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Los bomberos incineran los muebles del comercio para eliminar el riesgo de contagio y las dependientas esperan el resultado definitivo del test de anticuerpos.
Alvaro San Miguel | El Diario Montañés, 2016-03-31
http://www.eldiariomontanes.es/santander/201603/31/entra-hemorragia-tienda-desata-20160330214628.html
Un hombre que sangraba ligeramente por la boca entró el sábado 19 de marzo a pedir auxilio en un comercio de los alrededores del Ayuntamiento de Santander. Las cuatro personas que atendían en ese momento la tienda no dudaron en ayudarlo, especialmente cuando el afectado informó de que era hemofílico: una enfermedad genética que dificulta la coagulación de la sangre y provoca fuertes hemorragias. Tras acomodarlo en un sillón, llamaron al 112 y al 061 y trataron de frenar la pérdida de sangre mientras esperaban a los servicios sanitarios. Pero la hemorragia iba a más y el afectado, que empezó a echar sangre de manera profusa por la boca, terminó desvaneciéndose sobre el sillón. Así que una de las dependientas salió a la carrera para pedir ayuda en el puesto de la Policía Local en el Ayuntamiento.
Cuando llegó la ambulancia del 061 y se llevaron al paciente al Hospital de Valdecilla, todo lo que quedaba por delante era un dura tarea de limpieza. Según describió a este diario una persona cercana a los dueños del comercio, la tienda parecía «el escenario de una película de terror, con todo el suelo manchado de sangre, el sillón chorreando y muebles, uniformes y mercancías salpicados».
Mientras las dependientas se esforzaban por limpiar la sangre con todas las precauciones lógicas, como el uso de guantes y lejía, y se deshacían de la mercancía salpicada, la propietaria recibía una llamada del hospital: el hombre al que habían auxiliado era portador del VIH –el virus que puede terminar desarrollando la enfermedad del sida–.
La alarma se desató en la tienda. «Desasosiego, dudas, angustia», detalló la persona allegada al negocio. En el momento del incidente, alrededor del mediodía, no había clientes en la tienda, pero las cuatro personas que atendían el comercio (propietarios y dependientes) habían entrado en contacto con la sangre y no sabían cómo actuar. Varias preguntas surgieron entonces: ¿Nos hemos podido contagiar? ¿Dónde dejamos el mobiliario empapado de sangre? ¿En un contenedor al alcance de cualquiera?
Finalmente, «después de varias horas de llamadas pidiendo soluciones que no llegaban», fueron los bomberos del Ayuntamiento de Santander, avisados por la Policía Local, los que resolvieron el problema al llevarse el mobiliario manchado de sangre para incinerarlo.
El personal de la tienda también intentó encontrar consejo sanitario, y el lunes, dos días después del incidente, consiguieron contactar con la persona que resolvió sus dudas: Manuel Galán, jefe de servicio de Salud Pública. A preguntas de este diario, Galán explicó que no existe un protocolo de actuación en estos casos. «Hoy en día, toda la sangre derramada debe ser recogida con las mismas precauciones sanitarias. Hay un protocolo sanitario para hospitales y centros de salud, pero si pasa en la calle son los servicios de limpieza municipales los que se hacen cargo». En este caso ocurrió en un comercio y ninguna administración supo ofrecer respuestas a los afectados en las primeras horas tras el incidente.
Riesgo «prácticamente nulo»
La conversación del lunes con Salud Pública alivió en cierto modo el desasosiego de las cuatro personas que atendieron la emergencia en la tienda. «Les dije que habían actuado correctamente porque de forma intuitiva se habían puesto guantes y habían usado papel absorbente y lejía. Todo bien, pero luego tenían un sillón que estaba lleno de sangre y era irrecuperable. Por eso empezaron a llamar para ver quién se hacía cargo del mueble, y se encontraron con que nadie les ofrecía una solución hasta que llegaron los bomberos y lo quemaron. Estaban indignados por no tener manera de deshacerse del mueble sin riesgo».
Galán aseguró que, tal y como actuaron, el riesgo de contagio es «prácticamente nulo». «Estaban muy nerviosas y angustiadas y hemos intentado tranquilizarlas. El riesgo nunca es cero, pero deben estar tranquilas porque así no es como se transmite el VIH. Se transmite por dos vías: la sexual y al clavarse una aguja infectada. Y la experiencia que tenemos hoy en día sobre el VIH es que así (por contacto directo con la sangre) no se transmite». Además, un portador del virus en tratamiento es «técnicamente no contagioso» y, en este caso, según las fuentes de Galán, «el afectado está bien tratado».
Ahora bien, el jefe de servicio de Salud Pública reconoció que las personas que atendieron al portador del virus no podrán estar tranquilas hasta que no tengan una prueba negativa del test de VIH. «Deben esperar un tiempo, tres o cuatro semanas, hasta que el sistema inmunológico pueda reaccionar en caso de contagio y empiece a producir anticuerpos, que es lo que determina la presencia del virus VIH». Las primeras pruebas, aún provisionales, dicen que no ha habido contagio.
Cuando llegó la ambulancia del 061 y se llevaron al paciente al Hospital de Valdecilla, todo lo que quedaba por delante era un dura tarea de limpieza. Según describió a este diario una persona cercana a los dueños del comercio, la tienda parecía «el escenario de una película de terror, con todo el suelo manchado de sangre, el sillón chorreando y muebles, uniformes y mercancías salpicados».
Mientras las dependientas se esforzaban por limpiar la sangre con todas las precauciones lógicas, como el uso de guantes y lejía, y se deshacían de la mercancía salpicada, la propietaria recibía una llamada del hospital: el hombre al que habían auxiliado era portador del VIH –el virus que puede terminar desarrollando la enfermedad del sida–.
La alarma se desató en la tienda. «Desasosiego, dudas, angustia», detalló la persona allegada al negocio. En el momento del incidente, alrededor del mediodía, no había clientes en la tienda, pero las cuatro personas que atendían el comercio (propietarios y dependientes) habían entrado en contacto con la sangre y no sabían cómo actuar. Varias preguntas surgieron entonces: ¿Nos hemos podido contagiar? ¿Dónde dejamos el mobiliario empapado de sangre? ¿En un contenedor al alcance de cualquiera?
Finalmente, «después de varias horas de llamadas pidiendo soluciones que no llegaban», fueron los bomberos del Ayuntamiento de Santander, avisados por la Policía Local, los que resolvieron el problema al llevarse el mobiliario manchado de sangre para incinerarlo.
El personal de la tienda también intentó encontrar consejo sanitario, y el lunes, dos días después del incidente, consiguieron contactar con la persona que resolvió sus dudas: Manuel Galán, jefe de servicio de Salud Pública. A preguntas de este diario, Galán explicó que no existe un protocolo de actuación en estos casos. «Hoy en día, toda la sangre derramada debe ser recogida con las mismas precauciones sanitarias. Hay un protocolo sanitario para hospitales y centros de salud, pero si pasa en la calle son los servicios de limpieza municipales los que se hacen cargo». En este caso ocurrió en un comercio y ninguna administración supo ofrecer respuestas a los afectados en las primeras horas tras el incidente.
Riesgo «prácticamente nulo»
La conversación del lunes con Salud Pública alivió en cierto modo el desasosiego de las cuatro personas que atendieron la emergencia en la tienda. «Les dije que habían actuado correctamente porque de forma intuitiva se habían puesto guantes y habían usado papel absorbente y lejía. Todo bien, pero luego tenían un sillón que estaba lleno de sangre y era irrecuperable. Por eso empezaron a llamar para ver quién se hacía cargo del mueble, y se encontraron con que nadie les ofrecía una solución hasta que llegaron los bomberos y lo quemaron. Estaban indignados por no tener manera de deshacerse del mueble sin riesgo».
Galán aseguró que, tal y como actuaron, el riesgo de contagio es «prácticamente nulo». «Estaban muy nerviosas y angustiadas y hemos intentado tranquilizarlas. El riesgo nunca es cero, pero deben estar tranquilas porque así no es como se transmite el VIH. Se transmite por dos vías: la sexual y al clavarse una aguja infectada. Y la experiencia que tenemos hoy en día sobre el VIH es que así (por contacto directo con la sangre) no se transmite». Además, un portador del virus en tratamiento es «técnicamente no contagioso» y, en este caso, según las fuentes de Galán, «el afectado está bien tratado».
Ahora bien, el jefe de servicio de Salud Pública reconoció que las personas que atendieron al portador del virus no podrán estar tranquilas hasta que no tengan una prueba negativa del test de VIH. «Deben esperar un tiempo, tres o cuatro semanas, hasta que el sistema inmunológico pueda reaccionar en caso de contagio y empiece a producir anticuerpos, que es lo que determina la presencia del virus VIH». Las primeras pruebas, aún provisionales, dicen que no ha habido contagio.
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