Imagen: El País / Orson Scott card |
Tres autores españoles rechazan asistir al evento de ciencia ficción por la presencia del novelista estadounidense
Laura Fernández | El País, 2020-01-09
https://elpais.com/cultura/2020/01/08/actualidad/1578507411_155081.html
La ciencia ficción española está en guerra. Desde que el Celsius, el festival de lo fantástico que se celebra cada verano en Avilés, anunció a Orson Scott Card como cabeza de cartel de la edición de este año, muchos han sido los autores, nacionales e internacionales, que han mostrado su incomodidad al respecto. Pero la cosa está llegando hasta el impensable extremo de que un grupo de, hasta ahora, seguidores del festival, han propuesto organizar este verano un acto de protesta que consistiría en “la quema de libros” de su más controvertido cabeza de cartel hasta la fecha. “¿Qué sentido tiene algo así en un festival que se llama Celsius 232 en honor de la obra de Ray Bradbury que precisamente ataca la censura que consiste en la quema de libros?”, se preguntaba ayer Cristina Macía, una de sus directoras, que “entiende perfectamente” la posición de aquellos que están declinando su invitación al festival por no compartir espacio con el autor de ‘El Juego de Ender’, pero insiste en que “no se le invita por lo que piensa sino por sus libros”.
Orson Scott Card fue un mito, de la altura literaria de Isaac Asimov, William Gibson, o el propio y más cercano, incluso en ideología, pues ambos son mormones, Brandon Sanderson, hasta que empezó a cargar contra el matrimonio homosexual hace ya más de una década. Entonces, aquellos que habían leído sus libros, el más famoso de todos ellos, ‘El Juego de Ender’ –premios Hugo y Nebula en 1986–, iniciaron una revisión de su obra en la que encontraron pistas por todas partes. Después de todo, el protagonista de la famosa saga es un trasunto de Joseph Smith Jr., fundador de la iglesia mormona. Pero la obra, llena de matices, nunca se juzgó, ni se ha juzgado, homófoba. Sin embargo, sus escritos y declaraciones, sí. Por ejemplo, ha dicho Card que el matrimonio gay iba a suponer “el fin de la democracia en Estados Unidos” y que la homosexualidad “es una enfermedad mental”. Y no solo lo ha dicho, se ha alineado junto a colectivos que han luchado activamente contra los derechos de los homosexuales considerando que “no deberían ser tratados como ciudadanos en igualdad de condiciones con el resto”.
Javier Ruescas, autor de ficción juvenil y pieza clave, desde sus inicios, del festival, es uno de los tres autores que han declinado por el momento la invitación este año –las otras dos son Iria G. Parente y Selene M. Pascual–, en la que, dice, ha sido una decisión “muy meditada”. “Podríamos haber decidido ir para no cederle nuestro espacio, como han hecho otros autores nacionales e internacionales, pero después de meditarlo mucho por separado y hablarlo entre nosotros, Iria, Selene y yo decidimos rechazar la invitación. Consideramos que darle voz a un hombre como él es dar un primer paso hacia algo muy peligroso: blanquear de una manera clara la homofobia, y el hecho de que nosotros vayamos, como se ha demostrado en otras ocasiones, le daría publicidad y contenido a una edición del festival que legitima la presencia de alguien que va contra nuestros derechos”, dice el escritor, que, como tal, asegura, no compra el argumento de la organización de que “una cosa son los libros y otra, el autor” porque, dice, “creo que todos dejamos parte de quienes somos en nuestro arte”.
El perfil de Card (Richland, 68 años), cada vez más radical, obligó a la productora de la adaptación al cine de ‘El Juego de Ender’ a prescindir de su figura durante la promoción de la película en 2013 por considerar que “iba a hacerle más mal que bien”. Por entonces, hizo unas declaraciones a la revista norteamericana ‘Wired’ en las que seguía cargando contra los homosexuales. “Nos piden que seamos tolerantes con ellos, pero ellos no toleran que pensemos lo que pensamos”, le dijo al periodista. “¿A qué nivel me duele todo lo que está pasando en el Celsius?”, tuiteaba ayer Ruescas para sus más de 80.000 seguidores. “Al nivel de que, aparte de amar el festival, yo era un gran admirador de Orson Scott Card, hasta hice cola para conocerle”, decía, y mostraba una fotografía con él. “Años después me enteré de lo que odiaba a la gente como yo y que luchaba por quitarme derechos”, concluía. Dos autoras internacionales, la china Marie Lu y la norteamericana V. E. Schwab, invitadas este año al festival, que se celebrará a mediados de julio, también discutieron en Twitter sobre la posibilidad de no acudir en acto de protesta.
“Muchos lectores me han pedido que decline la invitación como acto de protesta pero si cedo mi espacio a la intolerancia, la intolerancia gana”, escribió Schwab, bisexual y autora de ‘Una magia más oscura’ (Minotauro), que alerta al festival sobre “la postura terrible” que le parece que adopta al invitar a Card. “Creo que es un problema generacional", apuntaba Sofía Rhei, otra habitual del Celsius. "Es la cristalización del cambio de los tiempos. Lo que estamos viendo es un punto de inflexión. Mientras los menores de 30 tienen claro que se niegan a compartir espacio con alguien así, los mayores como yo, dudamos, y empezamos a cuestionarnos”, añadía. Desde la organización, se niega que el Celsius vaya a dejar de ser “un lugar seguro como lo ha sido siempre” para el colectivo LGTBI y se insiste en que “nada va a cambiar”. “Llevamos nueve años organizando un festival con unos objetivos muy claros, no solo en lo que respecta a la paridad, que la hemos conseguido, y censurarnos de esta manera a nosotros mismos sería dar marcha atrás, algo que no pensamos hacer, porque nuestro criterio ha respondido y responde a lo exclusivamente literario”, sentenciaba Macía.
Orson Scott Card fue un mito, de la altura literaria de Isaac Asimov, William Gibson, o el propio y más cercano, incluso en ideología, pues ambos son mormones, Brandon Sanderson, hasta que empezó a cargar contra el matrimonio homosexual hace ya más de una década. Entonces, aquellos que habían leído sus libros, el más famoso de todos ellos, ‘El Juego de Ender’ –premios Hugo y Nebula en 1986–, iniciaron una revisión de su obra en la que encontraron pistas por todas partes. Después de todo, el protagonista de la famosa saga es un trasunto de Joseph Smith Jr., fundador de la iglesia mormona. Pero la obra, llena de matices, nunca se juzgó, ni se ha juzgado, homófoba. Sin embargo, sus escritos y declaraciones, sí. Por ejemplo, ha dicho Card que el matrimonio gay iba a suponer “el fin de la democracia en Estados Unidos” y que la homosexualidad “es una enfermedad mental”. Y no solo lo ha dicho, se ha alineado junto a colectivos que han luchado activamente contra los derechos de los homosexuales considerando que “no deberían ser tratados como ciudadanos en igualdad de condiciones con el resto”.
Javier Ruescas, autor de ficción juvenil y pieza clave, desde sus inicios, del festival, es uno de los tres autores que han declinado por el momento la invitación este año –las otras dos son Iria G. Parente y Selene M. Pascual–, en la que, dice, ha sido una decisión “muy meditada”. “Podríamos haber decidido ir para no cederle nuestro espacio, como han hecho otros autores nacionales e internacionales, pero después de meditarlo mucho por separado y hablarlo entre nosotros, Iria, Selene y yo decidimos rechazar la invitación. Consideramos que darle voz a un hombre como él es dar un primer paso hacia algo muy peligroso: blanquear de una manera clara la homofobia, y el hecho de que nosotros vayamos, como se ha demostrado en otras ocasiones, le daría publicidad y contenido a una edición del festival que legitima la presencia de alguien que va contra nuestros derechos”, dice el escritor, que, como tal, asegura, no compra el argumento de la organización de que “una cosa son los libros y otra, el autor” porque, dice, “creo que todos dejamos parte de quienes somos en nuestro arte”.
El perfil de Card (Richland, 68 años), cada vez más radical, obligó a la productora de la adaptación al cine de ‘El Juego de Ender’ a prescindir de su figura durante la promoción de la película en 2013 por considerar que “iba a hacerle más mal que bien”. Por entonces, hizo unas declaraciones a la revista norteamericana ‘Wired’ en las que seguía cargando contra los homosexuales. “Nos piden que seamos tolerantes con ellos, pero ellos no toleran que pensemos lo que pensamos”, le dijo al periodista. “¿A qué nivel me duele todo lo que está pasando en el Celsius?”, tuiteaba ayer Ruescas para sus más de 80.000 seguidores. “Al nivel de que, aparte de amar el festival, yo era un gran admirador de Orson Scott Card, hasta hice cola para conocerle”, decía, y mostraba una fotografía con él. “Años después me enteré de lo que odiaba a la gente como yo y que luchaba por quitarme derechos”, concluía. Dos autoras internacionales, la china Marie Lu y la norteamericana V. E. Schwab, invitadas este año al festival, que se celebrará a mediados de julio, también discutieron en Twitter sobre la posibilidad de no acudir en acto de protesta.
“Muchos lectores me han pedido que decline la invitación como acto de protesta pero si cedo mi espacio a la intolerancia, la intolerancia gana”, escribió Schwab, bisexual y autora de ‘Una magia más oscura’ (Minotauro), que alerta al festival sobre “la postura terrible” que le parece que adopta al invitar a Card. “Creo que es un problema generacional", apuntaba Sofía Rhei, otra habitual del Celsius. "Es la cristalización del cambio de los tiempos. Lo que estamos viendo es un punto de inflexión. Mientras los menores de 30 tienen claro que se niegan a compartir espacio con alguien así, los mayores como yo, dudamos, y empezamos a cuestionarnos”, añadía. Desde la organización, se niega que el Celsius vaya a dejar de ser “un lugar seguro como lo ha sido siempre” para el colectivo LGTBI y se insiste en que “nada va a cambiar”. “Llevamos nueve años organizando un festival con unos objetivos muy claros, no solo en lo que respecta a la paridad, que la hemos conseguido, y censurarnos de esta manera a nosotros mismos sería dar marcha atrás, algo que no pensamos hacer, porque nuestro criterio ha respondido y responde a lo exclusivamente literario”, sentenciaba Macía.
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