miércoles, 30 de agosto de 2017

#hemeroteca #plumafobia | Gais sí, locas no

Imagen: El Mundo
Gais sí, locas no.
Javier Cid | El Mundo, 2017-08-30
http://www.elmundo.es/opinion/2017/08/30/59a59f03e2704e49658b4687.html

Mucho ha granizado desde que a Lorca lo descerrajasen de un tiro fascista por "prácticas de homosexualismo y aberración". Hoy, en los aldabonazos de 2017, Mariano Rajoy fuma habanos en bodas gais, sí, casorios de hombres con otros hombres. Los homosexuales ya pueden desposarse al libre albedrío, con cava del Penedés y ediles del PP como rumbosos oficiantes. Y rebozarse de amor en plena calle sin riesgo de acabar en galeras, salvo alguna paliza neonazi que a veces cae, como a veces también cae el Euromillones. La ‘liberté’, la ‘égalité’ y la ‘fraternité’ era esto. Pues permítanme que dude.

La exclusión, las vejaciones y los castigos ya no vienen siempre de la acera contraria, del bando enemigo, del cura en el presbítero. La discriminación, maricones del mundo, se cocina a fuego lento entre el propio colectivo. Y los gais de pata quebrada sabrán muy bien a lo que me refiero. ¿Erradicada? La homofobia (al menos en España ya no nos remiendan el cráneo en paredones de cementerios), la plumofobia entre homosexuales es el último descubrimiento del colectivo.

Desde que nos legalizaron lo del mariconismo y ya no nos cosen a derechazos en la escuela, tuvimos que buscar al enemigo en propia puerta, en nuestras huestes, aquí mismito. Fabricamos el prototipo de gay semental y velludo, curtido en trashumancias, verraco como un leñador de Sabiñánigo. Y todo lo que se saliese del patrón de maricón masculino, con esa estampa chulángana de jeque hirsuto, como aquellos ‘porn star’ de los 70, que huya. Aquí, entre los gais legítimos, los de carné, no queremos homosexuales amanerados. Que eso es de poetas y de malditos.

Según un estudio galardonado por la Asociación Europea de Investigación en Relaciones Públicas y Educación, que da caché, más de la mitad de los gais sin pluma, el 57%, cree que sus colegas afeminados dan una mala reputación al colectivo. Los homosexuales con actitudes masculinas habían sufrido un 33% menos de ‘bullying’ que aquellos que exhibieron algún tipo de pluma. Y aún hay más: el 35% de los no ‘plumíferos,’ y discúlpenme la jerga, afirma que se identifica más con el colectivo heterosexual que con los propios gais. Es decir: hay homosexuales que son tan homosexuales, pero tanto, que en un requiebro de 360 grados se volvieron acémilas. El cazador cazado. O al revés.

Pero más allá de estadísticas perversas, el desprecio total por la pluma cabría resumirse en esta bulliciosa greguería: "Acuéstate con quien quieras, pero que no se te note, maricón". Tres mil años después de que los griegos de alto copete se dieran a la sodomía con jovenzuelos, rubicundos siempre, a los que ilustraban en los vericuetos de la vida moderna, nos traemos estos remilgos en Chueca.

Ahí seguimos, entre cópulas y más cópulas, muertos de vicio, perpetuando los roles de género que nos llevaron a la trena tantos años por fulanos, por vagos, por maleantes. Arrinconando los gais suavecitos, los descalabrados, los pasivos; y mientras, los homos de libro, los guapérrimos, asumen el mando del colectivo y despedazan a las locas.

No podía dejar pasar mi última columna, ahora que agosto se nos evapora, sin dejar un recado a los de mi calaña: a Lorca, amig@s, no lo ajusticiaron al alba por semental. Y Madonna, sí, Madonna, vuestra musa así en el cielo como en la tierra, tiene pluma. Más pluma que una avutarda. A tope de pluma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.