Imagen: El Español / Jean-Claude Pascal, en Eurovisión 1961 |
Y primero Dana Internacional y más tarde Conchita Wurst fueron las que la verbalizaron.
Mike Medianoche | Bluper, El Español, 2019-05-12
https://www.elespanol.com/bluper/noticias/la-verdadera-lucha-lgbtiq-eurovision-comenzo-en-los-60
Turquía comenzó a concursar en Eurovisión en el año 1975, rozó la gloria cuando ganó el Festival en 2003 con ‘Everyway that I can’ de Sertab Erener, y participó por última vez en 2012. Este 2019 tampoco participa, y es que, según el director general de la radiotelevisión pública turca TRT, Ibrahim Eren, Turquía no tiene intención de volver a concursar por razones principalmente homófobas.
“Siendo una emisora pública, yo no puedo difundir en directo a las nueve de la noche, en horario infantil, a un austríaco con barba y falda, que no acepta su sexo, que no admite pertenecer a ningún sexo y asegura ser a la vez hombre y mujer”, afirmó Eren este verano, en referencia a Conchita Wurst, quien ganó Eurovisión en 2014.
No es un evento gay, pero sí que nos enseña que somos diferentes
Eurovisión no es un evento LGBTIQ+ al uso, no es un Pride. Eurovisión sigue siendo un evento mundial que ven más de 180 millones de espectadores en todo el mundo. Participan países de Europa, Asia y Oceanía, y hasta África ha tenido representación a través de Marruecos. En Estados Unidos se ha emitido en los últimos años, y seguro que muchos americanos lo ven este año que Madonna actúa en el intervalo de la final.
Sin embargo, sí ha sido una ventana a conocer a personas de otras culturas, que eran diferentes a su vecino, y eso ayudó principalmente a los hombres gais a reconocerse a sí mismos, e incluso a celebrar esa diferencia una vez se aceptan. Porque en esa mezcla cultural demostraba que ser diferente no importa, y que precisamente, es la diferencia lo que te hace ser una persona única.
‘Nous Les Amoreux’, un primitivo himno LGBTIQ+
El concurso nació como un entretenimiento para toda la familia, pero pronto comenzó a tener una legión de seguidores que eran homosexuales, y que veían un mensaje de libertad, de amor y de tolerancia en las canciones que competían allí.
Aunque en los 20 años hemos tenido una ganadora transexual, otra drag queen y otra lesbiana, podemos retrotraernos hasta los años 60. En concreto, a 1961, cuando Jean-Claude Pascal ganó para Luxemburgo con ‘Nous Les Amoureux’ (‘Nosotros los enamorados’), una balada conmovedora sobre los amantes atormentados por los prejuicios del mundo que les rodea.
Años después el propio intérprete confirmó que hablaba de la homosexualidad, de la represión al amor entre personas del mismo sexo, y prediciendo un futuro cambio de vista hacia el asunto. El propio Pascal era homosexual, pero era algo que solo se conocía en los círculos artísticos, porque no podía revelar públicamente su orientación en una sociedad donde la homofobia era la regla. ‘Nous Les Amoureux’ llegó al número 1 en las listas francesas durante cinco semanas en julio.
Desde entonces, muchas canciones han podido tener una lectura LGBTIQ+. Entre las españolas, Betty Missiego con ‘Su Canción’, que nos hablaba de buscar una canción hablara de paz y de amor, que nos uniera, pues "sería sencillo podernos reunir para vivir con ilusión".
Era un mensaje más que importante teniendo en cuenta que un año antes de ir a Eurovisión, Betty grabó el tema ‘Tú me preguntaste’, que narraba cómo un amigo le decía que estaba enamorado de alguien de su mismo sexo y que qué debería hacer. Ella le respondía “el amor es algo bello, que se encuentra en cualquier parte, que no importa con qué cuerpo”, y que “no te importe opiniones, que el amor es algo bello, piensa que todo es mentira, y más grande y cuando ellos no conocen el cariño que tú pones en un beso”.
Ganadores (y participantes) que ensalzaron la diversidad sexual
Que el público LGBTIQ+ se centrase en el Festival permitió que, poco a poco, se fuesen abriendo puertas a cantantes o coristas no normativos, como cuando en 1986 Noruega subió al escenario a una drag queen vestida de época para escenificar la canción ‘Romeo’ de Ketil Stokkan.
En 1997, el cantante pop islandés Paul Oscar se convirtió en el primer concursante abiertamente gay de Eurovisión, aunque no ganó, pues la victoria fue para Katrina and the Waves, cuya cantante Katrina Leskanich años después se reconoció como lesbiana. “Lo mejor de todo es que no importa lo difícil que fue para mí, es muy especial para mí que cuando muera, podré haber visto mucho progreso para nuestra comunidad” dijo a The Gay UK.
Un año después, en 1998, Eurovisión da un paso más allá: la cantante transexual Dana International con el tema ‘Diva’ logra ganar el festival, con una canción de baile que a su vez es un himno feminista y celebra a algunas de las mujeres de la historia y la mitología.
Dana, de Israel, se convierte realmente en la primera mujer transexual en tener un gran éxito mundial, con miles de personas prestándole su apoyo a través del televoto en numerosos países. Una victoria que se puede equiparar quizá al Óscar que la actriz transexual Daniela Vega logró en el año 2018.
Sobre Dana Internacional y su éxito en Eurovisión, el periódico El País apuntó que “la participación de esta cantante ha suscitado la ira de los integristas judíos, críticas que ella ha zanjado diciendo que representa a un ‘Israel libre’. "Eurovisión permitirá a Dana dar un impulso a la causa de los transexuales’, señaló anoche su representante”. Cabe destacar que en el titular se hablaba de “el transexual Dana Internacional”, con el determinante en masculino.
Después llegarían otros cantantes abiertamente homosexuales o no normativos. Tuvimos las azafatas travestis de Eslovenia en 2002, la drag ucraniana Verka Serduchka de 2007, la lesbiana Saara Alto (Finlandia 2018, cantante que se postuló para las Spice Girls) el cantante homosexual irlandés Ryan Dolan de 2013, o Slavko Kalezić, de Montenegro 2017, homosexual visible en un país en el que las manifestaciones del Orgullo se han lanzado piedras y botellas a los manifestantes, y en el que hay encuestas que señalan que el 71 por ciento de los ciudadanos consideran que la homosexualidad es una enfermedad.
Otra fecha marcada en la historia de Eurovisión es 2007: Marija Serifovic ganó el concurso con ‘Molitva’, siendo la primera mujer abiertamente lesbiana en participar en Eurovisión. Con un look un tanto masculino nos cantó que el amor no tiene límites. Otra valiente que hace visible su condición en un país en el que grupos homófobos anunciaron que no tolerarían a los homosexuales en Belgrado cuando tuviese que acoger el Festival, y anunciaron que usarían la fuerza si fuera necesario.
Como decíamos, cuando Katrina Leskanich ganó el Festival como vocalista de su banda pocos sabían de su orientación sexual; y no sería la única, pues si nos remontamos, también está Izhar Cohen, el israelí que ganó en 1978 con 'A-ba-ni-bi' y que habló de su homosexualidad muchos años después.
Conchita Wurst dijo en voz alta lo que nadie se había atrevido
En 2016, Conchita Wurst fue la concursante que más historia hizo. La entonces drag, que actuaba vestida como una perfecta diva pero barbuda, conquistó a todos al ver su porte en la semifinal, y se llevó la victoria de calle en la final.
En Eurovisión no se puede hacer declaraciones políticas en las canciones, pero hay un hueco en los discursos de victoria, y ahí Conchita, alter ego del cantante Thomas Neuwirth, dijo aquello de “esta noche está dedicada a todos aquellos que creen en un futuro de paz y libertad. Tú sabes quien eres. Estamos unidos y somos imparables ".
Lo hizo mientras lanzaba su trofeo al aire, dando un abrazo a aquellos homosexuales que viven amenazados en países como Rusia. Además, dijo en voz alta un mensaje de unidad que ha estado en el corazón del concurso desde hace años pero que nadie había pronunciado hasta entonces.
Algunos artistas han desafiado la prohibición, como fue el caso de la cantante finlandesa Krista Siegfrids, quien completó su interpretación de la canción ‘Marry Me’ al besar una de sus coristas, con la que realmente se quería casar en la historia de la canción.
El juego sucio de las T.a.T.u.
También hubo países que jugaron con la homosexualidad de un modo zafio, como Rusia en 2003, que envió al grupo T.a.T.u.; dos chicas que se hacían pasar por lesbianas dentro de una campaña de marketing. "En el hotel compartimos una cama muy pequeña donde practicamos el sexo", dijeron en una de las ruedas de prensa del Festival. Años después se descubrió que todo era una farsa y una de ellas se declaró homófoba.
“Creo que un verdadero hombre debe ser un hombre de verdad”, dijo en 2014 Julia Volkova, la morena del dúo. “Dios creó al hombre para la procreación, que es la naturaleza. El hombre para mí es el apoyo, la fuerza… No voy a aceptar a un hijo gay”, señaló, sobre una pregunta que le hizo el presentador.
“Siendo una emisora pública, yo no puedo difundir en directo a las nueve de la noche, en horario infantil, a un austríaco con barba y falda, que no acepta su sexo, que no admite pertenecer a ningún sexo y asegura ser a la vez hombre y mujer”, afirmó Eren este verano, en referencia a Conchita Wurst, quien ganó Eurovisión en 2014.
No es un evento gay, pero sí que nos enseña que somos diferentes
Eurovisión no es un evento LGBTIQ+ al uso, no es un Pride. Eurovisión sigue siendo un evento mundial que ven más de 180 millones de espectadores en todo el mundo. Participan países de Europa, Asia y Oceanía, y hasta África ha tenido representación a través de Marruecos. En Estados Unidos se ha emitido en los últimos años, y seguro que muchos americanos lo ven este año que Madonna actúa en el intervalo de la final.
Sin embargo, sí ha sido una ventana a conocer a personas de otras culturas, que eran diferentes a su vecino, y eso ayudó principalmente a los hombres gais a reconocerse a sí mismos, e incluso a celebrar esa diferencia una vez se aceptan. Porque en esa mezcla cultural demostraba que ser diferente no importa, y que precisamente, es la diferencia lo que te hace ser una persona única.
‘Nous Les Amoreux’, un primitivo himno LGBTIQ+
El concurso nació como un entretenimiento para toda la familia, pero pronto comenzó a tener una legión de seguidores que eran homosexuales, y que veían un mensaje de libertad, de amor y de tolerancia en las canciones que competían allí.
Aunque en los 20 años hemos tenido una ganadora transexual, otra drag queen y otra lesbiana, podemos retrotraernos hasta los años 60. En concreto, a 1961, cuando Jean-Claude Pascal ganó para Luxemburgo con ‘Nous Les Amoureux’ (‘Nosotros los enamorados’), una balada conmovedora sobre los amantes atormentados por los prejuicios del mundo que les rodea.
Años después el propio intérprete confirmó que hablaba de la homosexualidad, de la represión al amor entre personas del mismo sexo, y prediciendo un futuro cambio de vista hacia el asunto. El propio Pascal era homosexual, pero era algo que solo se conocía en los círculos artísticos, porque no podía revelar públicamente su orientación en una sociedad donde la homofobia era la regla. ‘Nous Les Amoureux’ llegó al número 1 en las listas francesas durante cinco semanas en julio.
Desde entonces, muchas canciones han podido tener una lectura LGBTIQ+. Entre las españolas, Betty Missiego con ‘Su Canción’, que nos hablaba de buscar una canción hablara de paz y de amor, que nos uniera, pues "sería sencillo podernos reunir para vivir con ilusión".
Era un mensaje más que importante teniendo en cuenta que un año antes de ir a Eurovisión, Betty grabó el tema ‘Tú me preguntaste’, que narraba cómo un amigo le decía que estaba enamorado de alguien de su mismo sexo y que qué debería hacer. Ella le respondía “el amor es algo bello, que se encuentra en cualquier parte, que no importa con qué cuerpo”, y que “no te importe opiniones, que el amor es algo bello, piensa que todo es mentira, y más grande y cuando ellos no conocen el cariño que tú pones en un beso”.
Ganadores (y participantes) que ensalzaron la diversidad sexual
Que el público LGBTIQ+ se centrase en el Festival permitió que, poco a poco, se fuesen abriendo puertas a cantantes o coristas no normativos, como cuando en 1986 Noruega subió al escenario a una drag queen vestida de época para escenificar la canción ‘Romeo’ de Ketil Stokkan.
En 1997, el cantante pop islandés Paul Oscar se convirtió en el primer concursante abiertamente gay de Eurovisión, aunque no ganó, pues la victoria fue para Katrina and the Waves, cuya cantante Katrina Leskanich años después se reconoció como lesbiana. “Lo mejor de todo es que no importa lo difícil que fue para mí, es muy especial para mí que cuando muera, podré haber visto mucho progreso para nuestra comunidad” dijo a The Gay UK.
Un año después, en 1998, Eurovisión da un paso más allá: la cantante transexual Dana International con el tema ‘Diva’ logra ganar el festival, con una canción de baile que a su vez es un himno feminista y celebra a algunas de las mujeres de la historia y la mitología.
Dana, de Israel, se convierte realmente en la primera mujer transexual en tener un gran éxito mundial, con miles de personas prestándole su apoyo a través del televoto en numerosos países. Una victoria que se puede equiparar quizá al Óscar que la actriz transexual Daniela Vega logró en el año 2018.
Sobre Dana Internacional y su éxito en Eurovisión, el periódico El País apuntó que “la participación de esta cantante ha suscitado la ira de los integristas judíos, críticas que ella ha zanjado diciendo que representa a un ‘Israel libre’. "Eurovisión permitirá a Dana dar un impulso a la causa de los transexuales’, señaló anoche su representante”. Cabe destacar que en el titular se hablaba de “el transexual Dana Internacional”, con el determinante en masculino.
Después llegarían otros cantantes abiertamente homosexuales o no normativos. Tuvimos las azafatas travestis de Eslovenia en 2002, la drag ucraniana Verka Serduchka de 2007, la lesbiana Saara Alto (Finlandia 2018, cantante que se postuló para las Spice Girls) el cantante homosexual irlandés Ryan Dolan de 2013, o Slavko Kalezić, de Montenegro 2017, homosexual visible en un país en el que las manifestaciones del Orgullo se han lanzado piedras y botellas a los manifestantes, y en el que hay encuestas que señalan que el 71 por ciento de los ciudadanos consideran que la homosexualidad es una enfermedad.
Otra fecha marcada en la historia de Eurovisión es 2007: Marija Serifovic ganó el concurso con ‘Molitva’, siendo la primera mujer abiertamente lesbiana en participar en Eurovisión. Con un look un tanto masculino nos cantó que el amor no tiene límites. Otra valiente que hace visible su condición en un país en el que grupos homófobos anunciaron que no tolerarían a los homosexuales en Belgrado cuando tuviese que acoger el Festival, y anunciaron que usarían la fuerza si fuera necesario.
Como decíamos, cuando Katrina Leskanich ganó el Festival como vocalista de su banda pocos sabían de su orientación sexual; y no sería la única, pues si nos remontamos, también está Izhar Cohen, el israelí que ganó en 1978 con 'A-ba-ni-bi' y que habló de su homosexualidad muchos años después.
Conchita Wurst dijo en voz alta lo que nadie se había atrevido
En 2016, Conchita Wurst fue la concursante que más historia hizo. La entonces drag, que actuaba vestida como una perfecta diva pero barbuda, conquistó a todos al ver su porte en la semifinal, y se llevó la victoria de calle en la final.
En Eurovisión no se puede hacer declaraciones políticas en las canciones, pero hay un hueco en los discursos de victoria, y ahí Conchita, alter ego del cantante Thomas Neuwirth, dijo aquello de “esta noche está dedicada a todos aquellos que creen en un futuro de paz y libertad. Tú sabes quien eres. Estamos unidos y somos imparables ".
Lo hizo mientras lanzaba su trofeo al aire, dando un abrazo a aquellos homosexuales que viven amenazados en países como Rusia. Además, dijo en voz alta un mensaje de unidad que ha estado en el corazón del concurso desde hace años pero que nadie había pronunciado hasta entonces.
Algunos artistas han desafiado la prohibición, como fue el caso de la cantante finlandesa Krista Siegfrids, quien completó su interpretación de la canción ‘Marry Me’ al besar una de sus coristas, con la que realmente se quería casar en la historia de la canción.
El juego sucio de las T.a.T.u.
También hubo países que jugaron con la homosexualidad de un modo zafio, como Rusia en 2003, que envió al grupo T.a.T.u.; dos chicas que se hacían pasar por lesbianas dentro de una campaña de marketing. "En el hotel compartimos una cama muy pequeña donde practicamos el sexo", dijeron en una de las ruedas de prensa del Festival. Años después se descubrió que todo era una farsa y una de ellas se declaró homófoba.
“Creo que un verdadero hombre debe ser un hombre de verdad”, dijo en 2014 Julia Volkova, la morena del dúo. “Dios creó al hombre para la procreación, que es la naturaleza. El hombre para mí es el apoyo, la fuerza… No voy a aceptar a un hijo gay”, señaló, sobre una pregunta que le hizo el presentador.
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