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Las mujeres mayores de 65 años son las que menos denuncian la violencia machista y menos protección reclaman.
Pilar Álvarez | El País, 2020-01-24
https://elpais.com/sociedad/2020/01/23/actualidad/1579790594_798813.html
Son los casos más silenciosos. A Lidia, de 83 años, la encontraron tirada en el suelo de su cocina a finales de 2018 junto a su marido Felipe, militar retirado de 89 años. No había señales de que nadie hubiera entrado en su casa, en el pueblo de Barbastro (Huesca). La Guardia Civil confirmó ocho meses después que la había matado él y después se suicidó. Fue un caso de violencia machista. A Dolores, ama de casa de 74 años, la mató el 19 de agosto a golpes con una barra de hierro su marido, del que estaba en trámites de separación. María, de 73 años, fue apuñalada este miércoles por su marido, Manuel, en un pueblo de Granada. El hombre confesó su crimen tras presentarse desorientado en el hospital. Ni Lidia, ni Dolores ni María habían denunciado previamente a sus agresores, como ocurre en la mayoría de los casos y, de forma aún más pronunciada, entre las mujeres más mayores.
Entre todas las asesinadas por sus parejas o exparejas —1.137 desde 2003— aquellas con más de 60 años fueron quienes menos dieron la voz de alarma. En el 92% de los casos o no habían denunciado o no consta que hubiera denuncia (frente a casi un 80% de media). Están infrarrepresentadas en las estadísticas y son las víctimas más invisibles. Tanto que ni ellas mismas se ven.
La violencia que sufren las mujeres en la tercera edad constituye “una suerte de punto ciego”, según un estudio del Instituto Aragonés de la Mujer (IAM). Entre las causas, “la propia dificultad para estas mujeres, socializadas en un régimen conservador, de identificarse como víctimas de malos tratos”, según el trabajo de diciembre de 2018, centrado en la población aragonesa. Son mujeres que nacieron durante el franquismo, cuando el destino habitual de ellas en España era el matrimonio, católico y para siempre (la ley del divorcio se promulga en 1981), y su papel como esposas y cuidadoras estaba además subordinado al del marido. No podían abrir una cuenta bancaria sin el permiso de ellos, trabajaban en mucho menor porcentaje que los hombres fuera de casa y estaba vigente el débito conyugal.
“Son víctimas de libro pero no lo ven”, ahonda Altamira Gonzalo, abogada especialista en violencia de género. “Tiene una relación de obediencia con sus maridos, una dependencia económica tremenda y no lo viven como si fuera una relación violenta", explica por teléfono Gonzalo, vicepresidenta de Mujeres Juristas Themis. “Cuando una mujer sufre tantos años de maltrato continuado es mucho más difícil que denuncie”, añade Mariti Pereira, responsable de la federación que asiste a víctimas de violencia sexual y de género Famuvi.
131 mujeres mayores de 61 años han sido asesinadas desde que arrancó la contabilidad oficial en 2003. Representan el 12% del total. Las víctimas en esa franja de edad —de 60 en adelante— apenas suponen el 2,2% de los casos activos para los que hay algún tipo de control de la policía, según datos del Ministerio de Interior. “Es muy común que no denuncien a la policia su situación. Algunas lo comentan con los servicios sociales, lo cual ya es un paso, pero una buena parte, que no podemos cuantificar actualmente, está sufriendo estos abusos sin aparecer en ninguna estadística, y es probable que sin hablarlo con nadie”, subraya el informe aragonés.
“Ya sabes lo que pasa en los pueblos. Pues todo comentarios. Y te duele”, contaba una de las 17 mujeres mayores entrevistadas en el trabajo del IAM. “Personas que a lo mejor has tenido mucha amistad y te hacen preguntas: ‘¿Y qué ha pasado pues chica? Que no me lo creo yo que sea así’. Oye pues haber convivido con él y lo hubieses sabido”. El entorno rural es en el que hay menos medios y cuesta más detectar los casos, según diferentes especialistas. Y es justo el entorno donde se concentra más la población de la tercera edad.
Una pregunta en la consulta
El planteamiento al entrar en la consulta es claro y directo: ¿Alguna vez en tu vida has sufrido algún tipo de maltrato físico, psicológico o sexual?. Rosa González, médica de familia, es una de las doctoras que aplica en la Comunidad Valenciana el llamado cribado sanitario, un sistema para alertar desde el ambulatorio de posibles maltratos aun cuando las mujeres no se atreven a denunciar o no son conscientes de lo que les ocurre. “Muchas de las mujeres mayores que vienen a la consulta me responden que no a esa primera pregunta, pero luego avanzas con el cribado y ves que la respuesta es sí”, explica González.
En mayores de 65, el tipo de violencia más habitual es la psicológica, entre las más difíciles de detectar y de demostrar. “Con las mujeres mayores han hecho lo que han querido. Ellos eran los cabezas de familia y llevaban los pantalones”, según la doctora, que no obstante ha notado un cambio en los últimos años en la percepción que tienen ellas de su propia realidad. “Muchas empiezan a darse cuenta, por la tele y por lo que le cuentan sus hijas y nietas, de que lo que les pasa, aunque lo hayan tolerado siempre, no es normal”.
Economía propia y alguien a quien contar
El Instituto Aragonés de la Mujer, que investigó la violencia machista en la tercera edad, recomienda ofrecer también a las mujeres mayores “una solución económica” para salir del círculo de la violencia. Por ejemplo, que los juzgados embarguen la pensión o nóminas de los agresores y que la mitad sea para la víctima “hasta que se resuelva el divorcio”. También ofrecen como soluciones talleres de detección de violencia en centros para mayores o formación con perspectiva de género al personal sanitario que les atiende. Reclaman “abandonar la idea de que un enfoque único, o un protocolo específico, va a ser adecuado para todas las mujeres mayores”, alertan. Su recomendación principal es que hay que escucharlas.
Entre todas las asesinadas por sus parejas o exparejas —1.137 desde 2003— aquellas con más de 60 años fueron quienes menos dieron la voz de alarma. En el 92% de los casos o no habían denunciado o no consta que hubiera denuncia (frente a casi un 80% de media). Están infrarrepresentadas en las estadísticas y son las víctimas más invisibles. Tanto que ni ellas mismas se ven.
La violencia que sufren las mujeres en la tercera edad constituye “una suerte de punto ciego”, según un estudio del Instituto Aragonés de la Mujer (IAM). Entre las causas, “la propia dificultad para estas mujeres, socializadas en un régimen conservador, de identificarse como víctimas de malos tratos”, según el trabajo de diciembre de 2018, centrado en la población aragonesa. Son mujeres que nacieron durante el franquismo, cuando el destino habitual de ellas en España era el matrimonio, católico y para siempre (la ley del divorcio se promulga en 1981), y su papel como esposas y cuidadoras estaba además subordinado al del marido. No podían abrir una cuenta bancaria sin el permiso de ellos, trabajaban en mucho menor porcentaje que los hombres fuera de casa y estaba vigente el débito conyugal.
“Son víctimas de libro pero no lo ven”, ahonda Altamira Gonzalo, abogada especialista en violencia de género. “Tiene una relación de obediencia con sus maridos, una dependencia económica tremenda y no lo viven como si fuera una relación violenta", explica por teléfono Gonzalo, vicepresidenta de Mujeres Juristas Themis. “Cuando una mujer sufre tantos años de maltrato continuado es mucho más difícil que denuncie”, añade Mariti Pereira, responsable de la federación que asiste a víctimas de violencia sexual y de género Famuvi.
131 mujeres mayores de 61 años han sido asesinadas desde que arrancó la contabilidad oficial en 2003. Representan el 12% del total. Las víctimas en esa franja de edad —de 60 en adelante— apenas suponen el 2,2% de los casos activos para los que hay algún tipo de control de la policía, según datos del Ministerio de Interior. “Es muy común que no denuncien a la policia su situación. Algunas lo comentan con los servicios sociales, lo cual ya es un paso, pero una buena parte, que no podemos cuantificar actualmente, está sufriendo estos abusos sin aparecer en ninguna estadística, y es probable que sin hablarlo con nadie”, subraya el informe aragonés.
“Ya sabes lo que pasa en los pueblos. Pues todo comentarios. Y te duele”, contaba una de las 17 mujeres mayores entrevistadas en el trabajo del IAM. “Personas que a lo mejor has tenido mucha amistad y te hacen preguntas: ‘¿Y qué ha pasado pues chica? Que no me lo creo yo que sea así’. Oye pues haber convivido con él y lo hubieses sabido”. El entorno rural es en el que hay menos medios y cuesta más detectar los casos, según diferentes especialistas. Y es justo el entorno donde se concentra más la población de la tercera edad.
Una pregunta en la consulta
El planteamiento al entrar en la consulta es claro y directo: ¿Alguna vez en tu vida has sufrido algún tipo de maltrato físico, psicológico o sexual?. Rosa González, médica de familia, es una de las doctoras que aplica en la Comunidad Valenciana el llamado cribado sanitario, un sistema para alertar desde el ambulatorio de posibles maltratos aun cuando las mujeres no se atreven a denunciar o no son conscientes de lo que les ocurre. “Muchas de las mujeres mayores que vienen a la consulta me responden que no a esa primera pregunta, pero luego avanzas con el cribado y ves que la respuesta es sí”, explica González.
En mayores de 65, el tipo de violencia más habitual es la psicológica, entre las más difíciles de detectar y de demostrar. “Con las mujeres mayores han hecho lo que han querido. Ellos eran los cabezas de familia y llevaban los pantalones”, según la doctora, que no obstante ha notado un cambio en los últimos años en la percepción que tienen ellas de su propia realidad. “Muchas empiezan a darse cuenta, por la tele y por lo que le cuentan sus hijas y nietas, de que lo que les pasa, aunque lo hayan tolerado siempre, no es normal”.
Economía propia y alguien a quien contar
El Instituto Aragonés de la Mujer, que investigó la violencia machista en la tercera edad, recomienda ofrecer también a las mujeres mayores “una solución económica” para salir del círculo de la violencia. Por ejemplo, que los juzgados embarguen la pensión o nóminas de los agresores y que la mitad sea para la víctima “hasta que se resuelva el divorcio”. También ofrecen como soluciones talleres de detección de violencia en centros para mayores o formación con perspectiva de género al personal sanitario que les atiende. Reclaman “abandonar la idea de que un enfoque único, o un protocolo específico, va a ser adecuado para todas las mujeres mayores”, alertan. Su recomendación principal es que hay que escucharlas.
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