miércoles, 5 de abril de 2017

#hemeroteca #poblacionromani | David Martín: “Los gitanos y gitanas vascas no son, ni han sido, nómadas, no son personas extranjeras, son vascos y vascas”

Imagen: Txalapartatik
“Los gitanos y gitanas vascas no son, ni han sido, nómadas, no son personas extranjeras, son vascos y vascas”.
Entrevista de Mikel Soto a David Martín, autor del libro ‘El pueblo gitano en Euskal Herria’
Txalatartatik, 2017-04-05
http://txalapartatik.info/los-gitanos-y-gitanas-vascas-no-son-ni-han-sido-nomadas-no-son-personas-extranjeras-son-vascos-y-vascas/

¿Desde cuándo hay gitanos y gitanas en Euskal Herria?
Los primeros textos que señalan a personas calificadas como gitanas en Euskal Herria datan del siglo XV y XVI: 1435 en Nafarroa, 1483 en Lapurdi, 1484 en Araba, 1510 en Gipuzkoa, y 1517 en Bizkaia. De este modo, y comparando con los textos europeos de la época, se puede establecer la hipótesis de que este fue el momento de “su llegada”.

Ijitoak, buhameak, motzaileak, asiaganbariak, egyptianos… ¡Cuántos nombres!
¡Y ninguno se lo han puesto ellos mismos! Como vemos, hacen referencia a su hipotética procedencia o trabajos.

Mestizaje, separación, persecución… ¿Qué ha primado en Euskal Herria?
En los siglos pasados, lo único que no se produjo fue una separación en guetos al estilo de lo que se hizo con los agotes. Tampoco hubo opción, porque a las personas gitanas no se les permitía vivir en las provincias de Hegoalde por disposiciones forales. Se suponía que en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa “no había gitanos”. Nada más lejos de la realidad. Por otro lado, los fenómenos de la asimilación y el mestizaje, sobre todo en Iparralde, donde hubo más manga ancha hasta el siglo XVIII, fueron muy altos, en las dos direcciones además.

En cualquier caso, hay episodios de persecución terribles, tales como la Prisión General en Hegoalde, la ‘grande raffle’ en Iparralde o, más recientes, como el intento de expulsión de una comunidad gitana en Hernani en 1980.
Es cierto. Por ejemplo, el tema de la persecución del pueblo gitano de Iparralde en 1802 es excepcional. No hubo una política de represión comparable en el resto de la recién creada República francesa. Lo de Hernani en 1980 y la decisión plenaria de expulsar a varias familias gitanas del municipio (algo que no se llegó a materializar, por cierto), todavía levanta ampollas.

Dedicas un capítulo entero a los Kaskarotak de Ziburu y Donibane Lohitzune…
Ineludible. Son el caso paradigmático de personas gitanas participando en la sociedad de su entorno. Pero la memoria colectiva es selectiva. Es la explicación que doy al vacío memorial acerca de los gitanos en lugares como Donibane Lohitzune o Ziburu, donde la alusión a los kaskarots es constante dentro del legado patrimonial y, sin embargo, se obvia siempre su elemento gitano.

Parece que últimamente se ha avivado el debate historiográfico sobre la participación del pueblo gitano en la Guerra Civil española. Tú afirmas que “el pueblo gitano, como bloque, no tomó parte en ninguno de los bandos, aunque sí hubo gitanos que lo hicieron de manera individual”.
Dijo una vez Teresa San Román que el reconocer al gitano como asocial, marginado, mal ciudadano y defraudador del pacto social, “pobre porque quiere”, es algo que penetra en la filosofía política tanto de derechas como de izquierdas. No hay ventajas de acomodo en las ideologías payas para las personas gitanas. Esto pasa en la actualidad y pasaba en los años 30 del siglo XX. Claro está que, siendo el pueblo gitano tan heterogéneo, durante la Guerra Civil hubo, a título individual, quien se involucró hasta el final. Ahí están los casos del comunista Helios Gómez o del anarquista Marinet.

Ser gitano o gitana o no, siempre ha parecido “una cuestión de apellidos”… te adentras en el proceloso tema de los apellidos y linajes gitanos…
Como ya he señalado, el mestizaje en Euskal Herria y el devenir particular del pueblo gitano vasco, provoca la creación de unas genealogías “muy de la tierra”. Aquí no arraigarán apellidos compartidos por gitanos y no gitanos como Montoyas ni Reyes, sino Echeverrías, Echepares o Berrios. Existen en la actualidad, además, una serie de apellidos que son casi exclusivamente de personas gitanas vascas, como Alunda o Altimasveres (y el ‘casi’ lo pongo para dejar el margen de error que toda afirmación categórica requiere).

“Los gitanos vascos actuales, excepto los venidos de Europa del Este recientemente, hablan castellano, francés y euskera y entremezclan palabras, giros, metáforas y construcciones típicamente gitanas, es decir, romaníes. No hablan ya prácticamente caló, ni el vasco-romaní, ni por supuesto, tampoco hablan romanés”. Pues hay bien de vascos tratando de encontrar cualquier rastro del vasco-romaní, erromintxela o un euskera gitano, ¿no?
Es una cuestión más de filología que de historia. En este sentido, conozco a una filóloga vizcaína, Josune Muñoz, que tendría algo más que decir que yo. Es normal que en ciertas familias gitanas, mayormente de Iparralde, en su proceso de pérdida del romanés y contacto con el euskera, entre los siglos XVII y XIX se acomodasen ciertas expresiones y palabras en una especie de pogodalecto que algunas personas llaman ‘erromintxela’ y otras vasco-romaní. Pero hay que combatir los mitos, y la figura del historiador debe estar ahí para hacerlo. Lo que no es de recibo es leer en la wikipedia que hay mil hablantes de ‘erromintxela’ en la actualidad, o que desde una iniciativa enmarcada dentro de “Donostia 2016” se quisiesen recoger unas frases en ‘erromintxela’ porque era una lengua que formaba parte del mapa lingüístico de la ciudad…

Aun a sabiendas de que hay muchos y que todos ellos son perjudiciales, ¿cuáles son los principales mitos que desearías combatir con este libro?
Principalmente uno: su arraigo. Los gitanos y gitanas vascas no son, ni han sido, nómadas, no son personas extranjeras, son vascos y vascas. El pueblo gitano lleva en Euskal Herria desde el siglo XV, y mucha gente lo desconoce.

Desde su llegada a Euskal Herria en el siglo XV hasta nuestros días, las y los gitanos, ‘ijitoak’, ‘buhameak’, ‘motzaileak’, ‘asiaganbariak’, ‘egyptianos’… se han movido entre el mestizaje, una eterna estigmatización, la separación forzosa, la persecución y la integración. David Martín repasa más de cinco siglos de historia, analizando la forma en que llegaron, sus oficios, su lengua, sus genealogías, la represión inquisitorial y la legislación antigitana a la que se enfrentaron, su participación en la Guerra Civil… Un trabajo fruto de una ardua labor de investigación que evita la difícil tarea de caer en lugares comunes y estereotipos negativos, pero que, a su vez, huye del victimismo y del ensalzamiento gratuito, respetando la idiosincrasia gitana y filtrando una información que de otro modo jamás tendría una interpretación veraz. Un libro imprescindible que viene a completar la historia de Euskal Herria, porque los gitanos y gitanas vascas ni han sido ni son nómadas ni extranjeros, sino vascos y vascas.

David Martín Sánchez (Errenteria, 1980) es Doctor en Historia, título que consiguió tras defender sus tesis doctoral ‘El pueblo gitano en el País Vasco y Navarra (1435-1802)’. Además de realizar artículos sobre el pueblo gitano en la Guerra Civil española, las disposiciones antigitanas de la Época Moderna, o los ‘kaskarotak’ o gitanos marineros, tanto en revistas de carácter científico como divulgativo, también, dentro de la asociación AGIFUGI, ha realizado la labor de guion-documentación para el cómic sobre la historia del pueblo gitano ‘Miguel y Nekane’, y el cortometraje ‘Memoria gitana’, sobre las vivencias de los gitanos vasco-navarros durante el conflicto del 36-39.

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