lunes, 11 de septiembre de 2017

#hemeroteca #iglesia #sexualidad | Krysztof Charamsa: La liberación sexual ha provocado una gran crisis en la mayoría de las religiones

Imagen: El País / Krzysztof Charamsa
La liberación sexual ha provocado una gran crisis en la mayoría de las religiones.
Krzysztof Charamsa, expulsado del Vaticano por homosexual, interviene en el congreso de la Juan XXIII sobre ‘Mujeres y religión’.
Juan G. Bedoya | El País, 2017-09-11
https://politica.elpais.com/politica/2017/09/09/actualidad/1504975631_832470.html

El teólogo y filósofo Krzysztof Charamsa, polaco de nacimiento y residente ahora en Barcelona con su novio catalán, saltó a la fama sin quererlo cuando hace dos años hizo público que es homosexual y que tenía pareja. En aquel momento, vivía en Roma y trabajaba cada día en el Vaticano, donde era nada menos que secretario de la Comisión Teológica Internacional, dentro de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Es decir, Charamsa era un alto funcionario del Estado de la Santa Sede. Expulsado inmediatamente del trabajo, el Vaticano trató de silenciar un escándalo que ponía sobre la mesa de nuevo la homosexualidad entre la jerarquía de la propia Iglesia católica. “El 50% de los curas del Vaticano son gais”, declaró entonces. Más tarde, publicó el libro 'La primera piedra', donde relata cómo fue el proceso interno que le llevó a tomar la trascendental decisión que cambió su vida. También denuncia la homofobia en el seno de la Iglesia. Este sábado ha pronunciado la cuarta conferencia del congreso de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII que en esta edición aborda el tema ‘Mujeres y religión: de la discriminación a la igualdad de género’.

Antes de ser designado el tercer hombre de la imponente Comisión Teológica Internacional, que durante un par de décadas pastoreó el cardenal Josep Ratzinger, hoy emérito Benedicto XVI, Krzysztof Charamsa tuvo que demostrar que era un teólogo y filósofo relevante, con numerosos trabajos publicados. Lo demostró esta mañana con una conferencia de casi 13.000 palabras, titulada ‘Identidades sexuales y cristianismo’. He aquí uno de sus párrafos: “En la cultura occidental se ha producido un cambio histórico: mientras que en el pasado el campo de la sexualidad estaba dominado por la prioridad de la religión, que fue fuente primaria de formación de la mentalidad occidental sobre la sexualidad, en el tiempo moderno son las ciencias humanas las que reclaman la propia competencia racional respecto a la sexualidad, independientemente de los respetables intereses religiosos”.

“El sexo, que hasta ahora fue mantenido como tabú a nivel de lenguaje y de la conciencia racional de las masas, se transforma en un discurso racional, verificable y controlable por medio de las herramientas lógicas y científicas. Este cambio para el cristianismo y, en particular, para la Iglesia católica, comporta un momento de enorme crisis. Lo que hasta ahora podía ser solo el tema secreto de una confesión, manteniendo y desarrollando el sentido de vergüenza, de culpabilidad y a menudo del complejo, se trasforma en un racional tema de sofisticados discursos universitarios, como los de los manuales básicos de sexología y de otras ciencias humanas”, añadió.

La meta ideal
Charamsa sostiene que “la meta ideal del proceso de desarrollo de la relación entre la sexualidad y las religiones es la aceptación por parte de la religión de la competencia de la ciencia (y de la razón humana) en el campo de la sexualidad, para poder empezar el diálogo por parte de las religiones con el nuevo conocimiento científico adquirido, hasta ahora inexplorado en la historia de la humanidad. Dijo: “El revolucionario desarrollo del conocimiento científico y experiencial sobre la sexualidad en realidad no es ningún ataque contra el saber específico de la religión. Al revés, ayuda a mantener la verdadera competencia de la religión entre sus justos límites, que es la competencia existencial (de salvación) y moral (de autorrealización). En términos científicos se trata de la competencia teológica, es decir, de la comprensión de la realidad y de la interpretación de las fuentes de la fe con la razón teológica”.

También analizó el teólogo polaco, con prospectiva histórica, el actual desarrollo de las ciencias y de las filosofías sobre la sexualidad que, afirmó, “juegan a favor, no solamente del cristianismo, sino de cada religión, porque permite conquistar conocimientos que no se tenían antes, que ayudan a diferenciar y precisar mejor el mensaje religioso respecto al sexo”. Apeló a la célebre frase de Galileo Galilei: “La Biblia nos enseña cómo se va al cielo, no cómo va el cielo”, que, dijo, se puede análogamente aplicar a la gran cuestión de la sexualidad: “La Biblia nos enseña cómo se vive la sexualidad, no cómo va (cómo está construida, formada) nuestra sexualidad”.

Su opinión es que el Concilio Vaticano II y uno de sus documentos trascendentales, la constitución pastoral ‘Gaudium et spes’, de la que el conferenciante extrajo numerosas citas, han promovido una relación con el saber científico más serena que en el pasado. “La constitución pastoral dice que las dificultades (crisis) entre la formación cristiana y la cultura, entre la fe y la razón, no dañan necesariamente a la vida de fe; por el contrario, pueden estimular la mente a una más cuidadosa y profunda inteligencia de aquella. Puesto que los más recientes estudios y los nuevos hallazgos de las ciencias, de la historia y de la filosofía suscitan problemas nuevos que traen consigo consecuencias prácticas e incluso reclaman nuevas investigaciones teológicas, hay que reconocer y emplear suficientemente en el trabajo pastoral no solo los principios teológicos, sino también los descubrimientos de las ciencias profanas, sobre todo en psicología y en sociología, llevando así a los fieles una más pura y madura vida de fe”.

Concluyó que gracias a las mujeres y al movimiento feminista se abrió la primera etapa de la revolución de la identidad sexual. “Cuando Simone de Beauvoir en ‘El segundo sexo’ (1949) formula su principio: “No se nace mujer: llega una a serlo”, se abre el reto de un re-pensamiento radical de toda la cuestión femenina. La radicalidad exigía darse cuenta de la discriminación de las mujeres, retenidas como seres inferiores, a varios niveles de la vida en las sociedades y culturas patriarcales y misóginas, de igual forma que nos dimos cuenta de la discriminación racial de las personas negras en las sociedades racistas”.

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