Imagen: El Correo |
SOS Racismo advierte del riesgo de que el «discurso xenófobo» se endurezca y llegue a considerarse como algo normal.
El Correo, 2017-09-17
http://www.elcorreo.com/bizkaia/sociedad/201609/17/moro-vienes-fuera-quieres-20160917003054.html
Z.E.B., inmigrante magrebí, abre una frutería en una localidad vasca. Es San Sebastián, pero podría ser cualquier otra. Desde el primer momento el dueño del establecimiento contiguo muestra su descontento y recrimina a su ‘vecino’ que ponga los precios «demasiado baratos». Z.E.B. le responde que «vivimos en un mercado libre», que abre todos los días de la semana por «necesidad» ante el elevado alquiler, en horario ininterrumpido, y que cada uno establece los precios que cree oportunos. Entonces, el propietario «de toda la vida» y una señora que trabajaba en el mismo negocio le amenazan reiteradamente en los siguientes términos: «Te voy a arrancar la cabeza», «te voy a dejar en silla de ruedas». Al no obtener una confrontación directa del propietario magrebí, según plasmó en la consiguiente denuncia, el acoso crece: «¡Te voy a pinchar, te lo juro por mis hijos que te voy a matar!». En fechas posteriores, la mujer que trabaja en el establecimiento contiguo se dirige a Z.E.B. de la siguiente manera: «¡Puto moro, que vienes de fuera y nos quieres engañar!». Una clienta que estaba con él en la tienda le aconsejó denunciar los hechos y que incluso ella estaría dispuesta a ir de testigo a los juzgados. Z.E.B. acudió a los tribunales y ganó el pleito.
Es solo un caso. El País Vasco se situó el pasado año a la cabeza de España en denuncias por hechos relacionados con el racismo y la xenofobia. Según las estadísticas del Ministerio del Interior, en Euskadi se registraron 139 incidentes de este tipo, muy por encima de Cataluña, que con 89 casos ocupó el segundo lugar. Estos datos están incluidos en el informe anual que presentó ayer SOS Racismo, en el que se advierte sobre la pervivencia en España de una xenofobia «cotidiana que corre el riesgo de considerarse como algo normal». Es algo que también se da en la comunidad autónoma vasca, aunque con una diferencia. En Euskadi se denuncian más.
Según la entidad, el hecho de que Euskadi ocupe la primera posición en presuntos delitos de odio racista «no debe llevarnos a la conclusión de que es el territorio donde más se producen». «La eficacia de los protocolos de la Ertzaintza en esta materia y una mayor concienciación de las víctimas pueden ser los elementos que expliquen las cifras en Euskadi», sostiene el informe. Esta circunstancia revela también, señala SOS Racismo, que nos hallamos ante «la punta del iceberg de los delitos de odio en este país», y que a medida que se incremente la eficacia policial y la concienciación social, este tipo de delitos empezarán a aflorar no porque aumenten, sino porque se denunciarán más.
Según Mikel Mazkiaran, secretario de la federación de SOS Racismo, «estamos en la fase incipiente de lo que fue en su día la violencia de género, cuando no se hacían públicos los casos. En los incidentes de racismo aún estamos discutiendo si en las relaciones entre particulares puede haber o no discriminación».
Durante la presentación del informe, el responsable de la organización advirtió sobre la existencia de «un racismo escondido» que es necesario visibilizar «porque no se recoge ni en las estadísticas oficiales ni en las noticias». Es una actitud que no está muy lejos de la calle y que se halla, por ejemplo, en la «discriminación larvada» que se esconde «cuando en una inmobiliaria dicen a la población extranjera que no hay pisos para alquilar», cuando los han ofrecido un poco antes a ciudadanos españoles.
«Discriminación oculta»
«Persiste una discriminación oculta que no ha disminuido y que está acompañada por un discurso de rechazo cada vez más duro en el vivir diario respecto al fenómeno migratorio», en los bares, entre los vecinos e incluso en el ámbito familiar, insistió Mazkiaran. El peligro, recalcó, es que este racismo «se enquiste y termine percibiéndose socialmente como algo normal».
Pese a todo, la mayor cantidad de denuncias registradas en este informe fueron por racismo institucional, problemas con las fuerzas de seguridad y la denegación de acceso a prestaciones y servicios públicos. El resto fueron por discriminación laboral, denegación de acceso a servicios privados –por ejemplo, entrar a una discoteca–, y casos relacionados con la extrema derecha o el discurso del odio.
Es solo un caso. El País Vasco se situó el pasado año a la cabeza de España en denuncias por hechos relacionados con el racismo y la xenofobia. Según las estadísticas del Ministerio del Interior, en Euskadi se registraron 139 incidentes de este tipo, muy por encima de Cataluña, que con 89 casos ocupó el segundo lugar. Estos datos están incluidos en el informe anual que presentó ayer SOS Racismo, en el que se advierte sobre la pervivencia en España de una xenofobia «cotidiana que corre el riesgo de considerarse como algo normal». Es algo que también se da en la comunidad autónoma vasca, aunque con una diferencia. En Euskadi se denuncian más.
Según la entidad, el hecho de que Euskadi ocupe la primera posición en presuntos delitos de odio racista «no debe llevarnos a la conclusión de que es el territorio donde más se producen». «La eficacia de los protocolos de la Ertzaintza en esta materia y una mayor concienciación de las víctimas pueden ser los elementos que expliquen las cifras en Euskadi», sostiene el informe. Esta circunstancia revela también, señala SOS Racismo, que nos hallamos ante «la punta del iceberg de los delitos de odio en este país», y que a medida que se incremente la eficacia policial y la concienciación social, este tipo de delitos empezarán a aflorar no porque aumenten, sino porque se denunciarán más.
Según Mikel Mazkiaran, secretario de la federación de SOS Racismo, «estamos en la fase incipiente de lo que fue en su día la violencia de género, cuando no se hacían públicos los casos. En los incidentes de racismo aún estamos discutiendo si en las relaciones entre particulares puede haber o no discriminación».
Durante la presentación del informe, el responsable de la organización advirtió sobre la existencia de «un racismo escondido» que es necesario visibilizar «porque no se recoge ni en las estadísticas oficiales ni en las noticias». Es una actitud que no está muy lejos de la calle y que se halla, por ejemplo, en la «discriminación larvada» que se esconde «cuando en una inmobiliaria dicen a la población extranjera que no hay pisos para alquilar», cuando los han ofrecido un poco antes a ciudadanos españoles.
«Discriminación oculta»
«Persiste una discriminación oculta que no ha disminuido y que está acompañada por un discurso de rechazo cada vez más duro en el vivir diario respecto al fenómeno migratorio», en los bares, entre los vecinos e incluso en el ámbito familiar, insistió Mazkiaran. El peligro, recalcó, es que este racismo «se enquiste y termine percibiéndose socialmente como algo normal».
Pese a todo, la mayor cantidad de denuncias registradas en este informe fueron por racismo institucional, problemas con las fuerzas de seguridad y la denegación de acceso a prestaciones y servicios públicos. El resto fueron por discriminación laboral, denegación de acceso a servicios privados –por ejemplo, entrar a una discoteca–, y casos relacionados con la extrema derecha o el discurso del odio.
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