Imagen: El País / Chelsea Manning (i) en el Orgullo de Nueva York |
La exanalista de Inteligencia, condenada por la filtración a Wikileaks, es también un símbolo incómodo para el Ejército.
Amanda Mars | El País, 2017-08-16
https://elpais.com/elpais/2017/08/15/gente/1502812583_373925.html
La imagen de Chelsea Manning, enfundada en un bañador rojo, fotografiada por la reconocida retratista Annie Leibovitz para la portada de Vogue USA de septiembre —el grueso, el importante, el que coincide con la Semana de la Moda de Nueva York— es la seña definitiva: se ha convertido en un icono para muchos en Estados Unidos. Al poco de su salida de prisión, el pasado mayo, donde cumplía condena por la macrofiltración a Wikileaks, la exanalista de Inteligencia comenzó a aparecer en entrevistas. Todos querían ver y oír a quien entró en la cárcel como un soldado llamado Bradley y salió, siete años después, como una mujer llamada Chelsea.
Antes de la portada de Vogue, había protagonizado otra en el dominical de The New York Times, sentada en una silla, vestida con un traje de chaqueta y zapatos de tacón. Otra instantánea poderosa, viralizada hasta la extenuación.
A Manning, fuera también le esperaban los artistas. Una de ellas, Heather Dewey-Hagborg, la ha utilizado de ejemplo en una exposición con la que busca refutar el determinismo genético. La exanalista de Inteligencia mantuvo correspondencia con ella durante un par de años desde la prisión. Le enviaba muestras de cabellos y saliva y con ese ADN Dewey-Hagborg ha creado una serie de retratos tridimensionales que se pueden visitar en la galería Fridman en Nueva York.
Pero sobre todo, Manning se ha convertido en un símbolo incómodo de la lucha transgénero en el Ejército y en el conjunto de la sociedad estadounidense. Incómodo, porque no se puede desgajar el origen de su fama: cuando aún se llamaba Bradley, fue el centro de un escándalo mayúsculo por llevar a cabo la mayor filtración de información confidencial de la historia de Estados Unidos. Un hecho que muchos no perdonan. Como no disculpan al expresidente Barack Obama por conmutarle la pena de este delito el pasado diciembre, cuando estaba a punto de abandonar la Casa Blanca.
Amenazada e insultada
Mientras, la rutina de la mujer tiene un lado mucho menos brillante, el de todos los insultos y amenazas que recibe a través de las redes sociales, por quien es ahora y por quien fue en el pasado. Con la notoriedad de su historia, la idea de regresar a una vida anónima en alguna ciudad estadounidense llamándose Chelsea Manning no se antojaba realista, y la exanalista ha optado por abrazar su condición de icono.
En el avance de la entrevista a Vogue, Manning se mostró tranquila: “No vivo con miedo... Estoy feliz por estar en libertad y poder moverme”. Sus mensajes en Twitter, donde es muy activa desde que salió de prisión y acumula 290.000 seguidores, son una constante de emoticonos risueños, también de protesta contra políticas conservadoras.
Antes de la portada de Vogue, había protagonizado otra en el dominical de The New York Times, sentada en una silla, vestida con un traje de chaqueta y zapatos de tacón. Otra instantánea poderosa, viralizada hasta la extenuación.
A Manning, fuera también le esperaban los artistas. Una de ellas, Heather Dewey-Hagborg, la ha utilizado de ejemplo en una exposición con la que busca refutar el determinismo genético. La exanalista de Inteligencia mantuvo correspondencia con ella durante un par de años desde la prisión. Le enviaba muestras de cabellos y saliva y con ese ADN Dewey-Hagborg ha creado una serie de retratos tridimensionales que se pueden visitar en la galería Fridman en Nueva York.
Pero sobre todo, Manning se ha convertido en un símbolo incómodo de la lucha transgénero en el Ejército y en el conjunto de la sociedad estadounidense. Incómodo, porque no se puede desgajar el origen de su fama: cuando aún se llamaba Bradley, fue el centro de un escándalo mayúsculo por llevar a cabo la mayor filtración de información confidencial de la historia de Estados Unidos. Un hecho que muchos no perdonan. Como no disculpan al expresidente Barack Obama por conmutarle la pena de este delito el pasado diciembre, cuando estaba a punto de abandonar la Casa Blanca.
Amenazada e insultada
Mientras, la rutina de la mujer tiene un lado mucho menos brillante, el de todos los insultos y amenazas que recibe a través de las redes sociales, por quien es ahora y por quien fue en el pasado. Con la notoriedad de su historia, la idea de regresar a una vida anónima en alguna ciudad estadounidense llamándose Chelsea Manning no se antojaba realista, y la exanalista ha optado por abrazar su condición de icono.
En el avance de la entrevista a Vogue, Manning se mostró tranquila: “No vivo con miedo... Estoy feliz por estar en libertad y poder moverme”. Sus mensajes en Twitter, donde es muy activa desde que salió de prisión y acumula 290.000 seguidores, son una constante de emoticonos risueños, también de protesta contra políticas conservadoras.
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