Imagen: Público / Gahela Cari (i) |
Con un sombrero decorado con colores andinos y una trenza que bordea su cuello, esta mujer de 27 años recorre las calles de Lima para convencer a señoras y jóvenes de que este 26 de enero voten por ella como diputada.
Mercedes Palomino · EFE | Público, 2020-01-21
https://www.publico.es/internacional/peru-gahela-cari-primera-candidata-transgenero-e-indigena-congreso-peru.html
Gahela Cari lleva más de la mitad de su vida luchando contra lo que le han impuesto. Dijeron que como mujer transexual solo podría ser peluquera o prostituta, pero acabó Derecho. En la universidad le negaron un título con su nombre amparados en la ley, ahora ella buscará cambiar las leyes desde el Congreso. Es la primera candidata transgénero e indígena de su país.
Con un sombrero decorado con colores andinos y una trenza que bordea su cuello, Gahela recorre las calles de Lima para convencer a señoras y jóvenes de que este 26 de enero voten por ella como diputada. Algunos la sonríen, otras la animan, pero siempre hay quienes intentan incomodar, decir cosas que prefiere no repetir o hasta golpearla.
"Hace unos días en una estación del tren me intentaron patear porque a algunos del sector más antiderechos fundamentales de este país no le gusta la igualdad, no le gusta el avance de derechos para las mujeres", asevera a Efe Cari, sobre la experiencia de esta su primera campaña política por un escaño al Congreso en representación de Lima.
Una vida de lucha
Gahela nació en Ica hace 27 años. Hija de padres migrantes de la sierra sur, vivió y se educó en dicha ciudad, situada a 300 kilómetros al sur de Lima, hasta que terminó sus estudios de Derecho.
Fue Ica la ciudad de sus primeras experiencias de vida y también de sus primeras transiciones, como abandonar su labor de catequista en una iglesia para convertirse en una férrea activista universitaria por los derechos de la población LGBTI.
Su lucha la llevó a Lima, donde su figura de activista se hizo más visible cuando en 2017 protestó junto a otras compañeras frente a un Congreso que, dominado entonces por el fujimorismo y sus aliados de derecha y extrema derecha, recomendó derogar un decreto legislativo que endurece las penas a los crímenes de odio y violencia de género.
"Nosotros salimos a las calles a reclamar y eso hizo que en la siguiente sesión (los congresistas) cambiaran su voto. Esto prueba que la sociedad civil también tiene un poder de incidencia sólido", señala Gahela desde el local de campaña del partido de izquierda Juntos por el Perú.
Campaña 'transgesora'
Por eso, en su recorrido transgresor, como llama a sus salidas nocturnas por las calles más oscuras y muchas veces evitadas de Lima, no duda en decirle a la población transgénero que su lucha "por la igualdad" no acabará en el Congreso, porque tampoco empezó allí.
"Quien está delante de ustedes no va a empezar un trabajo dentro del Congreso, solo va a continuar con lo que ha hecho en todos estos años", dice Gahela subida en el escenario de una discoteca gay del centro histórico de Lima, desde donde decenas de jóvenes la aplauden entre gritos.
Gahela les promete que, de convertirse en la primera mujer transgénero en llegar al Congreso peruano, trabajará por crear la ley integral de educación sexual para educar en la igualdad y el respeto, y también para que los niños y niñas que vienen detrás de ellas no tengan como única opción de trabajo la prostitución.
Derecho al trabajo
Según el Observatorio de Derechos LGBTI de la Universidad Cayetano Heredia, en Perú las mujeres transgénero son la población más vulnerable de la comunidad LGBTI.
Las estadísticas de esta organización arrojan que de los 406 casos de violencia reportados contra personas LGBTI, el 46% corresponde a la población transgénero femenina.
Asimismo, debido a la inexistencia de una Ley de Identidad de Género en Perú, estas mujeres no tienen un documento que refleje su identidad, lo cual vulnera sus derechos al trabajo, a la educación y la salud.
El 70% de ellas se dedica al trabajo sexual porque es su única alternativa de empleo; el 50% ha abandonado los estudios y el 89% de ellas no tiene ningún tipo de seguro médico.
"No es justo que mis hermanas sigan teniendo que elegir entre cortarse el cabello o ejercer la prostitución cuando ninguna de nosotras cuando era niña soñó con eso", explica Gahela sobre una realidad que ella conoce bien pues lo vivió en su carne "por hambre".
Violaciones para comer
"Para mí ejercer la prostitución ha sido la etapa más difícil de mi vida porque es casi como consentir violaciones solamente por tener que comer mañana", agrega Gahela.
Y es que pese a haber terminado la carrera de Derecho, ella no ha podido trabajar como abogada porque su Universidad no le permitió acceder al grado de bachiller con su nombre social, sino que le obliga a usar el nombre que actualmente figura en su documento de identidad.
Sin un grado académico, Gahela no puede obtener un título oficial de abogada ni colegiarse, y por lo tanto tampoco ejercer la profesión para la que estudió. "Yo ya no practico la prostitución. Ahora brindo talleres, charlas, conferencias, dicto clases y he visto maneras de cómo gestionarme económicamente", refiere Gahela.
Mujer andina
Gahela no siempre utilizó la vestimenta andina que ahora luce. Lo hizo a partir de su proceso de transición, donde vio la necesidad no solo de reconocerse como mujer sino también de reconocer sus orígenes y "luchar por ello".
"Decirte indígena, reconocerte como indígena es luchar también contra el racismo. Para mí, mi cuerpo es político, mi existencia es política. Mi sola presencia incomoda a quienes buscan mantener las cosas como están o retroceder en derechos", agrega.
Todo ese entusiasmo por luchar por las poblaciones en situación de vulnerabilidad, donde Gahela no solo ubica a los movimientos LGBT e indígena, sino también a los adultos mayores, es lo que se refleja en las propuestas escritas en un volante que Gahela reparte a pie hasta antes del amanecer, cuando solo quedan sus "hermanas" en la calle.
"Sería bonito que gane" dice a EFE Greisy, una trabajadora sexual transexual con un volante de Gahela en la mano. "Para que todas las trans tengan un futuro mejor, para que las trans chiquillas tengan una vida diferente a lo que ha sido en el pasado".
Con un sombrero decorado con colores andinos y una trenza que bordea su cuello, Gahela recorre las calles de Lima para convencer a señoras y jóvenes de que este 26 de enero voten por ella como diputada. Algunos la sonríen, otras la animan, pero siempre hay quienes intentan incomodar, decir cosas que prefiere no repetir o hasta golpearla.
"Hace unos días en una estación del tren me intentaron patear porque a algunos del sector más antiderechos fundamentales de este país no le gusta la igualdad, no le gusta el avance de derechos para las mujeres", asevera a Efe Cari, sobre la experiencia de esta su primera campaña política por un escaño al Congreso en representación de Lima.
Una vida de lucha
Gahela nació en Ica hace 27 años. Hija de padres migrantes de la sierra sur, vivió y se educó en dicha ciudad, situada a 300 kilómetros al sur de Lima, hasta que terminó sus estudios de Derecho.
Fue Ica la ciudad de sus primeras experiencias de vida y también de sus primeras transiciones, como abandonar su labor de catequista en una iglesia para convertirse en una férrea activista universitaria por los derechos de la población LGBTI.
Su lucha la llevó a Lima, donde su figura de activista se hizo más visible cuando en 2017 protestó junto a otras compañeras frente a un Congreso que, dominado entonces por el fujimorismo y sus aliados de derecha y extrema derecha, recomendó derogar un decreto legislativo que endurece las penas a los crímenes de odio y violencia de género.
"Nosotros salimos a las calles a reclamar y eso hizo que en la siguiente sesión (los congresistas) cambiaran su voto. Esto prueba que la sociedad civil también tiene un poder de incidencia sólido", señala Gahela desde el local de campaña del partido de izquierda Juntos por el Perú.
Campaña 'transgesora'
Por eso, en su recorrido transgresor, como llama a sus salidas nocturnas por las calles más oscuras y muchas veces evitadas de Lima, no duda en decirle a la población transgénero que su lucha "por la igualdad" no acabará en el Congreso, porque tampoco empezó allí.
"Quien está delante de ustedes no va a empezar un trabajo dentro del Congreso, solo va a continuar con lo que ha hecho en todos estos años", dice Gahela subida en el escenario de una discoteca gay del centro histórico de Lima, desde donde decenas de jóvenes la aplauden entre gritos.
Gahela les promete que, de convertirse en la primera mujer transgénero en llegar al Congreso peruano, trabajará por crear la ley integral de educación sexual para educar en la igualdad y el respeto, y también para que los niños y niñas que vienen detrás de ellas no tengan como única opción de trabajo la prostitución.
Derecho al trabajo
Según el Observatorio de Derechos LGBTI de la Universidad Cayetano Heredia, en Perú las mujeres transgénero son la población más vulnerable de la comunidad LGBTI.
Las estadísticas de esta organización arrojan que de los 406 casos de violencia reportados contra personas LGBTI, el 46% corresponde a la población transgénero femenina.
Asimismo, debido a la inexistencia de una Ley de Identidad de Género en Perú, estas mujeres no tienen un documento que refleje su identidad, lo cual vulnera sus derechos al trabajo, a la educación y la salud.
El 70% de ellas se dedica al trabajo sexual porque es su única alternativa de empleo; el 50% ha abandonado los estudios y el 89% de ellas no tiene ningún tipo de seguro médico.
"No es justo que mis hermanas sigan teniendo que elegir entre cortarse el cabello o ejercer la prostitución cuando ninguna de nosotras cuando era niña soñó con eso", explica Gahela sobre una realidad que ella conoce bien pues lo vivió en su carne "por hambre".
Violaciones para comer
"Para mí ejercer la prostitución ha sido la etapa más difícil de mi vida porque es casi como consentir violaciones solamente por tener que comer mañana", agrega Gahela.
Y es que pese a haber terminado la carrera de Derecho, ella no ha podido trabajar como abogada porque su Universidad no le permitió acceder al grado de bachiller con su nombre social, sino que le obliga a usar el nombre que actualmente figura en su documento de identidad.
Sin un grado académico, Gahela no puede obtener un título oficial de abogada ni colegiarse, y por lo tanto tampoco ejercer la profesión para la que estudió. "Yo ya no practico la prostitución. Ahora brindo talleres, charlas, conferencias, dicto clases y he visto maneras de cómo gestionarme económicamente", refiere Gahela.
Mujer andina
Gahela no siempre utilizó la vestimenta andina que ahora luce. Lo hizo a partir de su proceso de transición, donde vio la necesidad no solo de reconocerse como mujer sino también de reconocer sus orígenes y "luchar por ello".
"Decirte indígena, reconocerte como indígena es luchar también contra el racismo. Para mí, mi cuerpo es político, mi existencia es política. Mi sola presencia incomoda a quienes buscan mantener las cosas como están o retroceder en derechos", agrega.
Todo ese entusiasmo por luchar por las poblaciones en situación de vulnerabilidad, donde Gahela no solo ubica a los movimientos LGBT e indígena, sino también a los adultos mayores, es lo que se refleja en las propuestas escritas en un volante que Gahela reparte a pie hasta antes del amanecer, cuando solo quedan sus "hermanas" en la calle.
"Sería bonito que gane" dice a EFE Greisy, una trabajadora sexual transexual con un volante de Gahela en la mano. "Para que todas las trans tengan un futuro mejor, para que las trans chiquillas tengan una vida diferente a lo que ha sido en el pasado".
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