Imagen: 20 Minutos / Rion |
Género no binario es un término paraguas bajo el que se refugian las personas cuya identidad de género no encaja en los roles de hombre y mujer. De acuerdo con la Fundación Daniela, "puede ser una mezcla de ambas identidades [hombre y mujer] o un constructo alternativo a este". Nepal emitió en agosto el primer pasaporte que contempla una tercera opción en cuanto al género, que quedó reflejado con una O de otros.
Carlota Chiarroni | 20 Minutos, 2016-03-07
http://www.20minutos.es/noticia/2677391/0/testimonio/genero-no-binario/identidad-de-genero-transexualidad/
A Rion se le asignó el género femenino al nacer, hace 21 años. Y precisamente por esto se vio obligado a vestir la falda que dictaba el colegio católico de chicas en el que estudió. Detestaba esa prenda casi tanto o más que el color rosa. Los años no consiguieron que se acostumbrara a ella, pero sí a que sus compañeras de pupitre le llamaran 'chicazo', un apodo con el que se sentía cómodo e identificado: "No me iba a cabrear porque en el fondo tenían razón". Con el tiempo se dio cuenta de que no encajaba en el género femenino que se le había asignado en base a sus genitales. Tampoco en el extremo opuesto: el masculino.
Su identidad de género, por extraño que pueda parecer en España debido a la falta de visibilidad, desafía los dos roles tradicionales que impone la sociedad: Rion no se considera hombre ni mujer, esas identidades se han quedado obsoletas en un siglo XXI que está en constante cambio. Es lo que se conoce como género no binario, un término paraguas bajo el que se refugian las personas cuya identidad de género no encaja en ninguno de los dos polos opuestos y que, según la Fundación Daniela, "puede ser una mezcla de ambas [hombre y mujer] o un constructo alternativo a este".
Se trata de una manera de ser y sentir diferente, que nada tiene que ver con la orientación sexual, la expresión de género o la intersexualidad (personas que nacieron con genitales no definidos). Actúa, en concreto, como un término genérico para aunar a ese colectivo que no encaja en la figura de hombre y mujer. Hay casos, como el de Rion, que se identifican únicamente dentro del género no binario. Otros, sin embargo, escogen una identidad (agénero, género fluido, maverique…) dentro de éste.
Las opciones son infinitas y cada caso tiene sus matices y sus propias aristas. Lo único que tienen en común todos ellos es que no se posicionan. La mayoría opta por utilizar un lenguaje neutro, mientras otros se resignan y aceptan los pronombres del género que más les puede representar. Algunas personas sienten la necesidad de cambiar ciertas partes de su anatomía, de someterse a un tratamiento hormonal, de realizar una transición total o parcial de su cuerpo; otras no. Algunas pueden sentirse más cómodas con una expresión de género masculina, femenina o ambigua. No hay una norma que establezca dónde están los límites porque, de eso se trata, no los hay.
El espectro actual es más amplio y diverso que hace unas décadas y el testimonio de Rion -nombre que adoptó debido a su ambigüedad- lo demuestra: "No encajaba con las chicas, pero veía a los chicos y tampoco me veía reflejado". Así, fueron muchas las dudas que le invadieron durante su adolescencia, cuando trataba de entender quién era y por qué ninguno de sus amigues -como llama a sus amigos en lenguaje neutro- se sentía como él. Por qué durante años trató de masculinizar su expresión de género con ropa ancha si en realidad no se sentía como tal. No fue hasta hace dos años cuando descubrió en internet el término de género no binario y sintió que había encontrado su lugar, la pieza del puzzle que faltaba y que le completaba. El término que le confirmó que su caso no era excepcional y que no estaba solo.
"Me da miedo que me rechacen por ser quien soy"
Nada tiene que ver su historia con los retratos sobre transexualidad de los que se hacen eco el cine y la televisión: testimonios rotos, intensos, llenos de dolor, y con el drama como principal hilo conductor de una vida marcada por la tragedia. Aquí no hay duelo ni sufrimiento, solo las inseguridades propias de su edad algo más acentuadas por su ambigüedad de género. Eso, y la rebeldía de quien lucha por mostrarse al mundo tal y como es, por permitirse preguntar, dudar y tratar de no encajar en el contexto binarizado que impone la sociedad.
De esas inseguridades habla sin tapujos y con una comodidad sorprendente, como si la grabadora que nos separa no estuviera ahí. Acudir a las entrevistas de trabajo -donde tiene que facilitar el nombre que todavía aparece en el DNI- es uno de ellos. También lo es la búsqueda de pareja. Aunque su identidad de género sea ambigua, no hay dudas en cuanto a su orientación sexual: siempre se ha sentido atraído por los chicos. "A ellos les gustan femeninas, y yo no soy así", asegura. Lo normal es que se fije en chicos homosexuales. Y de ahí surgen sus mayores fantasmas: "No me da miedo que me rechacen por mi físico o porque no les guste mi personalidad. Me da miedo que me rechacen por ser quien soy o por no tener lo que quieren que tenga entre las piernas".
Rion solo se siente incómodo con el pecho, no encaja con él. Es más, hace un par de años, gracias al canal de YouTube que se abrió, pudo costearse los binders que disimulan el busto, y que rondan los 40 o 50 euros: "Cuando me vi en el espejo mi cabeza hizo click, me sentí yo por primera vez". De su cuerpo quiere cambiar ciertas cosas (le gustaría que le saliera barba o agravar la voz) y por eso se va a someter a un tratamiento hormonal, pero no todas las personas de género no binario sienten esta necesidad.
"Son los perros verdes de los perros verdes"
No hay forma de saber con exactitud cuánta gente comparte el sentimiento de Rion; mucho menos en España, donde su visibilidad es nula. Pero, de acuerdo con Isidro García Nieto, trabajador social y sexólogo de la Fundación Daniela, cada vez son más las personas que se identifican dentro de éste. El porcentaje, aunque crece, es pequeño y mucho más significativo en gente joven que en personas de edad avanzada, principalmente porque, a su juicio, los jóvenes de ahora se han criado en un ambiente más diverso y liberal que hace unas décadas.
Nieto expone a 20minutos las dificultades añadidas con las que debe lidiar una familia en estos casos: "Si ya es complicado de por sí entender la transexualidad, lo es mucho más si el niño no es un niño y tampoco es una niña, sino algo alternativo". Pero incide en que los más allegados no se llevan la peor parte, sino los protagonistas de estas historias: "Imagina tener una identidad de género minoritaria dentro de las minoritarias".
El hecho de que en la actualidad no exista un organismo que les represente únicamente a ellos, al género no binario, hace que se sientan desamparados: "No hay una organización en este momento donde se reúnan o encuentren referentes positivos. Y esto es muy duro para ellos. Es como ser el perro verde de los perros verdes". Diferentes colectivos en España, sin embargo, buscan ese reconocimiento y ya se han empezado a movilizar a través de páginas de Facebook e internet. Entre las competencias de los profesionales que les atienden, como explica uno de los doctores de la Unidad de Identidad de Género del Hospital Ramón y Cajal, se encuentra reforzar su identidad.
Una tercera opción de género en el registro civil
En cuanto a la legalidad, para pedir un cambio de sexo en el registro civil español es necesario un informe médico que diagnostique a la persona con disforia de género y un segundo informe que acredite que se encuentra en tratamiento para "acomodar" sus características a su sexo sentido durante dos años, tal y como asegura a este medio la abogada Ana Cañizares de Vivar y Asociados.
Pero ese cambio de género solo permite sustituir la M de masculino por la F de femenino o viceversa. España, por el momento, no contempla incluir un género alternativo en el registro civil. Tampoco dejar el hueco en blanco. Australia, sin embargo, incluyó una tercera opción en 2014, cuando el Tribunal Superior aprobó una vía alternativa "no específica" que quedaría reflejado con una X. También Nueva Zelanda. Y fue Nepal el país que emitió por primera vez, en agosto de 2015, el primer pasaporte donde se contempla otra disyuntiva: permite rellenar el apartado del sexo con una O (de otro) en lugar de las habituales M o F. Alemania tiene algo similar, aunque solo se refiere a las personas intersexuales, es decir, aquellas que nacieron con genitales no definidos. Y lo mismo sucededió el pasado agosto en la ciudad de Tours (Francia) con un hombre intersexual.
A Rion le gustaría cambiar su sexo en los documentos oficiales, pero es consciente de que, para que ese momento llegue, es necesario que su caso y el de tantas otras personas se visibilice. Este joven de 21 años habla con la paciencia de quien quiere hacerse entender, con la rebeldía de quien lucha contra los roles impuestos y con la esperanza de que su testimonio ayude a otras personas que están en su misma situación: "Si existe un término que lo defina y gente que experimenta lo mismo que tú, entonces no estás solo".
Su identidad de género, por extraño que pueda parecer en España debido a la falta de visibilidad, desafía los dos roles tradicionales que impone la sociedad: Rion no se considera hombre ni mujer, esas identidades se han quedado obsoletas en un siglo XXI que está en constante cambio. Es lo que se conoce como género no binario, un término paraguas bajo el que se refugian las personas cuya identidad de género no encaja en ninguno de los dos polos opuestos y que, según la Fundación Daniela, "puede ser una mezcla de ambas [hombre y mujer] o un constructo alternativo a este".
Se trata de una manera de ser y sentir diferente, que nada tiene que ver con la orientación sexual, la expresión de género o la intersexualidad (personas que nacieron con genitales no definidos). Actúa, en concreto, como un término genérico para aunar a ese colectivo que no encaja en la figura de hombre y mujer. Hay casos, como el de Rion, que se identifican únicamente dentro del género no binario. Otros, sin embargo, escogen una identidad (agénero, género fluido, maverique…) dentro de éste.
Las opciones son infinitas y cada caso tiene sus matices y sus propias aristas. Lo único que tienen en común todos ellos es que no se posicionan. La mayoría opta por utilizar un lenguaje neutro, mientras otros se resignan y aceptan los pronombres del género que más les puede representar. Algunas personas sienten la necesidad de cambiar ciertas partes de su anatomía, de someterse a un tratamiento hormonal, de realizar una transición total o parcial de su cuerpo; otras no. Algunas pueden sentirse más cómodas con una expresión de género masculina, femenina o ambigua. No hay una norma que establezca dónde están los límites porque, de eso se trata, no los hay.
El espectro actual es más amplio y diverso que hace unas décadas y el testimonio de Rion -nombre que adoptó debido a su ambigüedad- lo demuestra: "No encajaba con las chicas, pero veía a los chicos y tampoco me veía reflejado". Así, fueron muchas las dudas que le invadieron durante su adolescencia, cuando trataba de entender quién era y por qué ninguno de sus amigues -como llama a sus amigos en lenguaje neutro- se sentía como él. Por qué durante años trató de masculinizar su expresión de género con ropa ancha si en realidad no se sentía como tal. No fue hasta hace dos años cuando descubrió en internet el término de género no binario y sintió que había encontrado su lugar, la pieza del puzzle que faltaba y que le completaba. El término que le confirmó que su caso no era excepcional y que no estaba solo.
"Me da miedo que me rechacen por ser quien soy"
Nada tiene que ver su historia con los retratos sobre transexualidad de los que se hacen eco el cine y la televisión: testimonios rotos, intensos, llenos de dolor, y con el drama como principal hilo conductor de una vida marcada por la tragedia. Aquí no hay duelo ni sufrimiento, solo las inseguridades propias de su edad algo más acentuadas por su ambigüedad de género. Eso, y la rebeldía de quien lucha por mostrarse al mundo tal y como es, por permitirse preguntar, dudar y tratar de no encajar en el contexto binarizado que impone la sociedad.
De esas inseguridades habla sin tapujos y con una comodidad sorprendente, como si la grabadora que nos separa no estuviera ahí. Acudir a las entrevistas de trabajo -donde tiene que facilitar el nombre que todavía aparece en el DNI- es uno de ellos. También lo es la búsqueda de pareja. Aunque su identidad de género sea ambigua, no hay dudas en cuanto a su orientación sexual: siempre se ha sentido atraído por los chicos. "A ellos les gustan femeninas, y yo no soy así", asegura. Lo normal es que se fije en chicos homosexuales. Y de ahí surgen sus mayores fantasmas: "No me da miedo que me rechacen por mi físico o porque no les guste mi personalidad. Me da miedo que me rechacen por ser quien soy o por no tener lo que quieren que tenga entre las piernas".
Rion solo se siente incómodo con el pecho, no encaja con él. Es más, hace un par de años, gracias al canal de YouTube que se abrió, pudo costearse los binders que disimulan el busto, y que rondan los 40 o 50 euros: "Cuando me vi en el espejo mi cabeza hizo click, me sentí yo por primera vez". De su cuerpo quiere cambiar ciertas cosas (le gustaría que le saliera barba o agravar la voz) y por eso se va a someter a un tratamiento hormonal, pero no todas las personas de género no binario sienten esta necesidad.
"Son los perros verdes de los perros verdes"
No hay forma de saber con exactitud cuánta gente comparte el sentimiento de Rion; mucho menos en España, donde su visibilidad es nula. Pero, de acuerdo con Isidro García Nieto, trabajador social y sexólogo de la Fundación Daniela, cada vez son más las personas que se identifican dentro de éste. El porcentaje, aunque crece, es pequeño y mucho más significativo en gente joven que en personas de edad avanzada, principalmente porque, a su juicio, los jóvenes de ahora se han criado en un ambiente más diverso y liberal que hace unas décadas.
Nieto expone a 20minutos las dificultades añadidas con las que debe lidiar una familia en estos casos: "Si ya es complicado de por sí entender la transexualidad, lo es mucho más si el niño no es un niño y tampoco es una niña, sino algo alternativo". Pero incide en que los más allegados no se llevan la peor parte, sino los protagonistas de estas historias: "Imagina tener una identidad de género minoritaria dentro de las minoritarias".
El hecho de que en la actualidad no exista un organismo que les represente únicamente a ellos, al género no binario, hace que se sientan desamparados: "No hay una organización en este momento donde se reúnan o encuentren referentes positivos. Y esto es muy duro para ellos. Es como ser el perro verde de los perros verdes". Diferentes colectivos en España, sin embargo, buscan ese reconocimiento y ya se han empezado a movilizar a través de páginas de Facebook e internet. Entre las competencias de los profesionales que les atienden, como explica uno de los doctores de la Unidad de Identidad de Género del Hospital Ramón y Cajal, se encuentra reforzar su identidad.
Una tercera opción de género en el registro civil
En cuanto a la legalidad, para pedir un cambio de sexo en el registro civil español es necesario un informe médico que diagnostique a la persona con disforia de género y un segundo informe que acredite que se encuentra en tratamiento para "acomodar" sus características a su sexo sentido durante dos años, tal y como asegura a este medio la abogada Ana Cañizares de Vivar y Asociados.
Pero ese cambio de género solo permite sustituir la M de masculino por la F de femenino o viceversa. España, por el momento, no contempla incluir un género alternativo en el registro civil. Tampoco dejar el hueco en blanco. Australia, sin embargo, incluyó una tercera opción en 2014, cuando el Tribunal Superior aprobó una vía alternativa "no específica" que quedaría reflejado con una X. También Nueva Zelanda. Y fue Nepal el país que emitió por primera vez, en agosto de 2015, el primer pasaporte donde se contempla otra disyuntiva: permite rellenar el apartado del sexo con una O (de otro) en lugar de las habituales M o F. Alemania tiene algo similar, aunque solo se refiere a las personas intersexuales, es decir, aquellas que nacieron con genitales no definidos. Y lo mismo sucededió el pasado agosto en la ciudad de Tours (Francia) con un hombre intersexual.
A Rion le gustaría cambiar su sexo en los documentos oficiales, pero es consciente de que, para que ese momento llegue, es necesario que su caso y el de tantas otras personas se visibilice. Este joven de 21 años habla con la paciencia de quien quiere hacerse entender, con la rebeldía de quien lucha contra los roles impuestos y con la esperanza de que su testimonio ayude a otras personas que están en su misma situación: "Si existe un término que lo defina y gente que experimenta lo mismo que tú, entonces no estás solo".
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