Imagen: El Mundo / Una vista de Medellín |
El urbanismo de la capital de Antioquia fue un condicionante que llevó a los años del caos, pero también fue la primera piedra de su recuperación. Jorge Pérez-Jaramillo explica su historia en un libro.
Luis Alemany | El Mundo, 2020-01-17
https://www.elmundo.es/cultura/2020/01/17/5e2057bc21efa046708b45b9.html
Las librerías españolas se llenaron de títulos sobre Medellín hace tres años, en el momento de mayor euforia de la serie ‘Narcos: thrillers’ de aeropuerto, biografías de Pablo Escobar, novelas hiperrealistas como las de Fernando Vallejo o Jorge Franco, memorias personales como las de Hector Abad Faciolince... Ahora, ‘Medellín. Urbanismo y sociedad’, de Jorge Pérez-Jaramillo (editado por Turner), llega al escaparate como una propuesta diferente a todas las anteriores. Para empezar, porque Medellín aparece en los catálogos como libro de arquitectura aunque, en realidad, su texto tenga mucho de relato.
Muy en resumen: el libro de Jorge Pérez-Jaramillo cuenta cómo los fracasos urbanísticos de la capital de Antioquia condicionaron sus años de autodestrucción y cómo la reparación de esos fracasos condujo a la recuperación de la vida cívica en el siglo XXI. La palabra urbanismo, por tanto, es clave, pero no en un sentido formalista. Urbanismo, en estas páginas, significa diálogo cívico, políticas de integración, fomento de la cultura, intervenciones de pequeña escala...
"Medellín está en medio de un valle andino muy estrecho, con una urbanización que cubre buena parte de las laderas este y oeste y que permite tener siempre vistas diversas del territorio, es una ciudad que puedes ver desde diversos ángulos, con una luz que cambia a lo largo del día", explica Pérez-Jaramillo en un correo electrónico. "La ciudad es producto de una intensa y rápida urbanización, su población se multiplicó por 40 durante el siglo XX, en buena medida a partir de procesos informales que configuraron una sociedad urbana con alto grado de segregación socio-espacial. Creció como una inmensa ciudad con periferias precarias y áreas de alto estándar de vida, una sociedad fracturada e inequitativa, sin democracia local hasta el año 1988 y una economía en deterioro muy crítico desde finales de los años 1970. Era un escenario proclive al conflicto social, la ilegalidad y el crimen".
‘Medellín’ cuenta que Le Corbusier visitó la ciudad en los años 50. Lo llevaron a un mirador en las montañas desde la que se dominaba el valle del río Medellín. El arquitecto suizo dijo entonces que no sabía identificar qué aglomeración, de las muchas que veía, era el centro Medellín. La ciudad estaba creciendo como un archipiélago de suburbios aislados que con el tiempo, se convirtieron en reinos independientes para las bandas de delincuentes. Otro maestro del siglo XX, Josep Lluís Sert, también llegó a Medellín para crear un plan de crecimiento basado en autopistas. Aquella decisión hizo aún más difícil la convivencia.
Un ejemplo es El Poblado, el distrito de la burguesía de Medellín, en el sureste del valle."El Poblado es una urbanización precaria en términos de condiciones cívicas, no es un barrio con estructura urbanística que favorezca la vida pública, sino una aglomeración de urbanizaciones o condominios cerrados (‘gated communities’), sin espacios comunitarios, parques ni equipamientos cívicos. Es una porción de la ciudad planeada para la movilidad en automóvil, un territorio que concentra niveles socio económicos altos, minoritarios respecto al resto de la ciudad".
El Poblado, según se lee en ‘Medellín’, creció en los años de los narcos. Las promociones de viviendas se vendían enteras en un solo día gracias al dinero de los cárteles y se construían como búnkeres por el pánico a la inseguridad. De puertas para dentro, hubo espacio para lo que Jorge Pérez-Jaramillo llama ‘narco-déco’: "La sociedad de Medellín y Antioquia es relativamente austera y con tradiciones muy arraigadas de cuidado por los bienes materiales. Sin embargo, la presencia del narcotráfico generó cierta confusión social, se dio una opulencia nunca antes vista en nuestra sociedad".
Pérez-Jaramillo es arquitecto, ya lo era en los años duros. "Fueron tiempos muy críticos, pues vivimos una etapa de profunda crisis económica y la presencia del narcotráfico y el lavado de activos se convirtió en la mayor fuente de trabajo del sector de la construcción. En esos años no teníamos estructura democrática local y el municipio no invertía en arquitectura y urbanismo como lo haría en los años posteriores. Muchos nos dedicamos a la actividad académica y muchos otros trabajaron en esquemas aparentemente limpios, con alto grado de incidencia de dineros del narcotráfico. La confusión de la época, hizo que muchos, incluso algunos de los más prestigiosos profesionales, terminaran trabajando edificios importantes, para los narcos".
En sus palabras se incluyen algunas de las raíces verdes que convirtieron Medellín en la ciudad perfectamente vivible que es hoy. Primero, la descentralización de la administración local en 1989 permitió gestionar la ciudad de una manera más democrática y realista. Fue el primer paso para reconstruir la confianza mutua entre los habitantes de Medellín y el Estado. En cuanto a la arquitectura, el refugio académico al que se refiere Pérez-Jaramillo fue una valiosa inversión para el futuro.
"En el marco del proceso democrático y colectivo de construcción de la vida pública, en la ciudad aprendimos el potencial del urbanismo, la arquitectura y las infraestructuras, como herramientas para construir escenarios de vida pública, convivencia y superación de las fracturas sociales y territoriales", explica Pérez-Jaramillo. En su libro se cuenta que el éxito de la arquitectura de Medellín fue aprendido, en parte, de la España de los años 90, cuando la profesión liberal estaba íntimamente ligada a la universidad y cuando la administración pública era la principal cliente de la buena arquitectura a través de infraestructuras cívicas y culturales.
¿Algún ejemplo práctico? "Moravia, localizado sobre el antiguo basurero, es un proyecto muy hermoso que aún avanza gradualmente. La Comuna 13, representa un esquema de gestión integral que ha permitido mucha evolución y superación de dificultades. El barrio Santo Domingo, donde se construyó el primer metrocable, es otro ejemplo singular. En general, la ciudad ha realizado múltiples acciones de gestión comunitaria y urbanística, con muchos proyectos que fomentan vida pública y superan brechas, mejorando de manera tangible la calidad de vida y fomentando dignidad".
Un último asunto. Medellín es una ciudad muy atractiva para el visitante, pero carece de la arquitectura histórica que sí se puede encontrar en Bogotá o en Cartagena. En las páginas de Pérez-Jaramillo se intuye que, durante los años del caos, los antioqueños echaron de menos esa arquitectura histórica por su valor simbólico de la vida cívica. "Medellín fue una pequeña villa hasta finales del siglo XIX, ni siquiera fue la capital de la región hasta estos años. Lo poco que tuvimos de herencia antigua cayó en manos de la especulación y por la precaria valoración de la ciudad como hecho cultural. Tenemos aún un patrimonio moderno del siglo 20, que está en riesgo esperando consolidar normativas de protección patrimonial definidas en el Plan de Ordenamiento Territorial, que esperan reglamentación.
Muy en resumen: el libro de Jorge Pérez-Jaramillo cuenta cómo los fracasos urbanísticos de la capital de Antioquia condicionaron sus años de autodestrucción y cómo la reparación de esos fracasos condujo a la recuperación de la vida cívica en el siglo XXI. La palabra urbanismo, por tanto, es clave, pero no en un sentido formalista. Urbanismo, en estas páginas, significa diálogo cívico, políticas de integración, fomento de la cultura, intervenciones de pequeña escala...
"Medellín está en medio de un valle andino muy estrecho, con una urbanización que cubre buena parte de las laderas este y oeste y que permite tener siempre vistas diversas del territorio, es una ciudad que puedes ver desde diversos ángulos, con una luz que cambia a lo largo del día", explica Pérez-Jaramillo en un correo electrónico. "La ciudad es producto de una intensa y rápida urbanización, su población se multiplicó por 40 durante el siglo XX, en buena medida a partir de procesos informales que configuraron una sociedad urbana con alto grado de segregación socio-espacial. Creció como una inmensa ciudad con periferias precarias y áreas de alto estándar de vida, una sociedad fracturada e inequitativa, sin democracia local hasta el año 1988 y una economía en deterioro muy crítico desde finales de los años 1970. Era un escenario proclive al conflicto social, la ilegalidad y el crimen".
‘Medellín’ cuenta que Le Corbusier visitó la ciudad en los años 50. Lo llevaron a un mirador en las montañas desde la que se dominaba el valle del río Medellín. El arquitecto suizo dijo entonces que no sabía identificar qué aglomeración, de las muchas que veía, era el centro Medellín. La ciudad estaba creciendo como un archipiélago de suburbios aislados que con el tiempo, se convirtieron en reinos independientes para las bandas de delincuentes. Otro maestro del siglo XX, Josep Lluís Sert, también llegó a Medellín para crear un plan de crecimiento basado en autopistas. Aquella decisión hizo aún más difícil la convivencia.
Un ejemplo es El Poblado, el distrito de la burguesía de Medellín, en el sureste del valle."El Poblado es una urbanización precaria en términos de condiciones cívicas, no es un barrio con estructura urbanística que favorezca la vida pública, sino una aglomeración de urbanizaciones o condominios cerrados (‘gated communities’), sin espacios comunitarios, parques ni equipamientos cívicos. Es una porción de la ciudad planeada para la movilidad en automóvil, un territorio que concentra niveles socio económicos altos, minoritarios respecto al resto de la ciudad".
El Poblado, según se lee en ‘Medellín’, creció en los años de los narcos. Las promociones de viviendas se vendían enteras en un solo día gracias al dinero de los cárteles y se construían como búnkeres por el pánico a la inseguridad. De puertas para dentro, hubo espacio para lo que Jorge Pérez-Jaramillo llama ‘narco-déco’: "La sociedad de Medellín y Antioquia es relativamente austera y con tradiciones muy arraigadas de cuidado por los bienes materiales. Sin embargo, la presencia del narcotráfico generó cierta confusión social, se dio una opulencia nunca antes vista en nuestra sociedad".
Pérez-Jaramillo es arquitecto, ya lo era en los años duros. "Fueron tiempos muy críticos, pues vivimos una etapa de profunda crisis económica y la presencia del narcotráfico y el lavado de activos se convirtió en la mayor fuente de trabajo del sector de la construcción. En esos años no teníamos estructura democrática local y el municipio no invertía en arquitectura y urbanismo como lo haría en los años posteriores. Muchos nos dedicamos a la actividad académica y muchos otros trabajaron en esquemas aparentemente limpios, con alto grado de incidencia de dineros del narcotráfico. La confusión de la época, hizo que muchos, incluso algunos de los más prestigiosos profesionales, terminaran trabajando edificios importantes, para los narcos".
En sus palabras se incluyen algunas de las raíces verdes que convirtieron Medellín en la ciudad perfectamente vivible que es hoy. Primero, la descentralización de la administración local en 1989 permitió gestionar la ciudad de una manera más democrática y realista. Fue el primer paso para reconstruir la confianza mutua entre los habitantes de Medellín y el Estado. En cuanto a la arquitectura, el refugio académico al que se refiere Pérez-Jaramillo fue una valiosa inversión para el futuro.
"En el marco del proceso democrático y colectivo de construcción de la vida pública, en la ciudad aprendimos el potencial del urbanismo, la arquitectura y las infraestructuras, como herramientas para construir escenarios de vida pública, convivencia y superación de las fracturas sociales y territoriales", explica Pérez-Jaramillo. En su libro se cuenta que el éxito de la arquitectura de Medellín fue aprendido, en parte, de la España de los años 90, cuando la profesión liberal estaba íntimamente ligada a la universidad y cuando la administración pública era la principal cliente de la buena arquitectura a través de infraestructuras cívicas y culturales.
¿Algún ejemplo práctico? "Moravia, localizado sobre el antiguo basurero, es un proyecto muy hermoso que aún avanza gradualmente. La Comuna 13, representa un esquema de gestión integral que ha permitido mucha evolución y superación de dificultades. El barrio Santo Domingo, donde se construyó el primer metrocable, es otro ejemplo singular. En general, la ciudad ha realizado múltiples acciones de gestión comunitaria y urbanística, con muchos proyectos que fomentan vida pública y superan brechas, mejorando de manera tangible la calidad de vida y fomentando dignidad".
Un último asunto. Medellín es una ciudad muy atractiva para el visitante, pero carece de la arquitectura histórica que sí se puede encontrar en Bogotá o en Cartagena. En las páginas de Pérez-Jaramillo se intuye que, durante los años del caos, los antioqueños echaron de menos esa arquitectura histórica por su valor simbólico de la vida cívica. "Medellín fue una pequeña villa hasta finales del siglo XIX, ni siquiera fue la capital de la región hasta estos años. Lo poco que tuvimos de herencia antigua cayó en manos de la especulación y por la precaria valoración de la ciudad como hecho cultural. Tenemos aún un patrimonio moderno del siglo 20, que está en riesgo esperando consolidar normativas de protección patrimonial definidas en el Plan de Ordenamiento Territorial, que esperan reglamentación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.