Imagen: El Diario / Beatriz Gimeno |
Pilar Aguilar | Tribuna Feminista, 2020-02-13
https://tribunafeminista.elplural.com/2020/02/sintiendolo-mucho/
Leí la entrevista a Beatriz Gimeno publicada el día 6 en eldiario.es y me apena constatar que no comparto algunos de sus planteamientos.
Me apena porque valoro enormemente, tanto el trabajo que hizo en pro de los derechos de gais y lesbianas, como sus posicionamientos abolicionistas.
Pero no puedo por menos que interpelarla (bueno, lo de interpelarla es metafórico porque no sé si me leerá) para disentir de ciertas afirmaciones. Me siento obligada porque sus palabras tienen relevancia, máxime considerando el cargo que ocupa.
El titular destaca: «Que un colectivo vulnerable como el trans exija derechos no pone en peligro los de las mujeres».
Depende de los derechos que exija ¿no? Por supuesto que un colectivo puede poner en peligro los derechos de otras personas. Es de Perogrullo.
No dudo que algunas y algunos trans sean vulnerables. Pero ¿es vulnerable Paul Preciado? ¿las Wachowski? ¿Bibi Andersen? ¿lo es una trans con trabajo estable y dignamente remunerado (yo conozco a un par de profesores de universidad)? ¿más vulnerable que una emigrante, una refugiada, una gitana, una pobre, una obesa, una discapacitada, una que padece alguna enfermedad crónica mal diagnosticada, otra con marido maltratador o con ancianos o imposibilitados a su cargo? ¿más que todas esas mujeres que las mafias de la prostitución explotan salvajemente? ¿más que las que crían solas y con un sueldo miserable a sus hijos?
Aunque no entraré en análisis detallado -no es mi objetivo aquí y ahora- rechazo la generalización de que las personas trans sean un colectivo muy machacado y vulnerable. Depende cuáles.
En cualquier caso, nos oponemos al proyecto de ley presentando en la Cortes porque pedimos que ayudas y prestaciones se destinen a quienes realmente las necesiten (incluidas las personas trans, pero no por serlo).
Y decimos que nos parece totalmente descabellado que baste con una autodeclaración para cambiar de documentalmente de «sexo». ¿Por qué no se puede pedir una evaluación médica y psicológica? ¿Es más humillante que las evaluaciones médicas y psicológicas que constantemente se les requieren a otras muchas personas de los más diversos colectivos por los más diversos motivos?
Beatriz acusa al feminismo de esencialismo, pero creo que –más allá de que las comprendamos- el esencialismo es de quienes consideran esencial para su vida cambiarse de género.
Lejos de pensarlo como esencia, el feminismo señala que el género es una construcción –básica eso sí- del patriarcado que se nos impone a todos los humanos en función de nuestros genitales, con el agravante (muy agravante, sí) de que, para las mujeres, va unido a una sumisión radical (radical de raíz).
No digo que se prohíba a quien lo desee cambiar de género. Digo que eso no debe poner en peligro los derechos de las mujeres. Y digo que el objetivo del feminismo no es conseguir que cada cual elija el género que quiera o pedir que los géneros se multipliquen ad infinitum sino acabar con la construcción genérica. Y, desde luego, si algún movimiento ha luchado radicalmente contra el género, ese es el feminismo porque, cada vez que las mujeres conquistan un derecho, lo están resquebrajando.
Para acabar, me sorprende (incluso me enfada) este comentario de Beatriz: “no entiendo tampoco el objetivo de ponerlo en el centro del debate ahora, cuando estamos en un momento en el que la extrema derecha del mundo realmente sí es un peligro y hasta el punto de que parece que se intentan romper muchos consensos básicos que se habían conseguido y que habían hecho del feminismo en este país la vanguardia”.
No es el feminismo quien ha puesto ahora esta problemática en el centro del debate. Son esos proyectos de ley que, so pretexto de defender al colectivo trans, perjudican a las mujeres. Es ese afán por acaparar, difuminar, adulterar la agenda feminista y sustituirla por otra que no es la nuestra.
¿Casualidad que pase ahora? No, claro que no. El feminismo es actualmente un movimiento muy vivo y potente. Frente a eso se observan dos maniobras:
Considero que Beatriz es feminista, sin duda alguna, y no quiero ser agresiva ni desagradable, pero me he tomado la molestia de verificar: la entrevista (incluyendo preguntas y respuestas) tiene 1608 palabras. De ellas, 584, o sea, más de un tercio, están dedicadas al tema trans.
Resulta, pues, que Beatriz dedica dos tercios de la entrevista a evocar los problemas de 24 millones de mujeres y un tercio a los de las personas trans que, según ella misma afirma, son el 0,1% de la población...
No vale alegar que la periodista preguntaba. Beatriz no es una mindungui, puede negociar temas y, si la entrevistadora se empecina, puede señalarle que ella no es la directora del Instituto Trans sino del Instituto de la Mujer.
Pilar Aguilar. Analista de ficción audiovisual y crítica de cine. Licenciada en Ciencias Cinematográficas y Audiovisuales por la Universidad Denis Diderot de París.
Me apena porque valoro enormemente, tanto el trabajo que hizo en pro de los derechos de gais y lesbianas, como sus posicionamientos abolicionistas.
Pero no puedo por menos que interpelarla (bueno, lo de interpelarla es metafórico porque no sé si me leerá) para disentir de ciertas afirmaciones. Me siento obligada porque sus palabras tienen relevancia, máxime considerando el cargo que ocupa.
El titular destaca: «Que un colectivo vulnerable como el trans exija derechos no pone en peligro los de las mujeres».
Depende de los derechos que exija ¿no? Por supuesto que un colectivo puede poner en peligro los derechos de otras personas. Es de Perogrullo.
No dudo que algunas y algunos trans sean vulnerables. Pero ¿es vulnerable Paul Preciado? ¿las Wachowski? ¿Bibi Andersen? ¿lo es una trans con trabajo estable y dignamente remunerado (yo conozco a un par de profesores de universidad)? ¿más vulnerable que una emigrante, una refugiada, una gitana, una pobre, una obesa, una discapacitada, una que padece alguna enfermedad crónica mal diagnosticada, otra con marido maltratador o con ancianos o imposibilitados a su cargo? ¿más que todas esas mujeres que las mafias de la prostitución explotan salvajemente? ¿más que las que crían solas y con un sueldo miserable a sus hijos?
Aunque no entraré en análisis detallado -no es mi objetivo aquí y ahora- rechazo la generalización de que las personas trans sean un colectivo muy machacado y vulnerable. Depende cuáles.
En cualquier caso, nos oponemos al proyecto de ley presentando en la Cortes porque pedimos que ayudas y prestaciones se destinen a quienes realmente las necesiten (incluidas las personas trans, pero no por serlo).
Y decimos que nos parece totalmente descabellado que baste con una autodeclaración para cambiar de documentalmente de «sexo». ¿Por qué no se puede pedir una evaluación médica y psicológica? ¿Es más humillante que las evaluaciones médicas y psicológicas que constantemente se les requieren a otras muchas personas de los más diversos colectivos por los más diversos motivos?
Beatriz acusa al feminismo de esencialismo, pero creo que –más allá de que las comprendamos- el esencialismo es de quienes consideran esencial para su vida cambiarse de género.
Lejos de pensarlo como esencia, el feminismo señala que el género es una construcción –básica eso sí- del patriarcado que se nos impone a todos los humanos en función de nuestros genitales, con el agravante (muy agravante, sí) de que, para las mujeres, va unido a una sumisión radical (radical de raíz).
No digo que se prohíba a quien lo desee cambiar de género. Digo que eso no debe poner en peligro los derechos de las mujeres. Y digo que el objetivo del feminismo no es conseguir que cada cual elija el género que quiera o pedir que los géneros se multipliquen ad infinitum sino acabar con la construcción genérica. Y, desde luego, si algún movimiento ha luchado radicalmente contra el género, ese es el feminismo porque, cada vez que las mujeres conquistan un derecho, lo están resquebrajando.
Para acabar, me sorprende (incluso me enfada) este comentario de Beatriz: “no entiendo tampoco el objetivo de ponerlo en el centro del debate ahora, cuando estamos en un momento en el que la extrema derecha del mundo realmente sí es un peligro y hasta el punto de que parece que se intentan romper muchos consensos básicos que se habían conseguido y que habían hecho del feminismo en este país la vanguardia”.
No es el feminismo quien ha puesto ahora esta problemática en el centro del debate. Son esos proyectos de ley que, so pretexto de defender al colectivo trans, perjudican a las mujeres. Es ese afán por acaparar, difuminar, adulterar la agenda feminista y sustituirla por otra que no es la nuestra.
¿Casualidad que pase ahora? No, claro que no. El feminismo es actualmente un movimiento muy vivo y potente. Frente a eso se observan dos maniobras:
- Querer aprovecharlo, como hacen, por ejemplo, las marcas comerciales, e intentan hacer colectivos que, si no es subiéndose a ese carro, no tendrían visibilidad.
- No soy muy de teorías conspiratorias, pero, francamente, resulta muy ingenuo no darse cuenta de que tratan de desviar nuestra atención y la de la sociedad de los problemas que realmente padecemos las mujeres.
Considero que Beatriz es feminista, sin duda alguna, y no quiero ser agresiva ni desagradable, pero me he tomado la molestia de verificar: la entrevista (incluyendo preguntas y respuestas) tiene 1608 palabras. De ellas, 584, o sea, más de un tercio, están dedicadas al tema trans.
Resulta, pues, que Beatriz dedica dos tercios de la entrevista a evocar los problemas de 24 millones de mujeres y un tercio a los de las personas trans que, según ella misma afirma, son el 0,1% de la población...
No vale alegar que la periodista preguntaba. Beatriz no es una mindungui, puede negociar temas y, si la entrevistadora se empecina, puede señalarle que ella no es la directora del Instituto Trans sino del Instituto de la Mujer.
Pilar Aguilar. Analista de ficción audiovisual y crítica de cine. Licenciada en Ciencias Cinematográficas y Audiovisuales por la Universidad Denis Diderot de París.
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