jueves, 4 de febrero de 2016

#hemeroteca #cine | El cine en un pálpito

Imagen: El Mundo / Fotograma de 'Carol'
El cine en un pálpito.
Luis Martínez | Metrópoli, El Mundo, 2016-02-04

http://www.metropoli.com/cine/2016/02/04/56b34875e2704ef93d8b45f1.html

Justo cuando ‘Breve encuentro’ llega a su fin, su protagonista (Celia Johnson) acierta a pronunciar una de esas declaraciones que, de puro en llamas, erizan el vello de la retina. Tan cursi tan real. En el momento de la despedida de un amor fugaz consumido a pie de andén, se oye: "Este sufrimiento no puede durar... Nada dura realmente. Ni la felicidad ni la desesperación. Ni siquiera la vida dura tanto. Llegará un día... en el que pueda mirar atrás y decir en paz y tranquilidad lo tonta que fui... ¡No, no, no quiero que ese momento llegue nunca! Quiero recordar cada minuto, siempre, siempre hasta el fin de mis días".

Todd Haynes cita el trabajo de David Lean para intentar explicar el punto exacto en el que ‘Carol’, su película, se rompe por dentro, se hace grande. Y acierta. Hay una línea tenue pero precisa que une una obra maestra con la otra. Pues de eso se trata. La cinta del director de ‘Lejos del cielo’ aparece en la pantalla con la contundencia precisa de lo que, como diría la propia Celia Johnson, no se quiere olvidar "hasta el fin de los días".

Basada en el relato homónimo de Patricia Highsmith, ‘Carol’ cuenta el encuentro de dos mujeres en el Nueva York de los años 50. Se trata, sencillamente, de una historia de amor. No hay más. Como en el texto original, la idea es describir el lento proceso que va desde el descubrimiento a la aceptación, desde la sorpresa al tacto de la piel. La piel dulce. Y todo ello, con la sensación de un animal acosado; en permanente estado de peligro.

Se diría que la arquitectura de la película conserva el rastro de un relato de suspense. En la conservadora sociedad de la época, el amor lésbico es una amenaza. Y esa evidencia permanece al lado del espectador todo lo que dura ‘Carol’. Cada plano, siempre de una exactitud abrumadora, transmite la sensación de, otra vez, el fin de los días. Cada secuencia, sencillamente, vibra. Todo discurre entre vaho de unos cristales empañados. Es el dolor, o el miedo quizá, quien no deja ver con nitidez.

La cámara se mueve entre los cuerpos acechante, más pendiente de lo que oculta que de lo que se muestra. Y es ahí, en la pulsión de lo incierto, donde Haynes levanta un extraño artefacto en vibración permanente. Como el gesto sorprendido y aún cálido por el tacto, ‘Carol’ es una película que se ve por dentro. Y así hasta romperse en dos.

Therese (Rooney Mara), joven empleada por accidente de unos grandes almacenes, se encuentra con Carol (Cate Blanchett), una sofisticada mujer que vive el castigo de un marido no tan elegante. Lo que sigue no es más que la detallada descripción de una herida. El universo que describe Haynes nada tiene que ver con las imágenes pastel de una película de época. Tanto el trabajo de dirección de arte como, más importante, el de fotografía firmado por Edward Lanchman, están al servicio de la reconstrucción realista de un mundo mítico y a la vez sucio, empañado decíamos. La idea es capturar la temperatura precisa de la modernidad que irrumpe.

Si en ‘Lejos del cielo’ el director reinventaba las reglas del ‘melo’ según Douglas Sirk, ahora, en un ejercicio aún más sofisticado, se trata de desnudar la narración de cualquier artefacto dramáticamente postizo. Sólo importa la descripción exacta de la emoción, de la pausa, del hallazgo cálido de la piel, de la fiebre.

El resultado es una película inmensa en su perfección; deslumbrante hasta el agotamiento. El trabajo de Blanchett es algo más que simplemente preciso. No hay rastro de la espectacular transformación en Bob Dylan que hiciera 'I'm not here'. Esta vez todo es más tenue y, al mismo tiempo, mucho más intenso. Todo, de nuevo, por dentro. En ningún momento, la actriz se adelanta ni se retrasa a la exigencia de un personaje que se debate entre la necesidad y el miedo; en el angustia y la esperanza; entre el amor y el amor.

Así, toda la película se vive en un pálpito. Nada sobra porque nada la falta. Se trata de apenas un breve encuentro con el cine empeñado no tanto en durar como en vibrar, en romperse por dentro. "Nada dura realmente. Ni la felicidad ni la desesperación", dice Celia Johnson como la agria evidencia de lo que pasa. Y acto seguido, se levanta contra el rigor de lo pueril: "Quiero recordar cada minuto". Era esto.

Y TAMBIÉN…
Todd Haynes: "Aquí se habla de lo radical que puede ser el amor".
El director californiano dirige un drama romántico nominado a seis Oscar que retrata una relación lésbica en los años 50.
Marianne Smith | Metrópoli, El Mundo, 2016-02-05
http://www.metropoli.com/cine/2016/02/04/56b3394422601d0f3c8b464b.html
Cate Blanchett: "¿Si soy lesbiana? Eso no debería interesar a nadie".
"Esto es como el amor de Romeo y Julieta pero entre Julieta y Julieta".
Luis Martínez | El Mundo, 2016-02-04

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