Imagen: El Diario / Concentración en recuerdo de Alan, Sevilla, 2015-12-27 |
Mar Cambrollé | El Diario, 2016-01-04
http://www.eldiario.es/andalucia/enabierto/Alan-especial_6_470063001.html
El 'asesinato' social de Alan no es algo puntual. Diariamente nos 'asesinan' a muchas personas trans, menores y adultas, en el peor de los casos con la perdida de ese bien preciado que es la vida, pero en la mayoría de las ocasiones en situaciones cotidianas, familiares, entorno social e institucional.
María, Sonia, Lorena, David, Alex, Sergio, Gadiel, ¿sabéis de qué hablo verdad? Como yo tuve que soportar en mi adolescencia el desprecio de mi padre por mi condición de niña que no se ajustaba a las expectativas sociales y familiares, recibiendo a modo de jarabe "amargo" por fuerza, los correctivos que me recordaban que no era una "niña", ¿cuántos de ustedes lo han vivido y aún viven?
El desprecio y las burlas de compañeros del colegio, del trabajo, tener que mostrar un DNI que no se ajusta a tu imagen y que provoca las miradas indiscretas y risas de aquellos que han tenido el privilegio de no ser cuestionados en su identidad y mucho menos tener una identidad legal que no se ajusta a su imagen.
Carla, Paula, Marco, Alex, Matías, vosotros que sufristeis el destierro familiar, teniendo que emigrar no a otro país, sino a un entorno hostil, a una sociedad pensada, normativizada y estructurada en el binomio excluyente y genitocentrista, que castiga la disidencia del género y las identidades no cisnormativizadas, rompiendo cual si de una figura de cristal se tratara vuestras ilusiones y esperanzas en mil pedazos, adolescentes, rotos, maltratados y exilados del amor y protección de sus familias, carne de cañón del mercado laboral, teniendo que aceptar situaciones de desigualdad o recurriendo para subsistir a profesiones "moralmente" no aceptables por los que imponen las normas desde el privilegio cisexual. Adiós a la posibilidad de estudiar. ¿Éramos torpes? No, teníamos que vivir y subsistir.
Mientras, el activismo trans no ha parado de buscar su espacio, compartir nuestras experiencias de vidas, análisis y reflexión teórica. Hemos tenido que hacer frente a la patologización de nuestras identidades por parte de un discurso biomédico, a la influencia de este en la clase médica, en las propias entidades LGTB y en la sociedad en general.
Ante la falta de referentes y por ser una minoría, nos vimos dentro de un conglomerado de siglas, todas haciendo referencia a la orientación y sin tener nada que ver con la identidad. Ello ha marcado de forma determinante el avance en todo el mundo de derechos para gays y lesbianas, dejando atrás y postergando las demandas relacionadas con la identidad sexual y/o de género, y al mismo tiempo ha perpetuado la confusión entre orientación e identidad, siendo de facto, una "negación" de la identidad, un "secuestro" de la VOZ de las personas trans y un "borrado" de nuestra participación en la historia del movimiento por la libertad sexual y de nuestra realidad.
Esta lucha de una comunidad identitaria por alcanzar la igualdad en derechos sociales y civiles y por desarrollar un discurso propio para combatir la discriminación, ha generado una información y referencia para las nuevas generaciones y sobre todo para las familias, que ha obtenido una fuente de información y formación y ha hecho posible la racionalización y naturalización de la realidad trans como parte de la condición humana y de la diversidad, deconstruyendo un discurso biomédico y unas normas binarias de los roles de expresión de género y de representación corporal basadas en el genitocentrismo.
Solo espero que la repercusión mediática y el gran apoyo social que ha suscitado la pérdida de nuestro 'hermano' Alan, no sea una vida más que se cobra una sociedad que fracasa cada vez que alguna persona tiene que pagar con su vida el ser diversa. Que su muerte no sea utilizada para 'justificar' la inacción de colectivos LGtB en lo relacionado con la transexualidad, que las promesas de las instituciones ante la presión del momento mediático no caigan en saco roto y que algunos no caigan en la bajeza de aprovechar la coyuntura para tener gratis una campaña de 'marketing'.
Miren, los niños a los que nos robaron nuestra identidad, los adolescentes a los que se les venden falsas expectativas cisexistas, las y los adultos trans, no queremos ser un 'ocio' o un 'negocio'. Queremos ser protagonistas de nuestras luchas, marcar cuáles son nuestras prioridades, hablar en primera persona, ser referentes para nuestros iguales. ¿Saben por qué? Porque lo contrario es perpetuarnos en la discriminación, es secuestrar nuestra voz. Cuando se habla desde el privilegio cisexual, es hablar para que no se arregle nada. Sólo quienes sufrimos la transfobia, podemos hablar para ganar; ganar leyes que nos garanticen ser iguales y que nos protejan de la discriminación.
Si verdaderamente hay voluntad y empatía, hay que cambiar las sinergias. Escuchen nuestras voces, apoyen nuestras demandas, papas y mamas estén de nuestro lado, acompañando y comunicando al mundo que ser madres y padres de hijos trans es una experiencia enriquecedora y que vuestros hijos han de tener los mismos derechos que los demás niños. Colectivos LGtB, es hora del encuentro desde la fraternidad, respetando nuestra autonomía, estando codo a codo, sin 'pecar' de querer ser nuestros interlocutores, apoyando nuestra 'mayoría de edad'.
A las instituciones: sin nuestra participación activa en las estrategias y políticas que nos conciernen, no será posible alcanzar esa igualdad transversal de la que tanto hablan en sus discursos, así como es el momento de reparar la deuda histórica con este grupo humano que conformamos la comunidad de mujeres y hombres trans.
Los derechos trans son derechos humanos. Que estos sean reconocidos, no pueden costar más vidas.
María, Sonia, Lorena, David, Alex, Sergio, Gadiel, ¿sabéis de qué hablo verdad? Como yo tuve que soportar en mi adolescencia el desprecio de mi padre por mi condición de niña que no se ajustaba a las expectativas sociales y familiares, recibiendo a modo de jarabe "amargo" por fuerza, los correctivos que me recordaban que no era una "niña", ¿cuántos de ustedes lo han vivido y aún viven?
El desprecio y las burlas de compañeros del colegio, del trabajo, tener que mostrar un DNI que no se ajusta a tu imagen y que provoca las miradas indiscretas y risas de aquellos que han tenido el privilegio de no ser cuestionados en su identidad y mucho menos tener una identidad legal que no se ajusta a su imagen.
Carla, Paula, Marco, Alex, Matías, vosotros que sufristeis el destierro familiar, teniendo que emigrar no a otro país, sino a un entorno hostil, a una sociedad pensada, normativizada y estructurada en el binomio excluyente y genitocentrista, que castiga la disidencia del género y las identidades no cisnormativizadas, rompiendo cual si de una figura de cristal se tratara vuestras ilusiones y esperanzas en mil pedazos, adolescentes, rotos, maltratados y exilados del amor y protección de sus familias, carne de cañón del mercado laboral, teniendo que aceptar situaciones de desigualdad o recurriendo para subsistir a profesiones "moralmente" no aceptables por los que imponen las normas desde el privilegio cisexual. Adiós a la posibilidad de estudiar. ¿Éramos torpes? No, teníamos que vivir y subsistir.
Mientras, el activismo trans no ha parado de buscar su espacio, compartir nuestras experiencias de vidas, análisis y reflexión teórica. Hemos tenido que hacer frente a la patologización de nuestras identidades por parte de un discurso biomédico, a la influencia de este en la clase médica, en las propias entidades LGTB y en la sociedad en general.
Ante la falta de referentes y por ser una minoría, nos vimos dentro de un conglomerado de siglas, todas haciendo referencia a la orientación y sin tener nada que ver con la identidad. Ello ha marcado de forma determinante el avance en todo el mundo de derechos para gays y lesbianas, dejando atrás y postergando las demandas relacionadas con la identidad sexual y/o de género, y al mismo tiempo ha perpetuado la confusión entre orientación e identidad, siendo de facto, una "negación" de la identidad, un "secuestro" de la VOZ de las personas trans y un "borrado" de nuestra participación en la historia del movimiento por la libertad sexual y de nuestra realidad.
Esta lucha de una comunidad identitaria por alcanzar la igualdad en derechos sociales y civiles y por desarrollar un discurso propio para combatir la discriminación, ha generado una información y referencia para las nuevas generaciones y sobre todo para las familias, que ha obtenido una fuente de información y formación y ha hecho posible la racionalización y naturalización de la realidad trans como parte de la condición humana y de la diversidad, deconstruyendo un discurso biomédico y unas normas binarias de los roles de expresión de género y de representación corporal basadas en el genitocentrismo.
Solo espero que la repercusión mediática y el gran apoyo social que ha suscitado la pérdida de nuestro 'hermano' Alan, no sea una vida más que se cobra una sociedad que fracasa cada vez que alguna persona tiene que pagar con su vida el ser diversa. Que su muerte no sea utilizada para 'justificar' la inacción de colectivos LGtB en lo relacionado con la transexualidad, que las promesas de las instituciones ante la presión del momento mediático no caigan en saco roto y que algunos no caigan en la bajeza de aprovechar la coyuntura para tener gratis una campaña de 'marketing'.
Miren, los niños a los que nos robaron nuestra identidad, los adolescentes a los que se les venden falsas expectativas cisexistas, las y los adultos trans, no queremos ser un 'ocio' o un 'negocio'. Queremos ser protagonistas de nuestras luchas, marcar cuáles son nuestras prioridades, hablar en primera persona, ser referentes para nuestros iguales. ¿Saben por qué? Porque lo contrario es perpetuarnos en la discriminación, es secuestrar nuestra voz. Cuando se habla desde el privilegio cisexual, es hablar para que no se arregle nada. Sólo quienes sufrimos la transfobia, podemos hablar para ganar; ganar leyes que nos garanticen ser iguales y que nos protejan de la discriminación.
Si verdaderamente hay voluntad y empatía, hay que cambiar las sinergias. Escuchen nuestras voces, apoyen nuestras demandas, papas y mamas estén de nuestro lado, acompañando y comunicando al mundo que ser madres y padres de hijos trans es una experiencia enriquecedora y que vuestros hijos han de tener los mismos derechos que los demás niños. Colectivos LGtB, es hora del encuentro desde la fraternidad, respetando nuestra autonomía, estando codo a codo, sin 'pecar' de querer ser nuestros interlocutores, apoyando nuestra 'mayoría de edad'.
A las instituciones: sin nuestra participación activa en las estrategias y políticas que nos conciernen, no será posible alcanzar esa igualdad transversal de la que tanto hablan en sus discursos, así como es el momento de reparar la deuda histórica con este grupo humano que conformamos la comunidad de mujeres y hombres trans.
Los derechos trans son derechos humanos. Que estos sean reconocidos, no pueden costar más vidas.
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