viernes, 11 de agosto de 2017

#hemeroteca #testimonios #bisexualidad | Javier Álvarez: “Nunca dejé de trabajar a pesar del psiquiátrico”

Imagen: El Asombrario / Javier Álvarez
Javier Álvarez: “Nunca dejé de trabajar a pesar del psiquiátrico”.
Manuel Cuéllar | El Asombrario, 2017-08-11

http://elasombrario.com/javier-alvarez-trabajar-psiquiatrico/

"Descubrí que la cocaína era un síntoma de una crisis tremenda en la que me vi sumido. Toqué fondo. Estaba del revés. Pero ese proceso de limpieza ha sido también una forma de poner el contador a cero personalmente. Ahora mismo, no solo estoy sano en lo que a sustancias se refiere, también en todo lo demás, que es lo más importante. Estoy centrado y en paz conmigo mismo”. El músico Javier Álvarez se sincera como nunca en esta entrevista; habla de sus adicciones, del éxito, de música y de su sexualidad, y sobre todo nos cuenta la energía con la que está aquí para sacar adelante un ilusionante nuevo proyecto musical.

“Toqué fondo. Estaba en un callejón sin salida. Me daba contra una pared constantemente. Así que tomé la decisión. La tercera vez que estuve hospitalizado -en el mismo centro psiquiátrico- fue por un proceso de desintoxicación de la cocaína. Duró dos meses -con 21 días de incomunicación total-. Eso fue hace tres años ya. Descubrí que la cocaína era un síntoma de una crisis tremenda en la que me vi sumido. Toqué un fondo muy, muy profundo. Yo estaba del revés. Se supone que de por vida he de decir que soy adicto, pero ese proceso de limpieza ha sido también una forma de poner el contador a cero personalmente. Ahora mismo no solo estoy sano en lo que a sustancias se refiere, también en todo lo demás, que es lo más importante. Estoy centrado y en paz conmigo mismo”.

El músico Javier Álvarez decide hacer este estriptis personal frente a la grabadora de un periodista porque está exultante. Sano, ilusionado y sincerísimo consigo mismo y con el universo. Pese a no haber dejado de trabajar jamás desde que saltara a la fama a mediados de la década de los noventa, se muestra francamente ilusionado por volver a meterse en un estudio de grabación con un productor de lujo. “Tengo un nuevo proyecto. Mi productor será Ramón Rodríguez”, líder del grupo indie The New Raemon, asegura Álvarez. “Me ha llamado él y estoy muy contento porque es un tío muy serio. Tengo estudio reservado para marzo del año que viene. Es la primera vez que no tengo las canciones para un disco. Así que ahora, salvo un par de compromisos, me dedicaré a componer. Creo que es muy buena oportunidad la que se me está brindando. Trabajar con Ramón es un sueño, directamente”.

Salvo algunas –contadas- entrevistas recientes, la vida de Javier Álvarez se sitúa casi en el misterio. El mismo músico que ganó un premio ondas a los 26 años por su primer trabajo (que llevaba su mismo nombre) dejó de sonar de un día para otro en las radio-fórmulas y, poco a poco, cayó en el olvido para el gran público. No así para una buena cantidad de fieles seguidores que han continuado junto a él disco tras disco, trabajo tras trabajo, verso tras verso, durante todos estos años.

En esta entrevista, el que fuera, junto a Pedro Guerra, cabeza visible de una hornada de nuevos cantautores españoles repasa sin ningún tipo de tapujo lo que ha sido su vida durante todos estos años. Desde aquella profética 'La edad del porvenir' hasta este nuevo proyecto que encara cuando va a cumplir 48 años. Una conversación que transcurre entre la luz, los infiernos personales y, desde luego, a través de una de las mentes más personales del panorama artístico español.

¿Cuál es el primer recuerdo que tienes del principio de este viaje en el que se ha convertido tu carrera?

Sí. Lo recuerdo vivamente. El parque del Retiro en Madrid fue mi primer escenario natural. En aquel momento yo estaba saliendo con una chica y allí en la calle estaba teniendo un éxito brutal. Tenía fans y aquello se convirtió en un fenómeno. Entonces me ofrecieron mi primer contrato discográfico y ella, mi novia de entonces, me preguntó muy claramente si sabía realmente dónde me estaba metiendo. Recuerdo que aluciné con la pregunta, pero le contesté que sí. Que sabía que me metía en un berenjenal gordo.

¿Cuáles fueron los primeros hitos que recuerdas de aquella época en la que todo empezaba para un chaval que acababa de terminar la carrera de Filología Inglesa?
Hubo varios momentos. Yo gustaba mucho en la calle de manera natural. Era algo que latía por sí solo. Los conciertos se llenaban cada vez más. Pero cuando te amplifica una compañía de discos todo se desborda. Hubo un par de momentos muy potentes. Uno de ellos fue antes de que saliera mi primer disco. Una mañana nos despertamos y cuando salimos a comer vimos que muchos lugares de Madrid estaban directamente empapelados con pegatinas en las que se leía “Somos la edad del porvenir”. Era el título de mi primer single que todavía no había salido, pero iba a publicarse inminentemente. Ahí sí que intuí que algo muy potente podría estar preparándose.

¿Algunos más?

Mi primer concierto después del Retiro y de la sala Libertad 8. Hicimos una presentación en la antigua sala Elígeme, que en aquel momento se llamaba Swing. ¡Tuvieron que cortar el tráfico de la calle San Vicente Ferrer porque aquello se desbordó! ¡Era mi primer concierto! Ahora tengo la sensación de que todo ocurrió incluso antes de empezar. Poco después de eso, en una semana se vendieron 3.000 copias de vinilos del disco que yo me había empeñado en que saliera en ese formato también. Soné en Los 40 Principales como disco rojo y gusté a todo el mundo. Tal y como se desencadenaron los acontecimientos, fue todo tan rápido y de tal magnitud que tampoco tuve mucho tiempo para pensar. La cosa se desbordó sola. De un día para otro estaba pasando de ser una persona anónima en casa de mis padres a ser famoso y pararme todo el mundo en la calle con niñas persiguiéndome todo el día.

Es algo bastante común en el mundo de la música y que no muchos saben asimilar bien. ¿Cuál fue el primer punto de inflexión, la primera llamada de atención que te haces a ti mismo?

Hay un punto de inflexión clarísimo en mi vida y en mi carrera. Ocurrió nada más terminar el trabajo del primer disco. Me refiero a la promoción, la gira y todo lo que conlleva. Javier Álvarez había salido a principios del 95 y terminábamos con un concierto en diciembre de ese año en La Riviera. La sala no solo se llenó, se quedaron como 1.000 personas fuera sin poder entrar. En aquel concierto recuerdo un momento en el que siento y soy consciente de que acabo de enfermar. Fue en el momento en el que canté por primera vez Sunset Boulevard, una canción del siguiente disco, y lo hago sin banda, solo con la guitarra. Ahí fui consciente de que algo no iba bien.

¿Qué hiciste?
Terminó el concierto y le dije a mi mánager que cancelara todos los compromisos porque me sentía realmente enfermo. Él me decía que descansara un fin de semana, que aquello era cansancio y nada más. Pero yo le dije que citara a la banda para comunicarles que no cantaba más. Aquello creo que fue muy lúcido por mi parte, pues derivó en un brote psicótico tan agudo que acabé internado en un psiquiátrico al mes siguiente.

¿Pero qué era lo que pasaba?
Estuve ingresado entre dos y tres semanas. Empecé a sentir manías persecutorias, una ansiedad brutal. Ahora sé que aquel brote estuvo derivado por dejar de dormir. Era tal la rapidez, la vertiginosidad a la que iba mi cabeza que no podía dormir. No descansaba.

¿Hubo algún tipo de sustancias, drogas, que disparasen aquello?

El segundo brote psicótico que me dio en 1999, después de sacar mi disco 'Tres', sí que fue generado por un desparrame absoluto. Pero este primero, no. Yo pensaba que no tenía nada que ver, pero por fortuna tras muchos años de autoconocimiento ahora sí que soy consciente de que sí que tiene que ver todo lo que te metes en el cuerpo con lo que puede llegar a pasar en tu cabeza. Cuando me dio el primer brote, yo solo había probado porros y cerveza. Fueron mis primeros botellones, que coincidieron con mi época en El Retiro. Con 24 o 25 años. Yo no había probado una raya de cocaína, desde luego. Pero sí, con el tiempo he tenido claro que aquellas cervezas y aquellos porros tuvieron que ver. Fueron un acelerador de mi brote psicótico. De hecho, estoy convencido de que fueron el detonante.

Y hubo un tercer internamiento, hace tres años, pero para desintoxicarte de la cocaína. ¿Cómo son las cosas en la actualidad?
Ahora mismo no tomo ninguna sustancia que altere la consciencia, pero ni una caña, vamos. Nada. No tomo ni alcohol. Con la edad y con el tiempo he descubierto que no me hace falta el alcohol, que soy una persona que ya está pedo de por sí. Y eso es maravilloso. Vamos, que sé que cualquier sustancia que altere la consciencia, no solamente no me suma sino que me resta. Es algo que en aquellos momentos no sabía.

¿Te arrepientes de aquel desparrame? Si entonces hubieras sabido lo que sabes ahora, ¿te hubieras fumado el primer porro?
¡Sí! ¡Claro que me lo habría fumado! ¡No me arrepiento de nada de lo que he hecho! Mi experiencia, lo bueno y lo malo, hace que yo sea yo. Así que con todo el fondo que he podido tocar, la adoro. Mi fondo es mío y lo quiero igual que quiero mi cielo. Es horrible a veces. Se pasa muy mal, pero bendito sea pasarlo mal para aprender. No lo digo ahora mismo porque estoy fenomenal. Soy consciente de que ahora no podría ser tan feliz si no lo hubiera pasado tan mal. La vida es un camino muy potente para bien y para mal. Los malos momentos son muy jodidos, sí. Pero hay que pasarlos.

¿Cómo crees pudo afectar todo eso a tu carrera?

Los cinco primeros singles del segundo disco fueron todos disco rojo de ‘40 principales’ y ‘Sunset Boulevard’ fue número uno. Evidentemente, aquel primer internamiento fue el primer palo gordo de mi vida. Fue un poco pasar de la niñez a los asuntos. Fue una forma de madurar, fría, rápida y a lo bestia. Fue un mazazo, pero agradezco a mi forma de ser y a mis circunstancias y mi familia que dentro de lo posible lograse hacer vida normal. Nunca he desaparecido de la música a pesar de que la leyenda urbana diga que sí.

¿A qué te refieres?
Lo importante es saber que el segundo brote me dio después de hacer ‘Tres’, mi tercer disco. Mis primeros cuatro discos se grabaron en agosto del 94, agosto del 96, agosto del 98 y agosto del 2000. Con dos brotes psicóticos con internamiento en psiquiátrico entre medias incluidos. Nunca me marché. Hice mis discos y cumplí con mis contratos como un reloj. Seguí trabajando, independientemente de que me internaran en enero del 96 y en agosto del 99 en el segundo brote. Nunca me permití venirme abajo laboralmente. Nunca dejé de trabajar a pesar del psiquiátrico.

¿Qué te guardas de aquella época del éxito brutal?
Mira, después del éxito del primer disco, guardé unas 10 canciones compuestas en aquella época y que son muy del tipo de composiciones de aquel trabajo. Nunca llegué a grabarlas. Son 10 joyitas que ahí están. Las tocaba en directo en los conciertos y me las pedían y tenían un éxito brutal. Cuando fui a grabar el segundo disco, viendo lo rápido que iba todo, decidí que esas canciones que tenían tanto éxito en directo lo mejor era guardarlas y hacer otras canciones que no tienen mucho que ver con el primer disco.

¿Y las vas a publicar?
Todo se andará. Esas canciones por supuesto tendrán su vida y se publicarán. Creo que todos nos merecemos que vean la luz algún día. Tengo muchas ganas de publicar un disco que se llame Uno. Uno no existe. El primero se llamó ‘Javier Álvarez’ y de ahí pasamos a ‘Dos’ y ‘Tres’, pero no existe Uno. Ese Uno lo tengo guardado.

Cuéntanos cómo fue aquella época de ‘Tres’ que defines como un desparrame absoluto.

'Tres' es un disco que me retrata en la época en la que estamos hablando. Es un disco que es un desfase. Me retrata en los años 1998 y 1999, que es cuando lo compongo y se publica. En esa época descubro la noche. Voy a cumplir 30 años, tengo dinero, soy famoso y descubro la noche. Descubro que entro en un garito y no solo puedo beber, es que también puedo ligar.

En eso que cuentas hay combinaciones de factores bien peligrosos.
Peligrosos, pero no solo peligrosos, también fue una época divertidísima por otro lado. Yo me lo he pasado como nadie. He disfrutado muchísimo del peligro. No nos engañemos. Todo en la vida tiene dos caras. Me lo he pasado genial, ligando, follando… Sexo, drogas y rock and roll. Es algo que no tengo ningún problema en contar, pero siempre advirtiendo también de los peligros que existen. Recomiendo muchísima atención y autoconocimiento, para saber lo que a uno le viene bien y lo que no. Pero recomendando que en la vida se disfrute, por supuesto.

Es experimentación y crecimiento, pero resulta muy complicado.
¿He hecho locuras? Sí. ¿Me lo he pasado fenomenal? Sí. ¿Ha sido peligroso? Sí. ¿Me podía haber ahorrado mucho sufrimiento? Sí. Pero también te digo que si no hubiera pasado por todo eso, no habría sido yo. Me gusta también haber pasado por ahí para poder contarlo. Para poder advertir de que el autoconocimiento es clave y para decir también que hay que tener cuidado, que no todos los cerebros son iguales.

¿Te consideras bisexual?
Hasta la fecha es lo que soy. He tenido relaciones con chicas y chicos, sí. Es lo que hay.

Parece mentira, pero en 1995, cuando te lanzas a la fama, lo de ser bisexual o tener relaciones homosexuales no era tan aceptado socialmente como ahora. ¿Te costó asumir tu sexualidad?
No. Nunca he tenido conflictos con mi sexualidad. Mi cabeza siempre ha sido muy abierta, pero desde antes incluso de la sexualidad. De niño recuerdo que me encantaba Grace Jones, recuerdo que me flipaba porque me gustaba la androginia. Desde que tengo uso de razón no he soportado el sexismo. No lo entiendo. Me gustaba Grace Jones y también Miguel Bosé. Me gustaba gente que mostrara posibilidades. Es algo que tiene que ver con la libertad. La ausencia de género.

¿Pesa más alguna preferencia últimamente?

Bueno, siempre digo que tengo mucha fijación con la polla. Vaya, que me gusta una polla lo que más del mundo. (Ríe a carcajadas). Pero ojo, también me encanta un coño. Son dos manjares absolutamente exquisitos que no tienen nada que ver. Los recomiendo los dos muy vivamente… Mira, lo que te puedo decir es que con 48 años estoy todavía por definir y quiero morirme sin definición en todos los sentidos.

Vamos, que si en lugar de una acústica hubieras enchufado tu guitarra, ¿habrías podido ser, salvando todas las distancias -que no se nos tiren encima-, una especie de David Bowie?
Ojalá. Bowie para mí es importantísimo. Ha sido la muerte de un mito que más me ha afectado. Dejando claro que para mí Michael Jackson es lo más. Pero Bowie, hablando de esto del género, representa muy bien lo que quiero decir. Es una persona de la que nunca tuve ninguna duda de que era un ser pansexual.

En tu caso, ¿qué ocurrió con las multinacionales para que vuestro idilio terminase?
Querían que fuera un David Bisbal o un Pablo Alborán. La industria era muy sota, caballo y rey. Pero yo, cuando firmé mi contrato, ya les advertí de que yo no era un producto.

Pasado el tiempo, ¿crees que algo ha cambiado?
Con la industria hay que pactar, siempre. Y yo no he sabido pactar nunca. Ahora quiero aprender a hacerlo. Hay cuestiones políticas de dinero y de intereses. Comprendo que puedo ser una persona incómoda. Soy un melómano, un músico, músico; y la obra manda. No antepongo jamás un interés que no sea musical a mi trabajo y eso chocaba mucho con los intereses de la industria. Pero sé que en este momento podríamos llevarnos bien.

Estás con mucha fuerza.
Es tal la ilusión que tengo que creo que estoy en uno de mis mejores momentos. Tal vez la etapa más feliz de mi vida fue la del Retiro. Pues me encuentro con la misma ilusión de aquella época, pero con toda la experiencia que supone ser un hombre de 48 años. Ha habido muchos líos, momentos agridulces en mi vida. Voy a componer sin ningún tipo de presión, con una libertad absoluta.

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