lunes, 8 de febrero de 2016

#hemeroteca #cine | Nueve películas sobre homosexualidad (casi) desconocidas

Imagen: Canino
Nueve películas sobre homosexualidad (casi) desconocidas.
Francesc Miró | Canino, 2016-02-08
http://www.caninomag.es/nueve-peliculas-sobre-homosexualidad-casi-desconocidas/

Solemos pensar a menudo que la homosexualidad en el séptimo arte es una temática de relativa modernidad. Lo cierto es que algunas películas trataron el tema hace casi un siglo, con una apertura y sensibilidad que sorprenderían a muchos. Aquí van diez películas casi desconocidas, que ya trataron la homosexualidad antes que Carol (2015).

La homosexualidad y el cine vuelven a estar en el brasero. ‘Carol’, la última y recién estrenada película de Todd Haynes, cuenta con nada menos que seis nominaciones a los Oscar y narra la historia de amor entre una mujer atrapada en un matrimonio (elegantísima Cate Blanchett), y una joven dependienta de una tienda de juguetes (estupenda Rooney Mara). Antes que ella, otras muchísimas películas hablaron de las relaciones entre personas del mismo sexo. Por ejemplo, estas nueve.

Diferente a los demás (Richard Oswald, 1919)
Aunque el título pueda parecer más o menos desafortunado, estamos hablando de un mediometraje de 1919, es decir, de hace 97 años nada más y nada menos. Se trata de una película muda que narra abiertamente la historia de amor entre un talentoso profesor de violín, interpretado por Conrad Veidt, eterno Cesare en ‘El Gabinete del Dr. Caligari’ (1920), y un alumno fascinado por él (Fritz Schulz). Aunque cierto es que una antropología ‘queer’ del cine tal vez pudiera descubrir alguna película anterior, ésta es canónicamente aceptada como la precursora del subgénero y está considerada la primera película en tratar abiertamente una relación gay. Ambos protagonistas, cierto es, cuentan con todos los tópicos de sobreactuada feminidad de la figura masculina homosexual. Sin embargo, ésta no aparece como un elemento secundario y risible que acentúa la masculinidad de otro personaje principal, que era la tónica de la época. Nada más lejos. Curiosa película, valiosa por su significado y su antigüedad.

Muchachas de uniforme (Leontine Sagan, 1931)
Apenas dos años antes de que Hitler fuese nombrado canciller, la directora austríaca Leontine Sagan narró con fascinante sensibilidad una historia que prefiguraba el peligro del ascenso de la intolerancia al poder. Basada de en la novela de Christa Winsloe e intepretada únicamente por mujeres, cuenta la historia de Manuela (Herta Thiele), una joven que se enamora de su profesora, pero a quién la opresión del internado en el que vive acabará por destruir. ‘Muchachas de uniforme’ no es sólo un canto contra la intolerancia, también una bellísima historia de amor que llevaría a la directora a huir de su país y refugiarse en Inglaterra. En el 58 disfrutó de un remake llamado ‘Corrupción en el internado’ (1958) dirigido por Géza von Radványi.

Bilitis (David Hamilton, 1977)
En su libro de fotografías ‘Dreams of a Young Girl’ (1971), David Hamilton ya estudiaba el erotismo de la naturaleza y la sencillez, así como la extraña atracción que despiertan cuerpos que se sienten bellos y amados. Durante los setenta, el fotógrafo compaginó su obra con un cine experimental entre la erótica y el drama amable. ‘Bilitis’, trata, tal vez con demasiada estilización, el descubrimiento del sexo de dos adolescentes que no saben si se aman pero que tienen claro que se desean. Una declaración de amor al cuerpo femenino, puede que dedicado al deleite masculino heterosexual, pero que sin embargo, goza de una naturalidad y belleza innegables.

Su mejor marca (Robert Towne, 1982)
Mariel Hemingway, nieta de Ernest Hemingway, era Chris Cahill, la protagonista de esta historia de amor entre dos atletas que se preparan para las olimpiadas de 1980. Chris y su compañera de equipo (Patrice Donnelly) empiezan a sentir que son algo más que amigas, tanto más cuando su homófobo entrenador (un tremendo Scott Glenn) las vigila y les complica la vida. Mientras viven su extraño romance, la propia Chris tendrá dudas de su sexualidad cuando se descubra atraída por un nadador. Un triángulo amoroso que trata la homosexualidad abierta y seriamente entre dos jóvenes, sin excesivos romanticismos ni estilizaciones. Quizás algo más que un intento de romper clichés sobre el lesbianismo.

No skin off my ass (Bruce La Bruce, 1993)
La manida etiqueta de ‘enfant terrible’ sí que se ajustaba, en su momento, a lo que el cineasta canadiense Bruce La Bruce representaba con su cine. Mucho más que su hoy denominado sucesor en el trono Xavier Dolan. En esta película, Bruce la Bruce cuenta la historia de un peluquero que fantasea con un skinhead a quién conoce un día en el parque. Sus fantasías van mucho más allá de lo que el propio skinhead parece querer de él, pero eso no frena su deseo. Una especie de drama psicológico punk irreverente con poco romanticismo y mucho erotismo.

El mar (Agustí Villaronga, 2000)
La religión ha sido, siempre, una de las principales barreras a las que un tratamiento y comprensión de la homosexualidad de manera normalizada se ha tenido que enfrentar. Villaronga entabla el discurso de ‘El mar’ a medio camino entre el drama y al crítica social. Manu (Bruno Bergonzini) y Andreu (Roger Casamajor) se conocen cuando tienen diez años, en plena Guerra Civil. Otw década después se reencuentran en una institución dónde tratan la tuberculosis que ambos padecen. Manu, ferviente creyente, verá su credo puesto en duda cuando empiece a entender que él y Andreu son algo más que amigos.

El niño pez (Lucía Puenzo, 2008)
Una de las más extrañas e insólitas películas de esta breve lista: una historia de amor entre dos adolescentes, tocada de violencia, sexo y fantasía. Una película tan rara y llena de giros que, en cierto modo, cualquier sinopsis haría poca justicia a su enrevesada trama. Lala (Inés Efron) y Guayi (Mariela Vitale) son dos adolescentes enamoradas que sueñan con escapar de sus vidas para vivir en Paraguay. Cuando han reunido el dinero suficiente, un crimen y la leyenda de un niño pez que guía a los ahogados hasta el fondo de un lago en el que descansar harán de su viaje una epopeya. Violenta, romántica, directa, poética, tocada de pinceladas de realismo mágico y empeñada en no ubicarse dentro de género alguno.

En 80 días (José Mari Goenaga, Jon Garaño, 2010)
José Mari Goenaga y Jon Garaño, que el año pasado volvían a repetir dueto con más o menos suerte en Loreak (2014), dirigían en 2010 la encantadora ‘80 egunean’: la historia de amor entre dos ancianas. Itziar Aizpuru interpretaba a Axun, una anciana que a los setenta años se reencuentra con su amiga de la infancia, Maite (Mariasun Pagoaga). Entre ellas, toda una vida de experiencias que contarse y una química que sigue intacta. Las dos mujeres descubrirán que la vida ha hecho mella en sus cansados cuerpos. Harta de falsedades y máscaras, Axun descubrirá que Maite es lesbiana y se preguntara si no es una locura amar a los setenta años y, si lo hace, si no es más locura aún descubrirse homosexual. Delicioso drama cómico que, a pesar de su pretendido realismo, cuenta con algún esfuerzo de dudable credibilidad. Y sin embargo, la química entre sus protagonistas y la naturalidad de su actuación (en especial Iztiar Aizpuru), hacen de ‘En 80 días’ una de las más bellas historias de amor tardío filmadas en nuestro país en la última década.

Luna en Brasil (Bruno Barreto, 2013)
Antes de ganar el Pulitzer de poesía en el 56, la poeta estadounidense Elizabeth Bishop escribía en su libro Norte y Sur (1946) “Pierde algo cada día. Acepta la confusión por las llaves perdidas, la hora en blanco. El arte de perder no es difícil de dominar (…) Incluso perderte a ti”. Su historia, en cambio, recorrió el camino contrario a su poesía, puesto que a ella sí le costó superar la pérdida de su pareja, la arquitecta socialista brasileña Lota de Macedo Soares, que se suicidó en el 67 y con quién mantuvo una relación de quince años. ‘Luna en Brasil’ narra la historia de amor entre ambas antes de la depresión de la segunda. Lota, una mujer inspirada y feliz, cambiará el mundo de Bishop y su manera de reflexionar sobre él para siempre. Un drama “basado en hechos reales”, equilibrado y agradable, sobre dos mujeres realmente fascinantes, y en el que brilla con luz propia Miranda Otto.

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