sábado, 8 de abril de 2017

#hemeroteca #chemsex | Vivir enganchado al 'chemsex'

Imagen: El Mundo / Ilustración de Sequeiros
Vivir enganchado al 'chemsex'.
Un informe constata que la práctica cada vez más extendida de tomar drogas durante las relaciones sexuales incrementa los riesgos de contraer enfermedades y de provocar adicciones.
Borja Rodrigo | El Mundo, 2017-04-08
http://www.elmundo.es/sociedad/2017/04/08/58e8c68de2704e6b558b4593.html

Sexo y drogas, pero sin ‘rock & roll’. Los peligros para la salud del 'chemsex', una práctica minoritaria al alza en el colectivo gay que consiste en tomar drogas durante las relaciones sexuales, han comenzado a constatarse. Un informe recientemente publicado sobre esta práctica, ‘Aproximación al Chemsex en España’, apunta no sólo a una mayor exposición a infecciones de transmisión sexual, sino también a la existencia de problemas de adicciones. Un 17% de los usuarios encuestados del ‘chemsex’ -más conocido como ‘sesión’ en España- afirmó que era incapaz mantener relaciones sexuales sin consumir algún tipo de sustancia.

Según esta investigación, que no es extrapolable a la población general, aunque pone en contexto esta práctica, más de la mitad de los encuestados admitió que el consumo de sustancias le indujo a practicar "sexo desprotegido". De las 486 personas entrevistadas, el 48,1% obtuvo un resultado positivo en la prueba de VIH, de los cuales el 95,2% tenía una carga indetectable, es decir, intransferible, y al menos el 67,8% fue diagnosticado de una enfermedad de transmisión sexual.

El vínculo entre el consumo de drogas y el comportamiento de riesgo es complejo, pero ya se ha constatado, en éste y otros estudios, que "parece existir una clara asociación entre ambos".

La muestra analizada confirma el perfil del usuario español, cuya residencia se encuentra en grandes urbes como Madrid (46,9%) o Barcelona (42,2%): "No son jóvenes, sino que se trata de mayores de 25 años que ya han consumido drogas, con estudios, pero que eleva el nivel de consumo al siguiente nivel, al del sexo", explica Iván Zaro, uno de los autores de la investigación.

Casi la mitad de los encuestados refirió sentirse en alguna ocasión que estaba "autocastigándose" y prácticamente la mitad reconoció que la práctica del ‘chemsex’ ha afectado a sus relaciones personales, familiares y laborales. "Estos datos sugieren que existen dos grupos de usuarios: aquellos que hacen un uso controlado y otros para quienes el ‘chemsex’ es más problemático que placentero", constata Zaro.

El 13% pierde el control
Más de la mitad de la muestra analizada afirmó no haber perdido el control sobre el consumo de alguna sustancia. Sin embargo el 13% admitió no haber sido capaz con frecuencia de controlar esta práctica. Y sólo una pequeña parte de ellos, el 15%, recurrió a profesionales para tratar de abandonar el consumo de drogas. Los datos permiten entrever que existe un perfil mayoritario moderado -"controlado", apunta Zaro-, pero existe otro "vulnerable, que manifiesta haber perdido el control del consumo asociado al sexo; es decir, que no saben disociar el sexo de estar drogado", y éstas son las personas más perjudicadas.

Como trabajador social en la ONG de salud sexual Imagina Más , Zaro ha sido testigo en los últimos meses de un aumento del número de personas que "vienen pidiendo ayuda porque no saben disociar el espacio sexual de las drogas". En el caso de la población seropositiva que realiza estas prácticas, Zaro apunta a que "la cronificación del VIH y su discriminación" ha llevado a que el colectivo haya adoptado "hábitos de vida menos saludables" y que les llevarán a desarrollar otras "morbilidades" en el futuro.

Pero Zaro habla de otro perfil de usuario del ‘chemsex’ que no es excluyente del anterior, que ha sido víctima recurrente de homofobia y "ha acabado por interiorizarla hasta no saber relacionarse sin desinhibirse", sin haberse drogado. Esto provoca que no asimilen "que una práctica sexual con otro hombre no es peor que con una mujer, porque han sido víctimas de violencia en su entorno por ser homosexuales".

El consumo de varias drogas al tener relaciones sexuales puede dejar a los participantes semiinconscientes y disminuir su percepción del riesgo de las prácticas sexuales. Los efectos del consumo de algunas sustancias durante el ‘chemsex’, como la mefedrona (GHB) o la metanfetamina (GBL), facilitan la pérdida de la noción del tiempo de sus consumidores. Sin embargo, el estudio apunta a que "tiende a darse un policonsumo entre drogas habitualmente utilizadas con otras de nueva aparición", por lo que no hay un "uso excluyente de sustancias".

Terapias en grupo
El fenómeno del abuso de drogas en el sexo no es nuevo; nació con la época de esplendor de la música electrónica, "pero ahora se asocia a un tipo de drogas más baratas que ha acabado hallando su espacio" entre una minoría del colectivo homosexual, apunta Ferran Pujol, director de Checkpoint en Barcelona, un centro comunitario de detección del VIH y otras enfermedades de transmisión sexual.

Entre los usuarios del centro constataron la existencia de personas que se sentían muy afectadas por el consumo de drogas, "que no van a trabajar el lunes por la resaca o que se dan cuenta de que sus relaciones acaban circunscritas a un tipo de sexualidad grupal". Por ello, desde Checkpoint han comenzado un grupo de terapia de ocho sesiones, explica Pujol.

El ‘chemsex’, que en Londres se ha vuelto "prevalente y preocupante", tiene un tipo de aficionados muy determinado. "Personas carentes de afecto, que el fin de semana abren una aplicación para no quedarse solas, que no viven la homosexualidad de una forma normalizada y encuentran un sentimiento identitario en un grupo de ‘chemsex’ y que, cuando son vulnerables, hacen de esto una religión". Ahí es donde los especialistas de Checkpoint hallan un triple problema: psicológico, de abuso de drogas y de riesgo de contagio.

El usuario que no separa "el espacio sexual" del abuso de sustancias no halla recursos específicos que atiendan el problema desde los dos ámbitos. Además "no cumple el perfil de persona típica que abusa de las drogas", apunta Pujol.

Algunos de los asistentes al grupo de apoyo -que ya componen 30 personas- de Checkpoint precisan también de un proceso de desintoxicación para el que trabajan mano a mano con el centro de atención a drogodependencias del barrio de Sants, en Barcelona. Pujol insiste en la falta de recursos: "No hay que ser alarmantes con el ‘chemsex’, es minoritario en España, pero hace falta proporcionar información para que no llegue a un nivel que no podamos controlar".

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