Imagen. El Salto / Nacho, Fuensanta y Vera, de CATS |
El colectivo CATS, que lucha por ayudar a las trabajadoras del sexo, se defiende de las acusaciones expresadas por el Front Abolicionista del País Valencià.
Beatriz Badenas | El Salto, 2019-08-09
https://www.elsaltodiario.com/trabajo-sexual/cats-responde-abolicionistas
La asociación CATS (Comité de Apoyo a las Trabajadoras Sexuales) lleva diecisiete años funcionando y hace más de seis años que fue declarada de utilidad pública. Como explica Nacho, su coordinador, la actividad de la asociación gira en torno a dos ejes: por un lado se dedica a la atención integral a las trabajadoras, que incluye asistencia sanitaria, social, jurídica y de extranjería, así como la orientación para la búsqueda de un trabajo diferente si se desea. Cuentan también con un teléfono de asistencia las 24 horas y luchan contra la trata. Para ello se apoyan en un equipo multidisciplinar con personal de medicina, de trabajo social, de educación social y jurídico. El segundo eje de trabajo de CATS es la sensibilización social, para lo que se fijan como objetivos “dar a conocer la realidad de las personas que ejercen la prostitución y luchar contra el estigma que sufre este colectivo”, precisa Nacho.
Las investigaciones que llevan a cabo en la asociación son de acción participativa, una línea de trabajo en Sociología que es marco del proyecto que ha levantado el revuelo: Discriminación, estigma y discurso de odio en prostitución. Fuensanta Gual, directora de la asociación CATS, dice que es un “riguroso y ambicioso proyecto cuyo objetivo es un acercamiento a la realidad de la prostitución de la mano de quienes realmente conocen la realidad y a quienes nadie pregunta, las trabajadoras del sexo”.
No es la primera vez que reciben subvenciones, el proyecto ha tenido la puntuación necesaria y quieren aclararlo “para no tener mala prensa”, resume la directora. Como explican en el comunicado, un “lobby abolicionista que pertenece al sector más fundamentalista del feminismo está actuando para desacreditar a esta ONG y aducen que considerar la prostitución un trabajo es defender o normalizar la violencia contra las mujeres”. Además, señalan que el Front Abolicionista pide expresamente “que se excluya a CATS de recibir subvenciones de la Conselleria”.
Según el comunicado, las abolicionistas citan acuerdos que no luchan contra la prostitución sino contra la Trata y la Explotación Sexual, lucha de la que participa el movimiento abolicionista y que también forma parte del trabajo de CATS. Los acuerdos que les acusan de no cumplir son el Convenio de Estambul, el de Varsovia, o el Pacto Valenciano contra la Violencia de Género.
“Intentar criminalizar —lo llaman abolir— la prostitución no acaba con la violencia, sino que expone mucho más a las trabajadoras sexuales a sufrir crímenes y abusos”, dice la asociación. Para CATS, reconocer la prostitución como un trabajo es la única manera de acceder a derechos laborales, tener instrumentos legales. “Recurrir al Estatuto de los Trabajadores impediría muchos abusos, ya que la prostitución no es un trabajo como otro cualquiera, sino que se ejerce a menudo en condiciones precarias y difíciles”, declaran.
Según esta asociación, “el neoabolicionismo pretende ayudar a estas mujeres para que abandonen la prostitución” —continúa explicando el comunicado— “sin considerar que eso implica a menudo trabajos aún más duros y peor pagados, como son los dedicados a mujeres sin estudios o inmigrantes”. Finalmente, expresan que al Front abolicionista “no le interesa preguntarles a ellas, a las trabajadoras sexuales, a pesar de que cada vez son más las que se atreven a vencer el estigma y alzar su voz”. Y añaden que “se están creando cada vez más asociaciones de trabajadoras y trabajadores sexuales”.
Nacho, su coordinador, apunta que es necesario distinguir el regulacionismo de los pro-derechos, pues “la patronal de empresarios aboga por la prohibición en calles, carreteras y pisos mientras que sí es legal en clubs de alterne, sus negocios”. Sin embargo, lo que el coordinador observa es que “ahora que se mueven las trabajadoras como sindicato, llegan las difamaciones”. Para él, el hecho de que los feminismos luchen por los derechos de las mujeres y se esté impidiendo hablar a una parte de ellas solo por ser trabajadoras sexuales “es discurso de odio”. Desde el comunicado, consideran que “este lobby abolicionista nos ha proporcionado, gratis, el primer ejemplo de discurso de odio” y esperan incluirlo en la publicación final.
Vera, trabajadora sexual migrante no comunitaria, lleva catorce años en este oficio y lo ha ejercido en doce países distintos. Cuenta que el trabajo sexual existe en todos los países sin excepción y piensa que “las abolicionistas hablan de ideas subjetivas y no de datos objetivos, su lenguaje es confuso, la información es falsa y hacen populismo”. Declara que la violencia que ha sufrido durante su carrera no ha venido de parte de los clientes, sino de la policía, las autoridades y las abolicionistas. Para ella, CATS supone “un espacio seguro tanto para la parte médica como jurídica” y piensa que las abolicionistas “ignoran las evidencias. Es importante basarse en informaciones objetivas y no en creencias”.
Durante su experiencia en países donde se han creado leyes abolicionistas como Suecia, Noruega o Islandia, ha podido constatar la forma en que estas leyes afectan a las trabajadoras sin solucionar el problema. Tienen miedo a la policía porque “nos echan a la calle de los pisos y hoteles incluso en mitad de la noche, no tienen servicios de control de las enfermedades de transmisión sexual, los clientes son más violentos porque saben que ellas temen a la policía y, en definitiva, esta situación propicia que sea más difícil denunciar el tráfico y ayudar a esas personas”. Un ejemplo que pone Vera es que “en países como Suecia, dos prostitutas juntas ya son consideradas proxenetas”, a lo que añade que “nunca he conocido a una víctima de trata, ¿de dónde salen los números del 90% de trabajadoras sexuales obligadas?”.
Fuensanta opina que hace falta “desmontar el mito de que la mayoría son víctimas de trata, esto no tiene una base estudiada y por eso se está llevando a cabo este estudio del que hablamos”. Además la directora considera que “este movimiento es imparable, pues aunque no se comprenda, se debe respetar y escuchar a las trabajadoras del sexo”.
En cuanto a las experiencias de abolicionismo, Vera indica que en países con veinte años de antigüedad “las trabajadoras sexuales no es que no se hayan eliminado, sino que las cifras han aumentado”.
La delegada territorial de ‘Otras’ en València, interviene desde los asistentes a la rueda de prensa para señalar que “todo el mundo tiene una opinión pero las prostitutas nunca podemos decir nada” en protesta por la desacreditación de las abolicionistas que, dice Vera en un momento de la rueda de prensa “antes no eran nuestras enemigas”.
La asociación CATS atiende a unas 2000 personas al año en el sureste de España (Murcia y sur de Alicante) y dice la directora que "cada vez son más las que, además de buscar ayuda, quieren hablar". Con el proyecto ‘Discriminación, estigma y discurso de odio en prostitución’ quieren “acercarse a la realidad, saber si el trabajo sexual autónomo es real o no, si la trata es real o no basándonos en hechos empíricos, investigando la realidad para que hablen los datos”, concluye Fuensanta.
Ahora tienen miedo de futuras subvenciones y han pedido reunirse con Mónica Oltra.
Las investigaciones que llevan a cabo en la asociación son de acción participativa, una línea de trabajo en Sociología que es marco del proyecto que ha levantado el revuelo: Discriminación, estigma y discurso de odio en prostitución. Fuensanta Gual, directora de la asociación CATS, dice que es un “riguroso y ambicioso proyecto cuyo objetivo es un acercamiento a la realidad de la prostitución de la mano de quienes realmente conocen la realidad y a quienes nadie pregunta, las trabajadoras del sexo”.
No es la primera vez que reciben subvenciones, el proyecto ha tenido la puntuación necesaria y quieren aclararlo “para no tener mala prensa”, resume la directora. Como explican en el comunicado, un “lobby abolicionista que pertenece al sector más fundamentalista del feminismo está actuando para desacreditar a esta ONG y aducen que considerar la prostitución un trabajo es defender o normalizar la violencia contra las mujeres”. Además, señalan que el Front Abolicionista pide expresamente “que se excluya a CATS de recibir subvenciones de la Conselleria”.
Según el comunicado, las abolicionistas citan acuerdos que no luchan contra la prostitución sino contra la Trata y la Explotación Sexual, lucha de la que participa el movimiento abolicionista y que también forma parte del trabajo de CATS. Los acuerdos que les acusan de no cumplir son el Convenio de Estambul, el de Varsovia, o el Pacto Valenciano contra la Violencia de Género.
“Intentar criminalizar —lo llaman abolir— la prostitución no acaba con la violencia, sino que expone mucho más a las trabajadoras sexuales a sufrir crímenes y abusos”, dice la asociación. Para CATS, reconocer la prostitución como un trabajo es la única manera de acceder a derechos laborales, tener instrumentos legales. “Recurrir al Estatuto de los Trabajadores impediría muchos abusos, ya que la prostitución no es un trabajo como otro cualquiera, sino que se ejerce a menudo en condiciones precarias y difíciles”, declaran.
Según esta asociación, “el neoabolicionismo pretende ayudar a estas mujeres para que abandonen la prostitución” —continúa explicando el comunicado— “sin considerar que eso implica a menudo trabajos aún más duros y peor pagados, como son los dedicados a mujeres sin estudios o inmigrantes”. Finalmente, expresan que al Front abolicionista “no le interesa preguntarles a ellas, a las trabajadoras sexuales, a pesar de que cada vez son más las que se atreven a vencer el estigma y alzar su voz”. Y añaden que “se están creando cada vez más asociaciones de trabajadoras y trabajadores sexuales”.
Nacho, su coordinador, apunta que es necesario distinguir el regulacionismo de los pro-derechos, pues “la patronal de empresarios aboga por la prohibición en calles, carreteras y pisos mientras que sí es legal en clubs de alterne, sus negocios”. Sin embargo, lo que el coordinador observa es que “ahora que se mueven las trabajadoras como sindicato, llegan las difamaciones”. Para él, el hecho de que los feminismos luchen por los derechos de las mujeres y se esté impidiendo hablar a una parte de ellas solo por ser trabajadoras sexuales “es discurso de odio”. Desde el comunicado, consideran que “este lobby abolicionista nos ha proporcionado, gratis, el primer ejemplo de discurso de odio” y esperan incluirlo en la publicación final.
Vera, trabajadora sexual migrante no comunitaria, lleva catorce años en este oficio y lo ha ejercido en doce países distintos. Cuenta que el trabajo sexual existe en todos los países sin excepción y piensa que “las abolicionistas hablan de ideas subjetivas y no de datos objetivos, su lenguaje es confuso, la información es falsa y hacen populismo”. Declara que la violencia que ha sufrido durante su carrera no ha venido de parte de los clientes, sino de la policía, las autoridades y las abolicionistas. Para ella, CATS supone “un espacio seguro tanto para la parte médica como jurídica” y piensa que las abolicionistas “ignoran las evidencias. Es importante basarse en informaciones objetivas y no en creencias”.
Durante su experiencia en países donde se han creado leyes abolicionistas como Suecia, Noruega o Islandia, ha podido constatar la forma en que estas leyes afectan a las trabajadoras sin solucionar el problema. Tienen miedo a la policía porque “nos echan a la calle de los pisos y hoteles incluso en mitad de la noche, no tienen servicios de control de las enfermedades de transmisión sexual, los clientes son más violentos porque saben que ellas temen a la policía y, en definitiva, esta situación propicia que sea más difícil denunciar el tráfico y ayudar a esas personas”. Un ejemplo que pone Vera es que “en países como Suecia, dos prostitutas juntas ya son consideradas proxenetas”, a lo que añade que “nunca he conocido a una víctima de trata, ¿de dónde salen los números del 90% de trabajadoras sexuales obligadas?”.
Fuensanta opina que hace falta “desmontar el mito de que la mayoría son víctimas de trata, esto no tiene una base estudiada y por eso se está llevando a cabo este estudio del que hablamos”. Además la directora considera que “este movimiento es imparable, pues aunque no se comprenda, se debe respetar y escuchar a las trabajadoras del sexo”.
En cuanto a las experiencias de abolicionismo, Vera indica que en países con veinte años de antigüedad “las trabajadoras sexuales no es que no se hayan eliminado, sino que las cifras han aumentado”.
La delegada territorial de ‘Otras’ en València, interviene desde los asistentes a la rueda de prensa para señalar que “todo el mundo tiene una opinión pero las prostitutas nunca podemos decir nada” en protesta por la desacreditación de las abolicionistas que, dice Vera en un momento de la rueda de prensa “antes no eran nuestras enemigas”.
La asociación CATS atiende a unas 2000 personas al año en el sureste de España (Murcia y sur de Alicante) y dice la directora que "cada vez son más las que, además de buscar ayuda, quieren hablar". Con el proyecto ‘Discriminación, estigma y discurso de odio en prostitución’ quieren “acercarse a la realidad, saber si el trabajo sexual autónomo es real o no, si la trata es real o no basándonos en hechos empíricos, investigando la realidad para que hablen los datos”, concluye Fuensanta.
Ahora tienen miedo de futuras subvenciones y han pedido reunirse con Mónica Oltra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.