Imagen: El País / Manifestación contra la discriminación a las mujeres, Túnez, 2016 |
El Gobierno anula el decreto de 1973 que solo permitía a los hombres musulmanes casarse con mujeres de otra religión.
Ricardo González | El País, 2017-09-15
https://elpais.com/internacional/2017/09/14/actualidad/1505402323_502155.html
Una vez más, Túnez se convierte en pionero árabe en materia de igualdad de género. El Gobierno tunecino anunció la tarde del jueves la anulación del decreto de 1973 que prohibía el matrimonio de las mujeres musulmanas con hombres de otra religión. La decisión, tomada a instancias del presidente del país, Beji Caïd Essebsi, contraviene la interpretación tradicional de la ‘sharia’ o ley islámica, que solo permite los matrimonios mixtos a los hombres de esta religión. Hasta ahora, un hombre cristiano o de otra religión que quisiera casarse con una tunecina musulmana debía convertirse antes al islam ante el muftí de la República.Túnez es el primer país árabe que da este paso, todo un hito histórico.
“Todos los textos vinculados a la prohibición del matrimonio de una tunecina con un extranjero, a saber, la circular de 1973 y todos los textos parecidos, han sido anulados. Felicidades a las mujeres tunecinas por la consagración del derecho a la libertad de elegir a su cónyuge”, reza una declaración publicada por la portavoz de la presidencia, Saïda Garrach, en su página de Facebook. A mediados de agosto, con motivo de la fiesta nacional de la mujer, el presidente Essebsi instó públicamente al ministro de Justicia a eliminar el mencionado decreto. Además, el veterano mandatario creó una comisión para estudiar una reforma legal que garantice la paridad de sexo en la herencia.
El anuncio de ambas iniciativas desencadenó una gran controversia, tanto en Túnez como en otros países árabes. En su mayoría, el establishment religioso tunecino denunció las propuestas presidenciales al considerar que violan la sharia, y en las redes sociales se llegó a acusar a Essebsi de ser “un agente de Occidente”. En una rueda de prensa celebrada por una asociación de imanes, varios clérigos argumentaron que no existe ninguna garantía de que la mujer musulmana podrá practicar y conservar su fe en un matrimonio mixto. En cambio, apuntan que el islam obliga al hombre musulmán a tolerar la fe cristiana o judía de su esposa.
El debate cogió con el paso cambiado al partido islamista Ennahda, aliado de Essebsi en la gran coalición que gobierna el país magrebí, que todavía no ha sido capaz de articular una posición común al respecto. En cambio, los partidos laicos y las organizaciones feministas se felicitaron por la iniciativa. “El islam no puede estar contra la igualdad y la libertad. El Corán se debe leer en su conjunto. Su interpretación debe ser de acuerdo con la realidad actual y no con una lectura patriarcal”, opina Monia Ben Jemai, presidenta de la influyente organización feminista Association Tunisienne de Femmes Democrates.
Curiosamente, tanto partidarios como detractores de la medida esgrimen entre sus argumentos la nueva Constitución democrática, aprobada en 2014 por consenso. Mientras los sectores conservadores se aferran al artículo sexto, que establece que “el Estado es el guardián de la religión”, los partidos laicos y las asociaciones feministas recuerdan que el artículo 21 garantiza que “hombres y mujeres tienen igualdad de derechos y deberes, y son iguales ante la ley”. El hecho de que, seis años después de la Revolución, el Parlamento no haya sido capaz de elegir a los miembros del Tribunal Constitucional impide cerrar este tipo de debates.
Desde que en el año 1956 el padre de la recién conseguida independencia, Habib Burguiba, impusiera un nuevo código de familia inspirado en el francés, Túnez está considerado el país árabe que otorga más derechos a la mujer. Sin embargo, el carismático presidente no consiguió llevar hasta el final su proyecto de secularizar la vida pública del país. Tras el fracaso de su experimento de economía socialista de los años sesenta, Burguiba se alejó de los partidos de izquierda y buscó el apoyo de los sectores conservadores de la sociedad. De esa época databa la aprobación de la circular que prohíbe los matrimonios mixtos a la mujer musulmana o la imposición de la “ley seca” los viernes, día semanal dedicado al rezo en el islam.
“Todos los textos vinculados a la prohibición del matrimonio de una tunecina con un extranjero, a saber, la circular de 1973 y todos los textos parecidos, han sido anulados. Felicidades a las mujeres tunecinas por la consagración del derecho a la libertad de elegir a su cónyuge”, reza una declaración publicada por la portavoz de la presidencia, Saïda Garrach, en su página de Facebook. A mediados de agosto, con motivo de la fiesta nacional de la mujer, el presidente Essebsi instó públicamente al ministro de Justicia a eliminar el mencionado decreto. Además, el veterano mandatario creó una comisión para estudiar una reforma legal que garantice la paridad de sexo en la herencia.
El anuncio de ambas iniciativas desencadenó una gran controversia, tanto en Túnez como en otros países árabes. En su mayoría, el establishment religioso tunecino denunció las propuestas presidenciales al considerar que violan la sharia, y en las redes sociales se llegó a acusar a Essebsi de ser “un agente de Occidente”. En una rueda de prensa celebrada por una asociación de imanes, varios clérigos argumentaron que no existe ninguna garantía de que la mujer musulmana podrá practicar y conservar su fe en un matrimonio mixto. En cambio, apuntan que el islam obliga al hombre musulmán a tolerar la fe cristiana o judía de su esposa.
El debate cogió con el paso cambiado al partido islamista Ennahda, aliado de Essebsi en la gran coalición que gobierna el país magrebí, que todavía no ha sido capaz de articular una posición común al respecto. En cambio, los partidos laicos y las organizaciones feministas se felicitaron por la iniciativa. “El islam no puede estar contra la igualdad y la libertad. El Corán se debe leer en su conjunto. Su interpretación debe ser de acuerdo con la realidad actual y no con una lectura patriarcal”, opina Monia Ben Jemai, presidenta de la influyente organización feminista Association Tunisienne de Femmes Democrates.
Curiosamente, tanto partidarios como detractores de la medida esgrimen entre sus argumentos la nueva Constitución democrática, aprobada en 2014 por consenso. Mientras los sectores conservadores se aferran al artículo sexto, que establece que “el Estado es el guardián de la religión”, los partidos laicos y las asociaciones feministas recuerdan que el artículo 21 garantiza que “hombres y mujeres tienen igualdad de derechos y deberes, y son iguales ante la ley”. El hecho de que, seis años después de la Revolución, el Parlamento no haya sido capaz de elegir a los miembros del Tribunal Constitucional impide cerrar este tipo de debates.
Desde que en el año 1956 el padre de la recién conseguida independencia, Habib Burguiba, impusiera un nuevo código de familia inspirado en el francés, Túnez está considerado el país árabe que otorga más derechos a la mujer. Sin embargo, el carismático presidente no consiguió llevar hasta el final su proyecto de secularizar la vida pública del país. Tras el fracaso de su experimento de economía socialista de los años sesenta, Burguiba se alejó de los partidos de izquierda y buscó el apoyo de los sectores conservadores de la sociedad. De esa época databa la aprobación de la circular que prohíbe los matrimonios mixtos a la mujer musulmana o la imposición de la “ley seca” los viernes, día semanal dedicado al rezo en el islam.
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