miércoles, 29 de enero de 2020

#hemeroteca #lgtbi #feminismo | Feminismo y LGTBI: una alianza estratégica imprescindible

Imagen: El Plural / Pride Barcelona
Feminismo y LGTBI: una alianza estratégica imprescindible.
Sería una irresponsabilidad que desde los movimientos feministas y LGTBI ahondáramos en nuestras diferencias y contradicciones, adoptando una posición de incomprensión.
Pablo Morterero Millán | El Plural, 2020-01-29
https://www.elplural.com/autonomias/andalucia/feminismo-lgtbi-alianza-estrategica-imprescindible_232168102

Vivimos en un mundo en crisis. Casi todos los paradigmas sobre la igualdad que hemos construido y compartido en España en los últimos cuarenta años están en cuestión. Ello provoca una incertidumbre que puede empañar los debates y predisponernos a una actitud defensiva que provoca aún más las contradicciones.

Esto resulta evidente en el ámbito del feminismo y la diversidad de la orientación, la identidad y la corporalidad.

Desde finales de la dictadura, el movimiento feminista fue un aliado de la lucha homosexual. En Andalucía, por señalar un par de ejemplos, las acciones de la Unión Democrática de Homosexuales (UDH) de Málaga en 1977 contó con el apoyo de la Asociación Democrática de la Mujer Andaluza (ADMA) y en Sevilla, y el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR) en 1978 y 1979 contó con el apoyo no sólo de ADMA “María Pineda” sino también con la de la Organización para la Liberación de la Mujer (OLM) y la Organización Autónoma para la Liberación de la Mujer “Prímula”, especialmente combativa en aquellos años.

Podemos concluir que el movimiento homosexual masculino, que inició su lucha en la Transición, contó no sólo con la complicidad sino también con el apoyo activo de los colectivos de mujeres que en aquellos años iniciaban una pacífica revolución que ha permitido que en la actualidad España, en relación con el resto de Europa, disponga unos niveles de igualdad inimaginables en aquellos años.

Reconocer esta realidad no sólo es una cuestión de agradecimiento hacia el movimiento feminista, sino que también supone una explicación para la ascendencia del feminismo dentro del movimiento homosexual masculino español.

Por eso la Asociación Adriano Antinoo concedió en el pasado su medalla a mujeres feministas como Amparo Rubiales, Beatriz Gimeno, María Fulmen (con carácter póstumo), Mariló Rodríguez, Carmen Cerdeira (con carácter póstumo) y Mercedes de Pablos.

Un aliado estratégico
Pero en los últimos años algo de esta complicidad y apoyo mutuo ha saltado por los aires, generándose una tensión palpable entre parte del movimiento feminista y el ampliado movimiento LGTBI.

Desde las direcciones de ambos movimientos no podemos cerrar los ojos a esta realidad. Averiguar cuáles son las razones de dichas tensiones y cómo podemos superarlas es fundamental si como desde Adriano Antinoo partimos del hecho que el movimiento LGTBI debe ser un aliado estratégico del movimiento feminista.

Buscar culpas o denunciar discursos machistas en el movimiento LGTBI u homófobos o tránsfobos en el movimiento feminista, lejos de ayudarnos a comprender y superar estas diferencias, supone favorecer la agenda mundial contra la igualdad promovida desde la ultraderecha y sus grupos ultraconservadores religiosos (tanto dentro del cristianismo con evangélicos, católicos y ortodoxos como dentro del islam y del judaísmo).

El movimiento homosexual masculino español de la Transición se benefició de la capacidad de análisis y la producción intelectual del feminismo, con décadas de experiencia en la lucha por la igualdad, que complementaba la estrategia rupturista del “orgullo gay” nacido del mayo de 68 en Francia y Stonewall en el Nueva York de 1979.

Con el paso de los años, el movimiento fue ampliándose, incluyendo a las mujeres homosexuales (lesbianas), hombres y mujeres bisexuales, hombres y mujeres transexuales y por último a las personas intersexuales. Afortunadamente, el liderazgo real del movimiento LGTBI cuenta con voces muy potentes de mujeres lesbianas y transexuales, que han enriquecido el debate y la prioridad de nuestras luchas. No es baladí que, en organizaciones como la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), el liderazgo de las mujeres ha sido fundamental, aportando un discurso feminista a la lucha LGTBI más que necesario.

Y creemos también muy importante la influencia de las mujeres lesbianas y bisexuales que participan activamente en el movimiento feminista.

Esta unidad de acción, explícita o implícita, entre el movimiento feminista y el movimiento LGTBI permaneció en el tiempo, hasta que, en los inicios del siglo XXI, la aparición de nuevas realidades tensionó la relación entre ambos movimientos: la extensión de la Teoría Queer, nacida en los años 90 del siglo XX, y la Gestación por Subrogación, que empieza a practicarse ya en el presente siglo.

Un vástago del feminismo
Leyendo y escuchando a reconocidas intelectuales españolas del movimiento feminista, podemos concluir que desde las filas de una parte importante del mismo se recela firmemente de la Teoría Queer, considerándose una especie de quintacolumnismo que, infiltrado en el movimiento feminista, pretende desactivar a las mujeres feministas en esta lucha que les es propia, para que la batalla contra el sistema patriarcal quede en manos de los gais y de los trans, en palabras de Victoria Sendón de León [1].

Este análisis supone ignorar un hecho fundamental: total o parcialmente errónea, o total o parcialmente acertada, la Teoría Queer nace en el seno del movimiento feminista como una respuesta a contradicciones del mismo.

Judith Butler, feminista norteamericana lesbiana, es quien desborda el discurso feminista al considerar que no sólo el género es un constructo cultural, sino que el sexo también lo es [2].

Por eso, sorprende que desde algunas tribunas feministas se contemple la teoría Queer como algo ajeno o parasitario, propio de los hombres homosexuales, y no como una desviación o una superación del feminismo.

Aún más, si bien es cierto que la Teoría Queer ha servido a las personas que se auto-perciben como no binarias, transexuales o intersexuales para explorar las realidades de la identidad y la corporalidad históricamente ocultas y ocultadas, no es menos cierto que la misma no sólo cuestiona al feminismo, tal y como se había construido desde el siglo XVIII, sino también la lucha homosexual y bisexual nacida en Stonewall.

Por eso las constantes referencias a los gais como impulsores de la Teoría Queer por parte desde dichas tribunas feministas parece sobre todo una estrategia discursiva del externo enemigo común, para evitar plantear el debate como una contradicción propia del propio movimiento feminista [3].

No pretendemos infiltrarnos
En todo caso, las compañeras feministas deben tener la certeza de que los homosexuales y bisexuales masculinos del movimiento LGTBI español no buscamos de ninguna manera infiltrarnos en el movimiento feminista para arrebatar el liderazgo natural de las mujeres en la lucha feminista.

Los hombres homosexuales y bisexuales somos conscientes que solo aspiramos a un perfil de acompañamiento en esa lucha feminista, y que, en todo caso, solo buscamos junto con mujeres lesbianas y bisexuales, y personas transexuales e intersexuales, apoyos mutuos en todas aquellas cuestiones en las que el machismo (que no distingue de orientación, ni de identidad, ni de corporalidad) golpea a ambos colectivos.

Doble interpelación
¿Por qué lo Queer cuestiona la lucha homosexual y bisexual? Si el sexo, al igual que el género, es un constructo social, si no existe el sexo masculino y el sexo femenino, la orientación sexual carece de sentido, ya que se basa precisamente en ese sexo para articular las categorías heterosexual, homosexual y bisexual.

Pero el movimiento homosexual y bisexual no ha respondido con las mismas suspicacias que el movimiento feminista hacia dicha teoría. Las razones podemos encontrarlas precisamente en las debilidades del propio movimiento homosexual y bisexual: su corta trayectoria histórica le ha impedido desarrollar un corpus doctrinal que entre en contradicción con dicha teoría feminista Queer. Al contrario, coexiste con ella sin cuestionarla al ser útil para parte del movimiento LGTBI.

Por ello no sólo es injusto teorizar que el movimiento Queer es una estrategia de las personas gais para colonizar primero y manipular después el movimiento feminista, sino que se trata de un error, al convertir en “enemigo” a quienes deben ser aliados necesarios en la lucha por la igualdad, es decir, a hombres y mujeres cishomosexuales y cisbisexuales.

De igual forma, es injusto y un error considerar al movimiento feminista, por parte de las personas no binarias, transexuales e intersexuales, como un obstáculo para la consecución de los objetivos de su lucha.

Sobre la gestación por subrogación
El debate del feminismo sobre la gestación por subrogación ha impactado de lleno en las relaciones entre el movimiento feminista y el homosexual masculino.

A tal extremo ha llegado el enfrentamiento que ni siquiera hay consenso terminológico, lo que ha derivado en acusaciones mutuas de promover discursos de odio.

Por un lado, voces del feminismo han apostado por utilizar la calificación de vientres de alquiler rechazando que sea una técnica de reproducción asistida, y reduciéndola a una expresión más de la explotación y la comercialización del cuerpo de las mujeres, negando el derecho de paternidad de los hombres homosexuales al calificarlo de capricho consumista de los gais ricos que desean comprarse un niño, lo que es considerado por el movimiento homosexual como ofensivo y que incita al discurso de odio.

Por el otro, no se ha dudado por parte de algunos dentro del movimiento LGTBI de calificar de “feminazis” (expresión utilizada por la ultraderecha ultraconservadora) a las que rechazan radicalmente la gestación por subrogación, así como de TERF (en inglés, Feminismo Radical Trans Excluyente), lo que levanta la indignación de dichas personas al entender que se promueve un discurso de odio hacia las mujeres.

Lo cierto es que la gestación por subrogación para unos, o los vientres de alquiler para otros, es una práctica a la que acuden fundamentalmente parejas de hombre y mujer o mujeres sin pareja (ya sean heterosexuales, homosexuales o bisexuales). Al no estar permitida en España (que no prohibida), centenares de personas acuden a aquellos países que sí está permitida, con regulaciones muy dispares, unas muy garantistas y otras no tanto.

Cuando una mujer, en solitario o en pareja con un hombre, acude al Registro Civil de un Consulado español, el bebé es inscrito sin problema, ya que se presupone que ha sido fecundado de forma convencional, puesto que la documentación hospitalaria nada dice de cómo ha sido concebido. Pero si acude un hombre en solitario (homosexual, bisexual o heterosexual), o en pareja con otro hombre, saltan las alarmas, lo que ha dado la imagen de que son sólo hombres homosexuales los que acuden a dicha práctica.

Al categorizarlo por parte de dichas voces feministas como una práctica masculina, ha encajado a la perfección en una expresión más del machismo, y al circunscribirlo a los hombres homosexuales, ha derivado en un discurso homófobo.

Desde el punto de vista de la unidad de acción, todo ello no sólo es injusto y peligroso, sino también un error estratégico.

Por otra parte, desde el movimiento homosexual debemos contemplar las reticencias del movimiento feminista como un interés legítimo por el mal uso que puede comportar la gestación por subrogación, ya que la experiencia demuestra que, como el elefante y la selva, la mayoría de los avances técnicos se han utilizado para mantener firmemente el sistema patriarcal y machista.

Un punto de partida en el que seguro coincidimos amplias capas de ambos movimientos es que nos preocupan las amenazas de la explotación de las mujeres, y que el derecho a ser madre o padre nunca puede suponer la explotación de ningún ser humano. A partir de ahí podríamos buscar consensos en esta materia.

Nuevos retos, nuevas estrategias
También dentro de ese acercamiento entre el movimiento feminista y LGTBI pasa por reconocer que nos enfrentamos a nuevos retos que han desbordado nuestros planteamientos históricos y amenazan nuestras conquistas.

Creo sinceramente que no debemos caer en la tentación de atrincherarnos en la seguridad de nuestros conocidos paradigmas porque si bien tenemos la oportunidad de influir en el decurso de los acontecimientos, en absoluto está en nuestra mano impedir su avance. Este diálogo es también una invitación a contemplar la crisis como una oportunidad para seguir avanzando en nuestros objetivos.

Buscar espacios de encuentro
Ha sido en el momento más crítico para la lucha mundial por la igualdad cuando ha surgido el disenso entre el movimiento feminista histórico y el movimiento LGTBI.

Estamos viendo que la Reacción promueve el mismo discurso sobre los derechos de las mujeres como sobre los derechos de las personas LGTBI. El veto parental que promueve la ultraderecha religiosa, política y social, es utilizado por igual contra la educación en igualdad de género como contra la educación en la diversidad de la orientación, la identidad y la corporalidad. Son los derechos humanos el objetivo de los movimientos ultraconservadores, y no diferencia entre la lucha feminista y la lucha LGTBI.

Por eso sería una irresponsabilidad histórica que desde los movimientos feministas y LGTBI ahondemos en nuestras diferencias y en nuestras contradicciones, adoptando una posición de incomprensión y rechazo a planteamientos que cuestionan la lucha histórica de los mismos.

El camino no es prepararnos para la guerra entre el feminismo y el movimiento LGTBI, o para dar la batalla en el mismo seno del feminismo [4], sino para buscar consensos y objetivos comunes. Y en esta estrategia, las mujeres homosexuales y bisexuales de ambos movimientos son fundamentales, ya que pueden aportar una visión de síntesis imprescindible.

Las coincidencias de nuestro modelo social superan con mucho las posibles discrepancias que nos separan. Y nunca nos lamentaremos lo suficiente si desaprovechamos esta oportunidad histórica.

Pablo Morterero Millán es presidente de la Asociación Adriano Antinoo LGTBI.

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[1] Victoria Sendón de León. ‘El entrismo en el movimiento feminista’. Tribuna Femisita de El Plural (23/01/2020) https://tribunafeminista.elplural.com/2020/01/el-entrismo-en-el-movimiento-feminista/ (consultado el 24/01/2020)

[2] Teresa Villaverde. ‘Judith Butler: Queer pro quo’. Pikara, online magazine. (21/06/2016). https://www.pikaramagazine.com/2016/06/judith-butler-queer-pro-quo/ (consultado el 25 de enero de 2020)

[3] Resulta curioso el empeño por parte de algunas intelectuales feministas de contemplar la transexualidad desde la óptica de la persona que naciendo con pene y testículos, se identifica como mujer (a las que denominan despectivamente como “los transexuales”), obviando la realidad de la transexualidad de la persona que naciendo con vulva y clítoris, se identifican como hombre. Además, resulta clamoroso la falta de análisis en esos argumentos de las personas intersexuales, como las mujeres con Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos (SIE) que teniendo vulva y clítoris, son cromosómicamente XY y carecen de útero y ovarios con una vagina no funcional, lo que cuestionan el sexo como un factor biológico cerrado.

[4] En el artículo de Sendón de León citado con anterioridad, podemos leer: ‘Si queremos recuperar el movimiento feminista pacíficamente, que nos está siendo arrebatado, y con él sus conceptos propios, tendremos que prepararnos para la guerra de la crítica fundamentada, de la contestación y, sobre todo, para la lucha por la recuperación de las palabras que constituyen nuestro acervo y la riqueza que da sentido a nuestras genealogías.’

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