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Mikołaj Czerwiński · Coordinador de Igualdad de Trato en Amnistía Internacional Polonia | 1 de 10, 20 Minutos, 2019-08-07
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Hace diez días, cuando me acerqué a la plaza principal en la que iba a dar comienzo el primer desfile del Orgullo LGBTI en la historia de Białystok, me encontré con una escena caótica.
Miles de personas enfurecidas se enfrentaban a quienes participaban en el desfile, gritando insultos homófobos y lanzando golpes con puños, botas y astas de bandera.
Vi cómo un joven era arrojado al suelo a patadas por unos cabezas rapadas, y cómo una mujer era empujada a la calzada. Una joven madre pasó corriendo a mi lado con su niño, y a un muchacho a quien le sangraba el labio le arrancaron su bandera arcoiris de las manos y le prendieron fuego. La policía se limitó a quedarse a un lado y mirar.
Fui al desfile del Orgullo de Białystok con colegas de Amnistía Internacional, pero cuando empezaron a llovernos adoquines y petardos quedó claro que no podríamos llevar a cabo nuestra habitual observación de los derechos humanos. En lugar de eso, nos agrupamos a la cabeza del desfile para mostrar nuestra solidaridad.
Es digno de destacar que, pese a que los superaban en número de cuatro a uno y pese al aluvión de violencia e insultos, quienes participaban en el desfile se mantuvieron firmes. Desafiantes y con alegría, bailaban al ritmo de una música casi lo bastante fuerte como para ahogar los gritos de: “¡A la mierda los maricones!”. Y cuando los organizadores desplegaron la enorme bandera arcoiris que encabezaría el desfile, se me llenaron los ojos de lágrimas.
Para muchas personas en Polonia, el nivel de violencia presenciado en el desfile del Orgullo de Białystok supuso una conmoción, pero no surgió de la nada. En los últimos meses, el gobierno polaco y los medios de comunicación progubernamentales han difundido cada vez más propaganda homófoba y tránsfoba y han utilizado la homofobia como punto de concentración antes de las próximas elecciones generales.
Este mismo año, Jarosław Kaczyński, líder del partido en el gobierno, el Partido Ley y Justicia (PiS), describió la “ideología LGBTI” como una “amenaza importada a la identidad polaca, a nuestra nación, a su existencia y, por tanto, al Estado polaco”. Después de que algunas ciudades, entre ellas Varsovia, declararán su apoyo a las personas LGBTI, el primer ministro Morawiecki declaró que los padres y las madres polacos no desean que se fomenten “tendencias homosexuales” en sus hijos e hijas, y algunos miembros regionales del partido han tratado de declarar ciudades y provincias enteras “zonas libres de ideología LGBTI”.
La campaña, que ha difundido retórica homófoba dentro y fuera de Internet, ha sido adoptada con entusiasmo por los políticos y medios de comunicación conservadores, y un periódico ha llegado a incluir adhesivos de “Zona libre de LGBTI” para sus lectores.
Pero, en los diez días transcurridos desde la violencia de Białystok, algo milagroso ha sucedido en Polonia.
Hace dos días, un joven llamado Tomasz tuiteó un mensaje en el que sugería que las personas LGBTI publicaran fotos de sí mismas “en la escuela o en el trabajo, para demostrar que somos personas normales con las que te puedes encontrar en cualquier parte: en la tienda, en la calle, en la oficina”. Añadió la etiqueta #jestemLGBT (“Yo soy LGBT”) y, durante los dos últimos días, ha sido la etiqueta más difundida en Twitter en Polonia, mientras miles de personas expresaban su solidaridad tuiteando y retuiteando.
La gente en Polonia ha utilizado la etiqueta en las redes sociales para mostrar quién hay detrás de esos calificativos: estudiantes, camareros, bomberos, médicos o simplemente la persona que se sienta a tu lado en el autobús o con la que te cruzas en la calle. “Estoy harta de la manera en que se deshumaniza a la comunidad LGBTI en Polonia”, tuiteó Alexandra, estudiante. ”Soy una persona normal. Me levanto, voy a trabajar, vuelvo a casa, hago la cena para mí y para mi novia, voy a clase, y luego me acuesto”. Decenas de miles más se están uniendo, brindando solidaridad y apoyo tuiteando #jestemzLGBT (Yo estoy con los/las LGBTI) para expresar solidaridad con las personas LGBTI.
“Estoy muy contento de que una simple acción haya tenido tanto impacto”, me dijo Tomasz cuando hablé con él. “Mucha gente se ha puesto en contacto conmigo para decir que la etiqueta le ha ayudado a reunir el valor de revelar su orientación a sus amistades. A pesar de la cantidad de odio a la que se enfrentan las personas LGBTI, los últimos días han demostrado que estas personas son muy fuertes y no se avergüenzan de ser quienes son.”
Aunque una etiqueta por sí sola no basta para revertir la arraigada homofobia social, el movimiento #MeToo / #YoTambién demostró que las redes sociales pueden ser una herramienta efectiva para empoderar, desafiar a los prejuicios y ayudar a redefinir lo que es aceptable en una cultura. Polonia tiene un largo camino que recorrer, y para empezar debería proteger adecuadamente a quienes participan en los desfiles del Orgullo para garantizar que la violencia que tuvo lugar en Białystok no se repite.
Pero el movimiento de solidaridad —impulsado por una enorme oleada de apoyo de gente en las redes sociales— ha demostrado alto y claro que existe un ansia urgente de cambio.
Tal como tuiteó una mujer polaca junto a la etiqueta #jestemLGBT: “Podría ser amiga tuya algún día. Podría ser familia tuya algún día. Pero también soy alguien hoy”.
Miles de personas enfurecidas se enfrentaban a quienes participaban en el desfile, gritando insultos homófobos y lanzando golpes con puños, botas y astas de bandera.
Vi cómo un joven era arrojado al suelo a patadas por unos cabezas rapadas, y cómo una mujer era empujada a la calzada. Una joven madre pasó corriendo a mi lado con su niño, y a un muchacho a quien le sangraba el labio le arrancaron su bandera arcoiris de las manos y le prendieron fuego. La policía se limitó a quedarse a un lado y mirar.
Fui al desfile del Orgullo de Białystok con colegas de Amnistía Internacional, pero cuando empezaron a llovernos adoquines y petardos quedó claro que no podríamos llevar a cabo nuestra habitual observación de los derechos humanos. En lugar de eso, nos agrupamos a la cabeza del desfile para mostrar nuestra solidaridad.
Es digno de destacar que, pese a que los superaban en número de cuatro a uno y pese al aluvión de violencia e insultos, quienes participaban en el desfile se mantuvieron firmes. Desafiantes y con alegría, bailaban al ritmo de una música casi lo bastante fuerte como para ahogar los gritos de: “¡A la mierda los maricones!”. Y cuando los organizadores desplegaron la enorme bandera arcoiris que encabezaría el desfile, se me llenaron los ojos de lágrimas.
Para muchas personas en Polonia, el nivel de violencia presenciado en el desfile del Orgullo de Białystok supuso una conmoción, pero no surgió de la nada. En los últimos meses, el gobierno polaco y los medios de comunicación progubernamentales han difundido cada vez más propaganda homófoba y tránsfoba y han utilizado la homofobia como punto de concentración antes de las próximas elecciones generales.
Este mismo año, Jarosław Kaczyński, líder del partido en el gobierno, el Partido Ley y Justicia (PiS), describió la “ideología LGBTI” como una “amenaza importada a la identidad polaca, a nuestra nación, a su existencia y, por tanto, al Estado polaco”. Después de que algunas ciudades, entre ellas Varsovia, declararán su apoyo a las personas LGBTI, el primer ministro Morawiecki declaró que los padres y las madres polacos no desean que se fomenten “tendencias homosexuales” en sus hijos e hijas, y algunos miembros regionales del partido han tratado de declarar ciudades y provincias enteras “zonas libres de ideología LGBTI”.
La campaña, que ha difundido retórica homófoba dentro y fuera de Internet, ha sido adoptada con entusiasmo por los políticos y medios de comunicación conservadores, y un periódico ha llegado a incluir adhesivos de “Zona libre de LGBTI” para sus lectores.
Pero, en los diez días transcurridos desde la violencia de Białystok, algo milagroso ha sucedido en Polonia.
Hace dos días, un joven llamado Tomasz tuiteó un mensaje en el que sugería que las personas LGBTI publicaran fotos de sí mismas “en la escuela o en el trabajo, para demostrar que somos personas normales con las que te puedes encontrar en cualquier parte: en la tienda, en la calle, en la oficina”. Añadió la etiqueta #jestemLGBT (“Yo soy LGBT”) y, durante los dos últimos días, ha sido la etiqueta más difundida en Twitter en Polonia, mientras miles de personas expresaban su solidaridad tuiteando y retuiteando.
La gente en Polonia ha utilizado la etiqueta en las redes sociales para mostrar quién hay detrás de esos calificativos: estudiantes, camareros, bomberos, médicos o simplemente la persona que se sienta a tu lado en el autobús o con la que te cruzas en la calle. “Estoy harta de la manera en que se deshumaniza a la comunidad LGBTI en Polonia”, tuiteó Alexandra, estudiante. ”Soy una persona normal. Me levanto, voy a trabajar, vuelvo a casa, hago la cena para mí y para mi novia, voy a clase, y luego me acuesto”. Decenas de miles más se están uniendo, brindando solidaridad y apoyo tuiteando #jestemzLGBT (Yo estoy con los/las LGBTI) para expresar solidaridad con las personas LGBTI.
“Estoy muy contento de que una simple acción haya tenido tanto impacto”, me dijo Tomasz cuando hablé con él. “Mucha gente se ha puesto en contacto conmigo para decir que la etiqueta le ha ayudado a reunir el valor de revelar su orientación a sus amistades. A pesar de la cantidad de odio a la que se enfrentan las personas LGBTI, los últimos días han demostrado que estas personas son muy fuertes y no se avergüenzan de ser quienes son.”
Aunque una etiqueta por sí sola no basta para revertir la arraigada homofobia social, el movimiento #MeToo / #YoTambién demostró que las redes sociales pueden ser una herramienta efectiva para empoderar, desafiar a los prejuicios y ayudar a redefinir lo que es aceptable en una cultura. Polonia tiene un largo camino que recorrer, y para empezar debería proteger adecuadamente a quienes participan en los desfiles del Orgullo para garantizar que la violencia que tuvo lugar en Białystok no se repite.
Pero el movimiento de solidaridad —impulsado por una enorme oleada de apoyo de gente en las redes sociales— ha demostrado alto y claro que existe un ansia urgente de cambio.
Tal como tuiteó una mujer polaca junto a la etiqueta #jestemLGBT: “Podría ser amiga tuya algún día. Podría ser familia tuya algún día. Pero también soy alguien hoy”.
- Para más información sobre el desfile del Orgullo, véase https://www.amnesty.org/en/documents/eur37/0775/2019/en/
- Este artículo se publicó originalmente en Euronews y nos ha sido cedido por Amnistía España.
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