jueves, 29 de junio de 2017

#hemeroteca #transexualidad | La mujer transexual que desafió a Franco y hoy tiene una calle

La mujer transexual que desafió a Franco y hoy tiene una calle.
Triunfó en el mundo, eclipsó a la Bardot y se paseó en descapotable por la Gran Vía en un régimen que condenaba a las mujeres como ella. Con ustedes, la gran Coccinelle.
Valeria Vegas | Vanity Fair, 2017-06-29
http://www.revistavanityfair.es/celebrities/articulos/historia-de-coccinelle-primera-transexual-franquismo-calle/24855

“La mujer que apasiona. El caso clínico de la historia al alcance de sus ojos”. Así rezaba el cartel que anunciaba la presencia de Coccinelle en una popular sala de fiestas. Esta es la vida de una mujer que alcanzó la fama mundial, la aprobación de la Iglesia y que recientemente se ha convertido en la primera persona transexual en Europa en tener una calle con su nombre.

"He nacido dos veces"
Coccinelle nació en 1931 en la ciudad de París y bajo otro nombre que ella pronto sintió que no le correspondía. Al abandonar la escuela, con tan sólo 15 años, comenzó a trabajar como peluquera y a formarse como bailarina. En 1953 debuta en Madame Arthur, mítico cabaret parisino por el que desfilaban multitud de artistas transexuales y transformistas. Es entonces cuando adquiere el nombre de Coccinelle, cuya traducción es mariquita, debido a que en sus inicios siempre vestía un traje rojo con topos negros, por lo que una de sus compañeras le acuñó el apodo, como guiño al insecto. No faltaría mucho para que Coccinelle se deshiciese de aquel vestido y comenzase a lucir conjuntos de Christian Dior.

A finales de los años 50 viaja a Casablanca para ponerse en manos de Georges Burou, famoso ginecólogo cuya popularidad residía en realizar las entonces llamadas operaciones de cambio de sexo: novedosas, inauditas, y bajo métodos bastante primarios que lograban satisfacer a sus pacientes. Lo cierto es que antes de Coccinelle ya se habían sometido a esa intervención otras mujeres como Christine Jorgensen o Lili Elbe, cuya vida se vio reflejada recientemente en el exitoso film ‘La chica danesa’, pero fue la vedette francesa la que acaparó la atención mediática debido a su belleza y la fama que le precedía sobre el escenario. El mito de Coccinelle no había hecho más que comenzar y pronto declararía en la prensa: “He nacido dos veces”.

Blanca y radiante va la novia
A su regreso en Francia se convierte en la estrella absoluta del Carrousel de París, una de las salas más célebres de la capital que presumían de tener un elenco de exuberantes mujeres que realizaban espectaculares giras alrededor de todo el mundo. Coccinelle comienza a grabar discos y funda la asociación Dévenir Femme, con la intención de ayudar a otras mujeres transexuales.

En una ocasión, tras ser invitada a una gala anual de artistas en su París natal, averiguó a través de sus contactos el traje que iba a vestir esa misma noche Brigitte Bardot. Se puso exactamente el mismo, de manera que a su llegada fue confundida con la actriz. Todos los flashes se dirigieron a ella, mientras el público la aclamaba. Cuando poco después llegó la Bardot, ésta pasó absolutamente inadvertida.

Su repercusión incrementó cuando en 1960 decide contraer matrimonio por la Iglesia con un periodista deportivo. Vestida de blanco y acompañada del brazo de su padre se dirigió hacia el altar, en una boda que contó con la bendición del cura y por lo tanto del Papa Juan XXIII, que destacaba por su intención aperturista de la Iglesia y se creó enemigos del lado más conservador. Este hecho resulta insólito todavía a día de hoy, pero hay que tener en cuenta que tras aquella famosa operación Coccinelle se había convertido legalmente en mujer y contaba con el beneplácito de las grandes esferas. Aquel enlace estuvo repleto de expectación, con admiradores, compañeras e incluso detractores acudieron a la puerta a insultarla.

Aquella mujer que conducía un descapotable por la Gran Vía
Es en 1962, en plena dictadura franquista, cuando es contratada en la sala Pasapoga de Madrid, toda una institución del cabaret y el music-hall hoy convertido en unos grandes almacenes. Los periódicos la anunciaban y advertían que su actuación se limitaba únicamente a horario nocturno, evitando su presencia en la función de tarde debido al morbo que le precedía y que le relegaba a un horario de público únicamente adulto. Precisamente dicho morbo hizo que el éxito fuese constante y su contrato se prorrogó durante meses, agotando las localidades. Cuando finalizaba su espectáculo se producía un notable silencio y apenas se escuchaban aplausos, debido a que el público quedaba atónito al contemplar a la que era catalogada como un fenómeno.

Tampoco resultaba raro ver a Coccinelle paseando por la Gran Vía en su deportivo descapotable, deslumbrando a los viandantes y disfrutando de la que sería para siempre su época dorada. Pese a ello, la prensa nacional silenciaba su existencia por no ser completamente del agrado del régimen, con el aura de tabú que la acompañaba.

Un año más tarde Coccinelle debutaría en el teatro Olympia de París, que pocos meses antes había tenido en su escenario a Edith Piaf. La vedette se consagra con su exitoso espectáculo ‘Cherchez la femme’, mismo título de una de las varias canciones que grabó en aquel momento y que viene a traducirse como “busca a la mujer”, animando en su letra a que la examinen. Francia se rinde a sus pies hasta el punto de que en una ocasión, mientras compraba en una céntrica joyería, los viandantes descubrieron a la artista dentro del local y comenzaron a agolparse. En pocos minutos curiosos y admiradores crearon un tumulto que hacía que fuese imposible salir a la calle, por lo que tuvo que venir un helicóptero a llevársela desde la azotea del mismo edificio.

Durante la década de los sesenta fue reclamada para el cine con pequeños papeles en películas como ‘Noches de Europa’; ‘El Don Juan de la Costa Azul’ en Italia; el film español ‘Días de viejo color’ junto a Luis García Berlanga y la cantante Massiel; o ‘Los viciosos’, en Argentina. Es precisamente allí donde conoce a su segundo marido, que ejercía de bailarín en su espectáculo y con el que se casa en 1966. Bodas, divorcio y éxito, la vida de Coccinelle iba más rápido de lo que la sociedad podía asimilar, mientras ella parecía reírse del mundo desde su habitación del Hotel Alvear, el más lujoso de aquel Buenos Aires.

Un fenómeno con calle propia
En los años posteriores la artista continuó llevando su espectáculo por medio mundo. España volvió a reclamarla y volvió a Madrid y actuando en Barcelona y Sevilla, donde los anuncios publicitarios seguían tratándola con cierto morbo. Sirva de ejemplo: “La estrella más discutida de la historia, cuyo intrigante pasado acaparó la atención mundial” o el mal intencionado “La ‘vedette vedetto’ que más dio que hablar en los últimos años”.

Durante la década de los setenta la artista se paseaba con su coche por el Festival de Cannes, buscando conquistar la atención de los medios. Comenzaba una etapa de cierto declive, pese a que el trabajo no cesaba. Presentó en Barcelona un espectáculo titulado ‘Hippirama’, y se trasladó a Berlín para convertirse en la estrella del Chez Nous, teatro que se caracterizaba por ser el templo del transformismo en Alemania. No es hasta mediados de los ochenta cuando regresa a París, escribiendo su autobiografía y retornando al mismo cabaret en el que comenzó en sus inicios.

Poco tiempo después su situación económica se agravaría, según aseguró su entorno debido a que nunca ahorró y no supo administrar toda la fortuna que ganó. Se deshizo de su coche, de su vivienda, de sus joyas y de todos los abrigos de visón que presumía de tener en todos los colores. A partir de 1992 se traslada a vivir a Marsella, donde contraerá matrimonio por tercera vez y pasará el resto de su vida, actuando esporádicamente hasta su fallecimiento en el 2006 a causa de un derrame cerebral. Su última voluntad era ser incinerada en la más estricta intimidad, celebrándose una misa en su honor.

El pasado 18 de mayo el Ayuntamiento de París inauguró un paseo con su nombre, al que acudió la alcaldesa Anne Hidalgo con un discurso que destacaba la labor y reconocimiento a Coccinelle. Es la primera calle que se le dedica en Europa a una persona transexual. Aquella mujer que durante décadas fue tratada como una atracción de feria, hoy goza de categoría de leyenda.

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