miércoles, 19 de junio de 2019

#hemeroteca #lgtbi #orgullo | El Orgullo es político, Sr. Oyarzábal

Imagen: 20 Minutos / MADO 2013
El Orgullo es político, Sr. Oyarzábal.
Jesús Generelo · Ex-presidente de la FELGTB | 1 de cada 10, 20 Minutos, 2019-06-19
https://blogs.20minutos.es/1-de-cada-10/2019/06/19/el-orgullo-es-politico-sr-oyarzabal/

La proximidad del Orgullo levanta todos los años diferentes tormentas de arena en torno a las decisiones que cada año adoptan las entidades organizadoras. Es inevitable y comprensible teniendo en cuenta la magnitud de un evento que moviliza a millones de personas en torno a manifestaciones, actos culturales, fiestas, actos institucionales, etc.

Si bien algunos de estos revuelos tienen una parte positiva y provocan polémicas que contribuyen a la reflexión y a la visibilización de cuestiones políticamente relevantes, lo cierto es que muchos otros proceden de una gran ignorancia de lo que significa el Orgullo y muy concretamente la gran manifestación que se organiza en Madrid: desconocimiento histórico, sociológico y político.

Este año la polémica la ha servido Ciudadanos con la inestimable colaboración del popular Iñaki Oyarzábal. El motivo, que a Ciudadanos no se le permite participar con carroza. Y a partir de aquí me gustaría aclarar algunos conceptos por si a alguien le interesa debatir con conocimiento de causa. Si lo único que se pretende –como sospecho que sucede a muchos de esos polemizadores- es meter bulla y trolear reivindicaciones, recomiendo abandonar la lectura de este artículo.

1.- Es de mucha ignorancia acusar de politizar el Orgullo porque el Orgullo, por encima de todo, es un acto político, una estrategia utilizada históricamente por el movimiento LGTBI para visibilizarse, reivindicar y hacer avanzar posiciones en sociedades inmovilistas. Político fue el enfrentamiento en Stonewall que le dio origen (y del que, por cierto, ahora se cumplen 50 años) y política ha sido la manifestación de Madrid desde su origen en 1978. Política fue también la decisión de organizar una manifestación estatal a finales de los 90 para así contener la marea conservadora que propiciaron las mayorías del PP de Aznar. Sin el uso de esta herramienta política probablemente nunca se hubiera logrado el Matrimonio Igualitario.

Otra cosa es que el Orgullo sea apartidista, que siempre lo ha sido. Como lo son las organizaciones políticas, COGAM y FELGTB, que convocan esta manifestación. Pero, ¿político? Y a mucha honra, de eso se trata.

Qué tiene de extraño entonces que se decida “obligar a firmar documentos políticos”, como ha denunciado Ciudadanos. Parece obvio que si alguien es invitado a encabezar una manifestación se deberá garantizar que comparte las demandas principales de la misma. Por otra parte, Ciudadanos ya ha firmado en años anteriores los documentos exigidos para la participación. La diferencia es que en esta ocasión, por motivos estratégicos, no han querido comprometerse con las demandas de un año en el que se celebra la Memoria Histórica del movimiento LGTBI.

2.- En la manifestación del Orgullo no se veta a nadie. Nunca, bajo ninguna circunstancia, se ha vetado la presencia de nadie a una manifestación libre y colectiva. Toda la ciudadanía, sin excepción de orientación sexual o identidad de género, origen, adscripción ideológica o religiosa, procedencia, etc. está convocada a la participación. Otro tema es la cabecera visible de la marcha. O la participación con una carroza. Ante la muy limitada participación posible de carrozas, la visibilidad que aporta una de ellas no puede otorgarse a un partido, empresa u organización que no respeta los mínimos que establecen las entidades organizadoras. Las empresas también firman unos compromisos de respeto a los derechos humanos, aunque de diferente cariz que los partidos. Puestos a elegir un sistema de selección, es razonable que se priorice a quienes respetan las demandas que motivan la manifestación.

Pero no tener carroza o no ir en los puestos de cabecera no implica no ser bienvenidos en el Orgullo. El PP siempre ha jugado a la victimización manipulando ambos conceptos, Ciudadanos no debería entrar en ese juego tramposo.

3.- No parece una frivolidad que tanto COGAM como FELGTB decidan luchar con todas sus fuerzas para que los herederos del franquismo, ese fascismo incipiente que está asomando su cabeza en España, no cobren fuerza en las instituciones del Estado, no utilicen espacios que les otorga la propia democracia para vulnerarla, esparcir sus discursos de odio, su peligrosa LGTBIfobia. ¿Para qué existen, si no, entre otras cosas, dichas organizaciones? A algunos partidos les gustaría que el movimiento LGTBI se limitara a dar algunos servicios a la comunidad, aportar un par de gabinetes gratuitos y poco más. Ni esto ha sido nunca así ni lo será. Los motivos que llevan a Ciudadanos a pactar con la ultraderecha entran en directa colisión con los objetivos que el movimiento LGTBI ha perseguido desde su nacimiento en la ilegalidad, allá por los primeros años 70. En esta cuestión no pueden contar con la complicidad de un movimiento independiente y apartidista, y sus forofos gais deberían entenderlo y no entregarse a un apoyo estérilmente acrítico.

4.- Que siempre han ido partidos en la cabecera es otra de las mentiras que a fuerza de repetirse terminan por convertirse en algo generalmente asumido. La cabecera de la manifestación la han ocupado las personas o representantes que los organizadores han decidido cada año. De hecho, durante mucho tiempo los partidos huían de esa foto como de la peste. Solo tras comprobar el poderoso tirón popular y mediático de la manifestación los partidos (con honrosas excepciones) estuvieron de acuerdo en acompañar al movimiento. Y si se les invitó fue para visibilizar el apoyo a las demandas del mismo, no porque se pensara que los partidos políticos deben capitalizar una manifestación de reivindicación ciudadana.

Ahora, las más de 50 organizaciones de prácticamente toda España que conforman FELGTB han decidido democráticamente cambiar la estrategia de la composición de la cabecera para priorizar al propio movimiento, a sus líderes históricos, a sus mayores. Se trata de una decisión que puede gustar o no, pero que hay que respetar y que, además, ha contado con la aclamación de la mayor parte de dichas asociaciones. El tiempo dirá si la decisión fue acertada o no.

Entregarse a la pataleta de Iñaki Oyarzábal que acusa a esas organizaciones de no representar a casi nadie es impropio de un político de su experiencia. El hecho de que él mismo sea gay no puede sino hacernos recordar al Tío Tom, el buen negro que no se imagina sin amos. FELGTB engloba a las organizaciones más representativas del movimiento LGTBI y, junto a COGAM, son quienes han sacado adelante desde tiempos muy duros, una manifestación que ha hecho y sigue haciendo historia. Ambas entidades han conseguido durante años resistir los intentos de ayuntamientos, partidos y grandes empresarios de apropiarse de la manifestación, neutralizarla y convertirla en un espectáculo asumible y despolitizado.

Conviene también recurrir a la historia para recordar al Sr. Oyarzábal que en ningún momento cuestionó la representatividad de FELGTB cuando desde su puesto de Secretario de Justicia, Derechos y Libertades del PP la convocaba a su despacho para prometer una serie de medidas y de avances -que jamás llegó a cumplir- y así intentar frenar las críticas de esta organización a un ejecutivo que gobernó de espaldas a los derechos humanos.

Creo que todo esto ha de tenerse en cuenta antes de lanzarse a hacer acusaciones a un movimiento LGTBI, por supuesto imperfecto y mejorable, que ha dado más que muestras de imparcialidad, de democracia interna y de valentía a lo largo de toda su existencia.

Por último, no me cabe ninguna duda de que la ciudadanía va a tomar nota de todo lo que está sucediendo y que este año la manifestación va a ser especialmente numerosa. Porque las voces que amenazan con volvernos al pasado –con la complicidad, insisto, de quienes pacten con ellas- lejos de amedrentarnos nos dan fuerza para seguir adelante y para seguir luchando otro Orgullo y muchos orgullos más.

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