domingo, 24 de junio de 2018

#hemeroteca #lgtbi #politica | Javier Sáez: “El actual modelo de Orgullo es excluyente, está pensado para gais de clase media y alta”

Imagen: Cuarto Poder / Javier Sáez
Javier Sáez: “El actual modelo de Orgullo es excluyente, está pensado para gais de clase media y alta”.
"No queremos una mera agenda LGTB y volver a centrarnos en la gente más acomodada, los gais con más dinero. Queremos una reflexión más profunda sobre quién queda excluido de las políticas municipales LGTB". "Me parece más interesante hacer una ley integral de igualdad de trato para todos los colectivos (hay discriminación contra la discapacidad, la gente sin hogar, al pueblo gitano…)".
Pablo Castaño | Cuarto Poder, 208-06-24
https://www.cuartopoder.es/derechos-sociales/2018/06/24/javier-saez-el-actual-modelo-de-orgullo-es-excluyente-esta-pensado-para-gays-de-clase-media-y-alta/

Javier Sáez (Burgos, 1965) ha hecho casi de todo en el ámbito del activismo y la investigación LGTB y queer. Es autor de libros como ‘Teoría queer y psicoanálisis’ (editorial Síntesis, 2004), ‘Por el culo. Políticas anales’ (junto a Sejo Carrasco, editorial Egales, 2011) y ha traducido al castellano obras míticas del pensamiento feminista y queer, como ‘El pensamiento heterosexual’ de Monique Wittig y 'Lenguaje, poder e identidad', de Judith Butler. En su faceta activista, Sáez ha pertenecido a diversas asociaciones y colectivos, como el Grupo de Trabajo Queer, Radical Gai y Colectiu Gai de Barcelona.

Entrevistamos a Javier Sáez con motivo de su participación en las jornadas ‘Municipalisme Queer’ organizadas este fin de semana en el barrio barcelonés de San Andreu por La Comuna-Escola del Comú, el espacio de formación de Barcelona en Comú. Una semana antes del Orgullo, conversamos con Sáez sobre la evolución del movimiento LGTB en nuestro país y cómo la perspectiva queer puede enriquecer las políticas públicas contra la LGTBfobia, incluyendo a colectivos vulnerables como migrantes, el pueblo gitano o personas con discapacidad.

— Ha participado en numerosos colectivos LGTB y queer en los últimos veinte años. ¿Cómo ha evolucionado el movimiento durante este tiempo?
— De muchas maneras diferentes. Hay un movimiento más institucional y más visible que llamamos LGTB, que va más en el sentido de la defensa de derechos y promoción de leyes. Pero también hay una multiplicidad de grupos que solemos llamar queer, más críticos, que plantean alianzas con otros colectivos, como personas migrantes, el colectivo gitano o personas que viven en la pobreza. Hablar de movimiento LGTB en general no es muy adecuado porque hay multitud de movimientos. Yo me integro más en movimientos queer, radicales, que trabajan de otra manera.

— Se denuncia a menudo que en el movimiento LGTB tienen más visibilidad los hombres gais. ¿Qué lugar ocupan lesbianas, bisexuales y trans en el movimiento?
— Tienen su lugar, por ejemplo hay comisiones o subgrupos de personas trans o lesbianas en COGAM y la FELGTB. Tienen su papel en la defensa de derechos, por ejemplo, hay ciertos derechos de las lesbianas que han sido vulnerados y los priorizan. Y la ley estatal de igualdad LGTBI que han presentado al Congreso tiene en cuenta las necesidades de las personas trans, lesbianas… La cuestión es que solo se dirigen a temas legales, por lo que muchas personas no van a disfrutar de esos avances. La mera existencia de leyes no significa que personas que estén en situación vulnerable lo disfruten. Por ejemplo las que están en barrios muy segregados o las gitanas LGTB no van a participar de esos avances. Está bien hacer ese trabajo pero preferiría analizar los procesos de exclusión. ¿Qué está pasando con las personas migrantes LGTB, las trabajadoras sexuales?

— ¿El movimiento LGTB se ha mercantilizado?
— Hay una parte que sí. Son empresarios gais, que se dedican a hacer discotecas, al consumo dentro del capitalismo. Ahora bien, hay una parte de ese movimiento que sigue haciendo una defensa de derechos importante. No hay que mezclar el movimiento institucional, que denuncia delitos de odio y promueve ciertas leyes, con los empresarios. No hay que meter en el mismo saco activismo y empresas, no me parecería justo. Aunque hay cierta cooperación entre ellos para montar el Orgullo de Madrid, por ejemplo.

— ¿Qué opinas de la celebración del Orgullo como fiesta, patrocinada por empresas privadas?
—Me parece un Orgullo bastante excluyente, está pensado para gente con dinero, para gais varones de clase media o clase alta. Es un modelo muy comercial. Son grandes fiestas, en discotecas bastante caras. Este año incluso traen a la cantante Netta, de Israel. Es una contradicción, porque ese país está matando palestinos y hacen un lavado de cara con el tema gay. En el Orgullo de Madrid está representada una minoría, no hay personas negras, árabes, gitanas o gente con menos recursos.

— ¿Cómo se podría cambiar este modelo?
Implicando más a estos colectivos. El año pasado hubo un proyecto llamado 'El Porvenir de la Revuelta' coordinado por Fefa Vila, donde se visibilizó a gitanos LGTB, se hicieron conferencias en los barrios… Fue un conjunto de veinte proyectos durante cuatro meses, realmente diversos. Llegaban a todas partes, fue muy participativo, popular y feminista. Hay que acercar las políticas y problemáticas LGTB a los barrios, ¡ahí también hay gays, lesbianas y personas trans! Se puede cambiar el Orgullo con un modelo participativo, que es un poco lo que se está planteando en Barcelona con el Municipalismo Queer, donde ya participan los grupos que se suelen incluir.

— En las jornadas se habla de políticas públicas queer, no de políticas LGTB. ¿Qué implica este cambio?
— Lo queer no es un enfoque de derechos, sino que cuestiona los procesos de marginación y exclusión. Cuestionar el racismo, el machismo… Es más complejo y nos permite llegar a sitios que nunca llegamos. Lo queer aporta la voz de estas comunidades. En las jornadas de Barcelona hay muchas personas migrantes, la mayoría de las participantes son trans. Y sobre todo hay un enfoque de transformar la política, cuestionar más qué leyes de asilo tenemos, por qué hay tantas personas LGTB sin hogar, cuestionar los procesos de exclusión en la cárcel, la violencia transfóbica. Incluso las identidades binarias hombre-mujer son cuestionadas. Lo queer, además de lo sexual, incorpora temas de clase social. Es un enfoque muy político y muy crítico.

— Durante los últimos años se han aprobado varias leyes autonómicas para proteger los derechos de lesbianas, gais, trans y bisexuales. ¿Qué balance haces de esta legislación?
— Están bien, intentan extender derechos desde una perspectiva de igualdad que me parece necesaria. El problema es que se fragmenta demasiado todo, me parece más interesante hacer una ley integral de igualdad de trato para todos los colectivos (hay discriminación contra la discapacidad, la gente sin hogar, al pueblo gitano…). Para mí sería más operativa una ley fuerte contra toda discriminación que hacer siete leyes, una para el racismo, otra para la discapacidad…. En todos los casos hay que establecer sanciones y educar.

La fragmentación de leyes autonómicas tampoco es operativa. Además, la aplicación falla. En Cataluña no se han puesto recursos para aplicar la ley autonómica y es papel mojado. Mucha gente vulnerable no denuncia las agresiones pero además los mecanismos de respuesta son muy malos, no se aplica el agravante de odio, no hay apenas sanciones… El enfoque legal tiene sentido pero no es la panacea.

— ¿Qué opinión te merece la proposición de Ley de igualdad LGTBI que se está tramitando en el Congreso?
— Es una ley que está bastante bien pero necesitaría bastante presupuesto y que los fiscales y los jueces estén concienciados. Y sobre todo hace falta un cambio cultural para que se denuncie más. Pero sobre todo hay el peligro de que no se implemente y no tenga recursos reales. El contenido de la ley me parece bien, es muy completa.

— Este fin de semana participas en Barcelona en las jornadas ‘Municipalisme Queer’. ¿Qué papel pueden cumplir los ayuntamientos en este terreno?
— La idea es hacer una reflexión política sobre qué se puede hacer en lo local pero de forma crítica, a la escala local se pueden hacer muchas cosas. No queremos una mera agenda LGTB y volver a centrarnos en la gente más acomodada, los gais con más dinero. Queremos una reflexión más profunda sobre quién queda excluido de las políticas municipales LGTB. En el programa han incorporado todas las miradas, desde el VIH al pueblo gitano y con personas trans desde diferentes enfoques. Se puede abordar la salud, el urbanismo, la escuela… Son campos en los que lo municipal tiene competencias.

— ¿Cuáles son las experiencias más interesantes de políticas queer en España hasta ahora?
— Está el Plan de Derechos Humanos del Ayuntamiento de Madrid, donde hay muchas medidas relativas a LGTB. Y están teniendo un enfoque más complejo, por ejemplo, dando subvenciones para apoyar a gitanos LGTB, cosas que antes no se ponían sobre el papel. El Ayuntamiento de Madrid está haciendo cosas pioneras en este ámbito, ha incorporado a gente que viene del activismo y tienen una perspectiva crítica, aunque creo que necesitan un poco más de tiempo. En Barcelona han hecho un Área LGTB en el Ayuntamiento, que eso es ya un paso, y organizaron hace poco un congreso de interseccionalidad, que me parece muy importante. El enfoque interseccional debe estar en la política municipal.

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