeres, convertir la anatomía masculina a femenina requiere eliminar el pene, y así construir una vagina.
Después de la cirugía, el estrógeno (una hormona femenina) estimulará el desarrollo del pecho, ensanchará las caderas, inhibirá el crecimiento del vello facial y aumentará un poco el tono de voz.
Ricky rechaza casi por completo esa posibilidad radical y se abre a una discusión polémica para la misma comunidad trans.
“He pensado en no ponerme senos, pero sí vagina. Pero, después de pensar en eso, me pregunto: ¿para qué quiero tener una vagina?, ¿será que eso de verdad me va a hacer feliz?. Estoy como en el limbo todo el tiempo, porque siempre le consigo la contraparte. Pinté un cuadro sobre un hombre embarazado porque me golpeó el tema de la menstruación, no tengo ovarios ni útero, es decir, no puedo quedar embarazado”, reflexiona.
“Puedo ser mujer sin hacerme la transición, eso sería seguir el estereotipo, el patriarcado”, añade.
Quizá por esta postura le resulta tan complicado establecer una relación sentimental.
“Es muy complicado porque, ¿cómo le explico todo esto a una persona?. Dicen que le gustan los hombres y ahí entro yo y les digo: ¿qué es ser hombre?, ¿tener barba?. Yo me estaba dejando crecer la barba y luego me dije ¿por qué me tengo que dejar la barba? Yo puedo perfectamente estar así tranquilo.¡Esto es lo que hay!, ¡ámalo o adiós!”, subraya.
Es tajante y reafirma: "¡yo soy una mujer!"
La Miss Venezuela 1972, María Antonieta Cámpoli, lo dejó al descubierto delante de toda su familia. En el sentido metafórico de la expresión: lo sacó casi a la fuerza del clóset cuando él apenas tenía 12 años.
“Él es gay”, afirmó la exmiss reina de belleza, dejando al niño pasmado y con la sensación de que su intimidad había sido violentada.
“Ella es amiga de mi abuela. Un día estábamos hablando y, de repente, se me quedó viendo, yo estaba escribiendo en una servilleta, vio mi letra que siempre ha sido muy larga y muy femenina y dijo eso: ‘Él es gay”, recuerda Ricardo Zerpa, que hoy tiene 23 años.
Ese día marcó el resto de los siguientes, porque mientras para sus familiares lo dicho por Cámpoli no era gran sorpresa, para él era una media verdad que, paulatinamente, descubriría.
Sí, le gustan los hombres, pero no era gay y no lo es ahora: Ricardo es una mujer y es transgénero.
“No se nace mujer, se llega a serlo”
Fue en 2009, ya llegado a Caracas, cuando este barinés de crianza hizo una segunda salida del clóset, ante sus amistades, y se asumió como mujer trans.
“Al principio, yo no lo veía como algo normal, sino que esto está mal, yo me tengo que vestir así, seguir un patrón de comportamiento social, hablar de tal manera. Después, empecé a reconocerme y afirmarme como mujer, eso fue en el 2009, hace seis años. Sabía que era una mujer”, dice el joven.
Pero, no es una mujer como cualquier otra, sino una con un cuerpo de hombre.
Mientras habla, “Ricky”, como es conocido por sus amistades, permite a quien lo entrevista que lo llame de acuerdo al género que mejor le parezca, ya sea como hombre o como mujer. Eso, al menos, por los momentos.
¿Cómo prefieres que la gente se refiera a ti, como ‘él’ o ‘ella’?, es la pregunta que sale a flote entrada la conversación, desde su casa.
“No me molesta que me digan ‘él’ o ‘ella’. Me autonombro, de acuerdo con mi estado de ánimo, como mujer u hombre. A veces me levanto y me quiero poner unos tacones y otro día me da ladilla y me pregunto ¿por qué soy así?, ¿por qué no puedo ser como todos los demás?, y otros días me digo ¿por qué no puedo ser aceptado?, ¿por qué no podemos aceptar que estamos todos en el mismo mundo y ya?”, contesta, mientras, con las piernas cruzadas, aspira uno a uno una serie de cigarrillos.
¿Qué es la identidad de género?
Ricky pertenece al grupo de personas que en el mundo se consideran como trans, es decir quienes tienen un conflicto entre su sexo biológico y como se perciben físicamente, lo cual los lleva a realizar modificaciones parciales o completas de sus características sexuales externas que no se corresponden con el género con el que se sienten identificadas.
En este caso, el entrevistado en cuestión nació como un varón, pero se siente mujer, aunque eso de sentirse etiquetado tampoco le agrada.
“Yo quiero ser arbitrario y salirme del género masculino y femenino. Me gustaría crear una nueva etiqueta. O, ¿por qué no puedo ser Ricardo y ya?. De todas formas, yo soy fiel a la frase de Simone de Beauvoir: ‘No naces mujer, llegas a serlo’”, sentencia.
Esa frase, utilizada como bandera del feminismo mundial, hace referencia a que ser mujer es una construcción social que asigna a las hembras una serie de modos de comportamientos que las convierte en “mujeres”. Según esta lógica, ser mujer implica ser madre, ama de casa, entre otros roles atribuidos a ellas.
“Soy un des-generado”
Ricky se ubica entre ese grupo de personas que desafía el sistema que solo admite dos formas de ser y estar en el mundo: hombres y mujeres. Él quiere ser una persona libre de etiquetas y vivir sin ataduras.
“La mayoría de las personas trans quieren hacerse la transición sexual porque creen que así es como pueden llegar a verse ante la sociedad como una mujer. Es como decir que yo me tengo que ver como la sociedad quiere que yo me vea”, explica, enciende otro cigarrillo, y acentúa la mirada realzada con un delineado azul.
Bajo esta decisión personal, el joven mantiene una imagen andrógina, en la que no disimula sus maneras femeninas combinadas con un cuerpo estilizado de hombre y ademanes, culturalmente, asociados a la mujer.
“No sé en qué género encajo. Yo me digo el des-generado, pero sé que no soy un hombre. Soy una persona a la que le gustan los hombres. Si a ti te dejan elegir tú vas a saber que eres, pero lo tienes que descubrir por ti mismo”, asevera.
El golpe literal
El tema del transgenerismo no es el único asunto del que debe ocuparse Ricky. Él es negro y vive en una zona del este de Caracas donde vive en calidad de alquilado desde hace más de 5 años. Asegura sentirse discriminado por cuestiones de raza y género.
“Soy trans, soy negro y por aquí, por donde vivo, es probable que piensen que soy un negro malandro y marico. Hay mucha discriminación por acá”, dice.
Además de eso, a Ricky la discriminación le ha golpeado, literalmente.
“Una vez en Altamira un hombre desconocido me dio un golpe en el estómago y me dijo ¿qué, maricón, te vas a poner a pelear conmigo?. Alguien me dice ‘maricón’ y me molesta. No discuto, pero me molesta el insulto”, recuerda y deja ver un brillo de indignación que se asoma en sus ojos y en su verbo siempre filoso dispuesto a defender a ultranza su vida, su verdad.
Aunado a ello, en Venezuela las personas trans no cuentan con un marco jurídico que las proteja contra la discriminación, que sancione los crímenes de odio por transfobia y que les permita, como sí sucede en Argentina –entre otros países- el cambio legal de su género y su nombre en los documentos de identificación.
Un cuerpo sin senos y con vagina
Ese vacío legal de Venezuela les impide el acceso a terapias hormonales o a readecuaciones de sexo desde los centros públicos de salud de manera gratuita, como garantizan otros países.
Todo lo anterior es importante porque la comunidad trans recurre a las cirugías de readecuación de sexo para acoplar su identidad de género con el cuerpo.
Para las hombres que se identifican como mujeres, convertir la anatomía masculina a femenina requiere eliminar el pene, y así construir una vagina.
Después de la cirugía, el estrógeno (una hormona femenina) estimulará el desarrollo del pecho, ensanchará las caderas, inhibirá el crecimiento del vello facial y aumentará un poco el tono de voz.
Ricky rechaza casi por completo esa posibilidad radical y se abre a una discusión polémica para la misma comunidad trans.
“He pensado en no ponerme senos, pero sí vagina. Pero, después de pensar en eso, me pregunto: ¿para qué quiero tener una vagina?, ¿será que eso de verdad me va a hacer feliz?. Estoy como en el limbo todo el tiempo, porque siempre le consigo la contraparte. Pinté un cuadro sobre un hombre embarazado porque me golpeó el tema de la menstruación, no tengo ovarios ni útero, es decir, no puedo quedar embarazado”, reflexiona.
“Puedo ser mujer sin hacerme la transición, eso sería seguir el estereotipo, el patriarcado”, añade.
Quizá por esta postura le resulta tan complicado establecer una relación sentimental.
“Es muy complicado porque, ¿cómo le explico todo esto a una persona?. Dicen que le gustan los hombres y ahí entro yo y les digo: ¿qué es ser hombre?, ¿tener barba?. Yo me estaba dejando crecer la barba y luego me dije ¿por qué me tengo que dejar la barba? Yo puedo perfectamente estar así tranquilo.¡Esto es lo que hay!, ¡ámalo o adiós!”, subraya.
Es tajante y reafirma: "¡yo soy una mujer!"
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.