jueves, 10 de enero de 2019

#hemeroteca #transexualidad | Miquel Missé: “La transexualidad ha pasado de reivindicar el derecho a operarse a casi reivindicar el derecho a no hacerlo”

Imagen: Catalunya Plural ( Miquel Missé
“La transexualidad ha pasado de reivindicar el derecho a operarse a casi reivindicar el derecho a no hacerlo”.
¿Qué mensaje envía la sociedad a las personas trans? ¿El malestar que sufren es un malestar individual o colectivo? ¿Es necesaria la modificación del cuerpo para ser aceptado en nuestra sociedad? ¿Hay que cambiar el imaginario colectivo? Hablamos con Miquel Missé, activista trans y sociólogo, con motivo del lanzamiento de su nuevo libro "A la conquista del cuerpo equivocado".
Maria Antònia Frau | Catalunya Plural, 2019-01-10
http://catalunyaplural.cat/es/la-transexualidad-ha-pasado-de-reivindicar-el-derecho-a-operarse-a-casi-reivindicar-el-derecho-a-no-hacerlo/

Desde siempre, el discurso más extendido sobre transexualidad afirmó que el malestar de las personas trans reside en el cuerpo y, además, que es un problema individual que debe solucionar cada persona. Miquel Missé, sociólogo y activista por los derechos trans, ha editado varios libros donde habla sobre la transexualidad y cuestiona el modelo binario de género y los roles impuestos por la sociedad, como ‘El género desordenado: criticas en torno a la patologización de la transexualidad’, editado junto con Gerard Coll-Planas o ‘Transexualidades. Otras miradas posibles’. Ahora vuelve con un nuevo libro ‘A la conquista del cuerpo equivocado’, en el que reflexiona sobre el malestar que se atribuye al cuerpo de las personas trans y propone cuestionar este discurso extendido y hegemónico sobre la transexualidad.

P. En tu nuevo libro pones en cuestión la idea del cuerpo equivocado, ¿A qué te refieres?
R. El principal imaginario alrededor de la transexualidad está muy centrado en que el malestar que las personas trans tenemos se resuelve modificando nuestro cuerpo. Esta idea la hemos asumida e incluso la hemos reivindicada desde el propio colectivo trans. Lo que propongo en el libro es que entiendo perfectamente la necesidad de modificar el cuerpo porque nuestra sociedad es muy rígida con lo que es aceptable de ser hombre o mujer. Yo mismo modifico mi cuerpo pero es muy importante que en algún momento podamos cuestionarnos al servicio de quién están las modificaciones culturales. Tengo la sensación de que plantear el tema del cuerpo equivocado es una forma muy fácil para nuestra sociedad de desentenderse de que parte de nuestro malestar también se resolvería si se transformara el imaginario colectivo, lo que pasa es que es más fácil que nosotros modificamos nuestro cuerpo.

P. En 2018 la OMS dejó de considerar la transexualidad como un trastorno mental pero incorpora lo que llama “incongruencia de género” en el capítulo de “condiciones relativas a la salud sexual” junto a otros conceptos como “disfunciones sexuales”. ¿Qué supone esta redefinición?
R. Hay una pequeña mejora. Antes el trastorno de identidad de género era una categoría que estaba en un capítulo de la clasificación internacional de enfermedades llamada trastornos de comportamiento. El debate que había sobre la mesa era si había que sacar totalmente la transexualidad del manual. Desde una perspectiva despatologitzadora deberíamos sacarla, pero si pensamos en muchos países que no tienen sistemas sanitarios públicos y que necesitan que las aseguradoras tengan categorías médicas para cubrirte el proceso, si no existe el concepto, ¿por qué deberían darnos medicamentos o tratamientos hormonales?

La gran cuestión fue encontrar una definición que permitiera el acceso a la salud en diversos lugares del mundo pero que no fuera patologizadora. Se introdujo la categoría “incongruencia de género” en el capítulo “condiciones relativas a la salud sexual” donde hay varias situaciones que requieren acompañamiento médico pero no son enfermedades como, por ejemplo, un embarazo. La crítica que hago es que la categoría que proponen me parece problemática porque, de nuevo, establece que hay una manera congruente de articular cómo debe ser tu expresión, tu identidad y tu sexo. Se debe entender que era complicado y arriesgado hacer este cambio, está bien cambiar de un capítulo a otro, pero creo que el concepto no nos ayuda.

P. Actualmente se hace la distinción entre identidad de género y expresión de género. ¿Cuál es el significado de cada concepto?
R. El concepto género se subdivide en dos categorías: identidad y expresión. Es una gran riqueza que aporta al lenguaje y al imaginario porque diferencia que tú te identifiques como hombre, mujer, o en un género no binario, con el hecho de que tengas una expresión masculina o femenina. Hasta ahora parecía que cuando eras un hombre con una expresión muy femenina era porque necesariamente te sentías mujer. Sentirse mujer y ser femenino era el mismo. Ahora no es así y podemos explicar que los hombres pueden ser muy femeninos y ser hombres, que las mujeres pueden ser muy masculinas y sentirse mujeres.

Lo que hacemos es ampliar el abanico de posibilidades de expresión para la gente con una identidad determinada. El principal tema de la transexualidad es que el hecho de tener una expresión de género, unas identificaciones, unas aficiones y un imaginario que te identifica más con el género contrario, te lleva a la conclusión de que lo que está pasando es que tú no debes ser un hombre o una mujer. En cambio, si flexibilizamos muchísimo lo que es ser un hombre y que es ser una mujer, la transexualidad como necesidad disminuiría.

P. Afirmas que nos dicen que ser trans es nacer en un cuerpo equivocado. ¿Cómo definirías tú la transexualidad?
R. Definiría la transexualidad como la experiencia, el deseo o el fenómeno de querer vivir en una identidad de género que no es la que se te asignó al nacer. En algunos casos esto implicará también modificar el cuerpo, en mayor o menor medida, y en otros puede que no. Para mí tiene que ver con la necesidad de vivir con otra identidad de género para sentirte reconocido por la sociedad.

P. ¿Crees que modificar el cuerpo es la solución?
R. Modificar el cuerpo puede ser la solución para un individuo en un momento concreto y puede ser una solución entre comillas, porque después deberíamos ver si realmente modificar el cuerpo transforma nuestro malestar o lo que realmente hace que estemos mejor es el proceso de empoderamiento y autoestima corporal.

Debemos aspirar a más, por ejemplo: aunque a algunas mujeres les ayude hacer autodefensa para sentirse más seguras, lo que resuelve es que los hombres no agredan. Más allá de que modificar nuestro cuerpo nos haga sentir mejor, lo que realmente resuelve el problema de fondo es que nuestra sociedad haga una revolución en la forma en la que entiende la identidad, el cuerpo y el género.

P. Hablemos de los menores transexuales. ¿Hasta qué punto podemos decir que un menor es trans o que es una niña masculina o un niño afeminado?
R. Es un debate muy complejo porque principalmente hay muchas familias que están intentando hacerlo lo mejor posible y es lo que hay que destacar. Hay una situación que es muy difícil de gestionar en relación a la familia extensa, en el espacio público, en la escuela o en el pediatra, que es cuando un niño o una niña expresa con mucha contundencia comportamientos de género o identificaciones que no son las que se esperaban.

Una de las complejidades cuando se habla de menores trans es que hay muchas familias que se sienten cuestionadas. No se trata de culpar a nadie pero hay que poner en cuestión el paradigma de la transexualidad infantil como un paradigma explicativo de por qué los niños y las niñas a veces hacen esto.

Debemos pensar formas mucho más amplias porque lo que está pasando tiene que ver más con la rigidez de género y la poca libertad para expresarse, que con el hecho de que claramente haya unos niños que tengan una situación especifica de no concordancia. Nuestro trabajo es conseguir que los niños tengan otros imaginarios posibles.

P. En tu libro “Transexualidades. Otras miradas posibles” questionas la patologización de la transexualidad y planteas otras maneras de entenderla. ¿Cuáles serían esas miradas?
R. Básicamente es intentar explicar la cuestión trans desde otro paradigma que lo que propone es que la transexualidad no me ha pasado a mí individualmente, sino que es algo relacional y colectivo y, por tanto, para que a mí se me haya ocurrido que yo soy trans ha habido muchos elementos culturales que me han influido en esta decisión. Para mí tiene más que ver con una cuestión estructural que una cuestión biológica.

P. En este mismo libro dices que “Los médicos dejaban de ser médicos y pasaban a convertirse en guardianes del sistema binario hombre / mujer”. ¿A qué te refieres?
R. La gran batalla es transformar la hegemonía que tiene el imaginario biomédico. A pesar de vivir en una sociedad que parece que ha hecho una auténtica revolución en relación a su imaginario feminista, en muchos contextos los grandes expertos en temas de sexo, género y sexualidad siguen siendo los médicos. Debemos conseguir transformar también su imaginario, flexibilizarlo… Además, un trabajo muy importante es visibilizar y promover otros modelos y referentes de hombres que tienen expresiones femeninas y de mujeres que tienen expresiones masculinas. Hay que hablar de que no todo el mundo nace macho o hembra y que no todo el mundo se identifica como hombre o como mujer.

La población trans es muy rica y diversa y se aleja de la normatividad que la visibilidad mediática propone. No hay que rechazar la riqueza de la que partimos porque es inspiradora. Lo más importante es poblar el imaginario colectivo con una gran riqueza de posibilidades de existencia para que la gente sea más libre. Habrá gente que seguirá diciendo que hay una línea entre lo normal y lo patológico, entre la forma correcta y esperable de vivir el género, etc. Mientras esta gente dice eso, vamos llenando el imaginario de todos de muchas formas de existencia hasta que al final su posición quede totalmente relativizada.

P. También hablas del concepto transexualidad normativa, ¿te refieres a la que impulsa el discurso médico?
R. Tiene que ver con los mandatos de la transexualidad. Por ejemplo, aceptar que eres una persona trans pero tienes que pasar totalmente desapercibido, lo que se dice la cultura del passing de la que hablo en el libro. Hay una presión para pasar desapercibido o desapercibida y cuando no se te nota que eres una persona transexual, eres premiado. Por ejemplo, yo vengo a hacer esta entrevista y llevo una camiseta compresora que hace que mi pecho no se note y eso tiene un premio socialmente. Si viniera sin esta parecería trans, por eso si pienso en sacármela siento que la gente me aceptará menos.

Cuando no haces una transición completa según esta normatividad trans, parece extraño. Debemos hacer mucha pedagogía sobre que el objetivo no es que yo pase de A a B sino que yo encuentre mi sitio en la línea entre los dos puntos. Para mí el empoderamiento trans pasa porque yo sepa que si no me pongo esta camiseta compresora, la gente también me premiará. Pero ahora lo que siento es que me tengo que hacer una mastectomía. No está valorado lo difícil que es decir que no me quiero operar. Hemos pasado de un paradigma de reivindicar el derecho de operarse, que nos ha costado mucho, a un paradigma casi de reivindicar el derecho a no operarnos.

P. ¿Cuáles son las consecuencias sufridas por mirar la transexualidad desde una mirada médica y patologizadora?
R. La principal consecuencia la sufrimos la gente trans porque vivimos toda la vida pensando que somos nosotros los que tenemos un problema y que debemos solucionarlo. El momento principal de malestar es al principio, cuando piensas que no eres como los demás, que hay algo que no encaja. Este padecimiento es muy duro y es inaceptable que yo haya tenido que pasar momentos en mi vida donde pensaba que mi existencia no era correcta.

El principal problema del modelo patologizador es que individualiza y responsabiliza del malestar a la persona ya su cuerpo. Se emite un mensaje afirmando que yo soy el responsable de estar mejor, pero toda la sociedad tiene la responsabilidad. La cuestión es si podemos educar nuestra mirada para respetar la riqueza de cuerpos posibles y la manera de vivir el cuerpo de la gente.

P. Al final, ¿”el cuerpo equivocado” es un tema que nos interpela a todas?
R. Todos los cuerpos están equivocados, no hay ninguna que esté bien. Lo que pasa es que se habla mucho del cuerpo de las personas transexuales porque requiere un cambio de sexo. La propuesta del libro es apelar a las alianzas entre la gente. Yo soy trans y quizás tú no lo eres pero estás entendiendo perfectamente lo que te estoy diciendo y te puede molestar y puedes rebelarte. Cabe preguntarse a quién le interesa que haya presión corporal, que nos queramos modificar el cuerpo y que siempre estemos un poco a disgusto. Nos tenemos que hacer cargo de que esta manera de vivir el cuerpo es profundamente desigual y violenta.

P. ¿Una manera de reconquistar el cuerpo es interpelar a la sociedad?
R. Si, reconquistar el cuerpo, lo intento explicar en el libro, no es culpabilizar a la gente que se opera diciendo que no lo reconquistará. Es casi un estado mental o una posición. Por ejemplo, partiendo de la base de que la gente se depila por presión estética y porque si no, no se ve bien, lo importante es tomar conciencia crítica. Tú te puedes depilar porque es una norma sexista que está apuntalando los mitos de la belleza femenina, no porque tu cuerpo esté mal; lo sabes y todo así lo necesitas pero no es que tú seas una loca que no aceptas tu pelo, sino que hay presiones sociales que afectan tu autoestima. Es aquí donde debemos señalar.

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