Imagen: El País / Ximo Berenguer fotografía a una vedete en El Molino |
Un libro recupera el trabajo del fotógrafo valenciano en El Molino durante los años finales del franquismo y la Transición.
Tereixa Constenla | El País, 2017-06-15
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/06/15/actualidad/1497549301_994187.html
Entre 1973 y 1976 la historia llamaba a la puerta cada día. Lo que estaba a punto de morir y lo que estaba a punto de nacer competían por sacar cabeza. Puede que la noche fuese el lugar que antes se despidió de la dictadura. Y puede que Ximo Berenguer (Picanya, 1946-Barcelona, 1977) fuese el fotógrafo que lo vio en El Molino, el mítico cabaré de Barcelona.
Con un acceso privilegiado gracias a su noviazgo con el coreógrafo, el cubano Negrito Polly, el fotógrafo retrató la trastienda de aquel local, donde los travestis se mezclaban con burgueses canallas y los franquistas se reían del franquismo. De su inmersión en la cutrez de los camerinos y en el frenesí del público seleccionó material para un libro que ha permanecido inédito durante 40 años y que ahora ha publicado la editorial RM, respetando la idea original del autor y los textos de Manolo de la Mancha.
El fallecimiento de Berenguer en un accidente de moto en 1978 frustró la salida de ‘A chupar del bote’ —en honor de un espectáculo homónimo de El Molino— en la colección Palabra e Imagen, en la que habían publicado Colita, Francisco Ontañón y Ramón Masats, entre otros.
Durante cuatro décadas su archivo permaneció tan olvidado como el fotógrafo hasta que su hermana entregó el material —unos 15.000 negativos que documentan las convulsiones políticas en Barcelona entre 1974 y 1976— al director de la galería valenciana Espaivisor, Mira Bernabeu. En este espacio se exhibió por vez primera el trabajo sobre El Molino, que cuelga en la galería madrileña Fernando Pradilla, en el marco de PHotoEspaña.
En esos 15.000 negativos de Ximo Berenguer que han sobrevivido, que custodia ahora la galería Espaivisor, se documenta el antes y el durante de la Transición, desde festivales a manifestaciones, cargas policiales o las primeras elecciones democráticas. Pero ninguno ofrecía un reportaje tan acabado como el dedicado al teatro de variedades.
La democracia al desnudo
A Mira Bernabeu, que ha comisariado la muestra, le sorprende que no solo documenta el espectáculo, “sino que transmite aquella época en la que nuestros padres pasan de las zarzuelas al cabaré”. A través de 52 imágenes —40 de ellas editadas por el propio Berenguer— se accede a las menudeces de vedetes como la Maña o Christa Leem. Se transforman en camerinos miserables donde conviven braseros con carretes de hilo y fotos de Alain Delon con televisores donde aún salía Franco.
Sobre el escenario son divas eróticas que levantan a los espectadores de sus asientos. “El plato fuerte era la interacción entre un público muy activista por la efervescencia del momento y los artistas”, indica Bernabeu. Demasiada interacción, debieron pensar las autoridades. Un cartel, fotografiado por Berenguer, advertía: “Por orden gubernativa queda prohibido dejarse tocar del público y besarlo. La empresa”. En el escenario de El Molino, escribe Manolo de la Mancha en el libro, “la democracia marca paquete y la libertad asoma por la raja de las faldas”. Desnudarse era política. “Lo que retrata Berenguer es el intento de escapar de una represión, de lo que habla es de la llegada de la democracia”, señaló Fernando Castro Flórez, crítico de arte y profesor de la Universidad Autónoma, durante la presentación de la obra en el Círculo de Bellas Artes. “Lo que se desnuda en El Molino no son las vedetes, es la democracia”, agregó.
En la década que pasó en Barcelona hasta su muerte, Ximo Berenguer recibió el empuje de fotógrafos como Leopoldo Pomés —trabajó durante un año en su estudio— y otros miembros del Grupo Afal, al tiempo que cultivaba círculos ‘underground’ como el equipo de ‘El Rrollo enmascarado’, la revista de Nazario y Javier Mariscal, entre otros. “Su vida”, explica Mira Bernabeu, “contrasta con la ‘gauche divine’ hegemónica entonces en Barcelona. Berenguer y sus amigos comparten tugurios y marginalidad, solo aspiraban a sobrevivir”.
Con un acceso privilegiado gracias a su noviazgo con el coreógrafo, el cubano Negrito Polly, el fotógrafo retrató la trastienda de aquel local, donde los travestis se mezclaban con burgueses canallas y los franquistas se reían del franquismo. De su inmersión en la cutrez de los camerinos y en el frenesí del público seleccionó material para un libro que ha permanecido inédito durante 40 años y que ahora ha publicado la editorial RM, respetando la idea original del autor y los textos de Manolo de la Mancha.
El fallecimiento de Berenguer en un accidente de moto en 1978 frustró la salida de ‘A chupar del bote’ —en honor de un espectáculo homónimo de El Molino— en la colección Palabra e Imagen, en la que habían publicado Colita, Francisco Ontañón y Ramón Masats, entre otros.
Durante cuatro décadas su archivo permaneció tan olvidado como el fotógrafo hasta que su hermana entregó el material —unos 15.000 negativos que documentan las convulsiones políticas en Barcelona entre 1974 y 1976— al director de la galería valenciana Espaivisor, Mira Bernabeu. En este espacio se exhibió por vez primera el trabajo sobre El Molino, que cuelga en la galería madrileña Fernando Pradilla, en el marco de PHotoEspaña.
En esos 15.000 negativos de Ximo Berenguer que han sobrevivido, que custodia ahora la galería Espaivisor, se documenta el antes y el durante de la Transición, desde festivales a manifestaciones, cargas policiales o las primeras elecciones democráticas. Pero ninguno ofrecía un reportaje tan acabado como el dedicado al teatro de variedades.
La democracia al desnudo
A Mira Bernabeu, que ha comisariado la muestra, le sorprende que no solo documenta el espectáculo, “sino que transmite aquella época en la que nuestros padres pasan de las zarzuelas al cabaré”. A través de 52 imágenes —40 de ellas editadas por el propio Berenguer— se accede a las menudeces de vedetes como la Maña o Christa Leem. Se transforman en camerinos miserables donde conviven braseros con carretes de hilo y fotos de Alain Delon con televisores donde aún salía Franco.
Sobre el escenario son divas eróticas que levantan a los espectadores de sus asientos. “El plato fuerte era la interacción entre un público muy activista por la efervescencia del momento y los artistas”, indica Bernabeu. Demasiada interacción, debieron pensar las autoridades. Un cartel, fotografiado por Berenguer, advertía: “Por orden gubernativa queda prohibido dejarse tocar del público y besarlo. La empresa”. En el escenario de El Molino, escribe Manolo de la Mancha en el libro, “la democracia marca paquete y la libertad asoma por la raja de las faldas”. Desnudarse era política. “Lo que retrata Berenguer es el intento de escapar de una represión, de lo que habla es de la llegada de la democracia”, señaló Fernando Castro Flórez, crítico de arte y profesor de la Universidad Autónoma, durante la presentación de la obra en el Círculo de Bellas Artes. “Lo que se desnuda en El Molino no son las vedetes, es la democracia”, agregó.
En la década que pasó en Barcelona hasta su muerte, Ximo Berenguer recibió el empuje de fotógrafos como Leopoldo Pomés —trabajó durante un año en su estudio— y otros miembros del Grupo Afal, al tiempo que cultivaba círculos ‘underground’ como el equipo de ‘El Rrollo enmascarado’, la revista de Nazario y Javier Mariscal, entre otros. “Su vida”, explica Mira Bernabeu, “contrasta con la ‘gauche divine’ hegemónica entonces en Barcelona. Berenguer y sus amigos comparten tugurios y marginalidad, solo aspiraban a sobrevivir”.
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